♥Musas Ardley♥ ♥Azul de Luna♥ ♥Apología No. 1 Para Albert y Candy♥ ♥Fic♥
Un fic romántico, espero sea de su agrado, los personajes son creados por Muzuki e ilustrados por Igarashi.
Capítulo 1
Cada noche, espero con impaciencia que las agujas del reloj señalen el momento de abandonar mí cama, se mueven lentamente, tan despacio que me tortura, por fin la hora indicada llega, me lo confirma el ruido que hace la puerta de la biblioteca al cerrarse. Emocionada por lo que voy a presenciar, me acerco al balcón, la tibia brisa de verano acaricia mi cuerpo, cierro los ojos para disfrutar su roce y el aroma de las flores que me envuelve con su perfume. Mi corazón da un salto al presentirlo, su imponente figura cruza el camino que lleva al portal de las rosas y se adentra entre los árboles, sin imaginar que para mí, es un ritual ver cada noche el brillo de la luna en su cabello.
Cuando la mansión duerme, él deambula cual fantasma sin resistirse al hábito que adquirió al vivir por tanto tiempo en las sombras, al parecer sus caminatas nocturnas relajan sus días ajetreados. Me quedo en la penumbra, oculta entre las cortinas esperando su regreso, luego de unos minutos lo veo aproximarse, desaparece una vez más de mi vista, pero sé que se encamina hacia el interior, escucho sus pasos sigilosos subir la escalera hasta llegar al pasillo, algunas veces se detiene frente a mi puerta, otras, pasa de largo.
Regreso a mi cama inquieta, sabiendo que quizá él se siente igual, lo imagino dando vueltas sin poder dormir, quiero creer que lo atormenta un sentimiento similar al mío, yo aprieto mi almohada, fantaseando que estrecho su cuerpo.
Hoy podría ser diferente, podría ir tras él y decirle que mi corazón es suyo. No lo pienso más, llego a la planta baja y salgo por la puerta de la cocina, descalza atravieso la ruta que ha surcado él noche tras noche, la húmeda hierba en mis pies desnudos me advierte que estoy a punto de cruzar la línea, de cambiar todo, para bien o para mal.
Busco en la oscuridad su silueta, mis ojos adaptados a la falta de luz se avispan como los de un felino tras su
presa, logro distinguirlo de pie, apoyando su espalda en el tronco de un roble, intuye mi presencia, lo sé, pero no se mueve, sigue estático, reposando su columna vertebral en el árbol.
Dar marcha atrás no es una opción, estoy a unos pasos y no puedo arrepentirme, ni siquiera pensar en inventar un pretexto, me acerco hasta quedar frente a frente, tiene los ojos cerrados y los abre repentinamente, yo reacciono con un sobresalto, sus brazos me sujetan por la cintura con un movimiento rápido y puedo ver que sus labios hacen una mueca traviesa, levanto la vista para buscar un indicio en su mirada, pero me olvido de todo al sumergirme en el mar de sus ojos, en el sólido azul de luna.
-¡Y justo en ese momento despierto!- Candy dejó caer los brazos en evidente frustración.
-¡Candy! ¡Todo es un sueño! Estaba atrapada en tu relato ¡¿Y solo fue un sueño?!- Annie replicó a Candy con los ojos como platos, sorprendida también por el hecho de que su hermana por fin hablara de los evidentes
sentimientos que la consumían.
En el balcón de su habitación, la pequeña rubia sonreía con picardía, giró su cuerpo en dirección al jardín, se quedó en silencio por unos segundos, viendo desde las alturas el paisaje que por las noches era testigo de la desesperación con que veía partir al hombre que le espantaba el sueño, volvió la vista al interior del dormitorio, Annie estaba sentada en el cómodo sofá del centro, sostenía con una mano un vaso de limonada, con la otra frotaba el redondo vientre de ocho meses donde se gestaba su primogénito.
Candy caminó en dirección de la futura madre y frente a ella dijo con voz firme y alegre.
-Sí, todo es un sueño, ¡Pero estoy decidida a hacerlo realidad!
oOo
Habían pasado tres días desde la plática que sostuvieron las chicas en esa misma habitación, Candy ansiosa pensaba cuando sería el momento adecuado para hablar con Albert, no podría esperar por mucho tiempo, miró una vez más la libreta azul sobre la mesita de noche y revisó por lo menos una docena de veces la agenda, el sábado él estaría en casa, le había prometido cabalgar antes del desayuno, apenas era Jueves y el tiempo seguía castigándola avanzando lentamente, tal vez solo para ella, el ir y venir de los empleados parecía normal, nadie se percataba de la opresión que lastima su pecho, buscaba la forma de no estar pendiente del reloj pero nada distraía sus pensamientos, ocupados a cada momento por el hombre rubio que, salvo sus continuos viajes, vivía bajo el mismo techo.
