Hola, estamos llegando al final, agradezco a todas y cada una por leer y por sus comentarios.
Bueno pues vamos por más, espero que este capítulo también sea de su agrado.
Como ya saben los personajes son creados por Mizuki e ilustrados por Igarashi.
♥Musas Ardley♥"Azul de Luna" Capítulo 9♥Apología para Albert y Candy♥
Previamente...
Stear revisó el auto rápidamente, todo parecía en orden así que se dirigió al par de rubios cuando se reunieron con él fuera de la casita.
-No creo que tengan problema con el auto, les deseo buen viaje.
-Stear, como comprenderás debo decirle a todos que estás vivo, piensa que harás de hoy en adelante, recuerda que tienes una familia que te ama y a quién le haces falta -Albert le habló con entereza y al no obtener respuesta subió acompañado de Candy al auto.
Stear vio el coche alejarse, dio media vuelta y entró en la troje, el doctor hizo el intento de seguir a Stear pero el párroco lo detuvo.
-Necesita estar solo.
Capítulo 9
En la proa del ferry había un gran alboroto, Archie veía con ternura a su madre y a su tía abrazadas, llevaban así desde la noche anterior en que Albert y Candy les dieron la noticia, al principio Elroy se aferraba de Albert agradeciéndole infinitamente por haber recuperado Lakewood, pues no solo se trataba de recobrar la propiedad, había algo más importante; El mausoleo con los restos de sus seres queridos.
En ese momento Albert les comunicó otra noticia que opacó por mucho a la primera. Candy temerosa por la impresión que pudiera sufrir Elroy estaba lista con el botiquín de primeros auxilios, a su lado, pendiente de ella sin despegarle la vista ni un segundo, para su sorpresa Elroy mostró una vez más la fortaleza de su carácter, se doblegó por la emoción pero jamás perdió el control, contrario a Janice que cayó al piso víctima de un desmayo, Annie y su suegro abrazaban a Archie mientras Albert ayudaba a su prima a incorporarse.
Ahora en la proa todos hablaban al mismo tiempo, Albert intentando controlarlos les deba instrucciones sobre mantener la calma y no atosigar con preguntas a Stear, debían darle tiempo y espacio, sobre todo les advirtió que existía la posibilidad de que él no deseara acompañarlos a América, el señor Cornwell dijo que ese no era problema, su esposa y él podían quedarse cerca de su hijo, sin importar el lugar o el tiempo que le tomara recordar, aún si eso no ocurría, ellos no volverían a dejarlo nunca.
Archie bajaba la vista al agua constantemente, sentía que el ferry no avanzaba, en repetidas ocasiones tuvo la absurda idea de que si se lanzaba al canal y lo cruzaba nadando llegaría más rápido. Al llegar a Folkestone la compuerta del ferry se abrió y Archie se aferró a conducir el auto de su hermano, la carcacha casi destartalada tenía para Archie un valor incalculable, saber que Stear la reparó y la utilizaba como medio de transporte lo emocionaba.
Se repartieron en tres vehículos, conducidos por Albert, Archie y el señor Cornwell, el recorrido les llevó poco más de dos horas, Albert iba al frente pues él conocía el camino, cuando aparcó frente a la iglesia, Archie no apagaba bien el auto y ya se estaba bajando, trastabilló con la puerta pero no le dio importancia, todos se encaminaron a la iglesia ya que al ser domingo no tardaría en iniciar el servicio e imaginaban se encontrarían ahí los tres hombres que habitaban el lugar, solo Archie con enormes zancadas se dirigía a la troje.
La puerta estaba de par en par y a unos metros de distancia Archie ya podía ver a su hermano, los rayos del sol que se colaban por la entrada iluminaban el interior del lugar, Stear revolvía herramientas sobre una mesa de trabajo, al parecer reparaba unas lámparas desarmadas que tenía dispersas, Stear levantó la vista y vio cómo se acercaba un hombre elegante que lo llamaba mientras se limpiaba con el dorso de la mano los pómulos cubiertos de lágrimas.
-¡Stear! ¡Hermano!
