Muy buenas tardes amigas combatientes
Hoy la Sociedad viene a cumplir el reto de tratar de hacerlos reír, para ello porque no es mi fuerte tuve que recurrir a mi amiga la diablita Lu.Vi quien gustosamente acepto participar en la creación de esta historia que esperamos les agrade
Sin más preambulo, las dejamos para que lean
Hoy la Sociedad viene a cumplir el reto de tratar de hacerlos reír, para ello porque no es mi fuerte tuve que recurrir a mi amiga la diablita Lu.Vi quien gustosamente acepto participar en la creación de esta historia que esperamos les agrade
Sin más preambulo, las dejamos para que lean
No es bueno hacer enojar a las pecosas…
Se despertó con un sabor amargo en la boca, la claridad del día le dio de lleno en la cara, se giró para evitarla y poder seguir durmiendo, pero unos toquidos en su puerta le indicaron que no podría ser así.
«¿Quién será el inoportuno?»
Pensó en ignorar a la persona y fingir que seguía dormido, pero finalmente apartó de un movimiento la ropa de cama y decidió levantarse, ni bien se había sentado cuando una punzada le atravesó la cabeza, el lugar empezó a darle vueltas, «Creo que será mejor que vuelva a recostarme» coloco su mano sobre el borde de la cama con tan mala suerte que ésta resbalo haciéndole caer con todo su peso y estampando su cara sobre la moqueta gris que cubría el piso.
—¡Auch!
La puerta se abrió y un chico de cabello oscuro y anteojos apareció tras de esta, observo a su amigo tirado en el suelo y solo atino a menear la cabeza en señal de negación.
—Veo que estuvo buena la parranda, Terry.
—Shh, Stear, baja la voz. —dijo el chico desde el suelo.
—Ya veo que la resaca te está matando—, dijo con una risita—. Terry, ¿por casualidad recuerdas algo de lo que paso anoche?
De pronto aparecieron dos chicos más quienes se sumaron a la conversación.
—Vaya, Granchester, hasta acá puedo oler tu aliento alcohólico. —dijo Archie un chico de cabello castaño claro mientras arrugaba la nariz.
—¿Ya le dijiste lo del video? —dijo Neal, el cuarto chico, de tez morena y ojos ambarinos quien miraba a Terry con algo de preocupación.
—¿Pueden callarse y salir de mi habitación?
—Esta claro que aun no lo sabe o no estaría tan tranquilo.
—No, aún no he podido mostrárselo, lo encontré como lo ven y creo que aun no esta en condiciones de pararse.
—Pero mientras mas tiempo pase, mas gente verá ese video, tiene que ir a hablar con Candy para que lo quite.
—¿Qué tanto cuchichean ustedes? Parecen gallinas cacareando.
Archibald intervinó y le arrebato el teléfono a su hermano, Stear.
—A esto grandísimo tonto, estoy seguro de que ni siquiera recuerdas todo lo que hiciste ayer.
El chico entonces le dio play al video donde se mostraba a un Terry bastante pasado de copas, portando un traje de Romeo y declamando a viva voz los versos de esa obra bajo un balcón de donde este esperaba saliera su Julieta, que en este caso era una chica llamada Candy a quien el castaño solía incordiar con apodos como mona pecas, o tarzán pecoso en su afán de llamar su atención. Hacia tal bullicio que a “Julieta” no le quedo de otra que salir para que el susodicho se callara, pero al percatarse de lo que estaba sucediendo saco su teléfono y se puso a grabar.
Candy era una chica muy simpática y estudiosa que cursaba la carrera de artes escénicas y era la encargada de todo lo que involucra poner en marcha una puesta en escena en la facultad, incluido el vestuario.
Hacia un par de semanas atrás habían robado el traje de Romeo del almacén de vestuario, que para variar era uno de los más costosos y antiguos; Candy había tenido que responder por este incidente pagándolo de su bolsillo y quedando con una anotación en su intachable currículo.
