Les vengo a compartir este Songfic, inspirado en la canción de el guapo Carlos Rivera. ¡Que lo nuestro se quede nuestro!
Esta es mi canción favorita, y la adapté a los rebeldes, ya que esa bella parejita es inspiración para muchas canciones románticas.
Así que aquí les dejo esta historia inspirada en otra hermosa canción, espero les guste y ¡¡gracias de antemano!!
Songfic: Cuanto te quiero
Art: Betty Graham
Candy, sentía que su piel ardía, un escalofrío recorría todo su cuerpo, mientras miraba a través la ventana. El tren corría a toda prisa, y los copos de nieve eran mecidos por el viento.
El tren se encontraba saturado de pasajeros y algunos de ellos, tuvieron el infortunio de viajar de pie.
Candy permanecía sentada, reviviendo en su mente, las imágenes, de hace apenas unas horas. Una lagrima se deslizó por su mejilla, al recordar las palabras dichas por su amado.
“No quiero perderte, quiero que el tiempo se detenga”
Su corazón se estrujó de dolor, ella también hubiera deseado, aferrarse a él en ese abrazo y nunca más volver a separarse, pero él tenía un deber por cumplir con la mujer que había salvado su vida y ella no se había sentido capaz, de confesarle, lo mucho que lo amaba.
Sintió una pulsada de dolor en su pecho, desde que había subido a ese tren, un presentimiento la perturbaba.
Su cuerpo volvió a temblar, su temperatura se estaba elevando. No fue buena idea caminar bajo la nieve, pero en ese momento ella solo pensaba en correr, y dejar atrás tanto dolor. No le importó el mal tiempo y el daño que podría ocasionarle.
Intentó cerrar sus ojos, pero el llanto de un bebé, llamó su atención. Preocupada por el llanto insistente del bebé, se enderezó en su asiento y buscó con su mirada, donde se encontraba el pequeño.
Unos asientos más delante, una pareja de esposos trataba de calmar a su hijo. La madre del pequeño se notaba afligida, ya que viajaba de pie, y le era difícil alimentar a su bebé en esa posición.
Candy no lo dudó y se levantó de su asiento, para cederle el lugar a la mujer. La joven pareja agradeció de corazón el gesto de la rubia, ella solo les dirigió una débil sonrisa, y camino al final del vagón, para buscar un rincón donde poder acomodarse mejor.
Su cuerpo tambaleó, pues cada vez se sentía peor. Logró llegar a una de las puertas de salida del vagón y la abrió bruscamente, deseaba que el viento frío calmara el calor que invadía su cuerpo en esos momentos.
Un mareo la hizo desvanecer, y pensó que moriría al caer de ese tren, pero al instante sintió como unos brazos fuertes y cálidos la sostenían.
Escuchó a lo lejos una voz reconocida que desesperadamente la llamaba por su nombre, y antes de cerrar los ojos, le pareció reconocer un rostro, el cual anhelaba ver de nuevo, intentó tocarlo con su mano casi sin fuerza y con voz débil pronunció:
- Si es un sueño, no quiero despertar, se siente tan bien estar así, su calor me hace bien y los latidos de su corazón, son una melodía para mi alma. -
La oscuridad la invadió y sus ojos se cerraron.
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Unas horas más tarde, Candy abrió los ojos e intentó reconocer donde se encontraba. Portaba una bata de hospital y unas sábanas blancas cubrían su cuerpo.
Movió su brazo y sintió una punzada de dolor, cuando la ajuga que estaba insertada en la vena de su brazo se movió. Una bolsa de suero le era suministrado a través de una delgada manguera.
Una joven enfermera hizo su aparición portando una tableta, donde hacia anotaciones.
- ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy aquí? – Preguntó Candy confundida.
- Se ha desmayado en el tren, a causa de la fiebre, tuvo suerte de ser atendida a tiempo señorita, estuvo a punto de contraer una severa neumonía. – La enfermera le explicaba, mientras revisaba sus signos vitales.
- ¿Cómo llegué aquí? – Preguntó Candy aún desorientada por la situación en la que se encontraba.
- Un joven la trajo aquí- Contestó la enfermera, mientras le colocaba el termómetro, bajo la axila de su brazo derecho.
- ¿En qué lugar estamos? – Candy preguntó al recordar, que su tren viajaba a Chicago.
- Nos encontramos en Pittsburgh. - La enfermera le sonrió y agregó – El joven que la trajo, debe quererla mucho, no se ha querido despegar de usted ni un momento.
- ¿Un joven? – La rubia se sorprendió.
- Si, uno muy apuesto, por cierto. – La enfermera le guiño un ojo en complicidad.
- ¿Dónde se encuentra el? – Preguntó Candy nerviosa, no podía ser quien creía, ella lo había dejado en ese hospital, al lado de Susana.
- Lo he convencido de salir a comer algo, ha pasado toda la noche y parte de la mañana sin despegarse de su lado. Me ha pedido que no la deje sola, hasta que el regrese.
Candy se sintió muy ansiosa, por su mente, comenzaron a pasar las imágenes de lo que había sido una cruel despedida.
- Le administraré un calmante, su cuerpo necesita reponerse, no debe agitarse – La enfermera sugirió al ver que su paciente comenzaba a alterarse.
Candy no opuso resistencia, pues aún se sentía débil. Poco a poco sus ojos se fueron cerraron y cayó en un profundo sueño.
Continuará..........
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Última edición por Marlene el Miér Abr 24, 2024 3:30 pm, editado 1 vez