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BUENAS HORAS GUERRERAS ÉSTA HISTORÍA SIGUE Y AUNQUE HACE UN AÑO NO LE HE MOVIDO MUCHO ESPERO QUE SIGAN RECORDANDOLA SINO PUES YA HE DEJADO LOS ENLACES DESDE EL CAPÍTULO 1 HASTA EL 5
EL CAPÍTULO 6 LO POSTEARÉ EN 2 PARTES YA QUE ES MUY LARGO YSIEMPRE ES COMPLICADO LEER TANTA LLUVIA DE PUBLICACIONES QUE NOS OBSEQUIAN TODAS Y CADA UNA DE LAS GUERRERAS SIN MÁS PALABRERÍAS PUBLICO YA LA PRIMER PARTE DEL CAPÍTULO 6 Y TODO LO RELACIONADO A ÉSTA HISTORIA LO PUBLICARÉ AQUÍ MISMO, DESCONOZCO SI PUEDO HACER UN POST EN LA GUERRA DE ÉSTE AÑO POR ESO LO PONGO AQUÍ.
Y A MI MUSA INSPIRADORA UNA DISCULPA POR DISTRAERME Y NO SEGUIR EN TIEMPO Y FORMA, GRACIAS HAW
Capítulo 6 parte 1 “Orígenes”
Me encontraba nervioso, tenía la certeza de andar en el camino correcto, lo presentía.
-Las pruebas ofrecidas llenaban mi ser de una seguridad que me rebasaba y se desbordaba en el manantial de emociones en que me hallaba inmerso, mas… nunca he actuado influenciado por las emociones, en esta ocasión no sería la excepción, especialmente porque la felicidad de mi pequeña estaba de por medio.
Con una hora de retraso llegó Gustavo acompañado de la dama que hacía tiempo deseaba conocer y del joven al que aborde aquella tarde en las oficinas de Chicago.
-Adelante por favor.
-Mis ojos no daban crédito a lo que veía, si en un principio aquel joven llamó poderosamente mi atención, la dama que se hallaba frente a mí era sin lugar a duda la viva imagen de mi pequeña, con algunas diferencias, sin embargo no cabía la duda de quién era, la estampa ofrecida por aquella mujer era de madurez y juventud perfectamente fusionadas, tenía el cabello castaño claro, ojos azules, piel blanca, complexión regular y una cascada de rizos como los de mí Candy caían por su espalda.
-Sin más preámbulo los invite a pasar.
-Buenas tardes, por favor tomen asiento, permítanme presentarme.
–Me llamo William Albert Ardley y él es George, mi asistente.
-Mucho gusto caballeros, fue la respuesta de la bella mujer.
-Gustavo y Carlos, que gusto volver a verles espetó el rubio.
Al contrario Albert, está reunión debió haberse llevado a cabo hace bastante tiempo, comentó Gustavo y el joven acompañante simplemente realizo un asentimiento en señal de aprobación.
Cada uno de los presentes enmudeció por breves instantes, se observaban de un modo casi infantil, intentando fallidamente ver algo que les otorgará algún indicio que despejara las miles de dudas que cruzaba por sus mentes, fue hasta que George intervino que todos salieron de su letargo.
-¿Gustan algo de tomar? Increpó George
-Negativamente respondieron y la dama tomó la palabra.
-Mi nombre es Gizelle, le he escuchado, empero su nombre no me dice nada y el misterio bajo el cual se ha manejado no me inspira confianza…
Por lo bajo Carlos comentó: “por favor madre escúchelo primero y después se forma un juicio”
-A regañadientes la dama accedió, no sin antes sentenciar: escúcheme muy bien señor William, su investigador y mi hijo me han comentado a grandes rasgos las intenciones que tiene al reunirnos aquí, mas ya estoy cansada de que jueguen con mi dolor y anhelo por encontrar a…
-¡Madre!… la silenció su vástago al tiempo que la tomaba de la mano para infundirle serenidad.
-Por favor… le ruego nuevamente que primero escuche lo que estos caballeros tienen que decirnos. –Y posó su mirada en aquellos hombres.-
Detrás del escritorio el anfitrión de aquella reunión se hallaba en silencio, con el brazo derecho apoyado sobre el escritorio y su mano tocando su mentón en señal de meditación.
En efecto, no podía decirle: “Señora, tengo la plena seguridad que su hija perdida es el amor de mi vida, quien desde que tiene memoria ha pensado que fue rechazada por sus progenitores, es ella por quien estoy dispuesto a mover cielo, mar o tierra para buscar su felicidad”
–Obviamente era lo que más anhelaba, gritar su amor a los cuatro vientos, decirle al mundo entero que esa chiquilla que halló cuando sentía que no había nada en el universo que pudiera aligerar el dolor de su alma, esa niña a la que sin saberlo desde siempre ha amado, se había convertido en la mujer que le robó el corazón y la razón, la que se volvió su necesidad, su anhelo y su deseo.