—Maldita seas, Terrence ¿Cómo pudiste hacerme esto? —Le reclamo la pecosa cuando bajo a encararlo, pero este lo único que quería hacer era callar esos labios con un beso, mientras que ella lo esquivaba—. Esta me la pagas, Granchester, ya lo verás—. dijo antes de girarse y volver a entrar a su departamento.
Era tal la furia del momento pues recordó las duras palabras que le había dicho el jefe de la carrera y lo decepcionado que estaba por su descuido en uno de los vestuarios más importantes y representativos que tenían. Entonces sin pensarlo, tomo su teléfono e ingreso al fan page de alumnos de la universidad para proceder a cargar el video que había tomado esa noche con un mensaje incluido.
Terrence Granchester, como veo que tienes muchas ganas de demostrar tus dotes actorales, te invito a que vengas a hablar con la encargada del área mañana antes de las 12 del mediodía. No puedes negarte o entregare personalmente este video al decano encargado para que te responsabilicen del hurto al almacén.
Terry sintió que la resaca abandonó su cuerpo apenas leyó el comunicado «¿En qué carajos estaba pensando?» Ah, sí, en conquistar a su mona pecas, porque sí, esa chica lo había cautivado desde el inicio y esta nada que daba su brazo a torcer. Como pudo se sentó en el suelo con la espalda recargada sobre su cama. Esa pecosa era de armas tomar, no quedaba ninguna duda, pero él no les temía a las chicas con carácter, iría a verla y le pediría disculpas por robar el traje, por supuesto, se haría cargo de la situación y listo, estaría todo resuelto. Después para hacer las paces le invitaría un café o algo más.
—¿Y que, no piensas hacer nada?
—Tranquilízate Archibald, no pasará nada, iré a verla y todo quedará resuelto, créemelo—. dijo con autosuficiencia mientras el chico solo rodaba los ojos.
—Pues espero que sea tan sencillo como crees, escuche que ella tuvo que asumir la responsabilidad por la pérdida de ese traje.
—Relájate, Stear, no pasa nada, ahora yo daré la cara y bueno, pagare lo que tenga que pagar. Eso no es problema para mí.
—¿Acaso no te avergüenza que todos estén viendo el video? —dijo Archie con voz sorprendida.
El castaño solo elevo los hombros e hizo un gesto como restándole importancia —No, nunca me ha importado lo que piensen los demás.
—Bueno, yo que tú me apresuraba si quiero llegar a tiempo —señalo Neil apuntando al reloj que marcaba un cuarto para las doce.
—¡¿Quééé?! ¡Demonios!
Corrió hacia el baño y en menos de cinco minutos ya estaba fuera, su pelo castaño lucia aún más oscuro por el agua que destilaba, se puso unos jeans, una camiseta, sus sneakers favoritos y salió apresurado hacia la facultad de artes, que estaba a diez minutos de los dormitorios de su fraternidad.
Los chicos lo miraron salir del departamento que compartían los cuatro esperando que pudiera solucionar y no terminara expulsado.
.
.
.
Dos horas más tarde Terry estaba de regreso, los chicos se encontraban en el comedor donde conversaban y comían unas hamburguesas con papás fritas y gaseosas.
Él castaño se les quedo mirando, parecía querer decirles algo, pero finalmente se quedó callado.
—¿Y, lograste arreglar el problema? —Fue Stear quien rompió el silencio.
—Mmh, digamos que sí, pero ahora tengo otro problema…—dijo mirando hacia otro lado.
—¿Qué? ¿No me digas que le paso el video al rector?
—No… es algo peor.
—No entiendo, ¿Qué podría ser peor que eso?
—Ok, chicos, necesito que lo siguiente que les voy a decir no se lo tomen a mal, pero no me quedo de otra que aceptar
—¿A que te refieres? —dijo Neal dejando la papa que estaba por llevarse a la boca.
—¿Qué hiciste, Granchester? —exigió Archie parándose de su asiento.
—Bueno, es que ella lo necesitaba y era la única forma en la que me perdonaría por el robo y el escándalo.
