Puede que el amor sea la fuerza más poderosa que exista en el mundo, y quizás las personas que tengan ese pensamiento están en lo correcto.
Yo estuve de acuerdo con ello, creía que mientras había amor nada ni nadie podía destruirlo. Grave error, porque si tengo una certeza además de que la muerte nos llegará a todos algún día, es que cuando el poder, el dinero y la clase se unen son capaces de destruir hasta lo invencible.
Yo Candice White, me enamoré de un chico de clase alta, de un chico que lo tenía todo y sobre todo un padre que no estaba para nada de acuerdo con nuestra relación.
Su familia hizo de todo para que mi relación con Terry se terminará, y lamentablemente ellos triunfaron. Quizás hubiera podido olvidarme de él y de la hermosa historia de amor que tuvimos, pero no pude, no puede y no podré. Los Grandchester me destruyeron, me quitaron todo aquello que me importaba, me dejaron sin nada y por eso lo que ahora busco con tantas fuerzas es venganza.
Comienzo
Narrado por Themis
Camino por el suelo del aeropuerto de los Ángeles, buscando el maldito avión que me va llevar de regreso a Londres, el país donde nací y viví los dieciochos años más hermosos de mi vida y también el lugar donde me destruyó Richard Grandchester, mi único delito, enamorarme de su hijo y que por su culpa este muriera en un maldito accidente.
Fueron ellos los que me volvieron la persona que ahora soy, una modelo muy popular acá en Estados Unidos, odiada por mis enemigas, amada por hombres, mujeres y jóvenes, y deseada por hombres perversos que no les interesa nada más que llevar mi cuerpo a la cama.
El camino para llegar hasta donde ahora estoy fue sumamente difícil y doloroso, pero juro que mi venganza en contra de las personas que me hicieron la mujer que ahora soy va a ser aún más dolorosa
Lo juro
—Por favor señorita, debo de ir a Londres en este vuelo, porque si no llegó me temo que no podré volver a ver a mi padre. —Me llama la atención la voz de un hombre el cual mencionó el destino a cual yo voy
Volteó y me encuentro a un sacerdote, quien tiene una maleta pequeña y le ruega a la azafata para que lo deje subir al avión. Sé que este no es asunto mío, pero no puedo dejar de escuchar la tragedia de este pobre hombre.
—Lo siento señor, pero si no tiene el dinero para poder completar su boleto, no puede subir al avión —dice la azafata con la voz más fría que pueda tener, después de todo no es a ella a quien se le está muriendo el progenitor.
El sacerdote se da la vuelta aceptando que no podrá subirse al avión, o al menos no hasta que complemente el dinero de su vuelo. Insisto que este no es asunto mío, pero aun así me entrometo.
—Yo le pagaré el viaje. —Le digo al sacerdote cuando pasa a la par mía. Su mirada es llena de sorpresa e intriga de saber porque quiero ayudarle—. Por favor, señorita deme otro boleto para este hombre, y en primera clase.
—Muchas gracias señorita —agradece el señor y yo le doy una sonrisa.
Cuando el avión despega y estamos en los aires, le pido a la azafata que nos traiga algo de tomar, el sacerdote pide un café y yo una copa de vino mientras traen la comida.
—Ya le he agradecido señorita —dice el hombre y volteo a verlo-, pero quiero volverle a dar las gracias, no sabe lo mucho que necesito ir hasta Londres.
—Oí que su padre está muy grave —comento dándole la copa vacía a la azafata—. Lo lamento, es muy triste dejar ir a los seres que amamos, es un sentimiento de lo más devastador.
—¿Usted ha perdido a seres amados? —Cuestiona el sacerdote tomando el café.
—Perdí a mis padres cuando era una niña, yo tenía doce años, se puede decir que la dueña de la casa de donde vivíamos me adoptó —explico recordando a la tierna señora que fue como una segunda madre para mí—. Junto con ella y las demás personas que vivían con nosotras formamos una verdadera familia, vivíamos felices y luego yo me enamoré y destruí todo lo que tenía, mi vida, las vidas de las personas que vivían junto a mí, la vida de mi hija y la vida de mi gran amor.
—No entiendo cómo es que el amor destruyó todo lo que usted me cuenta —dice el sacerdote muy confundido—. El amor es siempre lo mejor que podamos tener en esta vida. El amor siempre puede con todo, todo lo puede, todo lo perdona.
—No se preocupe —le digo viendo mi reloj—. Yo le explicaré con calma, al fin de cuentas tenemos 11 horas de vuelo aún para contarle toda mi historia.
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Hola queridas, pues aquí me tienen experimentando nuevas cosas. Agradezco tanto esta oportunidad de pertenecer a este grupo, así que por favor apoyen a todas las chicas del grupo Las musas de Graham, ya que todas son unas excelentes escritoras y artistas.
las quiero =)