Esa pequeña era la mujer que ahora taladraba su mente a cada instante del día, con su risa, con sus ocurrencias, con su esencia.
A cambio guardo sus pensamientos para sí, sonrió levemente y tomó la palabra.
-Comprendo perfectamente su desconfianza señora Gizelle, sin embargo soy un hombre con principios y valores, incapaz de jugar con algo tan delicado como es su tragedia.
Sentenció firmemente.
–Además… según lo que pudimos investigar y tomando en consideración el enorme parecido físico ente ustedes con la persona que intuyo puede ser su hija, nos da un margen mínimo de error, lo que aun no comprendo es ¿por qué ella se quedó en Estados Unidos y ustedes en Argentina?
Verdaderamente es algo que me provoca mucha confusión, comento Albert con aire curioso en su rostro.
-Si me permites contarte brevemente parte de nuestro pasó por el norte del continente, tal vez juntos encontremos respuestas a las inquietudes que tenemos, intervino Carlos.
-¿Madre, está de acuerdo o prefiere hacerlo usted?
-Cielo, por supuesto, quedas en libertad de hacerlo, por favor… eeemm… bueno, si el señor William no tiene inconveniente, esbozó dubitativa.
-Adelante, escuchó
Y fue así que Carlos comenzó con su narrativa.
El suspenso de aquella reunión estaba por despejarse
Mientras tanto Candy destacaba en cada proceso que se le enseñaba, rápidamente se ganó la confianza y cariño de muchos de los soldados que llegaban para rehabilitación.
-¡Torpe!
¡Madre santa! Debo estar alucinando o soñando.
-Jajajajaja….
Pues ni una ni otra
¿¡Mery Jane!?
-¿Quién más sino?
-¡Vaya, que agradable sorpresa!
No te alegres tanto torpe, dijo la jefa de enfermeras.
-Mi visita no es social, por el contrario, vamos a ver de qué madera estás hecha, le dijo al tiempo que dibujó una sonrisa entre sarcástica y maliciosa en su endurecido rostro.
-Sin embargo Candy conocía perfectamente a esa mujer que aparentaba tener mano de hierro pero que poseía un enorme corazón.
-¿Ah, sí? Con su característico guiño pícaro la rubia cuestionó a su ex mentora.
-Así es señorita, yo que usted no me reiría tanto y mejor me pondría a estudiar las técnicas que le han sido enseñadas.
-Mary Jane intentó fingir seriedad pero con las caras que Candy hacía, le fue imposible concentrar su mente, finalmente cedió a la voluntad de esa “niña grande” y ambas comenzaron a reír.
-Una vez controladas sus risas Mary Jane dijo haber recibido carta del Doctor Jean Piaget, su labor estaba por concluir y tenía interesantes proyectos por desarrollar, para ello dejaría el continente Americano, sin embargo el equipo que integró estaba dando buenos resultados, la mayoría de sus miembros eran enfermeras que sí bien habían dado excelentes resultados, también requerían mayor preparación, para la época y por ser mujeres eran mínimas las posibilidades que ellas accedieran a una educación de ese nivel; sin embargo por el gran papel que representaron, el mismo gobierno les facilitaría los accesos y les abriría las puertas necesarias.
-Candy escuchaba atentamente cada palabra y en su mente se formulaban miles de interrogantes ¿Por qué le estaba contando todo eso, justamente a ella? ¿Qué tenía que ver en todo eso? ¿Por qué era Mary Jane la que venía a informarle todas esas cuestiones? ¿Había un nuevo plan para ella? En fin, eran tantas cosas, una a una cada pregunta se precipitan en su mente, cada cuestionamiento venía acompañado de varias posibles respuestas, en su mente se formaban miles de escenarios.
-¿Candy?
-¿Candy?
-¡TORPE! Fue el último recurso que la mentora tuvo para regresar al planeta Tierra a la pecosa.
¡Eeeehhh! Perdón, estaba distraída.
-No tienes ni que mencionarlo, me di cuenta perfectamente.
-Je je je sonrió Candy
-¿Qué es lo que te puso tan pensativa niña?
- No, no es nada, sólo que algunas dudas asaltaron mis pensamientos mientras me daba las nuevas noticias.
Para la mujer que había aprendido a leer los gestos de las personas no fue extraño que aquella rubia estuviera tan ausente, pero la dejo con sus propias reflexiones.
-Mira, yo sólo estoy para informarte los planes que tienen para ti y las demás integrantes del equipo, pero de ningún modo quiero influenciar en tus decisiones.