—¿Qué cosa es lo que necesitaba? —preguntó Stear quien empezaba a sentir un nudo en el estómago.
—A cuatro chicos para complementar una escena de la obra que se va a estrenar en dos días, —dijo esto colocándose detrás del sillón pues Archie había avanzado un paso hacia él.
—¿Qué? No, no de ninguna manera, no cuentes conmigo —sentenció el chico apuntándole con el dedo.
—Lo siento, ya no hay forma de echarse para atrás, ya firmé el consentimiento como grupo.
Las caras de Stear y Archibald se desencajaron, Stear era un chico tímido y reservado que gustaba de pasar desapercibido, mientras que Archie era alguien que cuidaba mucho su imagen. Neal por su parte pensó que sería divertido y siguió comiéndose su hamburguesa.
—Te voy a matar, Granchester —grito Archie encolerizado avanzando hacia él, pero el castaño adivinando la reacción de su amigo ya estaba con un pie fuera del departamento escapando de la ira del chico.
Finalmente, y después de algunas magulladuras en su cuerpo, Terry había logrado calmar los ánimos de sus amigos y en vista de que no podían echarse para atrás, no les quedo de otra que asumir el compromiso.
La obra se titulaba “Don’t Worry be happy” esta se desarrollaba en un manicomio. La escena era simple: debían vestir una especie de mamelucos y bailar la canción de Bobby McFerrin que le daba nombre a la obra. Pero no contaban con que Candy aun no terminaba su venganza contra el castaño y sus amigos iban a tener que pagar junto con él. Antes de pasarles los trajes Candy les había hecho unos “pequeños ajustes” a cada uno, además les ofreció un tratamiento especial para antes de que los maquillaran, pero el único que había aceptado era Archibald quien era sumamente vanidoso y cuidaba demasiado su piel.
Se abrió el telón y el primero en entrar en escena fue Terry, el traje le quedaba apretado en la entrepierna, pero no pudo hacer nada pues Candy no estaba por ninguna parte para arreglarlo, apenas dio unos pasos, levanto la pierna y sintió que el traje se rasgaba de la parte mencionada, entonces empezó a caminar como pingüino intentando que no se fuera a ver algo de más o estaría dando un espectáculo XXX pues los trajes nos les permitían llevar ropa interior.
El segundo en entrar fue Stear con el rostro tan rojo como un tomate, le costaba caminar pues le habían dado unos zapatos enormes, estaba tan nervioso oyendo el bullicio del público que no vio el baúl que estaba a la entrada del escenario, tropezando con este y cayendo aparatosamente mientras uno de sus zapatos volaba por los aires terminando en la cabeza de algún desafortunado mientras que el resto de la gente estallaba en carcajadas.
Era el turno de Archie, pero este se rehusaba a entrar en esas condiciones, pues resulta que el supuesto tratamiento no era otra cosa que tinta de henna mezclada con lodo y vinagre lo que casi hace vomitar al chico. Al intentar quitarse la mezcla se dio cuenta que el color no se quitaba, ¡Su cara estaba negra! Y para colmo de males, el vinagre y el lodo le habían irritado, su cara le ardía y estaba hinchada.
«Te mataré, Granchester todo esto es tu culpa» pensó el chico reprimiendo las ganas de gritar y correr a ahorcarlo.
Neal no pudo convencer a Archie de entrar por lo que Terry caminando como pingüino y Stear con un solo zapato tuvieron que ayudarle, poco a poco lo fueron llevando al centro del escenario donde tenían que cargarlo, cuando Neal se agacho pudo sentir como su trasero quedaba completamente expuesto al aire libre, la tela se había roto, entonces soltó a Archie y se llevo las manos hacia atrás para cubrirse haciendo que Archie se estrellará contra el piso y se llevará con él a los otros dos.
