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Feliz viernes tengan todas ustedes combatientes en este hermoso Foro Rosa.
Espero que tengan un maravilloso día
Bueno ya dejándonos de tanta melosidad que no es lo que nos caracteriza en la Sociedad del diablo, aquí les dejo el siguiente capitulo, espero que lo disfruten
Los impulsos de mi corazón
GF2024 – La sociedad del Diablo presente en estilo Steampunk
Espero que tengan un maravilloso día
Bueno ya dejándonos de tanta melosidad que no es lo que nos caracteriza en la Sociedad del diablo, aquí les dejo el siguiente capitulo, espero que lo disfruten
Los impulsos de mi corazón
GF2024 – La sociedad del Diablo presente en estilo Steampunk
Capítulo II – Un intruso en Lakewood.
«Maldita sea, de haber sabido que el viaje era tan agotador hubiera declinado la invitación» pensó el joven castaño mientras bajaba del automóvil que lo había llevado hasta la casa de los Ardlay.
Pero no había nada que hacer ya estaba ahí y de nada servirían sus lamentaciones. Terrence Granchester era un joven londinense que había abandonado el continente al lado de su madre cuando apenas tenía tres años después del divorcio de sus padres. Su madre volvió a casarse y él no llevaba una buena relación con su nueva pareja lo que había ocasionado que inevitablemente la relación de madre e hijo se fraccionara y terminaran alejándose. Con su padre no volvió a tener comunicación.
Fue recibido amablemente por Dorothy quien ya estaba avisada de su llegada, lo llevo a sus aposentos y lo dejo descansar. Por la noche se reuniría con Niel a la hora de la cena, pues su amigo había tenido que salir. Así que después de darse un baño, bajo al comedor donde este ya lo esperaba.
—¿Qué tal estuvo el viaje?
—Mejor ni hablemos de eso, casi me arrepiento de aceptar tu invitación.
—Ya deja ese espíritu de amargado y disfruta del lugar, estoy seguro de que te encantara y más cuando conozcas a Teodora—. Mencionó Niel con tono sugestivo.
—¿Teodora? —dijo elevando una ceja y mirando fijamente al moreno mientras sentía que el estómago le daba un vuelco acompañado de una sensación de vértigo «Lo que me faltaba que este imbécil quiera hacerla de casamentero»
El joven Leagan estalló en carcajadas al ver el rostro compungido de su acompañante, su risa inundo por completo el lugar y el eco de esta reboto en el resto de la casa—, por Dios, debiste ver tu cara— dijo mientras se doblaba de la risa.
—No me parece gracioso Niel, si esa era tu estúpida idea al traerme aquí me voy ahora mismo—siseó Terry.
El moreno se obligó a parar su risa, conocía a Granchester demasiado bien y sabía que eso sería lo que haría. —Eres tan gracioso cuando te enojas.
—Déjate de estupideces, Leagan que no estoy para tus payasadas.
—¡Por Dios, que amargado! ¿cuándo dejarás de resistirte al amor?
—Deja de joderme, Leagan o me iré en este momento—. Sentenció el castaño.
—Está bien, está bien solo relájate un poco, como te decía después de desayunar te llevare a que conozcas a Teodora —dijo mirando a su amigo con una sonrisilla maliciosa mientras este le miraba retadoramente—, una yegua con el mismo carácter que tú…indomable —se mofó.
Terry puso los ojos en blanco, su amigo gustaba de incordiarlo cada que podía. Si no supiera que tras esa personalidad sarcástica se escondía una gran persona, con más nobleza de la que jamás aceptaría, ya le hubiera partido la cara una infinidad de veces.
Ingresaron al comedor donde el exquisito aroma de una deliciosa cena los recibió, Dorothy se había encargado de prepararles los mejores platillos que consistían desde una crema blanca de verduras, seguida de una ensalada de ahumados y mostaza, ternera asada lentamente con guarnición de pure hasta un delicioso postre de lemon pie.
En la mesa habían colocado tres lugares para los comensales, sin embargo, ellos solo eran dos, Terry volteo a ver a su amigo con la pregunta implícita en la mirada y él conociéndole como le conocía lo entendió.
—Bueno, como te podrás dar cuenta hay un tercer lugar —dijo mostrando lo obvio— ¿Qué pensarías si te digo que acabo de conocer a un primo que ni sabía que existía?
Terry lo miro sorprendido, sin embargo, no dijo nada y lo alentó a proseguir.
—Como sea, esperaba presentártelo esta noche, pero creo que quedo muy agotado con nuestro paseo.
—¿Acaso lo hiciste recorrer todo el condado a pie? —cuestionó el castaño con burla.
El rostro de Niel mostró un dejo de seriedad y preocupación como cuando analizaba algún caso y encontraba algo que no le cuadraba—Lo lleve a conocer un poco de Lakewood y sin querer llegamos a un orfanato que esta por el camino. Sin embargo, tuvo un comportamiento algo raro. Después de eso no quiso hablar y hasta el momento no ha vuelto a salir de su habitación.
—Vaya, pero ¿Qué sabes de él? Tal vez sea bueno que lo observes detenidamente, puede que necesite algún tipo de atención médica o de algún tipo.
—Sí, eso mismo pensé, en fin, lo conocerás mañana y podrás sacar tus propias conclusiones.
—Lo siento, estoy fuera de servicio, deberás resolver esto tu solo —dijo con sorna el castaño.
Niel rodo los ojos, —eres un bueno para nada, Granchester— dijo para después soltar la carcajada a la que se unió Terry.