Stear rodeó la mesa, caminó unos pasos sacando de su overol una jerga y se limpió las manos esperando al hombre que se aproximaba, Archie se detuvo frente a él un poco mareado por la emoción, lo vio con incredulidad entre partículas de luz y polvo suspendidas en el aire, puso las manos en los hombros de su hermano por unos segundos y luego lo estrechó con fuerza. Stear sintió y oyó los fuertes sollozos que escapaban de Archie, la voz masculina emitía unos berridos cargados de sentimiento, sin saber por qué, Stear se contagió y empezó a llorar, sin duda el doctor y el párroco lo apreciaban, pero ahora se sentía necesitado, al parecer era amado y le había hecho falta a alguien, ¿Realmente sería su hermano? ¿Tenía una familia que lo amaba?
Después de unos minutos Archie soltó el abrazo y vio nuevamente a Stear, estudiando sus facciones, casi no había cambiado y lo hubiese reconocido en la calle, aún si nadie le hubiera hablado sobre el mecánico de Lees.
-¡En todos estos años la única cosa que tu mente trajo del pasado fue mi nombre!- Archie hablaba con el corazón y la voz entrecortada -¡Hermano! ¡Mi compañero de juegos y travesuras! ¡Mi compañero de vida!- le dio otro emotivo abrazo, esta vez menos largo, al separarse, Archie revolvió los cabellos de Stear como si fuera un niño.
De pronto estaban rodeados por cinco adultos y la misma cantidad de chicos, Stear reconoció a Candy y Albert, Janice estaba petrificada, tenía los ojos enormes por la impresión, comprobaba que efectivamente, Stear era más alto y más ancho de hombros que Archie, el señor Cornwell sentía temor de acercarse, repentinamente una anciana se arrojó a los brazos der Stear, el inesperado movimiento hizo que éste se inclinara un poco para sostenerla, acto que Elroy aprovechó para llenar su rostro de besos.
-¡Mi niño travieso! ¡Qué necesidad la tuya de preocuparme!- Elroy se resistía a soltarlo, entonces sintió a Candy cerca y se recompuso –Estoy bien…estoy bien.
Los domingos el doctor recibía más pacientes en la clínica, debido a los oficios religiosos los feligreses aprovechaban ese día para visitas de rutina o vacunas, así que le sugirió a la familia pasar a la casita para que tuvieran privacidad y pudieran convivir con Stear.
Stear se dirigió a la cocina y preparó té buscando especio, estaba nervioso y confundido, en cierta forma para él sus familiares eran extraños. Los chicos salieron a jugar y Stear se dedicó a observar a sus parientes, el ambiente era agradable, aunque trataban de controlarse, obviamente querían estar cerca y tocarlo, no hacían preguntas, al contrario, se mostraban con la mejor disposición para responder sus dudas.
La tarde pasó entre recuerdos y risas, divertidas anécdotas, muchos abrazos y alguna que otra lagrima, Archie le contó a Stear los planes familiares de volver a Michigan a menos que él decidiera lo contrario, Stear le respondió que era muy pronto para hablar de eso, ya que ni siquiera se había planteado esa opción.
Al final del día el doctor le ofreció a la familia pasar la noche en casa, pero al ser demasiados decidieron hospedarse en el hostal del pueblo, sobre todo para que Elroy descansara, solo Archie a petición de Stear se quedó con él. Stear improvisó un camastro y logró que Archie aceptara dormir en la cama. En la penumbra de la pequeña habitación, después de largos minutos de silencio, Stear se decidió por preguntar.
-¿Quién soy Archie?
-¡Un hombre estupendo!- Archie respondió sin vacilar.
-¿Tenía sueños o metas? ¿Sabes que esperaba de la vida?- Stear dobló los codos y entrelazó los dedos apoyando la nuca en la curvatura que hizo con las manos.
-Stear, yo creí ser quien más te conocía, pero tu decisión de ir a la guerra me sorprendió, puedo decirte que eres un soñador y tus creaciones e inventos son el resultado de tus sueños -Archie suspiró profundamente y continuó -¡Solo encontrarás en tu interior que esperas o quieres de la vida!
-Aquí vivo muy tranquilo, pero en algunos momentos me asalta la incertidumbre, sobre todo la necesidad de hacer más.
