Primero que nada muchas gracias a quienes han seguido la historia, espero la estén disfrutando
Aquí les dejo el capitulo 3 y feliz fin de semana
GF2024 – La sociedad del Diablo presente en estilo Steampunk
No, no, eso no podía pasar, no iba a permitirlo, él la había conocido primero y por lo tanto tenia mas derecho sobre ella. Además, ellos tenían una cosa en común y eso no podía ser solo una simple coincidencia. Claro que no. Y entonces, una gran idea vino a su mente, ¡Por supuesto! ¿Cómo no lo había pensado antes? Él encontraría una cura para «su Candy» y entonces ella no podría negarse a amarlo. Sí, eso era, así se ganaría su corazón.
Suspiro aliviado, sí, estaba seguro de que eso funcionaría. Su rostro se relajó y le regalo una gran sonrisa a su amigo Tom, porque sí, ese chico le caía bien. Siguió el viaje más relajado, aunque en su cabeza no dejaba de pensar en cómo llevaría a cabo lo que planeaba hacer.
Llegaron a la mansión para la hora de la cena, Neil al verlos llegar salió a recibirlos algo confundido pues creía que Stair estaba en su habitación. Ambos venían acompañados de un tercero que le pareció conocido.
—Alguien puede explicarme que pasa acá, —dijo mirando a Terry y posteriormente al pelinegro— Stair, no sabía que habías salido, pensé que estabas en tu alcoba descansando del viaje.
—Hola, Neil, lamento no haberte avisado es solo que tenía algo pendiente que hacer y no podía esperar para resolverlo.
—¿Algo que resolver, y se puede saber que era eso?
Ahí estaba de nuevo ese tono autoritario que tanto detestaba, empuño sus manos con fuerza, tuvo que morderse la lengua para no decir algo inapropiado.
—Bueno, creo que he cumplido con el deber de traerte sano y salvo a tu casa, nos vemos luego si vuelves por el hogar —Fue la voz de Tom que interrumpió el dialogo entre los primos.
—Gracias, Tom, lamento las molestias, cualquier día de estos te estaré visitando.
—Claro, ya sabes dónde encontrarme, buenas noches —diciendo esto se montó nuevamente en su carreta y se retiro del lugar.
—¿Y bien? —insistió el moreno a su primo.
El pelinegro lo observo fijamente antes de responder, detestaba que alguien le pidiera explicaciones —Bueno, la verdad es que volví al orfanato para disculparme por mi comportamiento. Solo eso.
—¿Y como es que ustedes se conocieron?
—Eso puedo respondértelo yo, —dijo el castaño quien había permanecido en silencio hasta entonces— pues resulta que por azares del destino yo fui a dar al mismo orfanato. Yo andaba algo perdido y tenía sed así que pare en ese lugar para pedir indicaciones de como volver y muy amablemente se ofrecieron a alimentarme y a ayudarme a volver.
—¿O sea que todo fue una coincidencia?
«Una terrible coincidencia» pensó Stair.
—Así es, solo eso, una simple coincidencia —confirmó Terry mirando fijamente a Stair a quien parecía no agradarle en lo más mínimo.
—Bien, si ese es todo el asunto, pasemos al comedor, ya que estoy hambriento y me gustaría que me contaran más acerca del orfanato ya que honestamente nunca se me hubiese ocurrido pasar por ahí.
—Si no te importa, Niel, preferiría ir a mi habitación, ha sido un día agotador para mí —dijo el joven de anteojos quien no tenía intención de compartir más tiempo que el necesario con el «intruso» ese.
—Es una pena, Stair, esperaba que pudiéramos conocernos un poco más.
—Bueno, en realidad… me gustaría conversar contigo acerca de una idea que tengo, pero, me gustaría hacerlo a solas —dijo mirando de reojo a Terrence.
—Eh…
—Por mi no se preocupen —interrumpió el castaño dirigiéndose a Niel— mañana, si no te importa, saldré a cabalgar temprano, y tal vez, si tengo suerte, Teodora me vuelva a llevar hasta el Hogar de Pony. —señaló con malicia.
Stair sintió que la sangre le hervía al escucharlo «¿Qué se proponía ese entrometido?» Su corazón dio un tumbo en su pecho, él se llevo la mano al lugar donde sintió el golpe y se dobló por el dolor, pero sin dejarse caer al suelo, sentía que tenia el corazón en la boca a punto de salírsele.
Terrence que estaba más cerca de él corrió a auxiliarle—¿Te encuentras bien?
