Hace diez días que Anthony había salido de viaje por negocios y volvía finalmente a la mañana siguiente, por lo que su esposa estaba ansiosa por el reencuentro. Había estado ocupada como siempre ayudando en las fundaciones en la que era socia y releyendo los documentos que había recibido hace un par de días inesperadamente.
-Candy, hija. Necesito que me ayudes a buscar unos obsequios para darle a William a mi retorno.
-Tía… por su puesto… si gusta podemos salir ésta tarde a ver tiendas.
Le dice a la vez que deja los papeles sobre la mesa, para Elroy fue algo que no pasó desapercibido, suelta un suspiro maternal y le acaricia el hombro para darle ánimos, intuye que le está siendo una decisión muy difícil de tomar. Por lo que intenta animarla diciéndole…
-Estoy segura que sea lo que sea que decidas, tomarás la decisión correcta, no tengas miedo en soltar el pasado querida.
-Lo sé tía… pero últimamente los recuerdos me están llegando y se ha despertado la nostalgia. Pero bueno, dejemos ésto de lado y vamos de compras, estoy segura que el aire fresco me vendrá bien.
-Me parece estupendo. Andando.
Y con entusiasmo la señora Elroy toma del brazo a la joven para llevarla a recorrer las calles de la ciudad.
A su retorno se encontraron con una gran sorpresa, Anthony había vuelto antes de lo esperado y aunque había saludado a las damas de esa manera tan formal y habitual, algo le decía a Candy que no estaba bien. Elroy por su parte se dedicó a comentarle todos los preparativos que estaba haciendo para regresar a Escocia; tras finalizar la velada dejó a los esposos a solas para que pudiera disfrutar de un poco de intimidad más acorde a sus deseos.
Sin embargo, lo que la anciana se había imaginado no fue lo que se llevó a cabo. El rostro del joven se tornó más serio y parecía como si estuviese buscando las palabras adecuadas para soltarle a su esposa.
-Anthony… ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que le diga a la mucama que prepare la tina para que puedas darte un baño relajante?
-Por favor Candy… deja de lado las apariencias. Estoy seguro que es lo mismo que le dices a tu amante.
-¡¿A-amante?! P-ero ¿De qué hablas?
-Por favoooor… no pensarías que podrías estarlo ocultando por tanto tiempo. ¡Sé que tienes un amante! Incluso te has atrevido a traerla a ésta casa, bajo las narices de la tía abuela ¡Qué descaro por tu parte!
Le espeta furioso a la vez que le entrega unas fotografías que llevaba en el bolsillo de su traje; Candy no terminaba de salir de su asombro, las palabras que le había dicho no tenían sentido alguno en su cabeza, y todavía más desconcertante fue ver plasmado en esos papeles a ella junto a un hombre.
Estaba atónita ¿Cómo era posible que su esposo se hubiese dado cuenta del encuentro con él? ¿Cómo es que existían esas fotos? ¿Quién las hizo? ¿Por qué?
-Anthony, esto no es lo que crees. El señor Smith sólo quería…
-¿”señor”? por favor, ese sinvergüenza no tiene nada de “señor” cuando corteja a mi esposa, se mete en mi casa a solas con ella para hacer cosas que sólo me corresponden a mí.
-¡Anthony!
-¿Cómo pudiste hacer esto? ¡¿Se te olvidó que eres una “Señora Casada” conmigo?!
-¡Por supuesto que no he olvidado que soy tu esposa! Pero déjame explicarte.
-¿Para seguir engañándome con tu papel de inocente paloma? Estas muy equivocada, de ahora en adelante no podrás salir sola a la calle, ni recibir visitas de nadie sin que yo lo sepa primero y decida si puedes verlo o no.
Y sin esperar respuesta alguna sale de la estancia hacia la calle no sin antes dar un tremendo portazo para hacer más notorio que estaba muy enojado e indignado con todo esto. Ruido que sobresaltó tanto a Candy como Elroy, quien venía bajando los escalones atraída por la conversación tan elevada de tono que estaba teniendo su sobrino.
-Querida ¿Te encuentras bien? ¿Se puede saber qué es lo que ha pasado?
-T-tía… tía Elroy… Anthony… él…
Logra esbozar con voz entrecortada, con manos temblorosas recoge las fotografías para poder ocultarlas de la señora, su corazón latía dolorosamente al saber que su marido la creía capaz de haberle engañado.
-Candy, hija. Dime ¿Qué ha pasado?
Le suplica a la vez que la toma de la mano, es entonces que percata de las figuras sobre el papel.
-Esto… ¿Qué son estas fotografías Candy?
-Nada… bueno… Anthony me las entregó ahora mismo y… y me acusó de que le había sido infiel con el señor Smith.
-¿Con el señor Smith? ¡Bobadas! ¿De dónde habrá sacado esa idea tan absurda e infantil?
-No lo sé tía… no lo sé… no me dejó darle una explicación siquiera.
-Éste niño está mal de la cabeza, estar metido entre tantos papeles todo el tiempo y no al lado de su esposa le está haciendo decir tonterías. No me parece la forma en cómo te está tratando.
-Tía… no es eso… es sólo el estrés del trabajo, posiblemente las cosas no salieron como esperaba o el cansancio de tanto viajar.
-Ni hablar ¿Entonces para qué se va de su casa? En vez de quedarse y descansar junto a su esposa… tú siempre te has comportado correctamente. Puedo dar fe de ello, fui yo quien te instruyó. Clases de etiqueta, comportarte en la alta sociedad y los mejores tutores vinieron a casa para darte los estudios, mientras que él fue a Londres a estudiar. Has mantenido una reputación intachable, una verdadera dama. Una digna señora de la casa Andrew.
-Muchas gracias por sus palabras tía. Y por lo que ha hecho por mí desde que llegué a ésta casa. Lo había perdido todo y usted me dio un lugar, una familia y cariño.
-Oh mi niña… fue muy duro perder a tus padres a tan corta edad en ese terrible accidente. Los conocía bien y no podía quedarme de brazos cruzados sabiendo que estabas sola y no había una figura adulta, responsable y adecuada para instruirte, estoy segura que a María no le habría gustado que fueras a un internado pudiendo tener los mejores instructores en casa.
Le dice para consolarla a la vez que le da un beso en la coronilla.
-Pero lo que te ha hecho mi sobrino no tiene nombre. Mira que acusarte de tener un amante, ¿Qué tiene en la cabeza? Pero me va a oír, ésto no se va a quedar así. Hace mucho que no le doy una buena reprimenda, ya va siendo hora.
-He, he, he… tía, me parece que Anthony ya está muy grande para un regaño.
-Bobadas, una buena reprimenda nunca llega tarde. Ahora será mejor que vayamos a descansar. Ya es tarde.
-Está bien.
Accede la joven mientras toma del brazo a la anciana para ayudarle a subir los escalones. Esa noche le fue imposible poder pegar ojo a Candy, pues le preocupaba su marido, no tenía ni la más mínima idea en dónde podría estar metido. ¿Y si le ha pasado un accidente? O algún maleante se le ha acercado con intensión de robarle… cosas… tantas cosas que le podían pasar y ella no tenía razones de su paradero.
CAP. 4
Última edición por Cherry Cheddar el Jue Abr 11, 2024 3:15 pm, editado 2 veces