EPÍLOGO I, PROMESAS
— Como el rey lo había supuesto, notó la pasión con la que se expresaba Terrence, eso le gustaba, no lo interrumpió, oquiso dejarlo seguir. — ¡Todo eso de lo que le hablo lo encontré en la mujer que tomaré por esposa!, ¡Estoy dispuesto a enfrentarme a lo que sea para lograrlo! — ¡Veo que amas de verdad a esa chica!, ¿No te importa que sea adoptada? — Terry lanzó una fiera mirada al monarca, que prosiguió. — ¿Tampoco te importa que sea plebeya? — ¡No, no me importa! — ¡Bien!, ¡Tienes mi permiso para casarte! — La perplejidad se dibujó en la cara del apuesto joven, que por unos instantes no supo que decir. — Pero… — Se adelantó a decir el monarca. — ¡Tengo una condición!, ¡Tienes que aceptar ser el sucesor de tú padre! — ¡Su alteza, yo no estoy interesado en ello, prefiero que mi padre me repudie! — ¡No, eso no es aceptable!, ¿Sabes que él quiere desposar nuevamente a tú madre?, ¡Estoy dispuesto a aceptar los dos matrimonios, sí tu aceptas el ducado! — Ese había sido un golpe bajo, pensó Terrence, no podía negarles a sus padres la oportunidad que la vida les brindaba para estar juntos como siempre debió ser. Bajó la cabeza, nunca se imaginó que se le presentaría esa disyuntiva, ¿Qué pensaría Candy?, seguramente ella no se opondría, pero y ¿Yo?, ¡No quiero encerrarme en el parlamento, dejar el teatro! — Cavilaba bajo la mirada escrutiñadora del rey. — ¡Piénsalo bien, Terry!, ¡No se puede huir de los orígenes!, ¡Estoy seguro que tú y esa chica, harán maravillas por el ducado!, ¡Ella es noble de corazón, tengo la certeza de que será una magnifica duquesa y que llevará el apellido Grandchester con orgullo, asimismo, podrá realizar grandes obras de caridad, ayudar a los más necesitados!, ¡Tú podrás seguir actuando, no te obligaré a participar en las desgastantes sesiones del parlamento, solo cuando sea necesario tú voto!, tampoco tienes que hacerte cargo en estos momentos, ¡Lo harás hasta que tu padre ya no pueda!, ¡Déjame decirte que tiene mucha energía todavía! — ¿Qué pasa si me niego? — ¡No podrás hacerlo!, ¡Soy benévolo Terry!, como te dije sé todo de ti y de la chica Ardlay. ¿Crees que ella entenderá tu negativa cuando se entere que han perdido el ducado?, ¡No lo creo!, pero tampoco quiero que temas a mi decisión, ¡Sí te quiero como sucesor, es porque eres lo que se necesita, fuerte, tenaz, inteligente, apasionado en defender tus ideales, sincero!, ¡Ayúdame a transformar esta sociedad!, ¡Necesito nobles como tú!, ¡El pueblo merece personas como ustedes! — Terry ya no quiso contradecir a Jorge VI, le había dado argumentos lo suficientemente válidos para aceptar, no obstante, aclaró. — ¡Tengo que pensarlo, hablarlo con mi prometida! — ¡Esta bien, espero tu respuesta mañana! —
El joven salió del despacho real con la sensación de traer el mundo sobre sus hombros, anticipaba la respuesta de Candy a todo esto, claramente escuchaba sus palabras, — “…Terry, no podemos cimentar nuestra felicidad en la desdicha de otros…” — ¿Qué hacer? — Se cuestionaba, mientras con sus dos manos hacía su cabello hacia atrás, exhaló un fuerte suspiro y se dirigió a donde lo esperaba Richard, quien, al verlo, supo de inmediato que las cosas no estaban bien. — ¿Qué pasó, hijo?, ¿Cómo te fue? — Salgamos de aquí padre, llegando al castillo conversamos. Una vez en la estancia de la casa Grandchester, Terrence narró a su padre los pormenores de la plática con el soberano, Richard lo