Juegos del mal.
“En el tablero de los juegos donde el
mal se erige como maestro, los secretos
son los alfiles que acechan a los
peones, moviendo sus destinos y
desafiando a la reina”
A la mañana siguiente, los rayos de sol que se colaron por las ventanas de su habitación, la habían hecho despertar de un sueño intranquilo, plagado de pesadillas y recuerdos fragmentados. un escalofrío recorrió el cuerpo de Paty al comprender la magnitud de su sacrificio. El secreto que guardaba era tan oscuro como profundo, una carga pesada que la acompañaría en silencio por el resto de sus días. Era consciente de haber desencadenado fuerzas que superaban su comprensión, fuerzas que ahora la ataban al Diablo por un lazo irrompible. Un torbellino de emociones la invadió: miedo, culpa, remordimiento. Sabía que había hecho algo terrible, algo la habia marcado para siempre. En un futuro incierto se preguntaba qué le depararía ahora que estaba atada a un ser tan maligno.
Las dudas la asaltaban, susurrando en su mente que tal vez había pagado un precio demasiado alto. ¿Podría vivir con la culpa de haber entregado una parte de sí misma a cambio de un amor tan fugaz? ¿Podría mantener en secreto su pacto con el rey de las sombras para siempre? La incertidumbre la atormentaba, pero no podía negar la irresistible atracción que la había llevado a este punto.
Paty se aferró a la esperanza de que su sacrificio diera sus frutos. La imagen de su amado, vivo y a su lado, era el único consuelo que tenía en medio de la oscuridad que la rodeaba. Sabía que había hecho un trato con Lucifer, y ahora solo el tiempo le diría si había logrado engañar al mismísimo señor de las tinieblas. Se preguntaba si su amado Stear, la seguiría amando ahora que ella había hecho este pacto, o si la culparía por lo que había hecho; Inmerso en la malevolencia desatada por el impredecible efecto mariposa, el destino de Stear se adentra en las sombras de un enigma profundo, presagiando consecuencias ominosas y de magnitud incalculable. Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en las posibles consecuencias de su decisión.
El cuerpo adolorido y algunas magulladuras en sus piernas no le impidieron llevar a cabo su actividad educativa. Atareada entre los pasillos corría Paty, tratando de huir de sus propios pensamientos. Se dirigió con el tiempo justo hacia la capilla del internado, buscando refugio en la quietud del lugar sagrado. La misa matutina estaba por iniciar, un ritual que le brindaba un fugaz consuelo en medio de su tormento.
Annie, su mejor amiga, la vio entre los estudiantes y se acercó a ella con preocupación. Su mirada se entristeció al ver el rostro ojeroso y el semblante cansado de Paty, evidentes señales de otra noche sin dormir. Preocupada, pero sin querer alarmarla, Annie susurró:
ㅡPaty, amiga mía, veo que la noche no ha sido benévola contigo. Me siento muy culpable por ser una carga para ti en medio de mi caos. Sé que no he sido la mejor amiga últimamente, y eso me duele. Pero quiero que sepas que si en algún momento, la vida me pidiera cambiáramos de lugar, lo haría encantada.
Paty la miró con una mezcla de gratitud y temor. Las palabras de Annie la conmovieron, pero también despertaron en ella una oleada de emociones reprimidas. Cerró los ojos con fuerza, tratando de controlar su respiración agitada. Cuando los abrió, su voz sonó fría y distante:
ㅡNo, Annie. No me debes ninguna disculpa. Cada quien es responsable de sus actos y de las consecuencias que estos traen. Si mi estado te afecta, es porque yo lo permito. No puedo culparte por mis propias decisiones.
Annie la miró desconcertada. Nunca había visto a Paty tan fría y distante. Su tono de voz era como un cuchillo afilado, cortando el aire con una precisión aterradora. Un incómodo silencio se apoderó de ellas, roto solo por el murmullo de los estudiantes que se dirigían a la capilla.
ㅡMira, ahí viene Stear, ㅡdijo Annie aleteando sus brazos para cambiar el tema, sintiendo una punzada de incomodidad.
Apresuradamente, Paty se pasó las manos por las mejillas, tratando de dar un tono más fresco a su rostro, pero sabía que era inútil. Las ojeras profundas y las marcas de desvelo eran un reflejo de su tormento interno.
ㅡHola chicas, oh, Paty, ¿qué te pasó?! Pareces un fantasma, ㅡdijo Stear con una sonrisa traviesa, seguido por la risa apaga de su hermano Archival.
Paty sintió una ola de ira recorriendo su cuerpo. ¿Cómo podía ser tan insensible? ¿Acaso no notaba su dolor?
De pronto, eco de la voz de Neil resonó en los pasillos, acompañado por un tono burlón. Su movimiento era tan afilado que el aire se partía a su paso: ―No es muy cortés saludar a tu novia así, Stear, ―intervino, el único entre los amigos que parecía captar el estado de ánimo de Paty. ―Creo que no deberías juzgarla por su palidez.
Paty agradeció con un gesto de cabeza, pero las palabras se atascaron en su garganta. Giró sobre sus talones, decidida a alejarse de la mirada acusadora de sus amigos. Su único deseo era refugiarse en su habitación, donde la soledad sería su única compañía, donde su dolor no sería expuesto ni juzgado por nadie más.
