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Capítulo IV La ilusión del amor
Narrado por Candy
Querida señorita Candice:
Mi hermano y yo le agrademos todas las molestias que le hemos causado, molestias en las cuales su cariñosa familia nos ha ayudado ambos, por eso le he propuesto a mi mellizo que tengamos unos pequeños detalles con cada uno de ustedes, aunque no recuerdo todos los habitantes de la casa, pero si recuerdo que cada uno fue haber como me sentía cuando me desmaye, y créame que yo les agradezco de todo corazón su cariño y protección.
K.G.
Pd: Señorita pecas, hay dos o tres obsequios más para ti, ya que mi hermano siente algo especial por su persona. Gracias por sus palabras, próximamente estaré de nuevo en la cafetería para que no extrañen mi presencia.
“Mi hermano siente algo especial por su persona” vuelvo a releer esas líneas y mi corazón se me acelera, salta de alegría y un sentimiento de emoción se apodera de mí.
—No lo puedo creer —digo en voz alta, pero nadie me escucha porque todos están ocupados en abrir sus propios regalos.
—¡Es cierto, los jóvenes Grandchester han sido muy amables para molestarse en darnos regalos para cada uno de nosotros! —Dice la señora Pony mostrándonos a todos el collar de perlas y brillos el cual ha sido su regalo.
—¡Tienes razón, Pony! —agrega Stevens viendo su nueva caja de herramientas—. Siempre es grato saber que en el mundo aún hay gratitud.
—¡Mira mi nuevo carro de bomberos Flammy! —Vocifera Charles.
—¡Y mira mi nueva muñeca Dayana! —Ahora es Sophia la que corre emocionada hasta Dayana para enseñarle su muñeca.
—Debo de admitir que los ricos también tienen algo de bondad en su corazón —añade Mary Jane viendo con detalle su chal de lana.
—¿Qué es todo esto? —Pregunta Eva examinando todos los obsequios y a todos nosotros.
—¡Querida Eva! ¿Te acuerdas de la joven Karen, la que se desmayo y tuvieron que traerla para acá, pues ella y su hermano se han hecho buenos amigos de nuestra Candy y trajeron todos estos presentes —explica Pony mientras se levanta y camina hasta la caja que contiene el regalo de Eva—. Este es para ti.
—¿Así que los jóvenes Grandchester son bondadosos? —Cuestiona Eva agarrando el paquete y examinándolo.
El timbre suena entre Dayana y los niños salen corriendo para ver de quién se trata.
—La joven Karen se siente agradecida por qué cada uno de ustedes se preocupó por ella cuando estaba mal —explico escondiendo en la bolsa de mi suéter la nota de la hermana de Therius—. Así que nos ha mandado presentes.
—Ya veo —responde Eva sin quitarle la vista a todos los obsequios, es como si estuviera examinándolos uno por uno.
—¡Candy! —Gritan Sophia, Charles y Dayana, levanto la mirada para ver porqué me gritan y mis ojos encuentran un hermoso y enorme arreglo floral.
—Es para ti —afirman Sophia y Dayana.
—¡Dios santo! —Exclamo a la vez que camino cerca del arreglo floral el cual consta de solo rosas, hasta abajo están las flores blancas, después de color rosa intenso, luego un rosa más pálido y por último hay rosas color rojo—. ¿Esto es mío?
—Sí, y algo me dice que esto es producto de Therius Grandchester —dice Dayana dándome la tarjeta que estaba en el arreglo.
Estimada señorita Candice:
Gracias a las ideas algo locas de mi hermana la cual me ha convencido de matarte este regalo, es que me atrevo a pedirte que me deleites con tu compañía para disfrutar de un agradable paseo mañana en la tarde.
T.G.
—Therius me está invitando a salir —susurro ya que aún no me la creo que el chico que me gusta me está invitando a salir—. ¡Therius me está invitando a salir! —Exclamo y no puedo evitar brincar de la emoción. Dayana y Sophia se contagia de mi alegría mientras me abrazan y brincan al igual que yo—. ¿Qué creen que debería de hacer?
—Por supuesto que aceptar tu invitación —dice con exasperación Dayana—. Serías una tonta si no lo aceptaras.
—Se nota que le interesas a ese muchacho, hija —opina Stevens viendo las flores y llevando su nariz para olerlas—. ¡Ah, se nota que estás flores fueron elegidas con mucha delicadeza, lo que da entender que definitivamente el joven Therius tiene un alto interés por ti.