-Stear, ¡Deseo tanto ayudarte! En Londres pasamos temporadas pero la mayoría de nuestras vivencias están en América, tal vez si te decides a volver podrás encontrarte contigo mismo.
Stear no respondió e intentó dormir. La madrugada sorprendió al mayor de los Cornwell con una pesadilla, Archie se sobresaltó con un grito de su hermano, cuando Archie encontró la lamparita de noche y pudo encenderla vio a Stear con las rodillas flexionadas y la cabeza entre ellas, Archie se acercó y lo calmó como a un niño.
-Hacía mucho que no me sucedía- explicó Stear a su hermano cuando se encontró más tranquilo -Sueño que caigo estrepitosamente en aguas profundas.
-¡Quizás es un recuerdo!- Archie meditó unos segundos y habló más para si mismo -Eso puede explicar que no tengas lesiones físicas, si realmente ocurrió, el agua pudo amortiguar la caída.
Archie ayudó a Stear a incorporarse, le ofreció un vaso con agua que encontró cerca y lo recostó en la cama, cuando lo estaba arropando Stear vio a los ojos a Archie y le dijo determinado.
-¡Me voy con ustedes Archie!
oOo
Tres semanas más tarde... los hermanos Moore vieron alejarse a la caravana Andrew con una sonrisa en los labios de cada integrante, con sinceridad deseaban que nunca se borrara. Sin duda echarían de menos a Stear pues desde el primer momento él entró en su corazón con facilidad, el pueblo también iba a extrañar al “mecánico” que solucionaba con rapidez los problemas cotidianos de la comunidad, sin embargo, Stear necesitaba recobrar su pasado, saber quién era realmente.
El doctor Moore les advirtió a los Andrew que el cambio drástico que Stear experimentaba podría acentuar las pesadillas, les recomendó ser pacientes y monitorear el viaje con el doctor del barco, no le dijo adiós a Stear, le recordó que siempre podía regresar, Albert y Archie le ofrecieron ayuda para la clínica y la parroquia, pero los ingleses respondieron que no era necesario, Albert hizo una nota mental sobre eso, ya buscaría la forma de ayudar y mostrar su agradecimiento.
Instalados en el barco, el clan pasó días emotivos y alegres, los mejores momentos de Stear en el viaje fueron con los chicos, ávidos del ingenio de su tío, procuraban y conseguían objetos y utensilios para que Stear hiciera uso de su destreza innata. Archie por su parte le mostraba fotografías y le hablaba de las ocasiones en que fueron capturadas las imágenes en que aparecía, entre ellas fotografías de Patty, Candy y Annie le hablaban mucho de su amiga, pero Stear no recordaba nada, solo rozó con la punta de sus dedos una fotografía de Patty y dijo en voz baja.
-Es hermosa.
-¡Y un bello ser humano!- le dijo Candy animándolo.
El viaje estaba por terminar, en dos días desembarcarían en Nueva York y de ahí, irían directo a Michigan, no perderían tiempo pues había que ponerse en contacto con el equipo en Folkeston, Albert le dio la oportunidad a un par de jóvenes emprendedores y establecieron una sociedad en la comercializadora, de esa forma cuidarían el negocio como propio, además viajarían regularmente a Inglaterra, sin olvidar que estaban los hermanos Moore y Stear siempre estaría pendiente de ellos.
Albert vio a Elroy mirando por la ventana del camarote donde estaban reunidos, le preocupaba que le afectaran las últimas sorpresas recibidas, sobre todo por ser bastante anciana, le pareció pensativa y se acercó a ella.
-¿Se encuentra bien tía?
-Si hijo, solo cavilaba en todo lo que hemos pasado para estar unidos.
-Cierto, no fue el poder ni el dinero, nos unió el amor por la familia.
Albert pasó un brazo por los hombros de Elroy y la estrechó con cariño, ella era fundamental en el clan, desde que se dejó llevar por el corazón e hizo a un lado los prejuicios se entregó con creces a la familia y ellos se lo agradecían.
oOo
La rosas floreaban en Lakewood, la vieja mansión recibía a sus antiguos propietarios cubierta de verde follaje en la soleada primavera, recién instalados Archie llevó a su familia con los señores Britter, Annie estaba feliz de ver a sus padres y ellos de recibirla.
