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Buenas noches traviesas niñas del Hogar de Pony, no podía irme de esta Guerra Florida, sin dejar un pequeño aporte en mi lado favorito del foro.
Así que, arrastrada por los pensamientos perversos de mi amiga Ambar Graham, hemos escrito este one shot, mismo con el cual aprovecho en despedirme y agradecerles el cariño y apoyo brindado a mi persona, como a mis compañeritas "Las Musas de Graham". ¡Gracias por todo!
Escrito por Ambar Graham y Astrid Graham, inspirado en la canción 'Don't Go Insane' de DPR IAN. Contenido lemon/ Mundo alterno/ Out of Character.
— ۵—
El famoso actor de Hollywood Terence Graham, es un enigma envuelto de encanto, un torbellino de talento y magnetismo. Su sonrisa es capaz de derretir el hielo más impenetrable, con su mirada profunda y llena de misterio, atrae a las mujeres como polillas a la llama. Candy y Susana, conscientes de la intensidad de su amor por él, se ven envueltas en una relación ardiente y para nada convencional, ¿o sí?
— ۵—
Terence Graham.
Llego al pent house como alma que lleva el diablo, y de un manotazo mando a la mierda todo lo que está sobre una de las mesas de cristal en la entrada.
—¡Ahhhhh, joder! — Grito fuertemente, mientras que paso las manos por mis cabellos con desesperación. Me quito la maldita corbata y desabrocho los primeros botones de la camisa, busco la licorera para servirme un trago, porque hoy más que nunca lo necesito.
Jamás había perdido un papel protagónico tan importante, ni el autocontrol como me sucedió esta tarde. Pero mi instinto salvaje pudo más esta vez, mandando al carajo esta gran oportunidad que tenía entre las manos.
Pero como resistir a esas dos almas cautivadoras… Candy, la rubia radiante con ojos verdes como esmeraldas y esas pecas que salpican su rostro como pequeñas luciérnagas, dándole un aire de inocencia tan angelical que duele verla. Y Susana, la hermosa Susy, quien es la personificación de la elegancia, sensualidad y erotismo puro. Con su cabello lacio como la seda y ojos azules que reflejan la bóveda celestial.
Desde que supe que audicionarían como mis coprotagonistas, se apoderaron de mi mente los pensamientos más impuros existentes e inexistentes. No he podido sacarlas de mi cabeza y siento que estoy por perder la poca cordura que me queda, porque el ardiente deseo que recorre mi torrente sanguíneo amenaza con explotar.
¿Estoy loco? Posiblemente, me río de mí mismo. No, no lo estoy, follar es lo que necesito hasta que satisfaga mis ganas de querer poseer a esas dos rubias. Por eso es que he llamado a Karen mi mánager, para que me mande un par de mujeres y me bajen esta calentura que traigo encima.
Ahora que recuerdo… Susy dejó una nota en el bolsillo de mi chaqueta, así que voy a buscarla.
“¿Irás a la cena del “Foro Rosa”? Te esperamos…”
¡Maldición! Lo había olvidado. Gezabel me envió la invitación del vigésimo quinto aniversario de la galería. Veo la hora en el reloj y cambio de planes, tengo el tiempo suficiente para prepararme, llamo a Karen.
—¿Acaso tan urgido estás? — Es lo primero que responde a mi llamada—. Tranquilo Romeo que tu “Pedido” ya va en camino—. Dice con sarcasmo.
—Cancélalas, ya no las quiero—. Me dirijo hacia la ducha.
—No jodas Graham—. Responde molesta.
—No jodas tú Karen. Dime ¿Por qué no me recordaste de la cena de esta noche? — Le recrimino con seriedad.
—¿Cuál cena? Espera, voy a ver en mi agenda… No hay nada para hoy cariño.
—Claro que sí, es la fiesta de la galería del Foro Rosa.
—Oh claro, ya lo recuerdo. Mandé en tu nombre un despampanante arreglo con muchas rosas, y una pintura al óleo, exquisita en verdad. Es que no pensé que quisieras ir, ya que huyes de esas fiestecillas donde te acosan todas tus fans.
—Pues para la próxima pregunta antes de tomar decisiones por mí. Igual, Geza me prometió que habrá un perímetro de extrema seguridad, y solo llegaremos invitados exclusivos, nada de fans.
—¿A poco vamos a ir? — Su voz suena apagada—Es que como nunca vas, por eso…
—Esta noche si iré, y descuida no debes acompañarme.
—Gracias cariño—, Responde tranquila— la verdad no tenía ganas de ir. Ahora cancelo a las modelitos, chao mi cielo.
—Adiós Kleiss.