—Está muy interesado en ti, mi niña —añade Pony acariciándome la mejilla—. Yo me siento como si fuera tu madre, así que déjame darte unos consejos; nunca has tenido novio porque tú única prioridad ha sido estudiar y trabajar, no digo que este mal, pero es momento en que conozcas a muchachos de tu edad, que te enamores y que sientas las ilusiones propias de tu edad.
Es cierto, desde que murieron mis padres, he estado tan concentrada en estudiar y trabajar que no he tenido tiempo para la ilusión del amor, hasta que los ojos azules de Therius Grandchester se cruzaron con los míos y desde ahí no he podido sacarlo de mis pensamientos.
—Aun no sabes si el joven Grandchester es un buen muchacho o no, pero aceptar su invitación es una buena forma para conocerlo —agrega Pony tomándome las manos entre las de ella y yo asiento—, y que él te conozca a ti.
—Además si no aceptas está invitación, estoy segura que el muchacho insistirá hasta que por fin lo acompañes —apoya Marian guiñándome un ojo.
—Bueno creo que mañana tendré un paseo con Therius Grandchester —digo segura de que si todo sale bien mañana estaré contenta de la emoción—. Y creo que necesitaré su ayuda para poder estar presentable y casual para mi cita.
No sé si son los nervios o la ansiedad o estos dos horribles sentimientos los que hacen un revoltijo en mi estómago y no me dejan dormir.
Por fin llega la mañana, me levanto más temprano de lo normal y ayudo a Pony con la limpieza, es decir la misma rutina, solo que la comida a penas y me pasa. Se llegan las doce del medio día y entre Dayana, Sophia y Flammy me ayudan a buscar algo de ropa con la cual me vea casual, pero a la vez hermosa.
A todas nos gustó la opción de mi vestido rojo con puntos negros, cinturón y las botas de tacón alto.
Flammy me peina, mientras Dayana me maquilla, se tardan un poco más de media hora según ella, porque yo siento que se han tardado una eternidad.
—La princesa está lista —dice maravillada Dayana mientras hace que de una vuelta—. ¡Estás lindísima Candy!
Voy hacia un espejo de cuerpo completo que tiene Pony en la sala, quedo feliz y satisfecha del reflejo que se ve ahí el cual muestra a una chica hermosa, usando ropa y zapatos bonitos, pero sobre todo la mirada de la chica que me está sonriendo a través del espejo es la mirada de las ilusiones.
—Y tu príncipe ha llegado por ti —anuncia Flammy.
—¡Que puntal! —Digo maravillada—. Haber, ¡necesito perfume! ¿Y dónde está mi bolso? ¡También necesito mi chaqueta!
—Si el señorito Therius quiere llevarte a la cama, aquí —Dayana señala mi bolso—, hay un teaser, úsalo si es necesario y cuando lo noquees nos llamas que nosotros iremos hasta donde te tenga y le haremos saber a Grandchester que tú no estás sola.
Asiento a sus peticiones de protección, pero en el fondo me da risa, ya que no creo que alguien como Therius sea capaz de hacerme tal cosa, pero siempre es bueno tener bajo la manga algo de protección.
—Ahora si princesa vaya con su príncipe que la está esperando en su carruaje —anuncia Flammy.
Me acerco a ambas hermanas y les doy un gran abrazo a cada una.
—¡Falta mi chaqueta! —Digo y trato de correr hacia mi habitación, pero el paso me es impedido por Dayana.
—No la lleves, que así puedes poner a prueba si Therius es un caballero y te abriga —dice Dayana guiñándome—. Y de paso, si te la da ya tienes un pretexto para volverlo a ver.
Sigo el consejo algo loco de Dayana, mientras respiro despacio para calmarme. Estoy muy nerviosa y no sé cómo le voy a hacer para ocultarlo.
Abro la puerta y me encuentro con un espectacular automóvil de color blanco, es un convertible y aunque yo no podré saber mucho de autos si sé que es uno de lujo.
Therius está parado en medio de las puertas delanteras y traseras, con las piernas cruzadas al igual que sus brazos.
—¡Hola! —Saluda él sonriéndome.
—¡Hola! —Saludo y al igual que él sonrió.
Esta tan guapo con su camisa roja y pantalones de mezclilla.
—Debo de decir que estaba algo asustada al pensar que me dejarías plantada —digo con sinceridad—. Como no especificaste a que horas de la tarde vendrías a traerme, pensé que se trataba solo de una broma.
