Día 7 de la GF
¿Qué les digo?
¡ooohh sí! -He leído todos y cada uno de sus comentarios y los llevo tatuados en mi corazón es una enorme alegría la que me inunda .
¡¡¡AGÁRRENSE!!! El siguiente capítulo esta lleno de diversas emociones, me van a odiar pero tal vez al final terminen amándome
Me la ponen difícil si solicitan firma no sé hacía onde inclinar la balanza algo se me ocurrirá mientras pongo al ratón de mi cerebro a girar la rueda y pensaré en algo lindo
Mis aportaciones
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Disclaimer: Los personajes de Candy Candy no me pertenecen,
pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki y/o Toei Animación.
Los nombres de los personajes han sido usados por mí para desarrollar una historia de mi autoría e imaginación, por lo cual, podrán existir variaciones en cuanto a los sucesos del manga y del ánime, incluso en la personalidad de los personajes.
Lo que leerás a continuación ha sido escrito sin fines de lucro, sólo con el objeto de entretenimiento y está dedicada a una mujer que amó el manga de Candy Candy, especialmente al personaje de Albert, pero desgraciadamente hace unos meses se adelantó en el viaje del sueño eterno, sin embargo estoy segura que está feliz de que haya en el mundo muchas chicas que comparten su misma pasión.
En honor a H.A.W.
Capítulo 3 “Confesiones”
- En la Guerra se cavaban trincheras a lo largo del frente del campo de batalla para proteger a las tropas del fuego mortífero de la artillería y las ametralladoras. Detrás de las trincheras de primera línea se encontraban las trincheras cubiertas, que proporcionaban una segunda línea defensiva en el caso de que el enemigo asaltara la primera.
-Las tropas que no estaban de servicio vivían en los refugios subterráneos ubicados dentro de las trincheras de apoyo.
-Los suministros, alimentos y las tropas de reemplazo eran trasladados al frente a través de una red de trincheras de reserva y comunicaciones.
-El área que se encontraba entre las trincheras de ambos combatientes era tierra de nadie; intentar cruzar este terreno, solía acarrear consigo la muerte, dicho espacio estaba cubierto de alambradas y los soldados pasaban a ser un blanco fácil para el enemigo.
-En ésta área no había tregua.
-Las tropas alemanas empezaron su ataque tratando de invadir Francia, en efecto para septiembre podían visualizar algunas zonas Francesas como la parte alta de la torre Eiffel. Pero no pasaron más allá.
-Los alemanes invadieron Bélgica el 4 de agosto y prosiguieron su avance. Luego los británicos tuvieron que retroceder hasta el norte de París. Por su parte los franceses se habían concentrado en el río Marne como parte de su estrategia para replegar los ataques del enemigo.
-Al ser rechazados, los alemanes regresaron sobre sus propios pasos rumbo al norte para rodear las líneas aliadas, pero fueron detenidos en la sangrienta batalla de Ypres.
Durante dicha batalla tanto “La Triple Alianza” como la “Triple Entente” perdieron un gran número de elementos, los hospitales eran insuficientes y gran parte de los soldados no resistía los largos viajes para obtener la atención necesaria para preservar sus vidas.
Esa fue la principal razón para que se decidiera enviar a médicos y enfermeras a los distintos frentes de batalla, sin embargo a pesar de que la atención podía ser más oportuna, no se tenían los medios suficientes, ni el material clínico necesario.
-Era común hallar quirófanos improvisados con sábanas y trozos de madera, las necesidades eran muchas y el sentido de urgencia se hacía presente en la desesperación por salvar la vida de cada uno de los pacientes que minuto a minuto llegaba.
-Flammy y yo hicimos un equipo magnifico, eran pocas horas las que teníamos para descansar, no habían días libres, incluso las jornadas se extendían a más de 24 horas.
-Entonces la jefa de enfermeras Vera Mary Brittain reorganizó los grupos, asignándole mayores responsabilidades a las reclutas voluntarias que en un principio fueron relegadas a actividades poco relacionadas con las propias de cualquier enfermera.
-Como era lógico, la falta de experiencia y capacitación era evidente en cada una de éstas chicas, la mayoría no sabía ni colocar un vendaje o tomar la temperatura.