Con el corazón latiendo con fuerza, Paty apresuró el paso por los pasillos, el sonido rítmico de sus tacones resonando en el suelo de mármol, como un tambor que marcaba su angustia. Un escalofrío recorrió su espalda cuando sintió pasos apresurados detrás de ella. No necesitaba voltear para saber quién era.
―¡Paty, espera! ―La voz de Neil sonó como una carcajada siniestra, un eco de su incomodidad que la perseguía.
Neil la alcanzó antes de que pudiera escapar, atrapándola con la agilidad de sus dedos, los cuales se engancharon con fuerza a su muñeca. La arrastró hacia un rincón oscuro y estrecho, acorralandola contra la pared como un depredador acechando a su presa ,―¿A dónde crees que vas, Paty? ¿Huyendo otra vez? .―su voz sonaba suave, pero sus ojos destilaban un brillo peligroso, un reflejo de su sádica diversión.
Paty lo miró con dureza, su mandíbula se tensó con tanta fuerza que temía que sus dientes se rompieran.
―No te atrevas de nuevamente, Neil, ―susurró entre dientes, su voz temblaba por la ira contenida. La proximidad de su rostro le causaba una mezcla de sensaciones desconcertantes, una danza tumultuosa de repulsión y deseo.
Neil soltó una carcajada áspera, un sonido que cortaba el aire como una hoja afilada.
―¿No me atrevo... a qué? ¿A descubrir tu pequeño secreto? ―se inclinó hacia ella, su aliento cálido acariciaba su rostro con una promesa de peligro. ―Cuéntame, Paty, ¿cómo lograste salir airosa del tremendo lío en que estabas en América? hiciste tanto para que… no parece valer la pena ; aunque ¿Supongo que usaste tu falsa ingenuidad para engatusar a los inocentes?
Paty apartó la cabeza con un gesto brusco, sintiendo un disgusto por las palabras de Neil, pero también una chispa de miedo que se encendía en su interior.
―No sabes nada ―mintió Paty, sosteniendo la mirada con determinación, aunque sus ojos traicionaban su temor.
―¿De verdad? Porque yo creo que sé bastante, ―la acorraló aún más, su cuerpo rozando el suyo con una intimidad que la hacía estremecer. ―Sé perfectamente por qué fuiste a ese lugar, Paty. Para nosotros no es ningún secreto, y no creo que a tu familia le guste saber que su prestigiosa hija está metida en esos oscuros asuntos. ¿Qué dirían tus padres? ¿Y tu abuela Marta?
Un estremecimiento se deslizo por la espalda de Paty. Neil no tenía pruebas, al menos eso creía ella, pero el mero pensamiento de ello, la invadió con una mezcla de sensaciones, especialmente el temor a ser descubierta. Un eco palpitante resonaba en su interior, alimentando sus propios miedos y dudas.
―No tienes forma de comprobarlo, ni pruebas. Te lo he dicho antes y lo sostengo; es tu palabra contra la mía― dijo con voz forzada, intentando mantener la compostura ante la tormenta de emociones que la embargaba.
―Oh, sí que las hay, y están listas para salir a la luz, señorita O´Brien ―susurró Neil en su oído, su aliento seductor pero nocivo, la envolvió en una atmósfera cargada de peligro. ―A menos que quieras que ese secreto no se revele, te sugiero que cooperes.
Paty lo miró desafiante, pero en sus ojos había un destello de miedo y algo más, un oscuro remolino de emociones que intentaba ocultar al apartar la mirada. Neil tenía razón. No podía arriesgarse a que su secreto se descubriera, no después de todo lo que había sacrificado, para mantenerlo oculto. Pero también dudaba de la palabra de Neil. La presion del castaño, le habia dejado en claro que ya no habia mas tiempo para pensarlo.
―¿Qué quieres? ―preguntó con voz ronca, sus labios apenas separados por una distancia insignificante de los de Neil, su mirada atrapada en la intensidad de la suya.
La sonrisa de Neil se amplió, un gesto lleno de malicia y deseo.
―Eso lo podemos discutir ,―dijo con la intensidad plasmada en su gutural voz, acercándose aún más a ella. ―Pero te advierto, Paty, esto no... tampoco será un juego.
El pasillo quedó sumido en un tenso silencio, roto sólo por el sonido entrecortado de su respiración agitada. Los labios de Neil, tan cerca de los suyos, iniciaron una danza primitiva, una danza de pasión y peligro que los arrastraba a un abismo sin retorno. La amenaza de Neil colgaba en el aire, espesa y asfixiante, envolviéndolos en una tormenta de emociones turbulentas, una tormenta que amenazaba con arrastrarlos hacia lo desconocido. Paty sabía que estaba atrapada, a merced de las artimañas de Neil, pero aún así, no podía evitar sentir una mezcla de emociones descontroladas, miedo, deseo y algo más, algo que se retorcía en su interior, clamando por ser liberado.
Continuará...
Mis pequeñas damitas amantes de la lectura oscura, llegamos al final de este capítulo juntos. Les agradecemos de corazón nos hayan acompañado en esta travesía y por sumergirse en las profundidades de esta historia. Aunque el foro Rosa está próximo a cerrar sus puertas, les extendemos una cordial invitación para reunirnos nuevamente, el proximo año y darte un digno y emocionante final a esta historia. ¡Nos vemos el próximo año, con nuevos capítulos y el ya mencionado final!!
Escrito con mucho cariño por
An Le Mon & SrMcfaber.