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∙ ~εïз~ ∙
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La noche había sido placida, el lugar era realmente relajante, lleno de naturaleza y elegancia a la par. Desayunaron nuevamente ellos dos, pues el dichoso primo se había negado siquiera a responder el llamado de Dorothy a su puerta y Niel no quiso forzarlo a salir de su habitación. Entonces, después del desayuno decidieron ir a cabalgar, Terry conoció a Teodora y aunque le costó pudo montarla, pero no pudo hacer que diera un solo paso. Terry era demasiado perseverante o como solía decir Niel, bastante terco, así que mientras su amigo decidió irse a disfrutar de su paseo, el castaño se quedó intentando domar a la yegua arisca. Paso toda la mañana con ella, acicalándola y tratando de conectar con el animal. Solo descanso para comer algo y volvió al arduo trabajo de domar a Teodora. Después de las cuatro de la tarde decidió montarse nuevamente en el lomo del animal y para su sorpresa esta se dejó guiar por el jinete. Entonces no lo pensó más y se aventuró a dar un paseo.
—Vamos, Teodora, llévame a conocer este bello lugar.
Como toda respuesta recibió un relincho de la yegua, al parecer el inglés había logrado agradarle.
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Stair se sentía feliz de haber decidido viajar a América. Desde que conoció a Candy no pudo sacársela de la cabeza, sus ojos verdes parecían hipnotizarlo y emitían una especie de embrujo que hacían que solo pensará en estos y que se sintiera llamado a estar cerca de esto.
«Bom, bom, bom» latió su corazón desesperado por regresar a ese lugar.
Acababa de volver del paseo con su primo, maldita sea, ¿quién se creía este para hacerlo volver en contra de su voluntad? Apenas llegase su tío hablaría con él acerca del comportamiento de Niel y de que no era posible que el siendo mayor debiera obedecerle. Pondría los puntos sobre las íes.
Pero mientras tanto, tenía que volver a verla, no podía esperar tantas horas hasta que amaneciera y fue entonces que decidió que tenía que volver al hogar en ese mismo momento. Se escabullo cuidadosamente de Dorothy quien parecía siempre estar atenta a todo lo que pasaba en la mansión, llego hasta el portón de las rosas, logró trepar por un muro y saltar hacia el otro lado. No sabía cuánto tiempo demoraría en llegar, pero esperaba hacerlo antes del anochecer. Camino unos cuantos metros en la dirección que recordaba haber recorrido sobre el caballo cuando escuchó a sus espaldas un ruido que pensó inicialmente era el relinchido de un caballo, con el corazón en la garganta volteo pensando en encontrarse con su primo, quien de alguna manera se había enterado de su huida, sin embargo, lo que vio fue una especia de carreta con grandes ruedas de madera que giraban rítmicamente mientras avanzaba lentamente, a cada lado tenía colgado un par de candiles para alumbrar el camino. El cacharro se paró frente a él y después de intercambiar algunas palabras con el conductor el pelinegro se monta en el aparato. En la conversación Tom, el chico que conduce la carreta, le confiesa que él también fue criado en el orfanato. Stair no puede contener su curiosidad y empieza a contarle cómo fue que conoció el lugar sin omitir detalle alguno.
—Así que ya conociste «a la gran jefe», ¿eh? es una gran chica, es una lástima que a las mejores personas les pasen cosas tan malas.
—¿Cosas malas? ¿A qué te refieres?
—Bueno, no es un secreto, así que supongo que no está mal que te lo diga—, le dijo sopesando si debía o no abrir la boca, —es su corazón—, confiesa finalmente— ella, bueno, hace unos años lo descubrieron y desde entonces es que se está buscando una solución, pero, el orfanato no tiene los recursos para buscar otras opciones.
El corazón del pelinegro se saltó un latido, sintió que era otra vez el destino diciéndole que él era lo que ella necesitaba, claro que sí, él haría lo que fuera por esos ojos verdes, tan verdes como aquellos que en antaño le amaron tanto.
—En fin, eso no hace que ella pierda su alegría, siempre tiene una sonrisa en los labios y siempre está dispuesta a hacer a los demás felices. Es una gran persona.
—Es una pena que ella tenga esa afección ¿La ha visto algún doctor?
—Sí, pero el único Dr. que ve ese tipo de casos se encuentra en Chicago y el viaje es caro y muy cansado para ella. A pesar de las donaciones que tiene el orfanato, nunca son suficientes para llevarla a todos los controles.
—Que injusto —dijo con voz pensativa.
Stair se mantuvo callado el resto del camino, pero en su mente no dejaba de buscar una solución, sabía que tenía que hacer algo, no pensaba que haber llegado a Lakewood y en específico a ese orfanato fuera solo una coincidencia. Tal vez su madre lo había guiado de alguna manera, tal vez por eso el coincidían también en sus enfermedades. Eran demasiadas cosas como para que fueran solo cosas fortuitas, era el universo queriéndole dar una señal. Y por eso, el haría lo que sea, lo que fuera necesario para salvarla, porque sentía que esa era su misión.
Tom debía pasar donde «sus madres» para dejar algunos productos para el desayuno del día siguiente antes de dirigirse a su casa. Por más que intento decirle a Stair que era mejor que regresará mañana por la tarde para no incomodar a los niños, este no desistió de su deseo de volver al lugar. De esa manera bajo con Tom y le ayudo a cargar unos costales de harina y legumbres. Tom les presentó a su acompañante y este aprovecho para disculparse por lo acontecido en el día.
—Realmente lamento mi comportamiento —dijo bajando la mirada cabizbaja— Candice, —dijo dirigiéndose a la rubia quien permanecía en un sillón arropada— no me gustaría que pensarás mal de mí, lamento haberte incomodado —dijo con voz temblorosa y derramando algunas lágrimas.
—Oh, no, Stair, por favor, no te preocupes ya todo esta olvidado ¿te parece que volvamos a empezar? Soy Candice White es un placer conocerte. — mencionó mientras le extendía la mano y le regalaba una sonrisa.