escuchó sin interrupciones, cuando su vástago hubo terminado le dijo. — ¡Algo así imaginé!, aunque, reconozco que su alteza tiene razón en la percepción de las grandes cosas que tú y Candy pueden hacer frente al ducado, porque yo también lo considero así, mas, no puedo obligarte a aceptarlo. ¡He decidido renunciar al ducado, que se entregue a otro aristócrata apellido! — ¡Padre! — ¡Sí, Terry!, ¡No estoy dispuesto a fallarle de nuevo a Eleanor y tú debes ser libre para decidir cómo quieres vivir tú vida al lado de Candice!, ¡No es indispensable que aceptes!, ¡Afortunadamente, tenemos nuestras herencias que nos permitirán vivir decorosamente!, ¡Tú has hecho tu propia fortuna con tu trabajo!, ¡Eso le informaré mañana al rey! — ¡Debe de haber otra manera de convencer a su alteza! — Reparó Terrence. — ¡No, yo lo conozco mejor que tú, sé que no accederá, para él es lo justo!, ¡Vamos hijo, no se acaba el mundo, ambos sabremos sobrellevar la situación! — Reconvino Richard palmeando el hombro de su unigénito, que aun con lo dicho por el duque, no dejaba de sentir, que él tenía la última palabra.
Tenía que pensar, de momento se volvió a sentir atrapado en algo que no quería, ¿Por qué la vida lo enfrentaba a tantos obstáculos para consolidar su amor?, fue a ensillar a Sultán, quería, cabalgar a todo galope, que el viento despejara sus pensamientos y se llevara consigo esa ansiedad que sentía por ser él quien tuviera que decidir sobre la vida de Candy, incluso de sus padres. El potro llevó a cabo su misión, mientras más corría Terry se fue calmando, aclarando sus ideas, tal vez no todo fuera tan fatídico, al lado de su pecosa, podría enfrentarse al mundo entero, pero siempre a su lado, así llegó a la conclusión de que no podía tomar una resolución él solo, tendría que consultarla y saber qué opinaba, pese a que ya sabía su contestación, no debía sobre entenderlo, así como tampoco cometería el mismo error de ocultar lo que sucedía. Tampoco quería que su padre perdiera eso que defendió con tanto ahínco, eso que le representó alejarse de la mujer que amaba, tendría que valer la pena todo aquél sacrificio. A paso lento llegó al castillo, le llamó la atención no ver a su padre, pero lo más importante era hablar con Candy, antes de que fuera más tarde. Los varios tonos de llamada le hicieron saber que ya estaban durmiendo en los Estados Unidos, justo cuando iba a colgar la bocina, la voz de Albert se escuchó. — ¿Albert? — ¡Sí, Terry, no sé por qué imaginé que se trataba de ti! — ¡Lo siento amigo, pero es indispensable que hable con Candy! — ¿Sucede algo? — El inglés terminó por contar a William el resultado de la plática con el rey, incluyendo su disyuntiva para aceptar la petición del soberano. Albert lo escuchó atentamente, al igual que el duque y Candice, sabía la reticencia del joven para hacerse cargo del ducado, por lo que, mediante una broma le contestó. — ¡Así que mi hija adoptiva será la próxima duquesa de Grandchester!, ¡Transmitirá como legado trepar árboles! — ¡Albert! — Respondió Terrence con un tono de frustración. — ¡Ya en serio, Terry!, creo que la posición del monarca no está ni remotamente equivocada, yo también considero, que a través de la importante posición que tendrían como matrimonio en la aristocracia podrían hacer mucho por los más necesitados. Sin embargo, tampoco se trata de que te sientas apresado en esa condición, o que pienses en las posibles consecuencias