-Flammy y yo fuimos nombradas jefas de enfermeras bajo las órdenes de la jefa Mildrett.
-Resultó más complicado de lo que pensamos, al contar con mayor cantidad de enfermeras se suponía podríamos descansar un poco más, pero al ser tan inexpertas y carecer del conocimiento de los conceptos básicos, hacían más lentos los procesos.
-Conociendo el carácter perfeccionista de mi condiscípula decidí que si quería que las cosas funcionaran antes de que sus nervios cobraran la factura, era tiempo de actuar.
-Moría de miedo, desafiar a “la heladera” -como años atrás la había bautizado el Señor McGregor- era una verdadera locura; pero si quería resultados con las aprendices tenía que correr el riesgo, no había tiempo, eso era un hecho, puesto que para Hamilton el sentido de urgencia significaba empezar a actuar incluso antes de recibir la orden.
–Nunca antes había valorado tanto cada segundo como lo hacía ahora; a partir de hoy jamás desperdiciaría uno sólo.
-¡Son todas unas ineptas!
-El estridente sonido de la charola del instrumental quirúrgico cayendo por todo el piso junto con los severos regaños de Flammy fueron todo un espectáculo.
¿Acaso no han aprendido nada?
¿¡No sé si no me explico bien o ustedes no entienden!?
- Son…. …son… ¡todas son una bola de!… la furia que exudaba hacía temblar a cualquiera, bueno, casi a cualquiera.
-¡Basta Flammy!
-Era el director del hospital, al parecer estaba muy molesto.
-Le pido por favor que asigne a una de las enfermeras para que la cubra en sus obligaciones y la espero en 10 minutos en el cubículo de enfermeras que hemos improvisado.
-¡ES URGENTE!
-¿Queda claro?
-Sí señor, fue su simple pero firme respuesta.
-Con la irá aún teñida en su rostro, hizo como el director pidió y en poco más de 5 minutos ya estábamos reunidos.
-Todas y cada una de las enfermeras jefe escuchamos con gran atención e interés.
-Cansinamente, reflejo de su alma, el General Douglas Haig, nos hizo participes de algunas estrategias militares, ubicaciones geográficas y rol que desempeñaríamos; pese a sus facciones endurecidas una sombra melancólica en su mirar me decía que se encontraba devastado y no hablo físicamente, me refiero a su estado emocional, lo reconocí porque en más de una ocasión estuve igual, algunos vestigios de esas derrotas de mis luchas internas aún se asoman, por eso pude distinguir el dolor en su alma.
-Señoritas, no hace falta mencionar lo que ustedes mejor que nadie conocen, las batallas cobran minuto a minuto un costo muy alto, la factura se refleja en las bajas tanto de nuestros elementos como en los del enemigo.
-Algunas de ustedes deberán desplazarse a Alta Provenza al hospital Saint-Jacque y a algunas otras clínicas improvisadas; la batalla que estamos librando en Ypres consiste en operaciones más drásticas de las que veníamos efectuando, con ellas hemos logrado debilitar al ejército Alemán sin embargo nuestras bajas aumentan día a día, muchos de nuestros soldados hallan la muerte debido a que no resisten los largos traslados.
He pensado que para aumentar el margen de supervivencia es necesario organizar un dispositivo sanitario fijando varias zonas, principalmente las de vanguardia, puestos de socorro con medios de evacuación y centros especializados en la retaguardia con equipos adecuados y una estrategia bien definida.
Para ello el doctor Charles Drew trabajara codo a codo con ustedes en el empleo de nuevas técnicas que puedan ser aplicadas en el mismo campo de batalla.
-Esa misma noche partimos a los diferentes consultorios ambulantes, clínicas y hospitales la mayoría ubicados en Passchendaele, cerca de Ypres, Flandes y Bélgica.
-En la madrugada hubo un ataque donde era imperioso empujar a las tropas alemanas para alejarlas de Ypres y al mismo tiempo tratar de capturar las bases de submarinos alemanas que se encontraban en los puertos Belgas dentro del territorio invadido por los Alemanes y de donde la Marina de Guerra Alemana lanzaba su campaña submarina irrestricta contra los barcos que abastecían a los ingleses.