El corazón de Stair casi se le sale del pecho «Bom, bom, bom» repiqueteo en su pecho, esa sonrisa, esos ojos, ella era mágica…
—Yo soy Stair Cornwell y es un placer conocerte, espero que podamos ser muy buenos amigos. —dijo el pelinegro tomando su mano y dándole un delicado beso en el dorso mientras la miraba fijamente a los ojos.
—Por supuesto, Stair, creo que podemos ser amigos.
«O algo más» dijo para sus adentros el chico.
De esa manera, Stair pudo presentarse nuevamente en el hogar y pedir las disculpas pertinentes, sin embargo, sabía que no podía quedarse mucho tiempo, por lo que se despidió y les pidió permiso para volver al día siguiente con la intención de ayudar en las labores del hogar.
—¿Entonces, tienes que volver a la mansión? —le preguntó Tom.
—Tengo que, en vista de que no conozco a nadie más por acá.
—Bueno, mi casa está a unos cuantos kilómetros del hogar, si quieres y no te importa que no sea tan lujosa, puedes quedarte ahí.
—¿Lo dices en serio? Yo estaría encantado y muy agradecido por ello.
—Entonces no se diga más, esta noche serás mi invitado.
De esa manera Stair se había hecho de un nuevo amigo en su primer día de estar en Lakewood. Si bien la casa de Tom no gozaba de la elegancia y los lujos que la de los Ardlay, no por ello era menos confortable, había un calor de hogar que le hizo recordar a Stair cuando vivía con sus padres en su amada patria.
Al día siguiente, aunque Stair hubiese deseado salir corriendo hacia el orfanato, no pudo menos que ayudar a Tom por la mañana en las labores de la granja. A pesar de que el pelinegro jamás había realizado ese tipo de actividades, le pareció que era lo menos que podía hacer como forma de gratitud por darle hospedaje. Al mediodía finalmente se aparecieron por el hogar llevando frutas, verduras y algo de carne para el almuerzo. El pelinegro disfruto un momento con los niños mientras que la rubia de ojos verdes ayudaba en la cocina a pesar de las protestas de sus “madres” quienes le pedían que descansara. Después de comer Stair acompaño a Candy a lavar los platos, y eso no hizo más que acrecentar su obsesión pues se imaginaba en el papel de su padre, y a Candy en el papel de su madre haciendo una vida juntos.
—En serio, no es necesario que me ayudes, puedo hacerlo sola, deberías de descansar ya has hecho mucho por nosotros el día de hoy —señalo la rubia sonriendo agradecida.
—No es ninguna molestia, al contrario, me encanta que podamos hacer esto juntos —menciono con un tono meloso.
Sin saber porque Candy sintió que la piel se le erizaba al escuchar a su acompañante.
—Además, —continuo este— y espero que no te moleste, Tom me conto tu padecimiento y me gustaría poder ayudarte.
La chica sintió como si hubiera recibido un baldazo de agua fría, se petrifico en el instante sin saber que decir o que hacer «Maldita sea, Tom ¿Por qué tuviste que abrir la boca?»
Candice White, como la habían bautizado sus madres, la señorita Pony y la hermana María, siempre se había caracterizado por ser una chica sumamente alegre y decidida. Desde niña mostró aptitudes de liderazgo y una personalidad única y chispeante. Nada de eso cambio cuando unos años atrás, cinco para ser exactos, le habían detectado una anomalía en su corazón, este por alguna razón tendía a detenerse de la nada ocasionándole varias lesiones por las caídas y los desmayos. Aun así, ella seguía haciendo su vida como si nada y lo único que pedía era que la trataran como si todo estuviera bien con ella.
—¿Te encuentras bien? —dijo Stair acercándose a ella.
—Estoy muy bien, Alistair, —dijo mientras daba un paso atrás— no se que te haya dicho Tom, pero créeme, no es nada.
—No tienes que avergonzarte, yo —dijo tomándole la mano y colocándola sobre su pecho— te entiendo, porque yo mismo sufro algo similar.
A Candy se le puso la piel de gallina por tal confesión que hasta el enojo con Tom se le olvidó; retiro su mano inmediatamente y miro fijamente al chico, había escuchado tanto las frases como “se por lo que estas pasando” “es una pena que a alguien como tú le pase eso” o el peor “a pesar de eso yo te quiero” todas frases que tenían la intención de hacerla sentir bien pero que para ella eran sumamente ofensivas; pero nunca nadie le había dicho que padeciera algo siquiera similar a lo suyo. Stair era un chico que no sabia como describir, se veía a leguas el interés en ella, y era lindo, con esos lentes que enmarcaban sus ojos marrones, era educado y muy atento, a pesar del raro comportamiento que tuvo cuando le conoció y era eso lo que tal vez despertaba una alerta en ella, había algo que no terminaba de convencerla, ¿sería cierto lo que dijo?
—¿Es verdad eso? —dijo aun incrédula —¿Qué es lo que te paso?
—Lo es, —afirmó— nací con una complicación en el corazón, una fisura según me explico mi padre, él era un medico muy conocido y es gracias a él que estoy vivo.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, mi padre aparte de ser un gran médico era tan bien un excelente científico y le gustaba experimentar, fue así como se le ocurrió crear un corazón para mí—volvió a tomar su mano y esta vez Candice no la retiro cuando la puso sobre su pecho— escucha como suena.
«Bom, bom, bom» palpito con más ahínco el corazón al sentir su mano sobre su pecho.
La chica pudo percibir perfectamente como el corazón latía bajo su piel, «un corazón artificial» pensó ella, todavía le parecía algo irreal. Él se le quedo mirando, sus ojos brillaban con esa luz de ilusión y ella sintió como su corazón dio un vuelco ¿Qué significaba eso? El acerco su rostro al de ella y ella se volvió a paralizar…De pronto la voz de Tom los interrumpió y Candy se alejo rápidamente.