-Comprendes ¿verdad?
-Un rictus serio se dibujaba en el rostro de Candy y de pronto se forzaba a cambiarlo, era quizá el vestigio de la lucha interna en la que se encontraba. Aun así respondió de la manera más serena que pudo.
-Desde luego Mary Jane.
Pesadamente suspiró la mujer mayor y se despidió de la joven, sin embargo ésta la detuvo.
-Por favor, no se vaya, esbozo casi a manera de súplica.
¿Necesitas que hable con el doctor Jean Piaget o con el general Frederick Skinner?
-En realidad no, ya he tomado una decisión y la verdad me gustaría compartirla con usted, no pretendo expresé aprobación o rechazo, simplemente la quiero hacer partícipe.
-Si es tu deseo te escucho, espeto con simpleza y Candy comenzó a hablar.
-Cuando me enrole en el ejército lo hice por pensar que estaba haciendo lo correcto, por un sentido del deber, pero en realidad aunque me negaba a aceptarlo, fue por huir de una desilusión, en aquella época pensaba que si hubiese aceptado ir como voluntaria en vez de Flammy el día que usted nos reunió, posiblemente mi destino hubiese sido otro, tal vez habría evitado la desolación y la depresión en la que me halle inmersa después de mi viaje a New York, ese reencuentro en el tontamente confíe mi futuro y que me dejo vacía.
No era justo que la gente a mi alrededor cargara con mis problemas, en aquel entonces Albert, el paciente de la habitación cero fue mi fortaleza, ¿lo recuerda Mary Jane? –Por supuesto, cómo no hacerlo si el Doctor Leonard se quejó de tu comportamiento y quería que yo te hiciera entrar en razón, lo rememoro y me da risa ¿acaso no sabe lo necia que eres?
-¡Por todos los cielos! Cuando se te mete una idea en la cabeza no hay poder humano que te haga cambiar de opinión.
-Jajajajaja usted exagera fue mi respuesta.
-En fin, por eso en mi primer oportunidad hui como la cobarde que era, en vez de enfrentarme a la realidad, busque un escape y encontré el pretexto ideal.
-Durante mi participación en las trincheras, viví tantas aberraciones y me di cuenta del grave error de no afrontar aquello que cada día carcomía mi alma.
-En mis brazos murieron muchos soldados, sus nombres pasaran al olvido, excepto para aquellos que los amaron; una placa y un bono no les devolvió la vida ni la paz a sus familias.
-A pesar de todo ello, cuando me ofrecieron ser partícipe del proyecto del doctor Piaget, accedí, mis primeros pensamientos al volver a América fueron para todas aquellas personas especiales en mi vida, para todos aquellos a los que consideraba familia, mas no fueron lo suficientemente fuertes como para decidirme a vivir mi propia vida, por mí y para mí y no para los demás.
-Sé que mi obligación como enfermera se encuentra en darme a las personas que necesitan mi ayuda y por eso decidí que no sólo debía aprender a curar las heridas del cuerpo, sino también las del alma, las que nadie ve y las que todos padecemos una o más veces en nuestro vivir.
-Qué bonito se oye todo esto ¿no? Pero como puedo ejercerlo sino lo llevo a la práctica, si la primer enferma soy yo, si no he dejado atrás mis miedos y si no he aprendido a sanar mis propias heridas.
-Las alegrías, las penas, los problemas son parte de nuestra vida, eso no va a cambiar, sin embargo la actitud que tomamos ante cada uno de estos eventos, eso es lo que marcará la diferencia para lograr que las nuevas decisiones sean diferentes y te satisfagan por completo.
-Puedo sanar heridas que me hicieron o que hice, hoy me doy cuenta de ello, solo necesito la actitud y las ganas de hacerlo, debo aprender a enfrentar la realidad; a veces el saberte vulnerable ante los demás nos genera grandes conflictos, no queremos aceptarlo porque entonces mostraremos nuestro lado débil y frágil, sin embargo cuando damos ese paso tan importante, nuestro corazón recibe drásticos cambios, parecidos al proceso de templar los metales, cada cambio de temperatura los fortalece y al final es un metal tan fuerte que ni las inclemencias podrán erosionarlo.
-En mi letargo de vida no había nada que menguara lo que por cuenta propia decidí fuese mi destino, mi actuar era mecánico y no valoré a las personas a mi alrededor, las que me daban todo a cambio de nada y a las que sentí seguras.
-Para ese momento la suave brisa de la tarde se comenzaba a sentir, la atmosfera estaba cubierta por un sutil aire nostálgico.
- El par de mujeres se encamino a una banca debajo de unas frondosas jacarandas que traían consigo el sonido de la naturaleza, el clima perfecto para tan profundas confesiones.