-Una fusión de luces coloreaba el cielo con matices anaranjados, rojos, blancos y amarillos, bajo otras circunstancias aquella lluvia de destellos quizá pudo ser un magnífico espectáculo al ser observados a la distancia, pero ahora mismo no lo era, los incesantes gritos de dolor, las lamentaciones, los gemidos y los incontables hombres esparcidos por el suelo, sobre las ramas de los arbustos incendiados, dentro y fuera de las trincheras, en fin, el suelo cubierto por cuerpos mutilados, lacerados o descuartizados, el espectáculo era aterrador, ríos de sangre simbolizando la matanza y yo me hallaba en medio de toda esa destrucción.
-Las fuerzas me habían abandonado, nada era claro, sólo seguía escuchando más detonaciones y la descarga de las ametralladoras que lanzaban miles y miles de pequeños proyectiles sin un objetivo fijo, simplemente tirados al azar, arrastrando a su paso cada obstáculo que les impedía seguir su marcha.
-Sentí náuseas ante tal aberración y mi corazón dolía, dolía mucho por lo insignificante e inútil que era yo en esos instantes … mis propios sollozos intentando bloquear cada sonido exterior, casi lo he conseguí, solo escuchaba mi dolor…
-¿Eres un ángel?
-Un joven poco mayor que yo me lo preguntaba con apenas un hilo de voz, se estaba ahogando con sus propios fluidos, sus ojos vidriosos, sus ropas igual de maltrechas que las mías producto del reciente bombardeo
-Al estar en una de las trincheras más lejanas tuve suerte de sólo terminar con algunos rasguños y con la ropa toda enlodada por una mezcla de arcilla con sangre, sin embargo él no corrió con la misma fortuna.
-Desorientada aún por el zumbido en mí cabeza mire hacia todas partes, ahora que había dejado atrás la primera impresión de la masacre lo que mi campo visual tenía a su alcance era un panorama desolador, peor que ese profetizado en el Apocalipsis, inenarrables eran las imágenes frente a mí, fue cuando lo escuché:
-¿Eres un ángel?
No soy un ángel, soy una persona como tú.
-Pensé que lo eras, hizo un intento por sonreír.
-¿Sabes?
-Uuumm… es todo lo que pude emitir y él prosiguió.
-Cuando me enrolé venía con verdadero ímpetu…
-Sus sollozos cada vez más irregulares no le permitían hablar
-Sssshhh… no te fatigues, debes guardar energías y…
-Un repentino ataque de tos le sobrevino, para después continuar con su narración.
…vine con la firme convicción de que gracias a mi intervención en éste conflicto muchas vidas sería salvadas y como futuro médico cirujano estaría dando honor a Francia.
No valieron de mucho las lágrimas de mi madre al implorarme recapacitar en torno a lo que para mí era más relevante que mi propia familia, sin ver atrás la deje llorando y sin ningún consuelo.
-No creas que no me dolió, ¡aauch!... incluso quise regresar pero de haberlo hecho no habría tenido el valor de dejarla.
-¡Cof, cof, cof! Nuevamente un ataque de tos le impidió proseguir.
-Tengo que asistirte, resiste, verás que pronto llega más ayuda.
-Triste y dolorosamente suspiro, como intentando recobrar un poco de aliento.
–Sabes bien que eso es mentira, cerró los ojos, luchaba por mantenerse consiente, de sus pupilas no brotaban lágrimas, emanaba sangre.
-No te preocupes, veo el final muy cerca pero no tengo miedo, la vida me enseñó miles de cosas, antes tuve miedo, no corría riesgos, me preocupaba más la opinión de las demás personas que mis propias convicciones, tuve miedo de fracasar, de amar, de dejar ir, miedo, miedo, miedo de atreverme.
-Me hacía miles de auto promesas, buscaba la aceptación y reconocimiento de quienes me rodeaban, sin embargo ninguna de las personas a las que tuve miedo de decepcionar, ni una sola está aquí; irónicamente la única persona a la que nunca me preocupe de escuchar soy yo, y ahora estoy muriendo sin haber realizado nada de todo lo que anhelé, ahora me falta tiempo para realizar mis sueños.