Candy y Albert visitaron con sus hijos el hogar de Ponny, ahí se encontraron con la agradable sorpresa de una funcional escuela no solo para los chicos del hogar, todos los niños de los pueblos circunvecinos asistían regularmente, eso llenaba de satisfacción a sus madres que felices con la llegada de la familia Andrew organizaron un sencillo pero delicioso banquete de bienvenida.
Candy aprovechó la ocasión para hablar con Patty sobre Stear, la puso al tanto y le explicó la situación, advirtiéndole que no se decepcionara ya que Stear no reconocía a nadie. La señorita Ponny le sugirió a Patty pasar unos días en Lakewood, le haría bien descansar un poco y convivir con sus amigas, por supuesto le recomendó cautela y buen juicio con el inventor, pues sabía que Patty nunca pudo olvidarlo y al no volver a encontrar el amor, decidió como ella dedicar su vida a la formación de los chicos desamparados.
Al anochecer, Patty entró a la mansión buscando con la mirada a Stear, el corazón le iba a estallar en el pecho así que le dijo tímidamente a Candy.
-Creo que me voy a desmayar.
-Tranquila Patty, Stear está en la cabaña, desde que llegamos se pasa los días ahí construyendo muebles de jardín.
Con evidente decepción Patty subió a su habitación y desempacó lentamente, trataba de ganar tiempo ocupándose, oyó un fuerte golpe que provenía de la puerta principal y salió de su habitación apresurada, bajaba corriendo con la esperanza que fuera Stear, a media escalera se sorprendió con los eufóricos chicos Cornwell estrechándola por la cintura.
-¡Como han crecido!
-¡Tía! ¡Vamos a jugar!- los chicos repetían sin parar.
Annie los tranquilizó mientras les encomendaba algunas tareas que los mantuvieran ocupados, luego se alejó con Patty rumbo a la cocina, Candy las encontró enseguida, tomaron té y hablaron por lago rato animando a Patty, cuando vaciaron la tetera las jóvenes madres llamaron a sus hijos pues ya era hora de dormir.
Patty les dio las buenas noches a todos y los vio salir corriendo, sonrió dulcemente al ver a sus amigas lidiando con los chicos que no querían ir a dormir, ella se quedó un poco más en la cocina lavando las tazas que utilizaron y preparando una jarra con agua que llevaría a su habitación, la puerta de la cocina que daba al porche se abrió y Patty sintió temblar sus rodillas cuando escuchó la voz masculina que la saludaba.
-Buenas noches.
Stear le habló de forma amigable a la mujer castaña que estaba de espaldas en la barra de la cocina, ella alcanzó a ver con el rabillo del ojo que él depositaba una caja de herramientas en el piso, Stear vio como Patty giraba el cuerpo para responder y bajo la vista para colocar de forma adecuada la caja de madera, pero fue una fracción de segundo pues de inmediato se incorporó para verla bien.
-¡¿Patty?!… ¡Hola! Las chicas me hablaron mucho de ti y me mostraron fotografías, ¡No has cambiado nada!
Patty se quedó sin palabras, detallaba a distancia cada rasgo de Stear, no sabía que decir, notó su piel tostada por el sol a consecuencia de trabajar a la intemperie, sin embargo, sus ojos seguían lanzando chispas de ingenio y creatividad.
-Ho… Hola, ¡Tú tampoco!
-Si…bueno…tu…ya sabes… ¡Eres muy bonita!
Patty no pudo contener las lágrimas y al verla tan vulnerable Stear se acercó buscando consolarla, llegó frente a ella y extendió su mano, titubeo antes de tocarla, pero su necesidad por sentirla fue más fuerte y poco a poco la estrechó delicadamente, al hacerlo la sintió frágil, Patty era pequeña y a Stear ese detalle le pareció adorable, sonrió en sus adentros al inclinar la cabeza para hablarle.
-Shhh…Todo está bien- le susurró cerca del oído, acarició los sedosos mechones de su cabellera y a cada instante le parecía normal su cercanía.