—Stair… Stair, ¡Oh, ahí estás! ¿Puedes acompañarme a hacer unos encargos para mis…? —Tom se percató de que algo no andaba bien, pues noto a su hermana sonrojada y con la mirada baja— ¿Pasa algo? Candy, ¿estas bien?
—S-sí, todo bien, Tom —dijo rehuyendo la mirada de este.
—Ok, entonces Stair, ¿me acompañas? —Tom era un chico perspicaz, así que los observo sin decir nada, si algo había pasado tarde o temprano se enteraría.
—S-sí, claro, vamos.
Los chicos abandonaron el lugar mientras que Candy trataba de entender que era lo que Stair le ocasionaba, no estaba segura de que significaba su presencia para ella ni tampoco entendía lo que la hacia sentir. Decidió salir a dar un paseo para tranquilizar su corazón y sus pensamientos.
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Terry tenia un poco mas de una hora deambulando por la zona cuando a lo lejos pudo visualizar una enorme casa que sobresalía del extenso paraje, «¿será ese el orfanato que Niel menciono?» se preguntó, «bueno solo hay una forma de averiguarlo» y se encamino hacia esa dirección.
Teodora avanzaba con un ritmo acompasado, de esa manera Terry pudo darle un buen vistazo a todo el terreno, era una casa pequeña y a pesar de que se veía algo antigua se veía muy bien cuidada y ordenada. Llamo su atención un gran árbol que se encontraba a un lado de la casa, de tronco grueso, el árbol era enorme, alto y frondoso. De pronto, sus ojos se centraron en algo que se encontraba justo bajo el árbol, parecía un bulto, se decidió a caminar en esa dirección, aunque no supo muy bien la razón del porque lo hizo pues estaba ingresando en terreno privado y lo correcto hubiera sido avisar de su presencia y no solo adentrarse, sin embargo, como buen detective, su curiosidad le hizo romper las reglas. Al acercarse, pudo darse cuenta de que no era algo, si no alguien quien estaba bajo el árbol arrebujado.
—Buenas tardes, disculpe, ¿se encuentra bien?
El bulto se giro y de repente un par de esmeraldas curiosas, le miraron fijamente y con algo de desconcierto, para luego ponerse de pie y quitarse el chal con el que se encontraba cubierta, descubriendo a una mujer delgada y con una cabellera rizada que le llegaba hasta la cintura.
—Creo que eso debería de preguntarle yo, — le increpo la rubia—¿acaso no sabe que está en propiedad privada?
Candice vio al chico que montaba sobre su caballo, lucia ropa muy elegante y su pelo castaño ondeaba con el aire, pero lo que más llamo su atención fueron sus ojos, eran enigmáticos, de un azul profundo como el zafiro, su corazón palpito al escuchar su melodiosa voz de barítono, se veía claramente que no era de los alrededores, ¿acaso el Hogar de Pony se había convertido en un centro turístico?
—Bueno, tal vez si usted no me hubiese distraído al verle arrebolada contra el árbol, yo no hubiese tenido que entrar a la mala. —Terry quedo sorprendido y a la vez cautivado por la altanería de la rubia, y sus ojos, tenía algo en su mirada, tan cristalina, tan pura y a la vez tan decidida, tan ruda—. Aún así, lamento mi actuar le pido me disculpe, es solo que pensé que necesitaba ayuda.
Terry se giro para retirarse, aunque en realidad nunca pensó en hacerlo, solo quería tantear a la chica.
—E-espere —grito la chica— Bueno… yo también acepto que la forma en la que le hable no fue la adecuada, me disculpo por ello. —dijo dirigiéndole una sonrisa amable— ¿Le puedo ayudar en algo?
Tal como lo suponía, aunque la chica había intentado parecer algo altanera en realidad era una persona compasiva y servicial, así que bajo de Teodora y se acercó a ella —Disculpas aceptadas, permítame presentarme mi nombre es Terrence Granchester y estoy de visita con la familia Leagan en la villa de los Ardlay y siendo honesto, creo que estoy perdido pues no se como volver.
—Oh, vaya creo que algo tiene este lugar que atrae a los visitantes de los Ardlay.
—Ah, sí, ¿porque lo dice? —dijo levantando una ceja.
—No tiene importancia, venga lo llevare con mis madres para que coma algo y luego yo le enseño como regresar a la Villa.
Candice llevo dentro del hogar a Terrence y lo presento con sus madres, mientras él comía un poco y bebía conversaban de todo un poco, la personalidad de ese chico era agradable, y ella se sentía muy a gusto a su lado.
El ambiente estaba lleno de risas, del bullicio de los niños que corrían de un lado para otro, Candy y Terry se miraban y sonreían, había una especie de armonía en el aire que se podía palpar.
En eso la puerta se abrió e ingreso Tom y tras de él un pelinegro que traía consigo un ramo de girasoles y una enorme sonrisa que se disipo al ver a Candy sentada y riendo con alguien que no reconoció.
—Oh, Terry, como no lo había recordado, creo que no necesitaras mi ayuda para regresar a la Villa, Stair es primo de Niel y ahora que está aquí pueden regresar juntos. —dijo la rubia emocionada— Stair él es Terrence Granchester, amigo de Niel, se ha perdido y sin querer ha llegado hasta acá, que coincidencia ¿no crees?
Ambos caballeros se miraron e inmediatamente Stair sintió una animadversión por el chico, algo en él no le agrado, aun así, estiro la mano para saludarlo.
—Vaya, finalmente puedo conocerte, Niel ya me había hablado de ti —saludó Terry observando fijamente al chico.
«¿Terry? Porque demonios le dijo así» pensó Stair sintiendo que algo le sulfuraba el interior.
—Eh, sí, un gusto, Terrence —recalcó el pelinegro— y sí, que extraña coincidencia, ¿no crees? —dijo con tono displicente, aunque intento ocultarlo.