-No sólo se me va la vida, sino cada ilusión, cada promesa y cada oportunidad…
… ¿Sabes?... –desconozco tu nombre pero…
-Candice, respondí rápidamente,
-Sabes Candice, tú no cometas mis mismos errores, sé valiente, atrévete y vive a plenitud, te garantizo que de no hacerlo al final de tu vida te arrepentirás y añorarás lo que no pudo ser.
-Para esos momentos difícilmente respiraba, veía u oía, su cuerpo convulsionando me imploraba dar fin a aquella agonía.
Haciendo acopio de las últimas fuerzas que todavía no lo abandonaban, mencionó que deseaba que buscara entre sus pertenencias una carta dirigida a su Familia.
-Soy residente en el hospital Saint-Jacque, no te será difícil, en los registros ostento como cirujano militar y mi nombre es Mii mii miiikeel…Mikel.
Sus manos abiertas y estiradas como queriendo alcanzar algo o simplemente intentando evitar que se le vaya la vida, una larga exhalación, su mirada perdida, y la frialdad que se expandía por todo su cuerpo fueron el preludio del inevitable fin
-Mi rostro desencajado ante el descubrimiento me dejo impávida por unos breves momentos, sin embargo ese estado duró poco, no podía creer que aquel joven fuese el mismo que tiempo atrás, al inicio de la Guerra, conocí en la fiesta que alevosamente Elisa organizó para humillarnos a Annie y a mí.
Cada una de sus palabras resonó en mi mente como un rayo de esperanza dentro de ese panorama descorazonador. Recordé cuando me ayudo a bajar de la torre y me hizo prometer que aprovecharía mi vida, que no la desperdiciaría, parecía tan lejano ese recuerdo y ahora él estaba muerto, pese a su gran amor por la vida, ésta se le fue.
-No creo que haya sido coincidencia el encontrarlo, compartimos el amor por la medicina y ayudamos a preservar vidas, su ciclo terminó pero prefiero pensar que no se ha ido, me gusta pensar que ha dejado una parte de sí en cada persona a la que ayudó.
-Con mi dolorido corazón y mirada ausente como en estado de shock, me abrí paso, nada podía hacer ante aquel escenario fantasmagórico.
-Totalmente autómata caminé entre los restos esparcidos por todo el campo, algunos, muchos a decir verdad, muchos de esos cuerpos ardían en llamas, parecían estar aún con vida, los ligamentos, los tendones y los músculos al estar en contacto con el fuego reaccionaban dando un efecto macabro, el cual era acompañado por característico aroma de cabello chamuscado y de pólvora quemada.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Otra vez me despierto a mitad de la noche, como cada madrugada desde hace unas semanas se interrumpe mi descanso, mis miedos se hacen evidentes en aquella recurrente pesadilla, mi cuerpo bañado en sudor y mi rostro completamente húmedo por las lágrimas derramadas junto con la opresión de mi pecho son un monstruo que invade mi estabilidad emocional.
-No comprendo que está sucediendo, es cierto que desde que ella se fue, mi corazón, alma y cuerpo no tienen descanso, cada recuerdo suyo es un motivo para sonreír, pero la sola idea de que algo le pueda suceder tiene mi autocontrol al límite.
¿Qué es lo que me produce esta horrible sensación?
-No lo sé, pero ruego porque ella se encuentre bien.
-A la mañana siguiente a mi más reciente noche de insomnio me preparo para continuar con la monótona rutina de mi vida.
-Señor William, buen día.
¿Qué le apetece desayunar?
-Buen día Dorothy, café, pan y algo de fruta por favor.
-Enseguida señor.
-Dorothy…
-Sí
¿Ya llegaron los diarios?
-Aún no pero ayer llego una carta…
¿Por qué no me la entregaron?
-Porque el mensajero pidió entregarla personalmente y al no encontrarlo acordamos que viniera hoy.
-¿Cuál fue la hora que convinieron?
7:40 señor, creo debe estar a punto de llegar.
Gracias Dorothy, en cuanto llegue me avisas.
-Desde luego, permiso señor.
Apenas estaba retirándose cuando el timbre sonó.
-Yo abro gracias, continua con tus deberes por favor.
La muchacha siguió las indicaciones y se fue.