—¡¡Graham espera!!— Grita antes de que corte la llamada — ¿Te mando alguna limusina?
—No. Iré en el convertible.
—Okey, ¡pórtate mal!
—¡Siempre! — Finalizo la llamada.
Tomo una fría ducha, la cual ayuda a menguar solo un poco las ansias que me carcomen. Pero al recordar los besos que les di frente a las cámaras en la audición, de nuevo mi cuerpo reacciona, y es que me siento como un maldito lobo hambriento, un lobo que ha pasado por mucho tiempo en la oscuridad de esta fantasía enloquecedora.
— ۵—
No mucho me agradan los eventos sociales, porque llevo alrededor de casi dos horas siendo amable y cortés, respondiendo más de alguna entrevista, incluso siento mi mandíbula entumecida de tanto sonreír a las cámaras.
Cuando veo llegar a mis dos ángeles rubios, me disculpo con las anfitrionas del evento, y me conduzco con pasos lentos hacia ellas, las saludo depositando besos delicados en sus mejillas. Y luego me permito en contemplarlas, esta noche lucen radiantes y sensuales, tengo que tragar en seco porque me han dejado sin aliento. Después de algunos saludos, entramos juntos al gran salón, cada una aferrada a mis brazos.
«¿Estaré loco al desear a las dos al mismo tiempo?», me pregunto. Veo sus pechos expuestos en sus pronunciados escotes, esos manjares lucen tan apetecibles y yo no puedo hacer más que empezar a fantasear con saborear y lamer uno a uno. De pronto siento algo de calor, en lo que socializan, me aparto para ir por un trago.
Pasadas unas horas, me encuentro conversando y fumando con unos colegas, hasta que mis ojos se topan con las rubias, entre ellas se dicen cosas al oído y luego me sonríen con descarada coquetería,una chispa recorre mi cuerpo, así han estado provocándome durante toda la velada, y estoy a punto de llegar al límite.
Ellas saben que me tienen a su merced, y se los demostré hoy al dejarme arrastrar por mi instinto masculino, donde después de besar el cuello de Candy, invadí con ardor la boca de Susana. Y fue hasta que Candy me apartó diciendo que el director había dicho “Corte”, palabra que obviamente no escuché por perderme en la oscuridad de esa fantasía personal.
Ser los protagonistas de la película “ Ménage à trois”, era mi fantasía hecha realidad, pero por mi estupidez, perdí el papel. Sin embargo, sé que a ellas les gustó ese pequeño arrebato de locura, de hecho, siempre que pueden se me insinúan, y estoy seguro que si les propongo hacer eso que deseo con fervor, ellas aceptarán.
—Te espero afuera…— Susana me dice en un susurro antes de alejarse de mi vista, contoneando sus exquisitas caderas.
—Para ti—. Me dice al oído la sexy pecosa, entregándome con suma discreción sus diminutas bragas, las cuales aprisiono en mi puño. También la veo alejarse, y sus glúteos libres se mueven tan delicadamente debajo de la tela de su sensual vestido…
«¡Maldición!, debo salir de aquí, ¡ahora!».
Dejo el vaso de güisqui que tenía en la mano y me aparto para acomodar mi erección, salgo sin despedirme de nadie, con mirada felina las busco y al hallarlas sobre el capó de mi auto, no espero más y le pido las llaves al valet parking.
La fiesta sigue adentro, por lo cual no hay ni un alma en el parqueadero, y las luces clandestinas son el escenario perfecto para contemplar sus curvilíneas y perfectas siluetas. Llego a ellas y en un impulso tomo el tierno rostro de Candice besando sus apetecibles labios saciando mi sed, mientras siento como Susana me abraza por detrás y acaricia mi miembro sobre la ropa.
Y es en esos momentos cuando maldigo nuestra suerte al ser actores famosos, ya que somos conscientes que debemos irnos de inmediato, antes de que alguien nos encuentre y nos tomen fotos infraganti. «Aunque sería un interesante escándalo», rio con descaro.
Me separo de Candy mordiendo levemente su labio inferior, y la guío para que suba, después hago lo mismo con Susana, quien, manteniendo su esencia irreverente, sonríe cual diablilla dirigiéndose a la parte trasera del vehículo, se agacha más de la cuenta dejándome apreciar un delicioso enfoque de su derrier. Al estar ambas adentro no dejan de tocarme por todas partes del cuerpo, una de copiloto y la otra desde atrás, obligándome a desplegar el techo del vehículo. Salgo del lugar y conduzco como un loco poseído, sin importar los límites de velocidad ni las normas de tráfico, pues eso ahora me importa una mierda.
Repaso mentalmente cual de mis apartamentos queda más cerca, y es ahí a donde me dirijo.