Puede que pareciera que las cosas estaban cambiando demasiado tras el accidente. Lo que en un principio pareció una idea descabellada y casi atroz, las damas Andrew terminaron por aceptar la propuesta del joven Anthony de mudarse a otra residencia, para que el recuerdo del accidente no siguiera atormentando a su esposa. Al principio fue chocante el cambio pues se trasladaron a una vivienda más pequeña a comparación de la mansión y sobre todo, porque ésta se encontraba en la ciudad.
Finalmente, el barullo constante de las calles, las paredes pintadas de otros colores y la actividad social y benéfica estaban logrando su objetivo, Candice estaba distrayendo su mente y acongojada alma. Aunque debía admitir que había algo que no terminaba de cuadrar, o que también había terminado por afectar; de presto se estaba dando cuenta que su vida marital no era igual.
Esas excusas de llegar tarde por el trabajo no tenían sentido si ahora vivían más cerca de las oficinas centrales. Si bien la intimidad había sido dejada de lado por un par de meses, ahora parecía muy poco el interés en tenerlo; para las pocas veces que ocurría siempre de la misma manera: Anthony el mismo, con dulzura, cariño y sutileza, envueltos por la oscuridad de la media noche donde sólo hay que dejar la imaginación te diga cómo debe ser cada parte del cuerpo, la voluminosidad de los pechos, firmeza del abdomen, dureza del pene y la humedad de su vagina al recibirlo cuando se introduce en su interior.
Simplemente le subía el camisón, tras unos besos y cuatro empeñones se derramaba, sin palabras dulces, tiernas o algo por estilo. Sólo un simple gesto de procreación acompañado de algún gesto gutural del hombre al llegar a la cúspide de su placer mientras que ella simplemente se abre de piernas para cumplir su deber como esposa. Al final termina girando su cuerpo a un costado para poder descansar, le da un par de besos en la frente, casi como un gesto fraternal para finalmente echarse a dormir tranquilamente a pierna suelta.
En algunas ocasiones le daba la impresión que había algo más que no lograba comprender; sabía que su esposo la amaba de una manera especial, esa forma de mirarla se lo decía, el modo en que la besaba... suave, dulce y tiernamente, era evidente que indicaba cierta atracción, pero al momento de la intimidad parecía algo especial, casi como si la idealizase. Muy en el fondo le daba la impresión que siempre había buscado compararla y elevarla al punto de adoración con el de su madre; tal vez por algo que físicamente le hiciera recordarla, o porque deseaba que tuviera la misma desenvoltura que ella ante la sociedad, que había buscado de todas las maneras posibles que Candy fuese vista como una verdadera dama.
Su amiga Annie ha llegado un par de veces a visitarla, había sido un poco difícil el reencuentro pues el tema de la muerte de Dorothy era algo que ambas habían evitado tocar por lo duro de los hechos, pero la compañía había sido grata y motivadora. Esa tarde mientras compartían el té con otras amigas más, Candy empezó a prestar más atención a la conversación, no se había dado cuenta en qué momento su mente se había ido a venus por la nostalgia.
-Santo cielos Annie, debes decirme ¡cuál es tu secreto! Tienes un brillo especial y cada día te ves más guapa.
-Si… dinos, por casualidad será el hecho que estás enamorada de ese hombre misterioso.
-Bueno… no es la gran cosa ni secreto… pero lo que sí les puedo asegurar que finalmente creo que he encontrado al hombre perfecto.
-¡Y ¿Quién es?! Dinos, no nos tengas en ascuas mujer!
-¡Ni en sueños Marta! Que ni tardado en decírtelo a ti cuando ya lo sabrá todo chicago, así que no, gracias. Prefiero mantener la calma y ver si éste es el hombre de mis sueños o el de alguien más.
-¿”Alguien más” a qué te refieres chica?
-Nada cosas mías.
Culmina la conversación y le da un sorbo a su taza de té. La chispa de picardía que se le refleja en la mirada le dio una punzada en el pecho a su amiga Candy, quien la sigue observando mientras Annie ajena sigue mostrando orgullosa la pulsera de diamantes que había recibido como regalo. Cierta nostalgia se escapó del pecho de Candy en forma de suspiro, no es que le hiciese falta ese tipo de accesorios, si quería podía ir a cualquier joyería o tienda y conseguir lo que se le viniese en gana, pero era cierto que hace tanto que su esposo no tenía ese tipo de detalles con ella.
Al principio cuando recién llegó con los Andrew bajo la tutela de Elroy, tanto Archy, Stear y Anthony buscaban la manera de alegrarla tras la pérdida de sus padres. Archy con su compañía en las mejores teterías o restaurantes de la ciudad, el chico era de pico fino y sabía de los mejores lugares para comer. Stear por su parte le encantaba crear cualquier invento y dárselo a ella, le llenaba en demasía saber que era el arquitecto de principio a fin de sus presentes y que le dibujara una enorme sonrisa en el rostro a Candy. Anthony por su parte, solía tener largas conversaciones en el rosal de su madre junto a la dama, le dedicó uno nuevo injerto que había creado, logrando con ello conquistar su corazón.
Para Anthony, que Candy le recordara mucho a su difunta madre hizo que le atrajera muchísimo por lo que pasar el tiempo con ella le era agradable. Cuando llegó el momento de tener que partir al extranjero para estudiar, hizo que creciera una actitud de rebeldía que sorprendió a más de uno… su cortejo se hizo más evidente, por lo que los hermanos Corwell debieron ceder al ver que la joven tenía más inclinación por el rubio, de esa manera se mantenía la paz y armonía entre ellos; siempre y cuando al primo no se le ocurriese la grandiosa idea de hacer llorar a Candy con alguna tontería estarían contentos de verlos juntos.
Pero analizando bien, el galanteo que en un principio había demostrado tener para con ella, poco a poco había empezado a desvanecerse... puede ser quizás por haber entrado en la etapa de la monotonía matrimonial, pero de algo estaba segura Candy... esa mirada en Annie algo más quería decir y no sabía si alegrarse o preocuparse por su amiga.
Última edición por Cherry Cheddar el Jue Abr 11, 2024 11:48 am, editado 2 veces