anexo 4
Es fin de semana y los acompañantes pueden estar desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche, pero la señora Ardlay se presentó como cada día a las cuatro de la tarde.
Para su grata sorpresa Terrence estaba despierto, consciente y sin estar conectado a la bomba PCA, al percatarse de la presència de la recién llegada, la enfermera le habla:
-Disculpe señora ¿Podría esperar afuera un momento mientras limpio al paciente?
-Oh sí, perdone la molestia.
Se excusa a la vez que da media vuelta para salir. Su corazón late feliz de haberlo visto aunque sea por un instante:
-¡Está bien! Finalmente ha despertado... Es un alivio... Seguro que se recuperará y saldrá de pronto de éste lugar.
Un suspiro cargado de alivio se escapa de sus pulmones y decide dar vuelta en el pasillo para hacer pasar el tiempo. Observa a los demás pacientes que son de esa planta y están en otros cubículos pasear con sus familiares y amigos; llevan puesta la bata del hospital mientras arrastran el atril donde cuelga el suero o alguna sonda vesical.
Finalmente la misma enfermera se le acerca y avisa que ya puede pasar.
-Candice, le hemos dado una ducha de esponja y ahora se encuentra sentado, tiene agua y un sobre de azúcar para que se lo pueda dar.
-Entiendo, muchas gracias.
Cuando vuelve a entrar en la habitación lo ve sentado cerca de la cama y su rostro muestra claramente síntomas de incomodidad.
-Hola
-Uff... Hola... Ay...
-¿Quieres que te pase el agua?
Pregunta nerviosa, pues no está segura, cree que al mínimo movimiento que lo toque se puede romper. Terrence por su parte acepta, y espera a que ella mezcle el azúcar en el agua, le ponga la cañita y se lo acerque a la boca. Sentía que todo su cuerpo le dolía horrores, de tanto tiempo estar acostado sin moverse estaba entumecido.
No fueron capaces de pronunciar más palabras, salvo las veces que le indicaba para que le acercara el agua y dar un par de sorbos, hasta que finalmente le fue imposible seguir así .
-Candy, dile a la enfermera Pony que me quiero acostar, no aguanto el dolor.
-Está bien, espera un momento.
Presta, sale a buscar a buscar una de las tantas enfermeras; se encuentra a la mujer mayor que antes la había visto con la esponja en mano, le comunica la petición del castaño. Pony le dice que enseguida, por lo que la rubia regresa al lado de Terry y se lo encuentra moviéndose cada vez más debido al dolor e incomodidad. Hasta que finalmente llega la enfermera Pony con otra compañera y ayudan al caballero a acomodarse, luego cuelgan en el brazo metálico otro suero más, el cual contiene los analgésicos.
La joven no le quedó más remedio que esperar a que el hombre se le aliviara el dolor, cuando se llegó la hora de la cena; le habían traído una crema de verduras que para el gusto de Terry tenía una dudosa apariencia. No le apetecía en lo más mínimo probar esa "bazofia" como lo llamó él.
Al día siguiente, Candice se encontró con la grata sorpresa que Terrence se estaba preparado para poder dar un paseo. Su corazón aleteó feliz; al principio mostró cierta incomodidad por tener que llevar tantos cables todavía pegados su acuerpo.
-Ya cuando me quiten la sonda voy a dar el paseo, Pony. No antes.
-Eso no es excusa joven. Usted puede perfectamente hacerlo, de lo contrario tendrá que pasar mucho tiempo en el hospital y haciendo rehabilitación como no empiece a mover sus piernas.
-¡¿Qué?! ¡Más tiempo! Ni en sueños.
A la rubia se le escapó una dulce sonrisa, ese era él quejándose por todo.
Después de saludarlo y colgar su bolso, acompaña al caballero, la enfermera les sigue con una silla de ruedas por si le llegasen a fallar las piernas.
Nuevamente ellos siguen sin decir más palabras, éstas faltaban o no tenían el coraje suficiente para salir; sin embargo es claro que ambos sienten algo a cada paso que dan.
Llovía esa noche en la ciudad, cuando ambos caminaban y expresaban esas palabras que pedían espacio y no verse por un buen tiempo.
-Creo que lo mejor será dejar de vernos.
-¡¿Qué?!
Exclamó la joven sorprendida, él la acaba de pillar por sorpresa. No se imaginaba que después de el ardiente encuentro que acaban de tener en la habitación del hotel, éste le fuese a decir eso.
-Estamos pasando mucho tiempo juntos, no creo que sea lo más acertado. Podrías crearte ideas que no son.
-Quieres decir que solamente es para pasar el rato.
-No, ésto era para demostrarte que aún puedes vivir, disfrutar... no dejarte caer en la desesperación porque tu marido es un tonto o porque tu matrimonio había fracasado.
Ella no daba crédito a lo que le estaba diciendo, realmente no entendía la razón, parecía todo tan confuso; pero no quería que le volvieran a herir el orgullo, que se burlasen o que le puedan hacer daño, por lo que acepta.
-Tienes razón. Lo mejor será hacer como tú dices, darnos un espacio, pasar tanto tiempo juntos puede crear una idea errónea entre nosotros y cualquiera que nos vea.
-Sabes que cualquier problema que surja puedes llamarme.
-Claro.
Contestó irónicamente, pues le era irrisorio que terminara diciendo eso cuando segundos antes le está diciendo que tomen espacio, tiempo, distancia. Sabía que lo necesitaba, aún no sabe con certeza hasta qué punto.
Recibió el beso fugaz que le dió, anhelando que hubiese sido más profundo y prolongado, como esos que le había dando en la habitación. Luego lo ve marcharse sin mirar atrás, sintiendo que nuevamente se volvía a quedar sola y vacía.