Las risas del público no paraban mientras ellos seguían en el escenario esperando que se cerrara el telón, en eso apareció Candy para agradecer la presencia de esa puesta improvisada con compañeros de su clase. Estaba a punto de accionar el botón que haría reventar un globo con harina, la cual era la guinda de la torta para finalizar su venganza, pero Terry se dio cuenta, por lo que la agarró por la cintura y no la soltó, haciendo que ella al igual que ellos terminaran completamente llenos de harina.
—Eres de cuidado, pecosa, recordaré nunca más hacerte enojar —le dijo guiñándole un ojo a la rubia que reía al ver el estado en que terminaron.
«¿Quién será el inoportuno?»
Pensó en ignorar a la persona y fingir que seguía dormido, pero finalmente apartó de un movimiento la ropa de cama y decidió levantarse, ni bien se había sentado cuando una punzada le atravesó la cabeza, el lugar empezó a darle vueltas, «Creo que será mejor que vuelva a recostarme» coloco su mano sobre el borde de la cama con tan mala suerte que ésta resbalo haciéndole caer con todo su peso y estampando su cara sobre la moqueta gris que cubría el piso.
—¡Auch!
La puerta se abrió y un chico de cabello oscuro y anteojos apareció tras de esta, observo a su amigo tirado en el suelo y solo atino a menear la cabeza en señal de negación.
—Veo que estuvo buena la parranda, Terry.
—Shh, Stear, baja la voz. —dijo el chico desde el suelo.
—Ya veo que la resaca te está matando—, dijo con una risita—. Terry, ¿por casualidad recuerdas algo de lo que paso anoche?
De pronto aparecieron dos chicos más quienes se sumaron a la conversación.
—Vaya, Granchester, hasta acá puedo oler tu aliento alcohólico. —dijo Archie un chico de cabello castaño claro mientras arrugaba la nariz.
—¿Ya le dijiste lo del video? —dijo Neal, el cuarto chico, de tez morena y ojos ambarinos quien miraba a Terry con algo de preocupación.
—¿Pueden callarse y salir de mi habitación?
—Esta claro que aun no lo sabe o no estaría tan tranquilo.
—No, aún no he podido mostrárselo, lo encontré como lo ven y creo que aun no esta en condiciones de pararse.
—Pero mientras mas tiempo pase, mas gente verá ese video, tiene que ir a hablar con Candy para que lo quite.
—¿Qué tanto cuchichean ustedes? Parecen gallinas cacareando.
Archibald intervinó y le arrebato el teléfono a su hermano, Stear.
—A esto grandísimo tonto, estoy seguro de que ni siquiera recuerdas todo lo que hiciste ayer.
El chico entonces le dio play al video donde se mostraba a un Terry bastante pasado de copas, portando un traje de Romeo y declamando a viva voz los versos de esa obra bajo un balcón de donde este esperaba saliera su Julieta, que en este caso era una chica llamada Candy a quien el castaño solía incordiar con apodos como mona pecas, o tarzán pecoso en su afán de llamar su atención. Hacia tal bullicio que a “Julieta” no le quedo de otra que salir para que el susodicho se callara, pero al percatarse de lo que estaba sucediendo saco su teléfono y se puso a grabar.
Candy era una chica muy simpática y estudiosa que cursaba la carrera de artes escénicas y era la encargada de todo lo que involucra poner en marcha una puesta en escena en la facultad, incluido el vestuario.
Hacia un par de semanas atrás habían robado el traje de Romeo del almacén de vestuario, que para variar era uno de los más costosos y antiguos; Candy había tenido que responder por este incidente pagándolo de su bolsillo y quedando con una anotación en su intachable currículo.
—Maldita seas, Terrence ¿Cómo pudiste hacerme esto? —Le reclamo la pecosa cuando bajo a encararlo, pero este lo único que quería hacer era callar esos labios con un beso, mientras que ella lo esquivaba—. Esta me la pagas, Granchester, ya lo verás—. dijo antes de girarse y volver a entrar a su departamento.