-Se sentaron ahí y prosiguió la charla, ninguna se veía, ambas tenían sus miradas perdidas en algún punto del horizonte.
Con sonrisa soñadora Candy continuó.
-¿Sabe? Nada de esto fue claro para mí sino hasta el día en que volví a las oficinas de Chicago, me encamine primeramente a la mansión, pero no encontré al hombre que buscaba, de ahí con el alma desbordando de alegría fui a donde sabía que era seguro hallarle, más lo que mis ojos vieron me hicieron quitarme por completo la venda de los ojos.
-Ese amigo que estuvo conmigo en cada circunstancia difícil de mi vida, ese amigo que aparecía justo cuando más lo necesitaba, ese amigo se había convertido sin querer en parte de mí ser, en la persona que más añoraba en mi vida y a la que deje pasar de lado y…
-La rubia se quedó ausente por breves instantes, con gesto de dolor filtrado por sus esmeraldas, amenazando con desbordar unas lágrimas concebidas desde su corazón, posando en sus mejillas y muriendo en sus labios para hallar el escape a su dolor.
-Y… ¿qué más pequeña?
-Esa única palabra la saco de su transe, sólo una persona le llamaba de ese modo, así que cuando Mary Jane lo hizo, causo el mismo efecto que un par de estrellas azuladas que tenía tatuadas en sus pensamientos.
-¿Eh?
-Disculpe.
Y… esa tarde lo vi tan cerca de ella, de la chica que a pesar de nunca haberle hecho nada se empeñó en herirme en cada oportunidad que se le presentaba, me aferre tantas veces al recuerdo de otro que no vi la realidad.
-Quise que la tierras se abriera y hundirme en ella, pero no corrí con tanta suerte, para mi mala fortuna Eliza vino a confirmarme que había perdido a ese chico encantador, me dio la estocada final al hacerme sabedora de su compromiso nupcial.
-Una avalancha de emociones casi me hace perder el control, como pude escapé de ese sitio, fue ahí cuando supe que el único objetivo que tenía era ser feliz.
-Desde que tengo uso de razón, siempre he hecho todo por los demás menos por mí, no me quejo, realmente he sido muy feliz me gusta cada matiz de la vida y no cambiaría nada, cada parte de esas experiencias lleva un pedacito de mi por ello he crecido en afectos y valores y por eso mismo no modificaría ni un ápice de cada vivencia.
-No he sido una blanca paloma, he sido, egoísta, pesimista, mezquina, imprudente, cobarde, prejuiciosa, arrogante, incluso envidiosa, he anhelado en ciertos momentos todo lo que he carecido, no por ello soy una mala persona, creo es válido sentir todo eso; lo malo sería que por apagar esa ansiedad hiciera lo que fuese para obtener una satisfacción propia.
-Hoy por hoy he aprendido de la experiencia, he aprendido a perdonar no sólo a los que me lastimaron, sino a mí misma, debo dejar ir para poder tomar buenas decisiones, para poder manejar mis sentimientos y no lo contrario, no quiero olvidar pero tampoco deseo guardar rencor, esa no soy yo, Candice White siempre se levanta, conquista nuevas metas, siempre mira al frente e intenta una y otra vez, esa sí soy yo.
-Desde siempre lo he hecho, ¿Sabe Mary Jane? Cuando Flammy estaba llorando porque debía partir a la guerra y no quería que nadie supiera sus pesares, yo la descubrí y sé que usted también lo sabía, intente entenderla, pero al ser huérfana una perene necesidad de sentirme vinculada a un entorno familiar se hizo presente en esa época, nublando mi objetividad y sentí en cierto modo envidía porque ella tenía una madre, un padre, hermanos y… yo no, al menos no de sangre.
Mi primo Stear y yo fuimos donde su casa y vimos a cada miembro de su familia, obviamente ella deseaba con todo su ser salir de ese entorno, todos ellos eran personas sin objetivos, sin aspiraciones, pero al menos tenía una familia, desunida pero la tenía, y yo… yo nunca la tuve porque me abandonaron en un orfanato
-Mis dos madres llenaron ese vacío pero siempre he tenido la curiosidad de saber los motivos por los cuales sin importarles mi destino me expusieron a las inclemencias, pude haber muerto esa noche en medio de esa tromba que cayó junto con el ocaso.
-Para mi fortuna en mi camino me encontré con más gente noble que mezquina, entre ellos, Anthony, Stear, Archie, Annie… a cada nombre que mencionaba se le iba iluminando el rostro y dibujando un rictus de alegría.
-Aaaaaah! Suspiró, Terry y Albert
-¿Entonces qué has decidido? Increpo la mentora.
-Pues…
CONTINUARA...
