Capítulo 11
—No se que haya pasado entre ustedes dos se supone que deberian estar en su luna de miel, y para Blair fue más importante averiguar todo esto, es una buena mujer hombre, no se te ocurra dejarla ir, y está más claro que el agua que te ama.
—Lo sé, es solo que a veces no la entiendo por unos segundos demuestra algo por mi, y al siguiente momento es tan indiferente. Tal vez todo esto fue un error y yo soy igual de despreciable que Edwin Campbell, y la obligue a casarse conmigo.
—¡Estás loco! he de confesar que fuiste un idiota hace algun tiempo, pero dar toda la fortuna de tu padre para salvarla, es mas que claro que sientes por ella. Además creo que acabo de entender que las mujeres son así por naturaleza. Candy me demuestra algo en su mirada la forma en como ve, y cuando quiero acercarme a ella simplemente huye de mí o me pone cualquier estupido pretexto.
—Terry, ahora que somos familia debo confesar algo y por favor espero no me retires el habla.
—¿Qué hiciste? Si rompiste algo de la villa, no te preocupes, la mayoría son cosas viejas, no soy de esos que atesora jarrones viejos.
—No, no es eso.
—Bueno, anda dímelo prometo no enojarme.
—Te lo diré cuando hayamos llegado a la villa.
—clo, cloc, cloc, cloc. —cacareo como gallina Terry, haciéndole burla a Neil.
—No, no soy una gallina, solo soy precavido y lo diré en un momento, cuando hayamos llegado.
—Ya me estás poniendo nervioso, no me digas que rompieron la cama.
—¡Terry! Eres un…
—No, no mejor no lo digas dejemos las cosas así, está bien, esperaré a llegar a la villa Ardlay..
Neil al entrar a la villa, vio a su esposa sentada tomando el té junto con Candy.
“mi esposa” pensó. Se acercó a ella y le sonrió.
Ella con el solo hecho de mirarlo, ver sus ojos y sonrisa supo que no estaba equivocada, la mujer del cuadro en la villa Granchester había sido su madre.
—Nos vamos querida —le preguntó.
—Si, esta bien.
—¿Todo bien? —preguntó Candy.
—Más que bien, dile a Terry que te cuente todo lo sucedido.
Candy con tan solo con escuchar el nombre de Terry se sonrojo, lo miro a lo lejos platicando con Albert. —Es mejor que se vayan, parece que se avecina una tormenta y la villa Granchester no es que quede lejos, pero es mejor que lleguen antes de la lluvia —mencionó Dorothy.
—Si —asintieron la cabeza los recién casados y Neil tomó la mano de Blair, dirigiéndose a la salida.
—Le entregaste la carta a Candy —masculló preguntando para no ser escuchado. —Si, si se la di ella salió a los jardines a leerla y la vi derramar una lagrimas supongo es bueno.
El quiso cerciorarse antes de contarle a Terry, pero al verlo entretenido con Albert, pensó en no decirle y que fuera el Destino el que obrara.
—Ey, tu primo —lo llamó Terry—. ¡A dónde crees que vas! tienes que decirme lo que prometiste contarme en el carro.
—Blair esperame en el auto iré en unos instantes. —Si está bien y añadió—: Les agradezco a todos tan amena tarde, gracias por todo. Es un placer Blair —respondió Albert—. Está ahora es tu casa y somos familia. Se alejó dejando a Terry y Neil solos.
—Anda dime déjate de tanto misterio. —Terry anoche fui a la biblioteca —Si ya se te gusto demasiado ya me lo habías dicho. Puedes tomar los libros que tu quieras menos la colección de Shakespeare, esa colección algún día estará en mi casa. Bueno quise hojear el libro de Romeo y Julieta y sin querer cayó un sobre a mis pies, se ve que era una carta que tu escribiste destinada a Candy hace algún tiempo.
—¿Qué hiciste con la carta? ¡La leiste!
—No jamás haría eso, es algo muy privado, pero esa carta tiene dueña y fue entregada hoy en sus manos.
—¡Neil! eres un…. —Lo siento, mas vale arrepentirse de lo hecho y si estaba allí supongo sigues pensando en mandarla, asi que matame, pero después de hablar con Candy. —Neil echó a correr y le gritó a todo pulmón —¡Habla con ella!, si no lo haces la gallina es otro.