Era tal la furia del momento pues recordó las duras palabras que le había dicho el jefe de la carrera y lo decepcionado que estaba por su descuido en uno de los vestuarios más importantes y representativos que tenían. Entonces sin pensarlo, tomo su teléfono e ingreso al fan page de alumnos de la universidad para proceder a cargar el video que había tomado esa noche con un mensaje incluido.
Terrence Granchester, como veo que tienes muchas ganas de demostrar tus dotes actorales, te invito a que vengas a hablar con la encargada del área mañana antes de las 12 del mediodía. No puedes negarte o entregare personalmente este video al decano encargado para que te responsabilicen del hurto al almacén.
Terry sintió que la resaca abandonó su cuerpo apenas leyó el comunicado «¿En qué carajos estaba pensando?» Ah, sí, en conquistar a su mona pecas, porque sí, esa chica lo había cautivado desde el inicio y esta nada que daba su brazo a torcer. Como pudo se sentó en el suelo con la espalda recargada sobre su cama. Esa pecosa era de armas tomar, no quedaba ninguna duda, pero él no les temía a las chicas con carácter, iría a verla y le pediría disculpas por robar el traje, por supuesto, se haría cargo de la situación y listo, estaría todo resuelto. Después para hacer las paces le invitaría un café o algo más.
—¿Y que, no piensas hacer nada?
—Tranquilízate Archibald, no pasará nada, iré a verla y todo quedará resuelto, créemelo—. dijo con autosuficiencia mientras el chico solo rodaba los ojos.
—Pues espero que sea tan sencillo como crees, escuche que ella tuvo que asumir la responsabilidad por la pérdida de ese traje.
—Relájate, Stear, no pasa nada, ahora yo daré la cara y bueno, pagare lo que tenga que pagar. Eso no es problema para mí.
—¿Acaso no te avergüenza que todos estén viendo el video? —dijo Archie con voz sorprendida.
El castaño solo elevo los hombros e hizo un gesto como restándole importancia —No, nunca me ha importado lo que piensen los demás.
—Bueno, yo que tú me apresuraba si quiero llegar a tiempo —señalo Neil apuntando al reloj que marcaba un cuarto para las doce.
—¡¿Quééé?! ¡Demonios!
Corrió hacia el baño y en menos de cinco minutos ya estaba fuera, su pelo castaño lucia aún más oscuro por el agua que destilaba, se puso unos jeans, una camiseta, sus sneakers favoritos y salió apresurado hacia la facultad de artes, que estaba a diez minutos de los dormitorios de su fraternidad.
Los chicos lo miraron salir del departamento que compartían los cuatro esperando que pudiera solucionar y no terminara expulsado.
.
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Dos horas más tarde Terry estaba de regreso, los chicos se encontraban en el comedor donde conversaban y comían unas hamburguesas con papás fritas y gaseosas.
Él castaño se les quedo mirando, parecía querer decirles algo, pero finalmente se quedó callado.
—¿Y, lograste arreglar el problema? —Fue Stear quien rompió el silencio.
—Mmh, digamos que sí, pero ahora tengo otro problema…—dijo mirando hacia otro lado.
—¿Qué? ¿No me digas que le paso el video al rector?
—No… es algo peor.
—No entiendo, ¿Qué podría ser peor que eso?
—Ok, chicos, necesito que lo siguiente que les voy a decir no se lo tomen a mal, pero no me quedo de otra que aceptar
—¿A que te refieres? —dijo Neal dejando la papa que estaba por llevarse a la boca.
—¿Qué hiciste, Granchester? —exigió Archie parándose de su asiento.
—Bueno, es que ella lo necesitaba y era la única forma en la que me perdonaría por el robo y el escándalo.
—¿Qué cosa es lo que necesitaba? —preguntó Stear quien empezaba a sentir un nudo en el estómago.
—A cuatro chicos para complementar una escena de la obra que se va a estrenar en dos días, —dijo esto colocándose detrás del sillón pues Archie había avanzado un paso hacia él.
—¿Qué? No, no de ninguna manera, no cuentes conmigo —sentenció el chico apuntándole con el dedo.