-Buenos días, estoy buscando al señor William Albert Ardley.
-Soy yo.
-Le ha llegado una carta pero necesito que me firme la entrega, es por eso que nadie pudo recibirla.
¿Dónde le firmo?
––El mensajero le indicó dónde, después de firmar, le hizo entrega de la misiva y enseguida se retiró.
Camino a su despacho Albert se preguntaba de quién era aquella carta, ya que el sobre no tenía remitente.
Hebert Plumer
Comandante Británico del 5o Ejército
Sr. William Albert Ardley
Estimado Sr. Ardley, sabemos la preocupación por la que usted y su familia atraviesan debido a la incorporación a nuestras filas de su protegida, sin embargo, en tiempos de guerra cualquier ayuda es de vital importancia.
Estamos orgullosos de la participación tan eficiente que ha brindado la Señorita Candice White Ardley, sus conocimientos han salvado muchas vidas aun a costa de su propia seguridad, sin embargo su valentía y temple la han mantenido a salvo.
Para los miembros de su hogar debe representar una agonía su ausencia y los momentos de incertidumbre deben crecer con cada nueva invasión, es por ello que como muestra de empatía dirijo ésta misiva para tranquilizarles.
Al mismo tiempo le comunico que la Señorita Candy viajará de regreso a los Estados Unidos donde participará en diversas clínicas habilitadas especialmente para el tratamiento y rehabilitación de los heridos de guerra.
Anticipándome a las acciones que usted o su familia puedan realizar le comunico que permanecerá bajo las órdenes del ejército, por lo cual será considerado como desacato el hecho de que intenten reincorporarle a su vida normal sin antes haber concluido su participación, la cual, podrá prolongarse según las necesidades derivadas de la guerra, toda vez finalizada se harán los ajustes necesarios y ella podrá reintegrarse a sus actividades cotidianas.
Hebert Plumer
Comandante del 5° Ejército Británico
¡Gracias a Dios!
-Candy… querida Candy… pequeña vas a volver.
Quisiera controlar la alegría que mi ser experimenta en éstos momentos, pero es una fuerza mayor a mí, ni siquiera te imaginas lo fatal que la he pasado, no me importa haberme enterado por un tercero, lo único que me interesa es que estarás lejos de aquel campo minado en el que cualquier paso en falso puede arrebatarte la vida.
-Sé que nunca te lo he dicho pero me prometo y te prometo hablarte de mis sentimientos a tu regreso, jamás imagine que nos volveríamos a separar; generalmente yo era el que se alejaba, por eso tu repentina decisión me tomó por sorpresa. Conocía tu valentía y convicciones pero ni en mis más locos sueños habría pensado en que cometerías semejante insensatez.
Reconozco que nunca has sido una chica predecible, por el contrario, te dejas guiar por tus impulsos, no mides las consecuencias de tus actos, simplemente haces lo que te parece correcto, así eres tú, un espíritu libre.
-Todavía incrédulo y con demasiada exaltación por la epístola que me devolvió la vida misma, me encaminé a las oficinas donde debía realizar varias diligencias, sin intención me descubrí pensándola. En todas mis acciones aparecía, ni un solo instante hubo abandonado mis pensamientos, pero la noticia de su regreso apremiaba mi necesidad de ella.
-Aaaaaah... Mi pequeña Candy.
-Volveré a estrecharte entre mis brazos, te daré la más cálida bienvenida, nunca más te alejarás de tu hogar, prometo crear uno para nosotros, ambos hemos carecido de uno, mas no lo lamento porque ha valido la pena, porque gracias a ello nuestros caminos se juntaron, ahora sé que te quiero a mi lado, para siempre, aunque para siempre es muy poco tiempo, te quiero a mi lado hasta el final y aún más allá.
-Ni la eternidad alcanza para describir la necesidad de tenerte nuevamente conmigo, eres de esa clase de chicas que conquista no por su apariencia sino por su bondad, por su pureza de alma, por sus actos, eres de esa clase rara, del tipo que pasa desapercibido para quien busca la belleza externa, eres de las que posee la habilidad de poner mi mundo de cabeza, la habilidad de hacerme sonreír aun sin estar junto a mí.