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BUENAS HORAS GUERRERAS ÉSTA HISTORÍA SIGUE Y AUNQUE HACE UN AÑO NO LE HE MOVIDO MUCHO ESPERO QUE SIGAN RECORDANDOLA SINO PUES YA HE DEJADO LOS ENLACES DESDE EL CAPÍTULO 1 HASTA EL 5
EL CAPÍTULO 6 LO POSTEARÉ EN 2 PARTES YA QUE ES MUY LARGO YSIEMPRE ES COMPLICADO LEER TANTA LLUVIA DE PUBLICACIONES QUE NOS OBSEQUIAN TODAS Y CADA UNA DE LAS GUERRERAS SIN MÁS PALABRERÍAS PUBLICO YA LA PRIMER PARTE DEL CAPÍTULO 6 Y TODO LO RELACIONADO A ÉSTA HISTORIA LO PUBLICARÉ AQUÍ MISMO, DESCONOZCO SI PUEDO HACER UN POST EN LA GUERRA DE ÉSTE AÑO POR ESO LO PONGO AQUÍ.
Y A MI MUSA INSPIRADORA UNA DISCULPA POR DISTRAERME Y NO SEGUIR EN TIEMPO Y FORMA, GRACIAS HAW
Capítulo 6 parte 1 “Orígenes”
Me encontraba nervioso, tenía la certeza de andar en el camino correcto, lo presentía.
-Las pruebas ofrecidas llenaban mi ser de una seguridad que me rebasaba y se desbordaba en el manantial de emociones en que me hallaba inmerso, mas… nunca he actuado influenciado por las emociones, en esta ocasión no sería la excepción, especialmente porque la felicidad de mi pequeña estaba de por medio.
Con una hora de retraso llegó Gustavo acompañado de la dama que hacía tiempo deseaba conocer y del joven al que aborde aquella tarde en las oficinas de Chicago.
-Adelante por favor.
-Mis ojos no daban crédito a lo que veía, si en un principio aquel joven llamó poderosamente mi atención, la dama que se hallaba frente a mí era sin lugar a duda la viva imagen de mi pequeña, con algunas diferencias, sin embargo no cabía la duda de quién era, la estampa ofrecida por aquella mujer era de madurez y juventud perfectamente fusionadas, tenía el cabello castaño claro, ojos azules, piel blanca, complexión regular y una cascada de rizos como los de mí Candy caían por su espalda.
-Sin más preámbulo los invite a pasar.
-Buenas tardes, por favor tomen asiento, permítanme presentarme.
–Me llamo William Albert Ardley y él es George, mi asistente.
-Mucho gusto caballeros, fue la respuesta de la bella mujer.
-Gustavo y Carlos, que gusto volver a verles espetó el rubio.
Al contrario Albert, está reunión debió haberse llevado a cabo hace bastante tiempo, comentó Gustavo y el joven acompañante simplemente realizo un asentimiento en señal de aprobación.
Cada uno de los presentes enmudeció por breves instantes, se observaban de un modo casi infantil, intentando fallidamente ver algo que les otorgará algún indicio que despejara las miles de dudas que cruzaba por sus mentes, fue hasta que George intervino que todos salieron de su letargo.
-¿Gustan algo de tomar? Increpó George
-Negativamente respondieron y la dama tomó la palabra.
-Mi nombre es Gizelle, le he escuchado, empero su nombre no me dice nada y el misterio bajo el cual se ha manejado no me inspira confianza…
Por lo bajo Carlos comentó: “por favor madre escúchelo primero y después se forma un juicio”
-A regañadientes la dama accedió, no sin antes sentenciar: escúcheme muy bien señor William, su investigador y mi hijo me han comentado a grandes rasgos las intenciones que tiene al reunirnos aquí, mas ya estoy cansada de que jueguen con mi dolor y anhelo por encontrar a…
-¡Madre!… la silenció su vástago al tiempo que la tomaba de la mano para infundirle serenidad.
-Por favor… le ruego nuevamente que primero escuche lo que estos caballeros tienen que decirnos. –Y posó su mirada en aquellos hombres.-
Detrás del escritorio el anfitrión de aquella reunión se hallaba en silencio, con el brazo derecho apoyado sobre el escritorio y su mano tocando su mentón en señal de meditación.
En efecto, no podía decirle: “Señora, tengo la plena seguridad que su hija perdida es el amor de mi vida, quien desde que tiene memoria ha pensado que fue rechazada por sus progenitores, es ella por quien estoy dispuesto a mover cielo, mar o tierra para buscar su felicidad”
–Obviamente era lo que más anhelaba, gritar su amor a los cuatro vientos, decirle al mundo entero que esa chiquilla que halló cuando sentía que no había nada en el universo que pudiera aligerar el dolor de su alma, esa niña a la que sin saberlo desde siempre ha amado, se había convertido en la mujer que le robó el corazón y la razón, la que se volvió su necesidad, su anhelo y su deseo.