—¡Me la pagarás, Neil! —y sin pensarlo empezó a reír a carcajadas de nervios, de emoción, de saber que ella su pecosa había leído esas palabras que decían todo y a la vez nada. “Nada ha cambiado en mi” volteo y miro a Candy detrás de él en el umbral de la puerta. Ella estaba muy divertida de ver cómo Terry trató de alcanzar a Neil pero no pudo hacerlo.
—¿Qué pasa entre ustedes? —Se sorprendió de que ella le hablara, cuando lo único que había hecho en la boda y la noche anterior fue huir de él.
“acaso ha cambiado su actitud por la carta” pensó
—Es una larga historia que me gustaría contarte, resulta que él es mi primo, ven vayamos al jardín y ordenemos un té y te contaré toda la historia de mi tía Amar —él la tomó de la mano y ella lo permitió. Un contacto físico tan simple pero que los hizo estremecer. Albert los vio caminar hacia los jardines de ese modo y sorio. “Ya es tiempo de que ustedes también sean felices” pensó.
Ambos se sentaron en una mesita del jardín y por unos segundos permanecieron callados los dos sin decir una sola palabra. Los corazones de ambos palpitaban como hace mucho no lo hacían. El pensó que sería más fácil aprenderse mil guiones y salir al escenario que estar ahí al lado de ella y confesar que la amaba más que nunca.
Por su parte Candy creyó que era mucho más fácil estar en una sala de operaciones y ver un cuerpo abierto en alguna cirugía que estar ahí al lado de la persona que le hacía sentir mariposas en el estómago desde el colegio.
Terry sabía manejar muy bien sus emociones no solo por sus dotes histriónicos, si no porque desde niño aguanto el no llorar cuando no estaba su madre a su lado o cuando su padre no le daba su lugar como hijo y permitía que su esposa lo llamara bastardo. El colegio San Pablo era la cárcel para muchos pero para él fue la libertad del martirio de los Granchester. Solo una vez le había hecho caso a su corazón en vez de a su cabeza. Había sido el momento en que conoció a Candy, aquellos ojos grandes como verdes esmeraldas en medio de una noche fría y de neblina lo cautivaron, se preguntó si acaso había sido un ángel que había mandado un ser divino del que muchos hablan. La busco en el barco al otro día pero no la encontró, grande fue su sorpresa al verla en el Real Colegios Pablo.
Estaba muerto de aburrimiento en la colina de la escuela ahí donde podía fumar un cigarrillo y mirar al cielo sin que nadie lo molestara. Al ver a Candy por primera vez reprenderlo por fumar en su colina le causó mucha gracia pero después al darle una armónica para que dejara de fumar le hizo sentir sensaciones nunca antes experimentadas. Era la primera vez que alguien genuinamente se preocupaba por él.
Para Candy había sido el chico malcriado y grosero al principio; quien mejor que ella para saber que esas actitudes no eran más que un llamado de auxilio, le hizo recordar a algunos niños del hogar de Pony, que llegaban ahí no por ser huérfanos verdaderamente sino por que sus padres los abandonaron, por lo regular eran los más rebeldes pero la señorita Pony y la hermana Lane, siempre con sus acciones de amor y cuidándolos, solían derribar esa barrera y los niños cambiaban de actitud. Supo que ese engreído como le dijera a Terry Granchester, necesitaba de un amigo genuino y ella estaba dispuesta a serlo. Sin pensarlo él la enseñó a mirar adelante y dejar atrás su dolor.
Ambos chicos abrieron su corazón uno al otro. Terry le había demostrado que era capaz de sacrificarse por ella.
Y sin pensarlo acabaron mandando cartas uno al otro con la esperanza de estar algún día juntos. Pero el destino les había arrebatado esos planes.
En las escaleras de un hospital habían dicho adiós, los dos habían sacrificado su felicidad por la de Susana Marlow. Tiempo después la chica enfermó y falleció.
Candy pensó que él la buscaría pero no fue así y entendió que para él solo había sido tal vez un amor de colegio y nada más.
Pero la carta que le había entregado Blair le había demostrado que estaba equivocada, él seguía sintiendo lo mismo por ella esas palabras encerraban tanto.