—Lo siento, ya no hay forma de echarse para atrás, ya firmé el consentimiento como grupo.
Las caras de Stear y Archibald se desencajaron, Stear era un chico tímido y reservado que gustaba de pasar desapercibido, mientras que Archie era alguien que cuidaba mucho su imagen. Neal por su parte pensó que sería divertido y siguió comiéndose su hamburguesa.
—Te voy a matar, Granchester —grito Archie encolerizado avanzando hacia él, pero el castaño adivinando la reacción de su amigo ya estaba con un pie fuera del departamento escapando de la ira del chico.
Finalmente, y después de algunas magulladuras en su cuerpo, Terry había logrado calmar los ánimos de sus amigos y en vista de que no podían echarse para atrás, no les quedo de otra que asumir el compromiso.
La obra se titulaba “Don’t Worry be happy” esta se desarrollaba en un manicomio. La escena era simple: debían vestir una especie de mamelucos y bailar la canción de Bobby McFerrin que le daba nombre a la obra. Pero no contaban con que Candy aun no terminaba su venganza contra el castaño y sus amigos iban a tener que pagar junto con él. Antes de pasarles los trajes Candy les había hecho unos “pequeños ajustes” a cada uno, además les ofreció un tratamiento especial para antes de que los maquillaran, pero el único que había aceptado era Archibald quien era sumamente vanidoso y cuidaba demasiado su piel.
Se abrió el telón y el primero en entrar en escena fue Terry, el traje le quedaba apretado en la entrepierna, pero no pudo hacer nada pues Candy no estaba por ninguna parte para arreglarlo, apenas dio unos pasos, levanto la pierna y sintió que el traje se rasgaba de la parte mencionada, entonces empezó a caminar como pingüino intentando que no se fuera a ver algo de más o estaría dando un espectáculo XXX pues los trajes nos les permitían llevar ropa interior.
El segundo en entrar fue Stear con el rostro tan rojo como un tomate, le costaba caminar pues le habían dado unos zapatos enormes, estaba tan nervioso oyendo el bullicio del público que no vio el baúl que estaba a la entrada del escenario, tropezando con este y cayendo aparatosamente mientras uno de sus zapatos volaba por los aires terminando en la cabeza de algún desafortunado mientras que el resto de la gente estallaba en carcajadas.
Era el turno de Archie, pero este se rehusaba a entrar en esas condiciones, pues resulta que el supuesto tratamiento no era otra cosa que tinta de henna mezclada con lodo y vinagre lo que casi hace vomitar al chico. Al intentar quitarse la mezcla se dio cuenta que el color no se quitaba, ¡Su cara estaba negra! Y para colmo de males, el vinagre y el lodo le habían irritado, su cara le ardía y estaba hinchada.
«Te mataré, Granchester todo esto es tu culpa» pensó el chico reprimiendo las ganas de gritar y correr a ahorcarlo.
Neal no pudo convencer a Archie de entrar por lo que Terry caminando como pingüino y Stear con un solo zapato tuvieron que ayudarle, poco a poco lo fueron llevando al centro del escenario donde tenían que cargarlo, cuando Neal se agacho pudo sentir como su trasero quedaba completamente expuesto al aire libre, la tela se había roto, entonces soltó a Archie y se llevo las manos hacia atrás para cubrirse haciendo que Archie se estrellará contra el piso y se llevará con él a los otros dos.
Las risas del público no paraban mientras ellos seguían en el escenario esperando que se cerrara el telón, en eso apareció Candy para agradecer la presencia de esa puesta improvisada con compañeros de su clase. Estaba a punto de accionar el botón que haría reventar un globo con harina, la cual era la guinda de la torta para finalizar su venganza, pero Terry se dio cuenta, por lo que la agarró por la cintura y no la soltó, haciendo que ella al igual que ellos terminaran completamente llenos de harina.
—Eres de cuidado, pecosa, recordaré nunca más hacerte enojar —le dijo guiñándole un ojo a la rubia que reía al ver el estado en que terminaron.
FIN.
Gracias por su lectura