UNA CUCHARADITA DE NOSTALGIA Y DOS PIZQUITAS DE AMOR
Hoy amanecí nostálgica, añorando el calor de mi querido hogar de Ponny, pero sobre todo los amorosos brazos de mi madre, con trabajos me doy la vuelta en mi amplia cama para constatar que estoy sola, seguramente Terry salió con Jack, acaricio mi abultado vientre mientras le digo a mi bebé que su hermano está caprichoso desde que se enteró de su futura llegada y doy un largo suspiro que acaba por despertarme. Con movimientos pausados me incorporo lentamente y busco mi bata de felpa, Terry la dejó sobre el calefactor y eso hace que esté tibia al contacto con mi piel, cosa que agradezco enormemente, bajo las escaleras, veo a mis dos chicos a través del ventanal jugando en el patio y deduzco que Jack despertó temprano para ir a nuestra habitación a demandar atención pero al encontrar a mamá dormida, saltó encima de papá hasta despertarlo y arrastrarlo al patio para jugar, porque ambos corren por el jardín con sus pijamas puestos.
Acarició a Bigotes, el enorme gato gris que nos ha adoptado como su familia y ahora se encuentra en la encimera llevando a cabo su ritual de baño matutino para después salir al bosque cercano a distraerse hasta entrada la tarde que es cuando regresa por su merienda, me siento feliz en mi simple rutina, es como si viviera en unas vacaciones eternas ahora que Terry se ha tomado un año sabático para poder disfrutar este embarazo y la futura llegada de nuestro bebé, Cuando Jack nació, todavía vivíamos en Nueva York, mi querida suegra Eleanor me consintió y mimó durante el embarazo y mi amorosa madre Paulina, que haciendo un gran esfuerzo, viajó de Chicago a NY para poder cuidarme los primeros días después de mi alumbramiento, todo eso mientras mi ocupado marido estaba al tope con giras y compromisos teatrales, desafortunadamente el embarazo de Jack nos tomó por sorpresa y no pudo hacer un alto como hubiéramos querido para poder disfrutar de nuestro pequeño milagro.
Pero esta vez es diferente, este bebé ha sido cuidadosamente planeado, Terry ha decidido aislarnos lo más posible del mundo para solo nosotros tres poder disfrutar esta época y atesorarla en nuestros corazones, es por eso que estamos aquí en las afueras de Stratford-upon-Avon disfrutando en familia de nuestro cuento de hadas personal, sin embargo no puedo evitar esta añoranza de mi hogar, ese lugar que ha sido mi punto de inicio y retorno a lo largo de mi vida, bajo la tierna mirada de mis dedicadas madres que nos daban amor y educación a todos los afortunados huérfanos del hogar de Ponny.
Sin darme cuenta he terminado un delicioso té de limón y una tostada con un poco de mermelada de fresa, suficientes por ahora para iniciar mi día, pienso consentirme con un pedacito de hogar de Ponny, rebusco entre mis utensilios la vieja olla que me dió la señorita Ponny, ella se esmeró en comprarme una flamante olla nueva cuando supo que dejaríamos América para venir a vivir hasta este lado del mundo, pero preferí que ella se quedara con la nueva y le pedí encarecidamente me dejara traer la vieja olla de hierro forjado que tantos años habitó en el fogón de mi querido hogar de Ponny, alimentando a cientos de bocas hambrientas a lo largo de los años y sobre todo alimentando nuestros corazones y esperanzas de que el mundo podría ser siempre mejor y tendríamos la fortuna de encontrar la familia tan anhelada. La saco y acaricio lentamente mientras le doy gracias por formar parte de mi infancia.
Tomo una cebolla y ajos de la alacena y los pico finamente recreándome en esos olores que me remontan a mi niñez cuando me acurrucaba en el frondoso regazo de la señorita Ponny, ella me abrazaba tiernamente y yo acercaba mi nariz a sus suaves y esponjosas manos para aspirar el aroma del ajo y cebolla mezclados, sabía que pasara lo que pasara, sintiendo ese olor estaría protegida. Ahora es el turno de las papas, tomo unas cuantas y las pico finamente después de lavarlas, ¡Cuántas veces no ayudé a preparar este mismo guiso en el hogar, las papas picadas finamente para que en palabras de Ponny “alcanzara para la comida y la merienda” al día de hoy cuándo ya hace mucho deje de preocuparme por si alcanzará o no la comida, sigo cortando las verduras lo más finamente posible, hábitos que revelan mi origen humilde a los más observadores pero que a mí no me importa si lo suponen o no, es mi origen y ¡Me enorgullezco de que así sea!