“Nada a Cambiado en mi”
—Yo…. —hablaron los dos al mismo tiempo. —Candy…
—Terry… —volvieron a decir los dos al mismo tiempo.
—Tu primero Terry, qué pasó con las joyas de Neil, me contó toda la historia Blair. —ella en esos instantes hubiese querido decir lo que su mente y corazón sentía pero debía mostrarse tranquila era mejor empezar hablando de otro tema.
—Pues resulta que esas joyas fueron de mi tía Amar y Neil fue el hijo que tuvo. Ella falleció en el parto.
—¡Es increíble! —Mencionó Candy.
—Así es, todavía lo estoy procesando en mi mente, estuve tan cerca de él, que te diré era un Indiota en el colegio.
—¡Terry! —Oh si disculpa señorita pecas, perdona mi vocabulario. Ay pero no lo puedes negar, era insoportable con su hermanita loca, aunque me pongo en sus zapatos y comprendo también que tuvo una niñez donde la que decía ser su madre solo lo utilizó o aparentó tratarlo bien. No somos tan diferentes, no hemos tenido una fácil niñez.
—Yo siento mucha felicidad por él, ahora conoce sus orígenes y quizá jamás sepa los míos, pero he sido muy bendecida con mis dos madres. Quisiera conocer la
Pintura donde está su madre.
—Será un gusto recibirte cómo mi invitada en la villa.
—De verdad me dejarías ir.
—Por supuesto, porque no lo haría.
—No lo sé, por mucho tiempo pensé que tú… mm… no querías saber nada de mi. Hasta esta tarde.
—Ha llegado el momento de sincerarme contigo, se que te dieron una carta que mande, pero después la recuperé. Lo que dice es verdad, todo aquello que algún día soñamos compartir quiero hacerlo realidad solo contigo, quiero un futuro contigo.
Candy se levantó de la silla y dio unos pasos ante su declaración.
—Terry yo… —pensó cómo debía decir las cosas. Ese silencio hizo estremecer a Terry.
—Yo… yo…he tratado de sacarte de mi corazón por mucho tiempo, pero es imposible, he entendido que formas parte de mi pasado y quererte olvidar sería negarme todo lo vivido a tu lado y no quiero hacerlo; aunque también hay una dolorosa despedida no cambiaría nada de lo vivido. Esa despedida me permitió sentir tu abrazo y tus cálidas manos abrazándome. Fueron los segundos más amargos y dulces a la vez, de toda mi vida.
—Así —mencionó abrazándola de la misma forma que lo hiciera en esa despedida—. Ahora podemos hacer de esto nuestro diario vivir. Sin ti he sido cómo un barco a la deriva. Sueño con tu voz que me llama pero cuando despierto se que no estás. Hace año y medio escribí que nada había cambiado en mi, pero hoy que estás así en mis brazos dejándome abrazarte, te puedo decir que sí ha cambiado es más fuerte que nunca. Te amo.
Ella se volteó y lo miró con lágrimas en sus ojos era una confesión que había imaginado por mucho tiempo y se estaba haciendo realidad. Él limpió sus mejillas y cerró sus ojos ante sus cálidas manos. Y en ese momento la beso. Un beso tierno donde al principio candy no supo qué hacer, ella fue relajándose poco a poco con cada pequeño beso que le daba hasta que lo abrazó por el cuello, él la estrechó con fuerza y al oído le dijo:
—Te quiero y te quiero para siempre.
Unos ojos azul cielo sonreían ante la imagen que observaba desde la ventana de su oficina y de la nada una voz femenina lo sorprendió.
—Señor Ardlay creo que debe dejar de andar de mirón por esa ventana.
—¡Chismoso yo! Has dicho ¡cómo se atreve señorita Dorothy! Yo solo observaba la naturaleza, el día es espléndido para salir a caminar excepto por que parece llegará la lluvia en quizás una hora.
Ella carraspeó —Si ajá la naturaleza.
—No me crees. —lo vio quitarse el saco y tragó saliva.
—Disculpa mi atrevimiento creo que mejor me retiro.
—Ah no, me dijiste chismoso y pagarás por ello. Fue más rápido que ella y le cerró el paso hacia la salida.
—Yo no dije chismoso, dije mirón tu te adjudicaste esa palabra.
—Con que esas tenemos he.