Esa pequeña era la mujer que ahora taladraba su mente a cada instante del día, con su risa, con sus ocurrencias, con su esencia.
A cambio guardo sus pensamientos para sí, sonrió levemente y tomó la palabra.
-Comprendo perfectamente su desconfianza señora Gizelle, sin embargo soy un hombre con principios y valores, incapaz de jugar con algo tan delicado como es su tragedia.
Sentenció firmemente.
–Además… según lo que pudimos investigar y tomando en consideración el enorme parecido físico ente ustedes con la persona que intuyo puede ser su hija, nos da un margen mínimo de error, lo que aun no comprendo es ¿por qué ella se quedó en Estados Unidos y ustedes en Argentina?
Verdaderamente es algo que me provoca mucha confusión, comento Albert con aire curioso en su rostro.
-Si me permites contarte brevemente parte de nuestro pasó por el norte del continente, tal vez juntos encontremos respuestas a las inquietudes que tenemos, intervino Carlos.
-¿Madre, está de acuerdo o prefiere hacerlo usted?
-Cielo, por supuesto, quedas en libertad de hacerlo, por favor… eeemm… bueno, si el señor William no tiene inconveniente, esbozó dubitativa.
-Adelante, escuchó
Y fue así que Carlos comenzó con su narrativa.
El suspenso de aquella reunión estaba por despejarse
Mientras tanto Candy destacaba en cada proceso que se le enseñaba, rápidamente se ganó la confianza y cariño de muchos de los soldados que llegaban para rehabilitación.
-¡Torpe!
¡Madre santa! Debo estar alucinando o soñando.
-Jajajajaja….
Pues ni una ni otra
¿¡Mery Jane!?
-¿Quién más sino?
-¡Vaya, que agradable sorpresa!
No te alegres tanto torpe, dijo la jefa de enfermeras.
-Mi visita no es social, por el contrario, vamos a ver de qué madera estás hecha, le dijo al tiempo que dibujó una sonrisa entre sarcástica y maliciosa en su endurecido rostro.
-Sin embargo Candy conocía perfectamente a esa mujer que aparentaba tener mano de hierro pero que poseía un enorme corazón.
-¿Ah, sí? Con su característico guiño pícaro la rubia cuestionó a su ex mentora.
-Así es señorita, yo que usted no me reiría tanto y mejor me pondría a estudiar las técnicas que le han sido enseñadas.
-Mary Jane intentó fingir seriedad pero con las caras que Candy hacía, le fue imposible concentrar su mente, finalmente cedió a la voluntad de esa “niña grande” y ambas comenzaron a reír.
-Una vez controladas sus risas Mary Jane dijo haber recibido carta del Doctor Jean Piaget, su labor estaba por concluir y tenía interesantes proyectos por desarrollar, para ello dejaría el continente Americano, sin embargo el equipo que integró estaba dando buenos resultados, la mayoría de sus miembros eran enfermeras que sí bien habían dado excelentes resultados, también requerían mayor preparación, para la época y por ser mujeres eran mínimas las posibilidades que ellas accedieran a una educación de ese nivel; sin embargo por el gran papel que representaron, el mismo gobierno les facilitaría los accesos y les abriría las puertas necesarias.
-Candy escuchaba atentamente cada palabra y en su mente se formulaban miles de interrogantes ¿Por qué le estaba contando todo eso, justamente a ella? ¿Qué tenía que ver en todo eso? ¿Por qué era Mary Jane la que venía a informarle todas esas cuestiones? ¿Había un nuevo plan para ella? En fin, eran tantas cosas, una a una cada pregunta se precipitan en su mente, cada cuestionamiento venía acompañado de varias posibles respuestas, en su mente se formaban miles de escenarios.
-¿Candy?
-¿Candy?
-¡TORPE! Fue el último recurso que la mentora tuvo para regresar al planeta Tierra a la pecosa.
¡Eeeehhh! Perdón, estaba distraída.
-No tienes ni que mencionarlo, me di cuenta perfectamente.
-Je je je sonrió Candy
-¿Qué es lo que te puso tan pensativa niña?
- No, no es nada, sólo que algunas dudas asaltaron mis pensamientos mientras me daba las nuevas noticias.
Para la mujer que había aprendido a leer los gestos de las personas no fue extraño que aquella rubia estuviera tan ausente, pero la dejo con sus propias reflexiones.
-Mira, yo sólo estoy para informarte los planes que tienen para ti y las demás integrantes del equipo, pero de ningún modo quiero influenciar en tus decisiones.
-Comprendes ¿verdad?