¿Qué hacer los próximos dos días? Salió al jardín para ocuparse de las rosas, sin embargo, el cielo le recordaba sus ojos y suspiraba sin cesar, intentó hacer galletas en la cocina, pero mientras amasaba la harina pensó en sus manos grandes, en como añoraba verlas manejando diestramente los utensilios de cocina cuando preparaba los alimentos para ella, entró a la biblioteca y buscó algunos libros, pero sin darse cuenta escogió solo poesía y en cada frase de amor su mente recreaba el rostro de Albert.
Por la noche fue peor, por lo menos mientras Albert trabajaba en Lakewood por mas atareado que fuese el día la rutina era la misma, él salía unos minutos al jardín y ella podía verlo de lejos. Logró conciliar el sueño casi al amanecer, Dorothy la despertó con dificultad, le ayudó a vestirse y a cepillarse el cabello, llegó justo a tiempo a desayunar, pero las ojeras y los ojos hinchados no pasaron desapercibidos para la tía Elroy.
-Compresas de manzanilla en los parpados- fue la forma en que Elroy le dio los buenos días -Son lo mejor para desinflamar- le dijo sin voltear a verla, mientras el dedo meñique se erguía tieso al dar un sorbo a su taza de té.
-¿Cómo? – Candy preguntó vacilante, no sabía si la recomendación fue para ella o era una orden para las chicas del servicio.
Elroy no se molestó en contestar, supuso que la atolondrada muchacha entendería luego de unos segundos de reaccionar.
Apenas probó bocado, pasó todo el tiempo viendo de reojo la silla vacía de Albert extrañando su mirada.
-William llega por la noche, te sugiero que mejores tu aspecto para el desayuno de mañana, a las nueve en punto debes estar en la cama, yo misma te llevare un té de jazmín.
-Si Tía
-¿Ya decidiste que vas a hacer?- la voz áspera de Elroy no fue tan desconcertante como la pregunta.
-¿He?...si…hablaré con Albert- Candy respondió sin miedo, el titubeo se debió a la distracción de sus pensamientos.
-Candice, tienes que actuar pronto, no es que William dude de sus sentimientos, necesitas demostrar los tuyos.
-Tía, sé que lo correcto sería esperar a que él dé el primer paso pero tengo que hacerlo- la voz de Candy sonó ansiosa.
-Niña, nunca has hecho lo correcto en apariencia- Elroy acomodó la taza en el platito, con su perfecta postura en la silla prosiguió sin darle tiempo a Candy de responder.
-Incorrecto seria continuar esperando, eres mayor de edad y William ya casi llega a los treinta, he sido comprensiva y paciente- una corta pausa inquietó a Candy.
-Quiero llegar a conocer la descendencia Andrew, le ruego a Dios que pronto llegue un heredero, pero depende de ustedes que eso suceda- se puso de pie y continuó en tono comprensivo.
-Ve a descansar, trata de dormir, le diré a Dorothy que te lleve el remedio para los ojos, cenarás en tu habitación y subiré con el té más tarde, eso te ayudará a dormir nuevamente.
-Pero tía, yo quiero recibir a Albert.
-No, llegará entrada la noche, es mejor que lo veas hasta mañana, en el desayuno, ¡Tienes que lucir radiante!
-Lo veré al amanecer, quedamos en salir a montar- la vocecita de Candy apenas se escuchó, cerró los ojos en espera de una reprimenda.
-En ese caso, es conveniente que sigas mis instrucciones para que puedas madrugar- le dijo cuando abandonó su lugar en la mesa.
-Como usted diga tía.
-Solo puedo ayudar con ciertos detalles, el resto corre por tu cuenta- el vestido almidonado de la tía Elroy crujió a su paso, se detuvo en la puerta y con la mano en el picaporte habló nuevamente.
-Él te ama Candice, eso es indiscutible- giró la mano y salió del lugar.
Candy se quedó perpleja con el último comentario, si bien la tía había aprendido a tolerarla, los últimos meses su actitud se resumía en una palabra “Desconocida” no solo era el hecho de aceptar la decisión de Albert, la tía mostraba un interés real por conocerla mejor, se atrevería a decir que con la convivencia del día a día, despertó en el duro corazón de la Tía Elroy algo de simpatía.
continuará...
Capítulo 2
Última edición por Nadia M Andrew el Jue Abr 23, 2015 6:09 pm, editado 9 veces