Dorothy se quedó mirándolo muy seria sin saber qué decir. Lo vio tan serio que pensó que lo había hecho enojar.
—Discúlpame no quise…
—Que… decirme chismoso —soltó una carcajada Albert haciéndole sentir alivio—. Solo hay una manera de que te perdone y pase por alto esta ofensa.
—Cuál —preguntó ella
El se acercó a ella y la jaló hacia sí besándola apasionadamente. Un beso que ella respondió de inmediato. Desde que viajaron en el barco rumbo a Escocía ambos se habían sincerado sobre sus sentimientos. El supo que desde hace mucho tiempo ella lo amaba en silencio y él descubrió que al pensarse lejos de ella no lo soportaría. Ahí estaban sus sentimientos a flor de piel
Ella se separó deprisa y mencionó : —Alguien puede venir. —Nadie lo hará, los recién casados se acaban de ir a continuar su luna de miel, Candy y Terry tienen mucho que decirse y ponerse al día con sus vidas y mi sobrino Archie y Anie salieron de compras así que estamos solos. —la beso nuevamente.
—Después del memorial de la tía abuela anunciaré nuestro compromiso y regresando a casa nos casaremos.
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—¿Qué hiciste Neil? —preguntó Blair al verlo llegar al auto corriendo y agitado.
—Le he confesado a Terry lo que hicimos —soltó una carcajada—. Solo espero que ese par por fin logren estar juntos después de tanto dolor.
Después de unos minutos en silencio en él auto quiso tomar su mano, ella de inmediato la retiró. —No tienes que hacerlo, nadie nos mira anoche me dejaste muy claro que solo somos un matrimonio falso y nos divorciaremos en dos años.
—Para el auto —ordenó Blair. Y él al hacerlo, ella abrió la puerta deprisa, se inclinó hacia delante y vomitó. Neil se bajó del coche fue hacia su lado y se inclinó. Su rostro estaba pálido claramente no se sentía bien. Él acarició su espalda y sacó un pañuelo de su saco para que limpiara su boca y sus lágrimas. la reacción de él la desconcertó, acaso estaba preocupada por ella.
Ambos subieron al carro, relámpagos se miraban a lo lejos, la tormenta no tardaría en llegar, y cuando menos lo pensaron el coche se movía suavemente un rebaño de ovejas estaba alrededor de ellos.
—Creo que tenemos compañía —mencionó Neil. —Bienvenido a Escocia, seguramente el pastor o granjero no debe estar lejos, los relámpagos las hacen estar un poco inquietas. Además aquí un día puede estar soleado y sin pensarlo hay tormenta cómo la que se avecina.
—Es mejor que vaya a ver.
—Pero Blair, no te encuentras bien. —Es solo el malestar por lo que tomé anoche y creo que lo poco que comí con Candy y Dorothy me cayó mal.
—No me gusta el olor a ovejas… huelen raro…
—Ay por favor, no son tan desagradables, de hecho cuando son bebés son adorables. —bajo el vidrio del auto para poder salir por la ventana.
Él se obligó a salir del mismo modo y como pudieron se abrieron paso entre el rebaño.
—No hay nadie —mencionó Blair—. Ellas no se van a mover. Será mejor que caminemos hasta la villa Grandchester, estamos a la mitad del camino.
—¡Y el auto! —Nadie se lo va llevar, mañana vendremos por él.
Las gotas de agua empezaron a caer hasta convertirse en una torrencial lluvia, cuando llegaron a la villa, ambos estaban empapados.
—Él no pudo evitar mirar su cuerpo, con la ropa empapada pegada a su silueta, era tan bella pensó mientras la miro subir las escaleras corriendo.
—Anda vamos, debemos cambiarnos o enfermaremos, tu maleta está en el cuarto. Al llegar a la habitación cerraron la puerta detrás de ellos y se observaron uno al otro, el se acerco a ella y se inclinó. Blair lo miró desconcertada, pero no hizo nada para resistirse, él hundió sus dedos en su cabello húmedo y posó sus labios sobre los de ella. Ella quiso protestar pero al abrir sus labios solo sirvió para que él invadiera su boca con su lengua. Quiso darle un pequeño beso pero sus instintos fueron más fuertes.
Continuará…
Última edición por Saadesa el Vie Abr 26, 2024 1:02 am, editado 1 vez