-Un rictus serio se dibujaba en el rostro de Candy y de pronto se forzaba a cambiarlo, era quizá el vestigio de la lucha interna en la que se encontraba. Aun así respondió de la manera más serena que pudo.
-Desde luego Mary Jane.
Pesadamente suspiró la mujer mayor y se despidió de la joven, sin embargo ésta la detuvo.
-Por favor, no se vaya, esbozo casi a manera de súplica.
¿Necesitas que hable con el doctor Jean Piaget o con el general Frederick Skinner?
-En realidad no, ya he tomado una decisión y la verdad me gustaría compartirla con usted, no pretendo expresé aprobación o rechazo, simplemente la quiero hacer partícipe.
-Si es tu deseo te escucho, espeto con simpleza y Candy comenzó a hablar.
-Cuando me enrole en el ejército lo hice por pensar que estaba haciendo lo correcto, por un sentido del deber, pero en realidad aunque me negaba a aceptarlo, fue por huir de una desilusión, en aquella época pensaba que si hubiese aceptado ir como voluntaria en vez de Flammy el día que usted nos reunió, posiblemente mi destino hubiese sido otro, tal vez habría evitado la desolación y la depresión en la que me halle inmersa después de mi viaje a New York, ese reencuentro en el tontamente confíe mi futuro y que me dejo vacía.
No era justo que la gente a mi alrededor cargara con mis problemas, en aquel entonces Albert, el paciente de la habitación cero fue mi fortaleza, ¿lo recuerda Mary Jane? –Por supuesto, cómo no hacerlo si el Doctor Leonard se quejó de tu comportamiento y quería que yo te hiciera entrar en razón, lo rememoro y me da risa ¿acaso no sabe lo necia que eres?
-¡Por todos los cielos! Cuando se te mete una idea en la cabeza no hay poder humano que te haga cambiar de opinión.
-Jajajajaja usted exagera fue mi respuesta.
-En fin, por eso en mi primer oportunidad hui como la cobarde que era, en vez de enfrentarme a la realidad, busque un escape y encontré el pretexto ideal.
-Durante mi participación en las trincheras, viví tantas aberraciones y me di cuenta del grave error de no afrontar aquello que cada día carcomía mi alma.
-En mis brazos murieron muchos soldados, sus nombres pasaran al olvido, excepto para aquellos que los amaron; una placa y un bono no les devolvió la vida ni la paz a sus familias.
-A pesar de todo ello, cuando me ofrecieron ser partícipe del proyecto del doctor Piaget, accedí, mis primeros pensamientos al volver a América fueron para todas aquellas personas especiales en mi vida, para todos aquellos a los que consideraba familia, mas no fueron lo suficientemente fuertes como para decidirme a vivir mi propia vida, por mí y para mí y no para los demás.
-Sé que mi obligación como enfermera se encuentra en darme a las personas que necesitan mi ayuda y por eso decidí que no sólo debía aprender a curar las heridas del cuerpo, sino también las del alma, las que nadie ve y las que todos padecemos una o más veces en nuestro vivir.
-Qué bonito se oye todo esto ¿no? Pero como puedo ejercerlo sino lo llevo a la práctica, si la primer enferma soy yo, si no he dejado atrás mis miedos y si no he aprendido a sanar mis propias heridas.
-Las alegrías, las penas, los problemas son parte de nuestra vida, eso no va a cambiar, sin embargo la actitud que tomamos ante cada uno de estos eventos, eso es lo que marcará la diferencia para lograr que las nuevas decisiones sean diferentes y te satisfagan por completo.
-Puedo sanar heridas que me hicieron o que hice, hoy me doy cuenta de ello, solo necesito la actitud y las ganas de hacerlo, debo aprender a enfrentar la realidad; a veces el saberte vulnerable ante los demás nos genera grandes conflictos, no queremos aceptarlo porque entonces mostraremos nuestro lado débil y frágil, sin embargo cuando damos ese paso tan importante, nuestro corazón recibe drásticos cambios, parecidos al proceso de templar los metales, cada cambio de temperatura los fortalece y al final es un metal tan fuerte que ni las inclemencias podrán erosionarlo.
-En mi letargo de vida no había nada que menguara lo que por cuenta propia decidí fuese mi destino, mi actuar era mecánico y no valoré a las personas a mi alrededor, las que me daban todo a cambio de nada y a las que sentí seguras.
-Para ese momento la suave brisa de la tarde se comenzaba a sentir, la atmosfera estaba cubierta por un sutil aire nostálgico.
- El par de mujeres se encamino a una banca debajo de unas frondosas jacarandas que traían consigo el sonido de la naturaleza, el clima perfecto para tan profundas confesiones.