—Perdón, fue culpa mía no decirte la hora, pero quería que fuera una sorpresa —aclara acercándose un poco a mí—. Y también quiero que sepas que yo jamás hago ese tipo de bromas tan ridículas.
—Bueno siendo así, quiero agradecerte por las hermosas rosas que me mandaste —agradezco viéndolo directamente a los ojos y otra vez está la sensación de hipnosis que me da al ver sus ojos azules.
Me pregunto si en mi vida he visto muchos chicos con ojos azules, ¿qué tienen de especial los ojos de Therius?
—Y también todo mi familia esta muy agradecida contigo y tu hermana Karen por los obsequios que mandaron —digo recordando a cada miembro de la casa pidiéndome que le agradeciera a Therius y Karen Grandchester por el detalle.
—Todo fue idea de la loca de mi hermana —comenta—. Cómo ya lo sabes Karen ha estado triste, pero esto la lleno de ilusión que yo no pude negarme a darle ese gusto —explica y me gusta que sea así de buen hermano con su melliza—. Además Karen es muy sensible y le conmovió mucho el hecho que todos ustedes se preocuparon por ella.
No sé porqué, pero pienso que quizás la melliza de Therius no se rodea de muchas personas que sean amables con ella.
—Pero bueno, nos vamos —dice abriendo la puerta del copiloto y me tiende la mano.
—¿A dónde vamos? —Pregunto cuando los dos ya estamos subidos en el auto y el arranca.
—Ya lo verás, lo que si te digo es que te va a encantar —asegura sonriendo.
Me dejo llevar confiando en que nada malo va a sucederme estando con Therius.
El trayecto dura media hora y cuando estaciona el carro tengo enfrente de mí uno de los parques más hermosos de toda Inglaterra.
—Creo que ya has venido de alguna vez a St. James —dice Therius cuando abre la puerta y me tienen la mano para sacarme.
—De pequeña, sí —respondo recordando la ocasión en que vine con mis padres—. Pero ya no me acuerdo muy bien, pero siempre he querido venir nuevamente, pero por una u otra razón no he podido venir.
—Me alegra saber que te gusta el lugar —dice colocándose unos lentes de sol y luego me tiene otros a mí.
—¡Gracias! —Agradezco colocándome los lentes—. Por los lentes y por la invitación.
Empieza el paseo y empezamos a hablar sobre banalidades y trivialidades. Que nos gusta y que no, experiencias divertidas, otras que no son tanto divertidas y experiencias penosas.
Quizás sea el tiempo que está en mi contra, pero al ver la hora en mi reloj me doy cuenta que ya pasaron tres horas y media y mi estómago impertinente hace un ruido protestando por comida.
—Creo que alguien ya tienen hambre —dice Therius sonriéndome—. Bueno vamos a comer.
Llegamos hasta un puesto de comida italiana que está cerca del lago, aunque quiero evitarlo y parecer una señorita de alcurnia, la verdad es que como con gran entusiasmo, hasta casi atragantarme. Todo sería bueno, si no fuera porque Therius me está mirando con mucho interés.
—En justificación mía —digo mirando a Therius—, la comida estaba riquísima y tenía mucha hambre.
—Debo decir que para mí es muy satisfactorio que estoy saliendo con alguien que no come solo lechuga, agua y hielos para mantener la figura —comenta sonriente y me da una inmensa alegría saber que le está gustando que coma, sobre todo yo que soy una comelona sin limites—. Así que come todo lo que quieras sin avergonzarte de nada.
—Hablando de salir, debo de decirte que me sorprendió tu invitación para salir —admito, ya que es un punto importante que quiero poner bien sobre la mesa—. No malinterpretes mis palabras, pero es que como a penas nos conocemos, claro ahora ya nos conocemos un poco más, pero. —Me doy un manotazo, porque la expresión que tiene Therius da a entender que no comprende nada de lo que trato de explicar—. Perdón, lo que quiero decirte es que eres muy valiente y directo al invitarme.
—Mi padre me ha enseñado a ser así; un hombre directo que sabe lo que quiere —dice después de sonreír y suspirar, suspiro el cual creo yo que es el más tierno que he visto—. En cuanto a la valentía, no creo que sea un hombre valiente solo por invitar a la chica que me gusta.
«Que directo es este chico» pienso al mismo tiempo que siento mi cara arder.
—¿He… he escuchado bien? —Pregunto.
—Eres adorable, buena, bondadosa, a parte de hermosa —habla enumerando lo que creo yo son cualidades—. A parte ayudaste a mi hermana cuando ella más te necesitó, y creo que desde que te conocí, me interesaste y te volviste en mi ilusión.