Niel lo siguió y entre ambos intentaron llevar a Stair al interior de la casa, sin embargo, este se soltó del agarre.
—Estoy bien, es solo que estoy bastante cansado, es mejor que me vaya a dormir —dijo mientras avanzaba a grandes zancadas hacia el interior de la casa, perdiéndose de la vista de ambos después de unos minutos, mientras ellos miraban anonadados el comportamiento del chico.
Niel no sabía que pensar, pero cada vez le resultaba más difícil entender a su nuevo primo.
∙ ~εïз~ ∙
Al día siguiente en el despacho de la casa, se desarrollaba una conversación entre los jóvenes Leagan y Cornwell. Niel escuchaba sin estar seguro de que lo que decía su primo fuera una buena idea, sin embargo, por alguna razón le costaba ser sincero con él. A Stair lo rodeaba un aura de ingenuidad con sus grandes ojos marrón y su sonrisa que dotaba a su rostro de cierta ternura, que, a primera vista, le servían para que la gente se sintiera en confianza con él y le tomaran cierta consideración al conocer su vida. No obstante, en ocasiones y, Niel pensaba que, sin querer, salían a relucir ciertas actitudes que contrastaban con esa primera impresión que muchos, incluido él, se habían llevado del pelinegro.
—No lo sé, Stair, me parece que es un proyecto que hay que evaluar con mayor detenimiento. ¿Qué te parece si esperamos a mi padre? Estoy seguro de que él estará dispuesto a revisar tu propuesta con más detenimiento.
—No tenemos tiempo, Niel, la vida de Candy esta en peligro y yo puedo encontrar una solución es solo que necesito de tu apoyo, como la familia que somos.
—¿Te refieres a la señorita del hogar? ¿Todo esto es por ella? Mira Stair, yo puedo entender que te haya gustado, pero, no por eso debemos de apresurarnos a tomar decisiones.
—Tu no entiendes, Niel, es que yo puedo ayudarla ¿no lo ves?
—¿A qué te refieres, Alistair?
—A que yo entiendo la situación de Candy más que nadie porque yo también sufrí de una enfermedad en el corazón.
—¿Cómo? Es decir ¿Qué te pasó? —Cuestionó Niel anonadado por la revelación de Stair.
—Nací con un problema en el corazón, una fisura ocasionada por una complicación en mi nacimiento, razón por la cual tenía pocas probabilidades de vivir, y de no ser por mi padre hoy no estaría aquí conversando contigo—. explicó con tono atribulado— Es por eso por lo que solo yo puedo ayudar a Candice.
—Bueno Stair, es muy noble el hecho de que quieras ayudarla, sin embargo, el hecho de que sufras un padecimiento similar y hayas sobrevivido a eso, no te hace un experto en la materia.
Un brillo en los ojos de Stair advirtió al moreno que Stair no se había tomado a bien sus palabras, pero inmediatamente la mirada del pelinegro se dulcifico.
—No, Niel, me parece que aun no entiendes, mi padre me enseño todo lo que sabia y desde muy joven estoy familiarizado con los procedimientos médicos, así que creo que estoy mas que preparado para poder ayudar a Candy—. explicó sintiendo una especie de orgullo que invadía su ser.
—No me malinterpretes Stair, entiendo que puedas tener los conocimientos y también la voluntad de ayudar, eso es muy noble, lo reconozco, sin embargo, creo que poner tu propio consultorio es una decisión apresurada.
—Y entonces que propones, ¿qué la deje morir sabiendo que puedo ayudarla? Me parece que he perdido el tiempo hablando contigo Niel, yo pensé que entenderías esto y te tocarías el corazón, pero me doy cuenta de que me equivoqué. —expresó el pelinegro con un tono resentido y las manos empuñadas.
Niel le observo sentado detrás del escritorio donde se había encontrado desde el inicio de la reunión. Su primo por el contrario no paraba de moverse de un lado para otro mientras exponía sus ideas y en ese momento se encontraba recargando sus manos sobre la mesa y mirándole fijamente como a punto de perder los estribos.
No supo porque, pero intuyo que no era bueno que Stair estuviera al límite de lo que para él era un ataque de neurosis. Pensó que era mejor darle una solución y mantenerlo observado, no sabía porque a pesar de que el chico le producía una especie de alerta roja, también había algo que le impedía ser como él era; directo y honesto al decir las cosas sin reparar en sentimentalismos ni delicadezas.