Parece como si tuviera enfrente de mi la receta original arrancada de una vieja revista, era un relleno para pavo de día de acción de gracias, pero demandaba varios ingredientes como chabacano, plátano, nueces indias, vino y otros que en esos momentos eran imposibles de costear, así que con su ingenio y facilidad de adaptación característicos la señorita Ponny adecuó la receta con lo que tenía a la mano. Dios bendiga tus manos querida madre pienso mientras después de colocar las papas en agua para que no se oxiden, tomo un poco de carne y lo paso por el molinillo dos veces para darle esa textura fina que hará de este el mismo guiso preferido de muchos niños del hogar.
¿Qué más nos falta bebé? Pregunto cantarinamente mientras acaricio mi voluminoso vientre y pienso en lo feliz que será la señorita Ponny cuando se convierta en abuela nuevamente, me gustaría tanto tenerla aquí, pero soy realista y es un viaje muy pesado para una persona de su edad, así que me conformaré con tenerla presente en mi mente y corazón, antes de sumirme más en la nostalgia, lavo unos cuantos tomates rojos y pico de nuevo finamente “para que alcance la comida y la cena” sonrió al recordar sus palabras, bien, ya tengo todo listo manos a la obra…
Tomo la vieja cacerola y pongo un poco de aceite, ya que está caliente sofrío la cebolla y después el ajo, aspiro profundamente y vacío la carne para que empiece a dorarse, agrego un poco de sal y pimienta; para deleite de Terry y Jack agrego un poco de almendras tostadas y también para su disgusto pongo un puñito de pasas, río de buena gana al imaginarme a mis muchachos diciendo que ellos no comerán “moscas”, pero mi sonrisa se borra al recordar que cuando vives una infancia con precariedades, no hay sabor o alimento que no nos guste, comes todo lo que hay en tu plato agradeciéndolo con el corazón; ya de más grande pude distinguir algunos sabores que no eran del todo de mi agrado pero este guiso siempre será de mis favoritos; ahora agrego las papas previamente escurridas revuelvo un poco para integrar los sabores y ya que las papas están término medio, incorporo los tomates rojos, revuelvo nuevamente, tapo y dejo hervir…
Querida madre, ¡Agradezco tanto todo lo que has hecho por cada de tus hijos, en especial por mí! ¡Siempre me alentaste a seguir adelante, siempre tuviste ese consejo, esa palabra de aliento, incluso ese regaño cada vez que lo necesité! ¡Gracias a ti soy la mujer que ahora soy! Y ruego a Dios con todas mis fuerzas ser la mitad de madre para mis hijos de lo que tú fuiste para mí, a pesar del tiempo y la distancia tu ejemplo guía mis pasos en este camino de la maternidad que yo apenas voy empezando y pido perdón por todas las aflicciones y malos ratos que te hice pasar, nunca fueron mi intención. Una lagrima salada llega a mi boca y su sabor me regresa de mis pensamientos, froto suavemente con mi mano recordando las veces que sus manos cálidas recogieron muchas lágrimas a lo largo de mi vida y me volteo lentamente a mi querida olla de recuerdos para verificar mi guisado.
La cacerola despide un olor exquisito que se escapa al destaparla y yo aspiro profundamente llenando mis pulmones de añoranza y gratitud, rectifico de sal y pimienta… ¡Mmmm está buenísimo! Me apresuro a incorporar el ingrediente secreto de la señorita Ponny, revuelvo para integrar bien y apago el fuego, solo dejaré reposar para que los sabores y olores se mezclen bien y cada uno tome su lugar.
Me asomo nuevamente al ventanal para ver a mis chicos y ahora están tratando de volar una cometa, agradezco a Dios infinitamente que haya acomodado las cosas donde deben estar y nos haya puesto nuevamente a Terry y a mí en el camino correcto para llegar a formar una familia, agradezco la paciencia que nos hemos tenido mutuamente y el ser uno apoyo del otro ahora que estamos tan lejos de nuestras familias, también agradezco por la enorme bendición de ser padres de Jack y próximamente de este nuevo bebé que estoy casi segura será una hermosa princesa que pondrá de cabeza nuestro mundo y finalmente agradezco enormemente a Dios y a la vida por darme a la mejor madre del mundo mi amada Paulina Giddings.
Regreso nuevamente a la cocina para dar el último paso, extiendo la pasta de hojaldre que preparé ayer y tenía reservada en la nevera, la pongo sobre unos moldes, pongo el relleno y cubro totalmente, barnizo con huevo y meto al horno, en lo que está listo subiré a darme un baño por que debido a mi estado me siento eternamente sofocada y necesito duchas refrescantes para no estallar del calor que mi propio bollito en el horno me genera.
Después de mi refrescante ducha y con un amplio vestido que luce mi redondez, bajo nuevamente las escaleras mientras oigo a mis muchachos entrar y una vocecita infantil que adoro diciendo —¡Papá! ¡Qué bien ole! — Y mi corazón vibra de alegría…
FIN