—Tú también eres mi ilusión —confieso algo apenada y sonrojada—. Me gustas Therius.
—Dime Terry —señala él—. Es el diminutivo de Therius, todos me llaman así, bueno todos excepto Karen, ella tiene el desatino de llamarme Graham y yo lo odio.
Ambos nos reímos, no sé porque odié el nombre Graham, pero ya tendré tiempo para averiguarlo.
—Bueno, ahora que hemos aclarado nuestros sentimientos y que tal parece que uno es la ilusión del otro, creo que podemos seguir conociéndonos —propone y yo me emociono más—. Quizás todo esto conduzca a algo más, pero sobre todo en estás horas que hemos estado juntos me la he pasado increíble y realmente me siento muy feliz.
—Yo también me siento muy feliz —digo y por impulso tomo su mano, se siente cálida y suave, lo miro y le doy una sonrisa nerviosa y trato de quitar mi mano, pero el me agarra ambas manos.
—Entonces está decidido —dice sonriéndome y acercándose a mí.
Mi corazón late y pienso que Terry está a punto de darme un beso. y sí me lo da, pero son mis manos las afortunadas y no mis labios.
El paseo termina y Terry me va a dejar a la casa, con la promesa que estaremos en contacto y que más pronto de lo que parezca saldremos nuevamente.
Estoy tan feliz y emocionada que siento la necesidad de transmitir toda mi alegría a mi familia y escribir nuevamente en mi diario el cual había estado sin actualizar desde que mis padres murieron.
Sigo el consejo que me da mi corazón, y para el siguiente paseo soy yo la que tomo el primer paso. Invito a Terry al cine y luego a cenar en el centro comercial, después él me invita al teatro, luego yo lo invito al museo y así creo que los dos estamos esforzándonos por tener buenas ideas para nuestra siguiente salida.
En estos paseos todo ha salido de las mil maravillas, ambos reímos mucho cuando estamos con el otro, nos sentimos cómodos con la presencia del otro y creo que la confianza y el cariño esta creciendo entre nosotros.
Han pasado cuatro meses desde entonces, y aunque mis ganas de vivir ahora se han multiplicado al mil, hay dos pequeñas espinas que pican mi alegre corazón.
La primera es que Terry no me ha besado en estos meses que hemos estado saliendo y eso no creo que sea bueno, ya que Dayana me ha dicho decenas de veces que cuando a alguien le gustas quieres besarte e incluso llevarte a la cama.
Y la segunda es que Natalie, la extraña Natalie ha desaparecido sin dejar rastro. Quién más se ha preocupado por ella es Eva, es la que nos anuncio que Natalie no aparecía.
—Me llega a llamar la atención que Eva se preocupe mucho por Natalie. —Le dice Marian a Stevens y Mary Jane quienes se encuentran tomando uña taza de té en el comedor.
Yo espero que Terry pase por mí, pero me ha dicho que va a tardarse un poco, así que he estado sentada en un sillón no muy cerca de ellos, pero escucho perfectamente lo que están hablando.
—Es curioso que la muchachita no hablaba con casi nadie y de pronto era muy allegada con Eva —opina Stevens tomando entre sorbos el té—. Ambas son muy…misteriosas.
—¿Y dónde está ella? —Pregunta Mary Jane.
—Pony me dijo que fue a dejar a esa horrible serpiente a no sé dónde, así que en la casa no está —explica Marian.
Hay algo en lo que tienen razón, Natalie era muy misteriosa o por lo menos eso fue lo que percibí cuando me dijo no debía fijarme en Terry, que él era un mal chico.
¿Por qué me dijo eso?
Me pongo a pensar y noto algo, un detalle que no había notado antes, y es que Natalie desapareció el mismo día en que Terry y yo tuvimos nuestra primera cita.
¿Será esto a caso una coincidencia o estarán conectados de alguna manera?
—¡Por Dios Candice deja de pensar tonterías! —Me regaño a mí misma y mi celular suena.
Por fin Terry ha llegado, tomo mi bolso y salgo. Nos saludamos como de costumbre, un beso en la mejilla y un abrazo el cual hace que me olvide de mis tonterías.
—No me canso de decirte lo hermosa que eres Candy —dice viéndome de arriba para abajo.
—Mira quien habla, él más guapo de los chicos —digo, ahora como la confianza ha crecido le digo lo mucho que me gusta—. Vámonos o la función va a empezar.