El reflejo que me ofrece el espejo cuando pienso en ti, es el de un hombre pleno y completo por el solo hecho de saber que mi ser entero te pertenece y no porque me lo hayas pedido, sino porque mi corazón se encuentra unido al tuyo y porque cada momento bueno o malo anhelo compartirlo contigo.
He viajado durante tanto tiempo y en el mundo no existe nadie como tú, eres única, eres especial, irrepetible y autentica, me fascina tu resiliencia ante cualquier situación, esa capacidad tan tuya de ver lo bueno aun por encima de lo negativo y me encanta la forma en la que amas la vida.
Tu autenticidad es una cualidad que admiro y que me impulsa a ser feliz por y para ti porque tu felicidad es la mía.
-Sé que parece una confesión demasiado emotiva, especialmente porque abiertamente nunca te hecho participe de mis sentimientos, pero estoy cansado de que cada persona buena en mi vida se esfume cual ilusión
Ruego al cielo porque me dé el valor que no he tenido para poderme sincerar contigo, te daré el tiempo que no te he dado y recobraremos el que hemos perdido.
-Poco antes de hacer mi aparición pública decidí alejarme de ti, en esa época varias veces estuve tentado a volver sobre mis pasos, olvidarme de todo y revivir los bellos momentos que pasamos mientras estuve amnésico, recuerdo tus fallidos intentos por cocinar algo, lo que fuese ja ja ja… o tus extrañas técnicas de recuperación de la memoria
-¡Santo Dios!
-Al menos sigo vivo.
Indudablemente fuimos tan felices, fueron días que no volverán, mas no pierdo la fe en poder crear nuevas y mejores vivencias, ya sin ocultarte nada. Te imagino una y otra vez corriendo a mi encuentro, me enseñase a ser tan feliz que a tu partida me perdí, ahogue mi dolor en el trabajo, pero muchas veces me descubrí pensando en ti.
-Al principio me decía a mí mismo que no era amor lo que ahora sentía por ti, era admiración por tu forma especial de mirar al mundo, me autoanalice para descartar ese pensamiento.
-¡Que imbécil he sido!
Me rio de mí y sé que también lo harás cuando al fin te develé el resultado de mis cavilaciones, cada que trataba de apartarte de mi mente irremediablemente terminabas colándote en ella y enraizándote cada vez un poco más.
Increíblemente veía tu foto y siempre terminaba mirándote a los ojos, imaginando las charlas que tuvimos y sintiéndome tonto por sonreír al pensar en ti, he leído y releído una y otra vez cada carta que nos escribimos y he aspirado tu aroma en todas ellas, incluso me permití imaginarte sonriendo entre cada línea, escuchaba música y en cada nota se hacía presente el sonido de tu voz.
Todos mis pensamientos los entrelazaba y relacionaba contigo, te veo en todas partes, en todo el día solo podía pensar en ti, todo el tiempo estabas en mi mente y aunque muchas veces fui descubierto con esa tonta expresión de felicidad en mi rostro, pude ocultar la verdadera razón ante los demás, pero no conseguí el mismo efecto conmigo.
No pude ver a nadie más a pesar de tener cerca de mí a muchas mujeres, de esas con las que la Tía Elroy estaría más que encantada de que fuesen mis amigas, para poder comprometerme con cual sea de ellas que represente “el mejor partido”.
En mis pensamientos la única persona que se dibujaba eras tú y… es gracioso con solo invocarte en mi mente hace que ésta se sienta libre, como si tuviese alas y pudiera volar a cualquier parte, justo a tu lado, me gusta imaginar;
Supongo que es esa parte del amor que lo explicado todo, porque de otro modo no le hallo solución al vórtice de emociones generadas en mi mente por la simple añoranza de tu presencia y recuerdo
Por eso me he permitido acrecentar mi admiración hacia el amor, por su sencillez y grandeza a la vez, porque en la pureza de tu corazón pude encontrar lo que ni siquiera imaginaba estar buscando.
-¡Oh!, mi pequeña Candy, si pudieras ver mi rostro ahora, seguro te reirías por la simpleza de los actos con los que me has cautivado, ni siquiera te imaginas el efecto que me producía un simple mensaje tuyo pegado en la alacena, un simple “buenos días” o un “no me esperes, tengo guardia” me hacían sentir especial de sólo imaginar que lo hacías porque para ti ya era alguien importante.