El pelinegro se irguió sin dejar de mirarlo, se acomodo el cuello de su camisa y se encamino hacia la puerta. Niel supo que no podía dejarlo ir de esa manera.
—Espera, Stair. no quise decir que te dieras por vencido, por supuesto que no. Ya te lo dije, me parece algo muy noble, sin embargo, me gustaría que por lo menos unas semanas estuvieras con algún galeno que pueda orientarte y verificar que lo que sabes es suficiente para lo que te propones hacer.
—¿Acaso crees que no soy capaz de llevar a cabo mi misión? Te cuento que desde que tenia diez años me he empapado de todo lo que tengo que saber acerca de un trasplante de corazón. Así que por supuesto que me siento preparado para llevar a cabo lo que tenga que hacer—. Señaló con un dejo de soberbia.
—Si, pero no todo es leer, ¿es que acaso has hecho algún procedimiento alguna vez?
Stair sintió que la sangre abandonaba su rostro, un leve mareo lo hizo tambalear, pero pudo aferrarse a uno de los sillones para mantenerse en pie.
«¿cómo se atrevía a cuestionarlo de esa manera?»
—Sabes, olvídalo, le pediré ayuda a Tom para buscar un lugar y…
—Mira Stair, lo que te digo no es con afán de molestarte o de que no lleves a cabo lo que deseas, que aparte de todo, es por una buena causa. Es solo que quiero que lo hagas de la mejor manera, por ella, por Candy para que en verdad la puedas ayudar como se debe y no corra ningún riesgo, ¿lo entiendes?
Hasta ese momento el joven no había pensado en esa posibilidad, ¿podría algo salir mal? Claro que no, su padre lo había hecho bien y él lo haría mejor, mucho mejor. Miro a Niel como intentando descifrar si era en serio su preocupación, pero solo se encontró con un rostro ecuánime que lo miraba con tranquilidad.
—¿Y que propones?
Niel sonrió internamente por un momento pensó que el pelinegro no daría su brazo a torcer. Respiro hondo y respondió.
—Bueno, hay una consulta familiar en los alrededores llamada Clínica Feliz, es atendida por el Dr. Martin, un galeno de medicina general —Stair hizo un gesto de suficiencia, pero Niel lo ignoro— puedo hablar con él para que te de la oportunidad de poner en práctica tus conocimientos ¿Qué te parece?
El chico estaba a punto de negarse, pero unos golpes en su pecho lo detuvieron «bom, bom, bom» su corazón latía fuertemente como diciéndole «hazlo, acepta» en un lenguaje que solo el entendió.
—Creo que es una pérdida de tiempo, pero si eso te deja tranquilo lo hare.
—Me parece una sabia decisión, Stair —dijo levantándose de su sillón y acercándose a él para estrecharle la mano como símbolo de acuerdo y de paz— ¿te quedas a desayunar con nosotros?
—Creo que paso por esta vez, mejor iré a pasear por los alrededores.
Ni loco pensaba compartir más tiempo del necesario con el amigo de su primo. Lidiar con Niel era una cosa, pero nadie lo obligaría a hacer amistad con ese a quien el consideraba un intruso.
—Esta bien, solo no te malpases, trata de llevarte algo para comer en el camino o tal vez para que no llegues con las manos vacías al orfanato —dijo Niel haciendo que su primo se ruborizara.
—Lo hare. Gracias. —dijo mientras se retiraba del lugar.
Por primera vez el moreno vio en los ojos del pelinegro algo parecido a la gratitud. Ese chico lo desconcertaba cada vez más.
∙ ~εïз~ ∙
A la hora del almuerzo solo se encontraban Terry y Niel degustando un delicioso vino como bajativo después de los alimentos.
—¿Así que tu primo quiere ser el salvador de la rubia pecosa del orfanato? —dijo Terry con tono sarcástico tratando de esconder un sentimiento incomodo que se arremolinaba en su interior.
—¿Rubia pecosa? —dijo Niel desconcertado abriendo los ojos por la sorpresa—¡¡¡No!!! no me digas que tú también quedaste embobado por la chica esa—, dijo soltando tremenda carcajada— digo, si es bonita, pero pensé que eran otros tus gustos Granchester—. dijo volviendo a reír.
—¿Algún día dejaras de decir estupideces?
—Uy perdón, pero te entiendo, los celos son insoportables. —dijo sonriéndole a su amigo quien solo se limito a mostrarle el dedo de en medio.
—¿Y crees que sea capaz de ayudarla?