de una negativa para tu padre. ¡No estás obligado a tomar posesión de inmediato!, tendrían que pasar muchos años, tiempo en que puedes seguir con tu vida como has elegido vivir hasta ahora. Por lo que respecta a la opinión de Candy, sabes perfectamente lo que te dirá. ¡Eres tú el que se está enfrascando en un dilema, que por el momento es inexistente! — ¡Gracias, amigo!, ¡Creo que tienes razón, pero tengo que consultarlo con la pecosa antes de dar mi respuesta! — ¡En eso coincido completamente contigo!, ¡Iré a llamarla! — Candy no tardó mucho en tomar el auricular. — ¡Terry!, ¿Cómo estás?, ¡Pensé que llamarías hasta mañana! — ¡Bien amor, estoy bien!, ¡Quise llamar antes, pero salí a montar al hijo de Teodora! — ¿Teodora tuvo un hijo? — ¡Sí, se llama Sultán! — ¡Qué bonito! — Terrence se quedó callado, escuchando el parloteo de su prometida, ¡Era tan fácil olvidarse de todo con ella!, cavilaba. — ¿Terry?, ¿Sigues ahí? — ¡Sí pecosa! — ¿Ya hablaste con el rey? — ¡Sí, hoy lo hice! — ¿Cómo te fue?, ¿Qué te dijo?, ¿Hay problemas?, ¿Puso objeción para nuestro matrimonio? — ¡Calma, calma pecosa, jajaja…! — ¡Lo siento, es que estoy muy ansiosa por saber! — ¡De entrada me puso una condición para que autorice nuestro enlace! — Candy se quedó sin aire, no sabía cómo responder a lo que escuchaba. — ¿Amor, me escuchas? — ¡Sí, Terry, aquí estoy! — Antes de que tu cabecita loca empiece a maquinar cosas que no son, déjame contarte todo. Sucede que el rey quiere que sea el sucesor al ducado, sabe todo de ti, de mí, de nuestras vidas, no pone impedimento por tu condición de adoptada, ¡Por el contrario, está seguro de que seremos unos duques demasiado preocupados por la población, por eso quiere que acepte! — Pero ¿Tú carrera?, ¡No estás interesado en seguir en la aristocracia! — ¡Así, es, pero no sería de inmediato, sino hasta que mi padre ya no pueda hacerlo, para eso faltan demasiados años!, no obstante, ¡Quise comentarlo contigo porque eso implicaría que, en un tiempo no muy lejano, tendríamos que mudarnos a Inglaterra!, ¡No quiero que tú te sientas obligada a nada, si no estás de acuerdo rechazo todo y nos casaremos de todas formas! — ¡Yo no sé, si sea una buena compañera para ti!, ¡No soy refinada como las damas de la corte! — ¡Cariño, eso no importa!, ¡Te amo, es lo único que necesito para ser feliz!, ¡Contigo a mi lado soy capaz de aceptar el ducado, dejar de actuar, todo con tal de estar juntos! — ¡Terry! — ¡Candy!, ¡Nos amamos, unidos podremos enfrentar lo que sea!, ¡Debo de reconocer que el rey tiene razón en algo, no puedo huir de mis orígenes!, ¡Traté en vano de dejar mi apellido! — ¡No te reproches por ello! — ¡Si no tuviera el legado de la monarquía en mi pasado, esto no estaría sucediendo! — ¡No lo digas, es como si yo reprochara al destino por ser huérfana!, ¡Yo estaré contigo, donde tú decidas estar, ya sea en Inglaterra o en el Polo Norte! — ¡Amor, gracias!, cuando llegue platicaremos detenidamente los detalles, ¿Te parece? — ¡Sí, amor!, ¡Solo una cosa te pido! — ¿Qué? — ¡Que mantengamos lo del título nobiliario en secreto!, ¡No quiero que se sepa, hasta que no se pueda ocultar más! — ¡De acuerdo pecosa mía!, ¡Ahora ve a dormir!, en cuanto hable con el rey, retornaré a tu lado. — Cuando terminaron la llamada, el inglés se sintió liberado, en tanto que Candy prefirió no pensar en ello, dado que convertirse en duquesa no era algo que fuera a suceder pronto.
Continuará...