-El 13 de diciembre gracias a un armisticio pude regresé a Estados Unidos, específicamente me enviaron a West Point, recibir tal noticia claro que me impactó, realmente estaría muy cerca de Nueva York, esa ciudad donde creí sería muy feliz pero por designios del destino no fue así.
¿No se supone que es sólo para chicos? Era la duda que me había asaltado y que no tarde en aclarar.
-Por mandato del presidente Thomas Woodrow Wilson y como parte de la estrategia conjunta del general Pershing y algunos sicólogos de la época, que si bien no eran especialistas en el tratamiento post guerra, conocían las condiciones sicológicas del individuo y los motores que detonan los cambios en su estado emocional, así como las diferentes reacciones ante el mismo evento, variando de individuo a individuo.
Entre los que conformábamos el equipo asignado a recibir a los combatientes provenientes del campo de batalla, habíamos varias enfermeras, médicos, futuros sicólogos y sicólogos ya experimentados.
-Sin duda alguna, participar en semejante misión fue la plataforma para muchos jóvenes que apenas se iniciaban en éste campo de estudio, personalmente centré mis atenciones en el médico Suizo Jean Piaget, sus estrategias, estudios y teorías eran algo que me asombraba, Frederic Skinner estaba al mando y nada pasa desapercibido ante su ojo astuto.
Mi función nunca se limitó a una simple curación o a un trato paciente- enfermera o viceversa, me llamaba la atención que chicos de pertenecientes a las diversas esferas sociales tuvieran en común un patriotismo tan arraigado, no concebía como miles de jóvenes ponían en juego su vida por una causa que bajo mi punto de vista fue una lucha de poderes donde se utilizó un pretexto ridículo para iniciar una guerra sin sentido.
-Según mis observaciones y las diferentes conversaciones que sostuve con ellos, pude darme cuenta que muchos eligieron hacerse participes debido a que en su infancia tuvieron una vida dura, algunos carentes de afecto, otros de tiempo, algunos más de recursos económicos o del rechazo familiar.
-comprendí que a pesar de ser huérfana, tuve mayores oportunidades que ellos, tuve unos cimientos firmes donde pude construir mi autoestima y afectos, por ello cada decisión tomada fue hecha con madurez.
Muchos de ellos ni siquiera fueron consientes realmente del peligro al que se expusieron, se dejaron arrastrar por la corriente y nadie los orientó; quizá era tarde para ellos, muy pocos ponían de su parte para su recuperación, la mayoría se sumergía en los dolorosos recuerdos de las vivencias en las trincheras o en los diversos campamentos, pero dentro de mí algo me inquietaba, era un llamado que no podía desoír, era como si de mí dependiera que la buena salud emocional de los aún niños, ya que serían los retoños del nuevo amanecer que se experimentaría tras la finalización de la Guerra.
Pensé en Alistear, él parecía un chico feliz,
¿Qué lo habrá impulsado? Involuntariamente mis ojos se aguaron por su añoranza.
-Muchas teorías se escuchaban y todo me causaba gran curiosidad
Esto era un nuevo reto.
¿Qué pensaran la Tía Elroy, Annie, Archie, mis dos madres?
-¡Oh, y Albert!
-Sin quererlo entristecí al recordar que en una de mis breves cartas desde Yves le pedí retirarme su apellido, me parece que lo ha hecho o de otro modo sería un gran escándalo mi actual situación para los Ardley.
-No me duele dejar de tener su apellido, lo que realmente me acongoja es que al parecer ya no les importo y que él se ha olvidado de nuestra promesa.
Aunque… tal vez la culpa es mía por el modo en que salí de sus vidas.
Necesito poner en orden mi vida, por el momento nuevas decisiones me afectan y me siento confundida.
-¿Será que debo luchar por lo que el caprichoso destino me quitó o debo partir de las anteriores experiencias y hacer un nuevo comienzo?
-No lo sé, por un lado me es difícil saltar de página, pero por otra parte pienso que aún me faltan tantas cosas por escribir que quizá sea tiempo de concluir con éste libro e iniciar uno nuevo.