—No me puedo quejar, he pasado una excelente tarde en este lugar. Así que agradezco la coincidencia —dijo Terry con un dejo de sarcasmo. Algo había visto en los ojos del pelinegro que no le había gustado, ¿acaso eran celos?
«Una nefasta coincidencia y no voy a permitir que ningún intruso robe lo que es mío» se dijo Stair mientras simulaba una sonrisa.
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Continuar a Capítulo 3
Pero no había nada que hacer ya estaba ahí y de nada servirían sus lamentaciones. Terrence Granchester era un joven londinense que había abandonado el continente al lado de su madre cuando apenas tenía tres años después del divorcio de sus padres. Su madre volvió a casarse y él no llevaba una buena relación con su nueva pareja lo que había ocasionado que inevitablemente la relación de madre e hijo se fraccionara y terminaran alejándose. Con su padre no volvió a tener comunicación.
Fue recibido amablemente por Dorothy quien ya estaba avisada de su llegada, lo llevo a sus aposentos y lo dejo descansar. Por la noche se reuniría con Niel a la hora de la cena, pues su amigo había tenido que salir. Así que después de darse un baño, bajo al comedor donde este ya lo esperaba.
—¿Qué tal estuvo el viaje?
—Mejor ni hablemos de eso, casi me arrepiento de aceptar tu invitación.
—Ya deja ese espíritu de amargado y disfruta del lugar, estoy seguro de que te encantara y más cuando conozcas a Teodora—. Mencionó Niel con tono sugestivo.
—¿Teodora? —dijo elevando una ceja y mirando fijamente al moreno mientras sentía que el estómago le daba un vuelco acompañado de una sensación de vértigo «Lo que me faltaba que este imbécil quiera hacerla de casamentero»
El joven Leagan estalló en carcajadas al ver el rostro compungido de su acompañante, su risa inundo por completo el lugar y el eco de esta reboto en el resto de la casa—, por Dios, debiste ver tu cara— dijo mientras se doblaba de la risa.
—No me parece gracioso Niel, si esa era tu estúpida idea al traerme aquí me voy ahora mismo—siseó Terry.
El moreno se obligó a parar su risa, conocía a Granchester demasiado bien y sabía que eso sería lo que haría. —Eres tan gracioso cuando te enojas.
—Déjate de estupideces, Leagan que no estoy para tus payasadas.
—¡Por Dios, que amargado! ¿cuándo dejarás de resistirte al amor?
—Deja de joderme, Leagan o me iré en este momento—. Sentenció el castaño.
—Está bien, está bien solo relájate un poco, como te decía después de desayunar te llevare a que conozcas a Teodora —dijo mirando a su amigo con una sonrisilla maliciosa mientras este le miraba retadoramente—, una yegua con el mismo carácter que tú…indomable —se mofó.
Terry puso los ojos en blanco, su amigo gustaba de incordiarlo cada que podía. Si no supiera que tras esa personalidad sarcástica se escondía una gran persona, con más nobleza de la que jamás aceptaría, ya le hubiera partido la cara una infinidad de veces.
Ingresaron al comedor donde el exquisito aroma de una deliciosa cena los recibió, Dorothy se había encargado de prepararles los mejores platillos que consistían desde una crema blanca de verduras, seguida de una ensalada de ahumados y mostaza, ternera asada lentamente con guarnición de pure hasta un delicioso postre de lemon pie.
En la mesa habían colocado tres lugares para los comensales, sin embargo, ellos solo eran dos, Terry volteo a ver a su amigo con la pregunta implícita en la mirada y él conociéndole como le conocía lo entendió.
—Bueno, como te podrás dar cuenta hay un tercer lugar —dijo mostrando lo obvio— ¿Qué pensarías si te digo que acabo de conocer a un primo que ni sabía que existía?
Terry lo miro sorprendido, sin embargo, no dijo nada y lo alentó a proseguir.
—Como sea, esperaba presentártelo esta noche, pero creo que quedo muy agotado con nuestro paseo.
—¿Acaso lo hiciste recorrer todo el condado a pie? —cuestionó el castaño con burla.
El rostro de Niel mostró un dejo de seriedad y preocupación como cuando analizaba algún caso y encontraba algo que no le cuadraba—Lo lleve a conocer un poco de Lakewood y sin querer llegamos a un orfanato que esta por el camino. Sin embargo, tuvo un comportamiento algo raro. Después de eso no quiso hablar y hasta el momento no ha vuelto a salir de su habitación.
—Vaya, pero ¿Qué sabes de él? Tal vez sea bueno que lo observes detenidamente, puede que necesite algún tipo de atención médica o de algún tipo.
—Sí, eso mismo pensé, en fin, lo conocerás mañana y podrás sacar tus propias conclusiones.
—Lo siento, estoy fuera de servicio, deberás resolver esto tu solo —dijo con sorna el castaño.
Niel rodo los ojos, —eres un bueno para nada, Granchester— dijo para después soltar la carcajada a la que se unió Terry.
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∙ ~εïз~ ∙
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La noche había sido placida, el lugar era realmente relajante, lleno de naturaleza y elegancia a la par. Desayunaron nuevamente ellos dos, pues el dichoso primo se había negado siquiera a responder el llamado de Dorothy a su puerta y Niel no quiso forzarlo a salir de su habitación. Entonces, después del desayuno decidieron ir a cabalgar, Terry conoció a Teodora y aunque le costó pudo montarla, pero no pudo hacer que diera un solo paso. Terry era demasiado perseverante o como solía decir Niel, bastante terco, así que mientras su amigo decidió irse a disfrutar de su paseo, el castaño se quedó intentando domar a la yegua arisca. Paso toda la mañana con ella, acicalándola y tratando de conectar con el animal. Solo descanso para comer algo y volvió al arduo trabajo de domar a Teodora. Después de las cuatro de la tarde decidió montarse nuevamente en el lomo del animal y para su sorpresa esta se dejó guiar por el jinete. Entonces no lo pensó más y se aventuró a dar un paseo.
