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MIENTRAS EL SOL BRILLA
Aquel paseo había sido pospuesto debido al crudo invierno que se estancó en aquel hermoso lugar durante tanto tiempo, pero no todo dura para siempre y así, poco a poco la primavera fue abriéndose paso haciendo suyo aquel magnifico jardín. Los brotes comenzaron a salir a la superficie cubriéndolo todo de flores de colores, los árboles que habían callado por el frio, comenzaron a cantar cada vez más alegremente desde los árboles, el viento cálido se colaba entre las ramas y de vez en vez acariciaba el rostro de aquellos que caminaban por los jardines llevándoles deliciosos aromas de flores, de ríos, de bosque.
Albert había reconstruido aquella casona junto al rio y de tal manera, que parte del Jardín de Anthony también tenía un espacio ahí, el jardín parecía realmente un edén donde podía convivir tranquilamente con sus animales, aquel sitio era muy especial para él. Planeo ese paseo durante mucho tiempo, quería que fuera perfecto así que cuando invito a Candy no le dijo que alguien más estaba invitado y la dejo disfrutar del paisaje con libertad, y es que así quería verla nuevamente, libre y feliz, tal como la había conocido.
Cuando ella llego en la esperaba con la mesa servida en el jardín, el sonido el rio y el trinar de los pájaros eran la única música que les acompañaba, ella volvió a reír como niña y maravillada por lo que había hecho Albert en el lugar se dio el lujo de brincar y correr hasta cansarse, tomo la canasta que antes tendría sándwiches y fruta, se sentó en medio del jardín a recolectar flores silvestres con la intención de llevar un poco de aquel dia a su hogar olvidándose de todo, de sus tristezas y preocupaciones, de los problemas y de los adioses, solo se sentó a ir para dejarse llevar por el momento sin darse cuenta que Albert la había dejado unos minutos.
Al volver no lo hizo solo, ella sentada sobre el pasto, ensimismada, no se dio cuenta que alguien más la observaba hasta que escucho una voz a sus espaldas.
- Hey Candy compórtate que tenemos visita.
Candy se giró para quedar totalmente sorprendida ante la imagen que se encontraba, Albert completamente sonriente y a un lado Terry la observaba de igual forma, con un aura de paz y felicidad a su alrededor. Tenía rato mirándola anonadado, esa era su Candy, aquella que había conocido en el San Pablo, esa a la que quería seguir viendo en su vida. No supieron cuánto tiempo se vieron a los ojos pero después de un largo rato se dieron cuenta que ahí estaban nuevamente ambos para darse una nueva oportunidad.
MIENTRAS EL SOL BRILLA
Aquel paseo había sido pospuesto debido al crudo invierno que se estancó en aquel hermoso lugar durante tanto tiempo, pero no todo dura para siempre y así, poco a poco la primavera fue abriéndose paso haciendo suyo aquel magnifico jardín. Los brotes comenzaron a salir a la superficie cubriéndolo todo de flores de colores, los árboles que habían callado por el frio, comenzaron a cantar cada vez más alegremente desde los árboles, el viento cálido se colaba entre las ramas y de vez en vez acariciaba el rostro de aquellos que caminaban por los jardines llevándoles deliciosos aromas de flores, de ríos, de bosque.
Albert había reconstruido aquella casona junto al rio y de tal manera, que parte del Jardín de Anthony también tenía un espacio ahí, el jardín parecía realmente un edén donde podía convivir tranquilamente con sus animales, aquel sitio era muy especial para él. Planeo ese paseo durante mucho tiempo, quería que fuera perfecto así que cuando invito a Candy no le dijo que alguien más estaba invitado y la dejo disfrutar del paisaje con libertad, y es que así quería verla nuevamente, libre y feliz, tal como la había conocido.
Cuando ella llego en la esperaba con la mesa servida en el jardín, el sonido el rio y el trinar de los pájaros eran la única música que les acompañaba, ella volvió a reír como niña y maravillada por lo que había hecho Albert en el lugar se dio el lujo de brincar y correr hasta cansarse, tomo la canasta que antes tendría sándwiches y fruta, se sentó en medio del jardín a recolectar flores silvestres con la intención de llevar un poco de aquel dia a su hogar olvidándose de todo, de sus tristezas y preocupaciones, de los problemas y de los adioses, solo se sentó a ir para dejarse llevar por el momento sin darse cuenta que Albert la había dejado unos minutos.
Al volver no lo hizo solo, ella sentada sobre el pasto, ensimismada, no se dio cuenta que alguien más la observaba hasta que escucho una voz a sus espaldas.
- Hey Candy compórtate que tenemos visita.
Candy se giró para quedar totalmente sorprendida ante la imagen que se encontraba, Albert completamente sonriente y a un lado Terry la observaba de igual forma, con un aura de paz y felicidad a su alrededor. Tenía rato mirándola anonadado, esa era su Candy, aquella que había conocido en el San Pablo, esa a la que quería seguir viendo en su vida. No supieron cuánto tiempo se vieron a los ojos pero después de un largo rato se dieron cuenta que ahí estaban nuevamente ambos para darse una nueva oportunidad.