Alma Caritativa
Capitulo Dos.
En esta vida todos interpretamos un papel,
nadie dice lo que realmente está en su mente;
y por supuesto, no aceptamos que mal siempre ha existido,
y que a veces esta disfrazado de oveja.
Tres años antes.
La campanilla de servicio suena con mucha insistencia, Dorothy corre apresurada por el corredor de la casa hacia la habitación de la señora Elroy, cuando llega a la puerta alisa sus cabellos y toma aire tratando de componer su respiración que aún esta agitada, da un par de golpes a la puerta y se adentra en aquel lugar
—Dígame señora Elroy.
—¿Dónde está mi café? Tiene como una hora que te lo pedí.
—Discúlpeme señora, es que por más que busque no hay café del que usted toma y pues… no han traído la despensa.
—No me vengas con escusa estúpidas. —La mujer sin previo aviso le da una bofetada a la chiquilla que la manda al piso. Dorothy queda aturdida por el golpe, siente que la mejilla le arde del dolor, pero enseguida experimenta un dolor más fuerte en su estómago, Elroy sin misericordia le propina un par de patadas a la chiquilla; la jovencita se retuerce del dolor, sabe que, si se queja el castigo será mayor. Elroy se acerca a Dorothy, la sujeta fuerte del cabello y le da par de sacudidas que golpea la cabeza de la chiquilla contra el piso, un sonido hueco se escucha por la habitación. Elroy la sujeta más fuerte, acerca su rostro al de Dorothy que se encuentra ensangrentado y le dice con tono amenazador, —Eres una inútil y una escoria buena para nada, ¡¿lo sabes verdad?!—los ojos de Elroy están llenos de furia, una sonrisa demoniaca se dibuja en su rostro. Dorothy la observa con terror, entonces la mujer añade con sarcasmo, —eres muy afortunada… te regalare la paz que necesitas, —Una fuerte carcajada se escucha por el lugar, — ahora ¡lárgate! y vete hacer tu trabajo —dice las últimas palabras de manera calmada. Dorothy con dificultad se pone de pie y antes de retirarse, Elroy le advierte. —No tienes alternativa debes cumplir con nuestro trato o tu madre sufrirá las consecuencias.
—Si señora. — Le responde Dorothy aguantando el llanto.
—Una cosa más…mañana vendrá el hombre que se encarga de darle mantenimiento al jardín, no quiero que por ningún motivo te acerques a él, ¡entiendes!
—Sí señora. — sus lágrimas se mesclan con la sangre que tiene en el rostro; con el dorso de la mano limpia aquella agua roja.
Elroy la miro de manera despectiva y le ordena—Y nada de llanto y quejas. ¡Ahora lárgate!
Dorothy sale de la habitación adolorida del cuerpo y del alma, sabe que no tiene alternativa; tiene que aguantar la violencia y el maltrato de Elroy para que su madre este bien.
Dorothy camina hacia su habitación con dificultad, solo quiere llegar hasta ahí y reposar un poco en su cama para después lavarse y arreglarse, para continuar con su trabajo. Cuando logra recostarse en su lecho, el llanto llega a ella sin control e imágenes regresan a su mente recordando el día en que conoció a Elroy Ardley.
Dorothy está sentada en una banca en el jardín que se encuentra a la salida de la iglesia.
—Hola niña. Desde hace un rato te he estado observando y veo que tu llanto y tu tristeza es mucha. —La chiquilla con la vista nublada ve a la mujer que le habla. —¿Qué te pasa? Cuéntame, tal vez pueda ayudarte. —le dice con voz melosa.
—¡Hay señora si usted supiera! —la chiquilla rompe en llanto.
—Vamos niña, todo tiene solución en esta vida.
—No lo creo señora, no lo creo. —hace una pausa, —Mi mamá, está muy enferma, no tengo dinero para atenderla y para colmo de males me van a desalojar del lugar donde vivimos, porque no tengo para pagar la renta. Por más que busco trabajo no encuentro.
Elroy la mira pensativa por unos minutos entonces le dice convencida.
—Yo te puedo dar trabajo, un lugar donde vivir, un salario y atención médica para tu madre. —La chiquilla se ve sorprendida por la proposición de la mujer. —No te creas que todo va a ser gratis. Vas a trabajar en mi casa, atendiéndome en todo lo que necesite, ese será tu labor.
—Y ¿Por qué haría eso? No me conoce.
—Simple, porque soy una buena cristiana y me gusta ayudar a mi prójimo.
—Solo por eso me va a ayudar.
—Hay niña. Mira, yo necesito quien me ayude en mi casa y tú necesitas un trabajo. Necesitas una razón más; además te buscare una clínica donde tu mamá pueda tener la mejor atención médica, para que tú no te preocupes por ella. La podrás visitar con regularidad. —Dorothy no podía creer, que esta mujer, le estuviera ofreciendo una solución a sus problemas. —No me veas con tanta desconfianza niña. Si no me crees, vamos a la iglesia con el padre de la parroquia. Él me conoce de toda la vida; a mí y a mi hijo Albert.
—¿Usted tiene un hijo y vive con usted?
—Hace años que Albert se independizo y vive en otro lugar. Yo vivo sola niña. —Elroy siente que la chiquilla no se decide, opta por retirarse. —bueno, te estoy haciendo una gran oferta, pero veo que no te interesa; es mejor que me retire y no te moleste más. —Elroy se gira y comienza a caminar.
La chiquilla medita por unos segundos que hacer, aceptar, seria la solución a sus problemas. Además, todo sacrificio valdría la pena con tal de que su madre se recupere y vuelva a estar sana. Se pone de pie y le da alcance a aquella mujer.
—Espere Señora. Acepto su propuesta. —Ese día, Dorothy firmo un pacto con Elroy. Pero no sabía que era un pacto de sangre.
Continuará...
CAPITULO UNO.
Espero que la lectura haya sido de tu agrado
Última edición por Inez Ruiz el Mar Abr 25, 2023 8:31 pm, editado 2 veces