—No lo sé, pero él asegura contar con los conocimientos para hacer lo necesario. Por eso lo convencí de que practicara al lado del médico de la clínica local.
Terry se quedó pensativo, no sabía porque, pero algo en su interior le hacia ver banderas rojas en todo lo que hacía o decía el primo de Niel. Y no eran celos, aunque estaba seguro de que si expresaba lo que pensaba su amigo no perdería oportunidad de incordiarlo con eso.
—¿Qué tanto sabes de tu primo?
—No mucho mas de lo que te he contado, y de lo que el mismo me ha querido decir. Es bastante hermético.
—¿No te parece que hay algo raro con él?
—Raro se me hace poco para describir lo que en tan poco tiempo he visto de él.
—¿Cuál dijiste que era su nombre?
—Alistair Cornwell, nacido en Londres hace veintiún años.
Terrence se quedó pensativo, recordando la primera vez que había visto a Stair en el hogar de Pony, la mirada con que le vio, el tono en que le hablo, su forma de actuar, todo le hacía pensar que algo no andaba bien con ese chico, pero ¿Quién había sido Alistair Cornwell antes de llegar a América?
∙ ~εïз~ ∙
Había pasado una semana ya desde que Stair hubo ingresado en la clínica feliz, el Dr. Martín parecía estar feliz con su aprendiz como él solía llamarle, aunque eso al pelinegro no le hacia ninguna gracia.
«¿Aprendiz yo? Por favor, si a leguas se ve que yo tengo más conocimiento que este viejo»
Stair moría por sentirse libre, quería lograr su sueño de ser el mejor doctor, pero ese vejete lo único que hacía era utilizarlo para cosas básicas y él cada vez toleraba menos esa situación.
Para colmo en una de sus visitas al hogar se entero de que Candy había sufrido un nuevo episodio donde había perdido la consciencia por dos días. El tiempo se le agotaba y no pensaba seguirlo perdiendo en tonterías. Era hora de actuar. Debía encontrar la forma.
Y como si la vida escuchara y atendiera sus suplicas las cosas nuevamente se acomodaban a su favor pues, para su fortuna, el Dr. Martín sufrió un accidente mientras ordenaba los medicamentos en la parte superior de los estantes, cayendo aparatosamente sobre su pierna izquierda haciendo que esta se fracturara. Al parecer el sobrepeso del galeno había hecho que los peldaños de la escalera no soportaran y se rompieran ocasionando su caída, si bien no había tenido resultados fatales, si dejaron al doctor inmóvil y resguardado en su casa por algunas semanas.
El galeno no estaba tan seguro de que el joven estuviera preparado para atender a los pacientes, pero finalmente se autoconvenció de que no podía pasar nada malo, ¿o sí? Se veía que el chico tenia conocimientos, sin embargo, como a los demás con quienes había convivido, había algo que le hacia tener sus reservas para con él.
Stair finalmente se sentía libre, libre para poder cumplir con su misión. De esa manera el pelinegro empezó a atender a los pacientes anteriormente citados por el doctor, desde pequeños, recién nacidos, mujeres embarazadas, hombres adultos, ancianos, jóvenes; siendo este ultimo grupo el que más llamo su atención.
De esa manera la primera jovencita que llamo su atención fue una chica de tez morena y ojos almendrados color marrón, cabello castaño y levemente ondulado llamada Julieta Dege, era una chica de apenas diecisiete años que trabajaba como mucama para una de las familias adineradas del poblado; había acudido al doctor por una tos que tenía desde hace dos semanas. Stair la persuadió, pese a la renuencia de la chica, de que se quedara para poder observar bien los síntomas y así darle un diagnóstico más acertado.
La mantuvo en observación por esa noche, para tranquilizarla mojo un pañito con el líquido parduzco de un pequeño frasco que había traído consigo desde el laboratorio de su padre y ella poco a poco se quedó dormida. Su respiración era estable, su cuerpo yacía sobre una de las dos camillas con las que contaba el lugar, de inmediato el joven despojo cuidadosamente a la chica de la parte superior de su vestimenta, solo hasta la parte del pecho, ya que ahí estaba lo que a él le importaba.
Había estado leyendo sobre nuevos avances en cuanto a trasplantes de corazón y la posibilidad de que ya no tuvieras que hacer un corazón artificial, si no, poder tomarlo de alguien más y colocarlo en la paciente que lo necesita. Claro, el órgano debía cumplir con ciertos requisitos para poder ser donado y trasplantado.