-Se sentaron ahí y prosiguió la charla, ninguna se veía, ambas tenían sus miradas perdidas en algún punto del horizonte.
Con sonrisa soñadora Candy continuó.
-¿Sabe? Nada de esto fue claro para mí sino hasta el día en que volví a las oficinas de Chicago, me encamine primeramente a la mansión, pero no encontré al hombre que buscaba, de ahí con el alma desbordando de alegría fui a donde sabía que era seguro hallarle, más lo que mis ojos vieron me hicieron quitarme por completo la venda de los ojos.
-Ese amigo que estuvo conmigo en cada circunstancia difícil de mi vida, ese amigo que aparecía justo cuando más lo necesitaba, ese amigo se había convertido sin querer en parte de mí ser, en la persona que más añoraba en mi vida y a la que deje pasar de lado y…
-La rubia se quedó ausente por breves instantes, con gesto de dolor filtrado por sus esmeraldas, amenazando con desbordar unas lágrimas concebidas desde su corazón, posando en sus mejillas y muriendo en sus labios para hallar el escape a su dolor.
-Y… ¿qué más pequeña?
-Esa única palabra la saco de su transe, sólo una persona le llamaba de ese modo, así que cuando Mary Jane lo hizo, causo el mismo efecto que un par de estrellas azuladas que tenía tatuadas en sus pensamientos.
-¿Eh?
-Disculpe.
Y… esa tarde lo vi tan cerca de ella, de la chica que a pesar de nunca haberle hecho nada se empeñó en herirme en cada oportunidad que se le presentaba, me aferre tantas veces al recuerdo de otro que no vi la realidad.
-Quise que la tierras se abriera y hundirme en ella, pero no corrí con tanta suerte, para mi mala fortuna Eliza vino a confirmarme que había perdido a ese chico encantador, me dio la estocada final al hacerme sabedora de su compromiso nupcial.
-Una avalancha de emociones casi me hace perder el control, como pude escapé de ese sitio, fue ahí cuando supe que el único objetivo que tenía era ser feliz.
-Desde que tengo uso de razón, siempre he hecho todo por los demás menos por mí, no me quejo, realmente he sido muy feliz me gusta cada matiz de la vida y no cambiaría nada, cada parte de esas experiencias lleva un pedacito de mi por ello he crecido en afectos y valores y por eso mismo no modificaría ni un ápice de cada vivencia.
-No he sido una blanca paloma, he sido, egoísta, pesimista, mezquina, imprudente, cobarde, prejuiciosa, arrogante, incluso envidiosa, he anhelado en ciertos momentos todo lo que he carecido, no por ello soy una mala persona, creo es válido sentir todo eso; lo malo sería que por apagar esa ansiedad hiciera lo que fuese para obtener una satisfacción propia.
-Hoy por hoy he aprendido de la experiencia, he aprendido a perdonar no sólo a los que me lastimaron, sino a mí misma, debo dejar ir para poder tomar buenas decisiones, para poder manejar mis sentimientos y no lo contrario, no quiero olvidar pero tampoco deseo guardar rencor, esa no soy yo, Candice White siempre se levanta, conquista nuevas metas, siempre mira al frente e intenta una y otra vez, esa sí soy yo.
-Desde siempre lo he hecho, ¿Sabe Mary Jane? Cuando Flammy estaba llorando porque debía partir a la guerra y no quería que nadie supiera sus pesares, yo la descubrí y sé que usted también lo sabía, intente entenderla, pero al ser huérfana una perene necesidad de sentirme vinculada a un entorno familiar se hizo presente en esa época, nublando mi objetividad y sentí en cierto modo envidía porque ella tenía una madre, un padre, hermanos y… yo no, al menos no de sangre.
Mi primo Stear y yo fuimos donde su casa y vimos a cada miembro de su familia, obviamente ella deseaba con todo su ser salir de ese entorno, todos ellos eran personas sin objetivos, sin aspiraciones, pero al menos tenía una familia, desunida pero la tenía, y yo… yo nunca la tuve porque me abandonaron en un orfanato
-Mis dos madres llenaron ese vacío pero siempre he tenido la curiosidad de saber los motivos por los cuales sin importarles mi destino me expusieron a las inclemencias, pude haber muerto esa noche en medio de esa tromba que cayó junto con el ocaso.
-Para mi fortuna en mi camino me encontré con más gente noble que mezquina, entre ellos, Anthony, Stear, Archie, Annie… a cada nombre que mencionaba se le iba iluminando el rostro y dibujando un rictus de alegría.
-Aaaaaah! Suspiró, Terry y Albert
-¿Entonces qué has decidido? Increpo la mentora.
-Pues…
CONTINUARA...
Última edición por RENECIA CONTRERAS el Dom Abr 03, 2016 6:23 am, editado 2 veces