El plan de hoy es ir al teatro a ver la obra en la que su madre Eleanor Baker hizo su primer protagónico.
La obra trata abiertamente sobre el incesto y aunque este tema es uno de los más “normales” entre los griegos y su mitología, llega a ser un poco fuerte para mí como avanza la trama y como llega el desenlace de los protagonistas ella se suicida y él se arranca los ojos.
Todos aplauden cuando la obra se acaba, está claro que los actores hicieron un trabajo extraordinario y sus actuaciones simplemente nos conmovieron.
Cómo el teatro estaba cerca de la casa, decidimos caminar hasta el y regresarnos del mismo modo, lo que no teníamos pensado es que llovería.
Así que aquí estamos Terry y yo corriendo para intentar que las gotas no nos caigan y nos mojen, pero en un segundo un montón de gotas caen del cielo y nos mojan.
—Basta Candy es inútil —dice Terry parando la carrera. Ambos estamos con la lengua de fuera por correr—. Ya nos hemos mojado y tampoco es como que si nos cae agua nos vamos a morir.
—¡Pero el agua está fría! —Exclamo, porque realmente el agua está fría.
Terry se ríe de mí, su risa va creciendo hasta que se vuelven auténticas carcajeadas y luego hace algo que me impresiona, se pone a dar saltos en un charco y a dar vueltas debajo de la lluvia, es como ver a un niño pequeño disfrutando de la lluvia.
—¿Qué es lo que estás haciendo? —Pregunto intrigada y él me toma de las manos mientras ambos damos vueltas y reímos.
Solo espero que alguien no nos vea, porque si es así pensará que somos dos locos y querrá internarnos de por vida en un psiquiátrico. Aunque no sería mala idea pasar el resto de mis días junto a Terry.
—¿Sabes que es lo que pasa? Que un día mis padres decidieron tener un hijo que tiene pluviofilia y ahora tú estás aquí conmigo —explica y ahora me toma de la cintura mientras me levanta de suelo y me da vueltas en el aire.
Cuando estoy en el aire extiendo los brazos mientras sonrió porque siento tanta felicidad, que por un largo rato se me olvida el sentimiento de soledad con el que he vivido.
Hay veces que a la gente se le olvida sonreír, cuando la realidad es que debemos sonreír cuando tengamos oportunidad aún cuando estemos debajo de una tormenta.
—¡Esto es sensacional! —Digo cuando Terry me baja. No recuerdo haber tenido una sensación tan feliz, y esto me ha puesto tan alegre que hasta se me ha olvidado que el agua que me cae al cuerpo está fría—. Terry —susurro al ver que su expresión ha pasado de felicidad y alegría a una expresión de seriedad.
Y cuando estoy a punto de preguntarle que le sucede, Terry hace lo que tanto he deseado, Terry me besa, mientras sujeta mi cintura y yo coloco mis manos en su cuello.
Su lengua se abre paso en mi boca y ambos profundizamos más el beso. No pienso en nada, no hay nada más alrededor nuestro, solo estamos nosotros, nuestros labios encima del otros, el calor de nuestros cuerpos y las gotas de lluvia que no dejan de caer encima de nuestras cabezas.
El mundo podría llegar a su fin, pero a mí solo me importaría estar en los brazos de Terry.
Ambos nos separamos porque necesitamos aire, así que nos miramos a los ojos mientras respiramos.
—Creo que me estoy enamorando de ti —dice él y yo siento algo cálido y especial dentro de mi ser—.Y no hay nada que pueda hacer para evitarlo.
Me pongo de puntitas y coloco mi frente encima de la suya, mis ambos en su mejilla y me quedo así por varios segundos, hasta que estoy lista para hacerle mi confesión.
—Es bueno saberlo, porque yo tampoco puedo hacer nada para evitar enamorarme de ti —confieso sin atreverme a verle los ojos, pero sé que sonríe.
—Entonces este es el inicio de una historia de amor —comenta abrazándome—. Si tú quieres Candice White, has el honor de ser mi novia.
Nunca antes me habían pedido que fuera la novia de nadie, yo siempre pensé que era porque no le parezco atractiva a nadie, pero ahora estoy segura que mi mente y mi corazón se estaban esperando para que llegará alguien especial.
—Si quiero —respondo y vuelvo a besar los labios de mi ahora novio.
El tiene razón, nuestra historia de amor está a punto de empezar.
Continuará…
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Amor, amor amor, no pues con estos rebeldes hasta ganas dan de lanzarme otra vez a la ilusión del amor. Ok no
Las quiero♡