—Vamos, Teodora, llévame a conocer este bello lugar.
Como toda respuesta recibió un relincho de la yegua, al parecer el inglés había logrado agradarle.
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Stair se sentía feliz de haber decidido viajar a América. Desde que conoció a Candy no pudo sacársela de la cabeza, sus ojos verdes parecían hipnotizarlo y emitían una especie de embrujo que hacían que solo pensará en estos y que se sintiera llamado a estar cerca de esto.
«Bom, bom, bom» latió su corazón desesperado por regresar a ese lugar.
Acababa de volver del paseo con su primo, maldita sea, ¿quién se creía este para hacerlo volver en contra de su voluntad? Apenas llegase su tío hablaría con él acerca del comportamiento de Niel y de que no era posible que el siendo mayor debiera obedecerle. Pondría los puntos sobre las íes.
Pero mientras tanto, tenía que volver a verla, no podía esperar tantas horas hasta que amaneciera y fue entonces que decidió que tenía que volver al hogar en ese mismo momento. Se escabullo cuidadosamente de Dorothy quien parecía siempre estar atenta a todo lo que pasaba en la mansión, llego hasta el portón de las rosas, logró trepar por un muro y saltar hacia el otro lado. No sabía cuánto tiempo demoraría en llegar, pero esperaba hacerlo antes del anochecer. Camino unos cuantos metros en la dirección que recordaba haber recorrido sobre el caballo cuando escuchó a sus espaldas un ruido que pensó inicialmente era el relinchido de un caballo, con el corazón en la garganta volteo pensando en encontrarse con su primo, quien de alguna manera se había enterado de su huida, sin embargo, lo que vio fue una especia de carreta con grandes ruedas de madera que giraban rítmicamente mientras avanzaba lentamente, a cada lado tenía colgado un par de candiles para alumbrar el camino. El cacharro se paró frente a él y después de intercambiar algunas palabras con el conductor el pelinegro se monta en el aparato. En la conversación Tom, el chico que conduce la carreta, le confiesa que él también fue criado en el orfanato. Stair no puede contener su curiosidad y empieza a contarle cómo fue que conoció el lugar sin omitir detalle alguno.
—Así que ya conociste «a la gran jefe», ¿eh? es una gran chica, es una lástima que a las mejores personas les pasen cosas tan malas.
—¿Cosas malas? ¿A qué te refieres?
—Bueno, no es un secreto, así que supongo que no está mal que te lo diga—, le dijo sopesando si debía o no abrir la boca, —es su corazón—, confiesa finalmente— ella, bueno, hace unos años lo descubrieron y desde entonces es que se está buscando una solución, pero, el orfanato no tiene los recursos para buscar otras opciones.
El corazón del pelinegro se saltó un latido, sintió que era otra vez el destino diciéndole que él era lo que ella necesitaba, claro que sí, él haría lo que fuera por esos ojos verdes, tan verdes como aquellos que en antaño le amaron tanto.
—En fin, eso no hace que ella pierda su alegría, siempre tiene una sonrisa en los labios y siempre está dispuesta a hacer a los demás felices. Es una gran persona.
—Es una pena que ella tenga esa afección ¿La ha visto algún doctor?
—Sí, pero el único Dr. que ve ese tipo de casos se encuentra en Chicago y el viaje es caro y muy cansado para ella. A pesar de las donaciones que tiene el orfanato, nunca son suficientes para llevarla a todos los controles.
—Que injusto —dijo con voz pensativa.
Stair se mantuvo callado el resto del camino, pero en su mente no dejaba de buscar una solución, sabía que tenía que hacer algo, no pensaba que haber llegado a Lakewood y en específico a ese orfanato fuera solo una coincidencia. Tal vez su madre lo había guiado de alguna manera, tal vez por eso el coincidían también en sus enfermedades. Eran demasiadas cosas como para que fueran solo cosas fortuitas, era el universo queriéndole dar una señal. Y por eso, el haría lo que sea, lo que fuera necesario para salvarla, porque sentía que esa era su misión.
Tom debía pasar donde «sus madres» para dejar algunos productos para el desayuno del día siguiente antes de dirigirse a su casa. Por más que intento decirle a Stair que era mejor que regresará mañana por la tarde para no incomodar a los niños, este no desistió de su deseo de volver al lugar. De esa manera bajo con Tom y le ayudo a cargar unos costales de harina y legumbres. Tom les presentó a su acompañante y este aprovecho para disculparse por lo acontecido en el día.
—Realmente lamento mi comportamiento —dijo bajando la mirada cabizbaja— Candice, —dijo dirigiéndose a la rubia quien permanecía en un sillón arropada— no me gustaría que pensarás mal de mí, lamento haberte incomodado —dijo con voz temblorosa y derramando algunas lágrimas.
—Oh, no, Stair, por favor, no te preocupes ya todo esta olvidado ¿te parece que volvamos a empezar? Soy Candice White es un placer conocerte. — mencionó mientras le extendía la mano y le regalaba una sonrisa.
El corazón de Stair casi se le sale del pecho «Bom, bom, bom» repiqueteo en su pecho, esa sonrisa, esos ojos, ella era mágica…
—Yo soy Stair Cornwell y es un placer conocerte, espero que podamos ser muy buenos amigos. —dijo el pelinegro tomando su mano y dándole un delicado beso en el dorso mientras la miraba fijamente a los ojos.
—Por supuesto, Stair, creo que podemos ser amigos.
«O algo más» dijo para sus adentros el chico.
De esa manera, Stair pudo presentarse nuevamente en el hogar y pedir las disculpas pertinentes, sin embargo, sabía que no podía quedarse mucho tiempo, por lo que se despidió y les pidió permiso para volver al día siguiente con la intención de ayudar en las labores del hogar.