-Lo siento, soy yo quien debería decirte eso- Patty secaba sus lágrimas con las manos cuando hablaba.
-No, me gusta tenerte así- Patty levantó la cabeza tras las palabras de Stear y él comprendió lo extraño del momento -Se lo que había entre nosotros…la situación es… peculiar, bueno, es decir…
-Estaré aquí unos días, ¡No quiero que te sientas presionado!
Stear nunca se sintió presionado, más bien se encontraba desesperado, ansioso e impaciente cuando no tenía cerca a Patty, luego de convivir unos días, Patty regresó al hogar a impartir regularmente sus clases, Stear extrañaba demasiado los gestos y la sonrisa de Patty, los ojos avellana de la chica brillaban cuando su mente ágil y aguda estimulaban la capacidad intelectual de Stear, en definitiva Stear descubrió a una mujer inteligente que sin esfuerzo acentuaba su curiosidad, siempre estaba dispuesta a incentivar su creatividad y participar en cada proyecto que Stear emprendía, como la vez que organizó una exposición de reacciones químicas cotidianas para los chicos de la escuela, algo que Stear disfrutó enormemente.
Las charlas eran un pinchazo para su mente y su cuerpo, Stear experimentó en carne propia la reacción química-hormonal que le provocaban las emociones al pensar y estar cerca de Patty, en los últimos días Stear recogía en la escuela a Patty para almorzar juntos, regularmente lo hacían en la cabaña, al terminar sus alimentos Stear cortaba y martillaba la madera, Patty pintaba las sillas terminadas y al final del día disfrutaban el ocaso entre besos y caricias cada vez más indispensables para ambos, el contacto mutuo se desbordó una tibia tarde en el lago, Patty enjuagaba sus manos en las cristalinas aguas y perdió el equilibrio, cuando Stear la vio sumergida en el lago corrió a su auxilio, listo para ayudarla desplegó su mano pero Patty tiró fuerte logrando que Stear se hundiera junto con ella, al principio todo fue risas, pero viéndola detenidamente con el cabello escurriendo y la ropa pegada al cuerpo Stear encontró a Patty tentadora, ciñéndose a ella la hizo temblar y no de frío, la besó con arrebato, acariciando sus curvas y sus pechos por encima de sus vestiduras, dudó un poco y se detuvo para preguntar.
-¿Había pasado esto antes?- Stear se refería a la intimidad del momento.
-Dos veces… en Chicago, antes de que partieras a la guerra- Patty respondió con el rostro encendido.
-Patty… deseo continuar- Stear jadeaba y Patty no dijo nada, con su cuerpo alentó a Stear a seguir reconociéndose.
Sumergidos en el lago, entre juncos y lirios silvestres la entrega de la pareja fue perfecta, colgaron la ropa en un árbol para que se secara y nadaron desnudos, amándose tantas veces como les fue posible, sobre la grama, al pie del árbol y en cada lugar en que las ganas llegaban.
Ya entrada la noche, con esfuerzo porque no quería separarse de ella, Stear dejó a Patty en el hogar de Ponny, después de un largo beso, antes de partir Stear le preguntó.
-¿Cómo te llamaba?
-Patricia.
-¿Solo así? ¿No había un “Pequeña”? O ¿“Gatita”?
-¡No!- respondió Patty divertida -¡Y te lo agradezco!
-Patty, ¡Disculpa si aún no recuerdo!
-Eso no cambia lo que siento por ti Alistear, yo sabré cuando lo hagas.
Luego de un largo beso Stear se despedía de Patty, antes de que ella cerrara la puerta escuchó a Stear decir.
-¡No necesito adornos para llamarte! ¡Tu nombre es precioso!
Continuará...
Si al igual que yo se quedaron con mas ganas de Stear y Patty la próxima entrega será un songfic dedicado a esta linda pareja.
♥Azul de Luna♥
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Make it with you (Songfic que se desprende del capítulo 4)
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
The Air That I Breathe (Songfic que se desprende del capítulo 9)
Up Where We Belong (Song fic que se desprende del capítulo 9)
Capítulo 10(Capítulo final)
Última edición por Nadia M Andrew el Jue Abr 30, 2015 4:35 pm, editado 4 veces