Hizo las observaciones correspondientes las cuales anoto en una especie de block que había tomado del consultorio del Dr. Martin y después vistió a la joven. Al día siguiente diagnostico a la chica con angina de pecho, un tipo de dolor de pecho ocasionado por una disminución de la irrigación sanguínea al corazón. No habiendo mas que hacer por su parte la dio de alta con el medicamente correspondiente.
A los dos días los padres de Julieta tuvieron que llevarla de madrugada a la Clínica feliz pues esta no respiraba. El joven los recibió ya que dormía en el lugar desde que el galeno se encontraba con reposo, argumentando que seria bueno por si surgía alguna emergencia.
—¿Por qué no la trajeron antes? ¿Desde cuando esta así? —dijo el pelinegro mientras recostaba a la joven en la misma camilla de la otra vez.
—No lo sé, doctor, no pudo ir a trabajar así que la dejamos que descansará, pensamos que aún seguía muy agotada, pues desde que usted la reviso se siente sin ánimo de nada. Hemos seguido al pie de la letra sus instrucciones y se ha tomado el medicamento que usted le dio.
—Vere que puedo hacer —dijo mientras miraba los labios azulados de la chica, debido seguramente a la falta de oxígeno o un fallo multiorgánico—. Voy a necesitar que esperen en la salita. —dijo Stair a los padres de la joven encaminándolos hacia la puerta cerrándola una vez que estos salieron del cuarto.
Traslado la camilla hacia un cuarto que él mismo había acondicionado para utilizarlo como una especie de quirófano improvisado. En el interior se encontraba una mesa de madera cubierta por sábanas blancas, a su lado una mesita pequeña con varios aditamentos dispuestos para ser utilizados. Recostó a la chica, de la cual ya ni siquiera recordaba el nombre, sobre la superficie y encendió una serie de luces que se encontraban colgando del techo justo sobre la cabeza de la chica.
Inmediatamente preparo una “esponja soporífera” elaborada en base a una mezcla de jugos vegetales como opio, mandrágora, cicuta y beleño, entre otros; la que le serviría como anestesia para lo que pensaba hacer. Coloco la esponja en el rostro de la chica sin mucho cuidado pues estaba más interesado en despejar la zona que le interesaba, no podía perder más tiempo o el órgano podía echarse a perder.
Sin esperar más tiempo, se colocó los guantes quirúrgicos y de una cajita que reposaba sobre el escritorio del galeno saco un bisturí que en antaño fuera de su padre y sin mas dilación se propuso a abrir el pecho de la joven. La mano le tembló al hacer la primera incisión, un chorro de sangre salió a borbotones empapándole las manos y salpicando todo a su alrededor, incluidos los lentes del pelinegro.
«¡¿Qué crees que estás haciendo?!»
Recordó esas palabras de su padre mientras se miraba las manos ensangrentadas y una mueca de horror y miedo aparecía en su rostro.
«Bom, bom, bom»
Sus latidos retumbaron fuertemente en su pecho sacándolo de ese trance, estos parecían gritarle «Hazlo, hazlo, hazlo» Stair entonces volvió a verse las manos, pero esta vez sus ojos brillaron de una manera insana, sintió que algo dentro de él había cambiado, se había roto o se había creado. Aferró con más fuerza el escalpelo y retomo su labor sin pensar en nada más.
Solo tenía una cosa en mente, lograr sacar el corazón en una pieza y sin dañarlo. No obstante, por mucho que había leído nada de lo que veía dentro del interior de la chica se parecía a lo que decían los libros. En absoluto. Sus lentes habían quedado manchados con uno de los chorros que habían brotado del pecho de la chica por lo que su visión estaba empañada y sin saber había cortado la aorta.
«Maldita sea» El pelinegro sudaba copiosamente mientras sacaba el órgano y lo mantenía sobre su mano solo para corroborar que lo había despedazado.
«No importa» se dijo a sí mismo mientras colocaba el corazón en un frasco con un líquido que le ayudaría a conservarlo. Ese seria su recordatorio de que no podía volver a fallar.
Se quito el delantal que para ese entonces había pasado del color blanco al color rojo intenso de la sangre. Se limpió la cara y las manos, tenia que salir y avisar a los familiares que la chica había fallecido. Ya vería como arreglaría el cuerpo de la joven, eso no importaba, lo único que le molestaba era que había fallado y ahora tenia que encontrar a alguien más.
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Continuar a Capitulo 4…
Última edición por Claudia Ceis el Vie Abr 26, 2024 9:22 pm, editado 1 vez