—¿Entonces, tienes que volver a la mansión? —le preguntó Tom.
—Tengo que, en vista de que no conozco a nadie más por acá.
—Bueno, mi casa está a unos cuantos kilómetros del hogar, si quieres y no te importa que no sea tan lujosa, puedes quedarte ahí.
—¿Lo dices en serio? Yo estaría encantado y muy agradecido por ello.
—Entonces no se diga más, esta noche serás mi invitado.
De esa manera Stair se había hecho de un nuevo amigo en su primer día de estar en Lakewood. Si bien la casa de Tom no gozaba de la elegancia y los lujos que la de los Ardlay, no por ello era menos confortable, había un calor de hogar que le hizo recordar a Stair cuando vivía con sus padres en su amada patria.
Al día siguiente, aunque Stair hubiese deseado salir corriendo hacia el orfanato, no pudo menos que ayudar a Tom por la mañana en las labores de la granja. A pesar de que el pelinegro jamás había realizado ese tipo de actividades, le pareció que era lo menos que podía hacer como forma de gratitud por darle hospedaje. Al mediodía finalmente se aparecieron por el hogar llevando frutas, verduras y algo de carne para el almuerzo. El pelinegro disfruto un momento con los niños mientras que la rubia de ojos verdes ayudaba en la cocina a pesar de las protestas de sus “madres” quienes le pedían que descansara. Después de comer Stair acompaño a Candy a lavar los platos, y eso no hizo más que acrecentar su obsesión pues se imaginaba en el papel de su padre, y a Candy en el papel de su madre haciendo una vida juntos.
—En serio, no es necesario que me ayudes, puedo hacerlo sola, deberías de descansar ya has hecho mucho por nosotros el día de hoy —señalo la rubia sonriendo agradecida.
—No es ninguna molestia, al contrario, me encanta que podamos hacer esto juntos —menciono con un tono meloso.
Sin saber porque Candy sintió que la piel se le erizaba al escuchar a su acompañante.
—Además, —continuo este— y espero que no te moleste, Tom me conto tu padecimiento y me gustaría poder ayudarte.
La chica sintió como si hubiera recibido un baldazo de agua fría, se petrifico en el instante sin saber que decir o que hacer «Maldita sea, Tom ¿Por qué tuviste que abrir la boca?»
Candice White, como la habían bautizado sus madres, la señorita Pony y la hermana María, siempre se había caracterizado por ser una chica sumamente alegre y decidida. Desde niña mostró aptitudes de liderazgo y una personalidad única y chispeante. Nada de eso cambio cuando unos años atrás, cinco para ser exactos, le habían detectado una anomalía en su corazón, este por alguna razón tendía a detenerse de la nada ocasionándole varias lesiones por las caídas y los desmayos. Aun así, ella seguía haciendo su vida como si nada y lo único que pedía era que la trataran como si todo estuviera bien con ella.
—¿Te encuentras bien? —dijo Stair acercándose a ella.
—Estoy muy bien, Alistair, —dijo mientras daba un paso atrás— no se que te haya dicho Tom, pero créeme, no es nada.
—No tienes que avergonzarte, yo —dijo tomándole la mano y colocándola sobre su pecho— te entiendo, porque yo mismo sufro algo similar.
A Candy se le puso la piel de gallina por tal confesión que hasta el enojo con Tom se le olvidó; retiro su mano inmediatamente y miro fijamente al chico, había escuchado tanto las frases como “se por lo que estas pasando” “es una pena que a alguien como tú le pase eso” o el peor “a pesar de eso yo te quiero” todas frases que tenían la intención de hacerla sentir bien pero que para ella eran sumamente ofensivas; pero nunca nadie le había dicho que padeciera algo siquiera similar a lo suyo. Stair era un chico que no sabia como describir, se veía a leguas el interés en ella, y era lindo, con esos lentes que enmarcaban sus ojos marrones, era educado y muy atento, a pesar del raro comportamiento que tuvo cuando le conoció y era eso lo que tal vez despertaba una alerta en ella, había algo que no terminaba de convencerla, ¿sería cierto lo que dijo?
—¿Es verdad eso? —dijo aun incrédula —¿Qué es lo que te paso?
—Lo es, —afirmó— nací con una complicación en el corazón, una fisura según me explico mi padre, él era un medico muy conocido y es gracias a él que estoy vivo.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, mi padre aparte de ser un gran médico era tan bien un excelente científico y le gustaba experimentar, fue así como se le ocurrió crear un corazón para mí—volvió a tomar su mano y esta vez Candice no la retiro cuando la puso sobre su pecho— escucha como suena.
«Bom, bom, bom» palpito con más ahínco el corazón al sentir su mano sobre su pecho.
La chica pudo percibir perfectamente como el corazón latía bajo su piel, «un corazón artificial» pensó ella, todavía le parecía algo irreal. Él se le quedo mirando, sus ojos brillaban con esa luz de ilusión y ella sintió como su corazón dio un vuelco ¿Qué significaba eso? El acerco su rostro al de ella y ella se volvió a paralizar…De pronto la voz de Tom los interrumpió y Candy se alejo rápidamente.
—Stair… Stair, ¡Oh, ahí estás! ¿Puedes acompañarme a hacer unos encargos para mis…? —Tom se percató de que algo no andaba bien, pues noto a su hermana sonrojada y con la mirada baja— ¿Pasa algo? Candy, ¿estas bien?
—S-sí, todo bien, Tom —dijo rehuyendo la mirada de este.
—Ok, entonces Stair, ¿me acompañas? —Tom era un chico perspicaz, así que los observo sin decir nada, si algo había pasado tarde o temprano se enteraría.
—S-sí, claro, vamos.
Los chicos abandonaron el lugar mientras que Candy trataba de entender que era lo que Stair le ocasionaba, no estaba segura de que significaba su presencia para ella ni tampoco entendía lo que la hacia sentir. Decidió salir a dar un paseo para tranquilizar su corazón y sus pensamientos.
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Terry tenia un poco mas de una hora deambulando por la zona cuando a lo lejos pudo visualizar una enorme casa que sobresalía del extenso paraje, «¿será ese el orfanato que Niel menciono?» se preguntó, «bueno solo hay una forma de averiguarlo» y se encamino hacia esa dirección.
Teodora avanzaba con un ritmo acompasado, de esa manera Terry pudo darle un buen vistazo a todo el terreno, era una casa pequeña y a pesar de que se veía algo antigua se veía muy bien cuidada y ordenada. Llamo su atención un gran árbol que se encontraba a un lado de la casa, de tronco grueso, el árbol era enorme, alto y frondoso. De pronto, sus ojos se centraron en algo que se encontraba justo bajo el árbol, parecía un bulto, se decidió a caminar en esa dirección, aunque no supo muy bien la razón del porque lo hizo pues estaba ingresando en terreno privado y lo correcto hubiera sido avisar de su presencia y no solo adentrarse, sin embargo, como buen detective, su curiosidad le hizo romper las reglas. Al acercarse, pudo darse cuenta de que no era algo, si no alguien quien estaba bajo el árbol arrebujado.
—Buenas tardes, disculpe, ¿se encuentra bien?
El bulto se giro y de repente un par de esmeraldas curiosas, le miraron fijamente y con algo de desconcierto, para luego ponerse de pie y quitarse el chal con el que se encontraba cubierta, descubriendo a una mujer delgada y con una cabellera rizada que le llegaba hasta la cintura.
—Creo que eso debería de preguntarle yo, — le increpo la rubia—¿acaso no sabe que está en propiedad privada?
Candice vio al chico que montaba sobre su caballo, lucia ropa muy elegante y su pelo castaño ondeaba con el aire, pero lo que más llamo su atención fueron sus ojos, eran enigmáticos, de un azul profundo como el zafiro, su corazón palpito al escuchar su melodiosa voz de barítono, se veía claramente que no era de los alrededores, ¿acaso el Hogar de Pony se había convertido en un centro turístico?
—Bueno, tal vez si usted no me hubiese distraído al verle arrebolada contra el árbol, yo no hubiese tenido que entrar a la mala. —Terry quedo sorprendido y a la vez cautivado por la altanería de la rubia, y sus ojos, tenía algo en su mirada, tan cristalina, tan pura y a la vez tan decidida, tan ruda—. Aún así, lamento mi actuar le pido me disculpe, es solo que pensé que necesitaba ayuda.
Terry se giro para retirarse, aunque en realidad nunca pensó en hacerlo, solo quería tantear a la chica.
—E-espere —grito la chica— Bueno… yo también acepto que la forma en la que le hable no fue la adecuada, me disculpo por ello. —dijo dirigiéndole una sonrisa amable— ¿Le puedo ayudar en algo?
Tal como lo suponía, aunque la chica había intentado parecer algo altanera en realidad era una persona compasiva y servicial, así que bajo de Teodora y se acercó a ella —Disculpas aceptadas, permítame presentarme mi nombre es Terrence Granchester y estoy de visita con la familia Leagan en la villa de los Ardlay y siendo honesto, creo que estoy perdido pues no se como volver.
—Oh, vaya creo que algo tiene este lugar que atrae a los visitantes de los Ardlay.
—Ah, sí, ¿porque lo dice? —dijo levantando una ceja.
—No tiene importancia, venga lo llevare con mis madres para que coma algo y luego yo le enseño como regresar a la Villa.
Candice llevo dentro del hogar a Terrence y lo presento con sus madres, mientras él comía un poco y bebía conversaban de todo un poco, la personalidad de ese chico era agradable, y ella se sentía muy a gusto a su lado.
El ambiente estaba lleno de risas, del bullicio de los niños que corrían de un lado para otro, Candy y Terry se miraban y sonreían, había una especie de armonía en el aire que se podía palpar.
En eso la puerta se abrió e ingreso Tom y tras de él un pelinegro que traía consigo un ramo de girasoles y una enorme sonrisa que se disipo al ver a Candy sentada y riendo con alguien que no reconoció.
—Oh, Terry, como no lo había recordado, creo que no necesitaras mi ayuda para regresar a la Villa, Stair es primo de Niel y ahora que está aquí pueden regresar juntos. —dijo la rubia emocionada— Stair él es Terrence Granchester, amigo de Niel, se ha perdido y sin querer ha llegado hasta acá, que coincidencia ¿no crees?
Ambos caballeros se miraron e inmediatamente Stair sintió una animadversión por el chico, algo en él no le agrado, aun así, estiro la mano para saludarlo.
—Vaya, finalmente puedo conocerte, Niel ya me había hablado de ti —saludó Terry observando fijamente al chico.
«¿Terry? Porque demonios le dijo así» pensó Stair sintiendo que algo le sulfuraba el interior.
—Eh, sí, un gusto, Terrence —recalcó el pelinegro— y sí, que extraña coincidencia, ¿no crees? —dijo con tono displicente, aunque intento ocultarlo.
—No me puedo quejar, he pasado una excelente tarde en este lugar. Así que agradezco la coincidencia —dijo Terry con un dejo de sarcasmo. Algo había visto en los ojos del pelinegro que no le había gustado, ¿acaso eran celos?
«Una nefasta coincidencia y no voy a permitir que ningún intruso robe lo que es mío» se dijo Stair mientras simulaba una sonrisa.
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Continuar a Capítulo 3
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Última edición por Claudia Ceis el Vie Abr 19, 2024 8:09 pm, editado 1 vez
� ya entramos al triángulo amoroso 
como su padre lo hizo con el
