Ya sé que las he abandonado mucho, pero sigo en la guerra
gracias por seguir comentando
DEJO EL CAPÍTULO 4 Y MAÑANA PASÓ A PAGAR DEUDAS
ME DA MIEDO, SÉ QUE ME VAN A QUERER GOLPEAR
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy no me pertenecen,
pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki y/o Toei Animación.
Los nombres de los personajes han sido usados por mí para desarrollar una historia de mi autoría e imaginación, por lo cual, podrán existir variaciones en cuanto a los sucesos del manga y del ánime, incluso en la personalidad de los personajes.
Lo que leerás a continuación ha sido escrito sin fines de lucro, sólo con el objeto de entretenimiento y está dedicada a una mujer que amó el manga de Candy Candy, especialmente al personaje de Albert, pero desgraciadamente hace unos meses se adelantó en el viaje del sueño eterno, sin embargo estoy segura que está feliz de que haya en el mundo muchas chicas que comparten su misma pasión.
En honor a H.A.W.
Capítulo 4 “Reencuentros”
-Tía abuela, ¿Qué hace usted aquí?
-Ahora resulta que tengo que pedir permiso para visitar mis propiedades… faltaba más.
-Pero no te quedes ahí parado, haz que vengan por mi equipaje.
-Enseguida tía.
Neal ¿En dónde están tu madre y hermana?
-La verdad es que no lo sé, apenas voy llegando y me he encontrado con su ausencia.
-Ya veo, voy a descansar unos momentos; más tarde bajaré a ver si para entonces ya han regresado.
-Sí tía.
En cuanto la tía Elroy se retiró a su alcoba, Neal se quedó muy pensativo sobre su repentina visita, si bien era cierto que él, su hermana y su madre aprovechaban cualquier momento para influenciar en las decisiones de la matriarca y así verse favorecidos, también era cierto que su inesperada llegada venía a derrumbar ciertos planes que él y Eliza tenían en mente y para los cuales ya habían acordado la forma de distraer a Sara Legan, sin embargo ahora tendrían que reestructurarlos.
-¿En qué mal momento se le ocurrió viajar a Chicago? Y lo más importante ¿Para qué?
-Ya tendré tiempo de averiguarlo, ahora lo importante es que Eliza se encargue del “Tío abuelo” jajajajaja… ¿Quién lo habría pensado? Ese vagabundo resultó ser el “mandamás” pero no dudo que con sus encantos pronto mi hermanita lo tendrá comiendo de la palma de su mano y ahora sí a disfrutar de toda su fortuna.
Mientras él se pudre en dinero nosotros tenemos que conformarnos con una mísera mesada, ¡hay “tiito, no sabes ni lo que te tenemos preparado!
-Apresúrate George o llegaremos tarde.
Por Dios William, aún faltan varias horas y tal vez ni siquiera puedas verla; te recuerdo que viene como parte de las filas del personal del ejército y…
-Lo sé, en verdad que lo sé, pero hace tanto que no veo su rostro que se me están olvidando sus rasgos.
Realmente exageras, si no te conociera pensaría que la emoción que te embarga es la de un hombre enamorado y obviamente tu no lo estas de la señorita Candy
-¿O sí?
–Esto último George lo dijo con toda la intención de ver la reacción del rubio.
E... es… este no, por supuesto que no George, -respondió procurando sonar casual.
Ahora el que exagera eres tú, bien sabes que me preocupo por su bienestar.
-¡Aja, si tú lo dices! Pensó el moreno.
Conteniendo la risa y recobrando su tan característica sobriedad se limitó a decir: Desde luego, sólo que nunca te había visto tan desesperado por el arribo de nadie y me parece una conducta extraña en ti que siempre eres tan propio y correcto.
-Vamos George, esa pose es exclusiva para los socios, inversionistas o familiares “no deseados” pero con Candy es distinto, ella ha provisto mi existencia de tanta dicha que nuestro reencuentro no puede ser frío y distante, es un acontecimiento que me congratula, verle nuevamente parece increíble, es como si hubiesen pasado años y…
Y es a lo que me refiero William, te encuentras tan excitado por su llegada que en verdad pareces otro, estás irreconocible, hablas de ella con tal adoración que hasta el brillo de tus ojos cambia, tus facciones se relajan e irradias tanta alegría y paz que me sorprendes.
- Albert se sintió completamente descubierto, sabía que su fiel asistente y amigo no mentía y lo peor, ni él mismo podía controlar ese torrente de emociones que lo invadían, ni siquiera podía concentrarse, recobrar su autocontrol, parecía una misión imposible de ejecutar, más no le importaba mucho a decir verdad.
-Mientras tanto, Candy llevaba un par de días en West Point, había hecho su arribo en un navío mercante ya que el único Trasatlántico destinado a tal diligencia se hallaba con sobre cupo, miles de personas deseaban alejarse lo más posible del conflicto y para Candy no representaba ninguna clase de sacrificio viajar ya fuese en primera clase o en cualquier otra; recordó viejos tiempos en los que hasta polizonte fue.
-Deseaba recuperar el tiempo perdido, abrazar a la señorita Ponny, a la hermana María, a los niños del hogar, Annie, Archie, Clin, Miena, ¡Guau! –a todos, incluso a la tía abuela, ella sería la más difícil, sin embargo algo en el fondo le decía que estaría sino feliz al menos, si más tranquila por su retorno, pero a quién más añoraba ver era a Albert, sabía que le debía muchas explicaciones por eso se apresuró a desempacar sus pocas pertenencias y dejar organizados sus horarios para disfrutar de los días libres que el ejército le otorgó.
-Me encaminé a la estación de trenes de Nueva York, sin quererlo reviví esa fatídica noche de invierno, a pesar del tiempo aún dolía, pero para mi asombro ya no tanto, no sé si es porque el tiempo va subsanando las heridas o porque verdaderamente he madurado y he alcanzado a comprender que en la vida hay circunstancias más complejas
-En la ventanilla revisé los horarios, el siguiente tren estaba por partir, solicité mi boleto y revisé el itinerario; en ello estaba cuando algo llamo mi atención, un afiche en la sala de espera anunciaba la puesta en escena de Macbeth, representada por Terrence Grandchester.
-Terry… suspiré melancólicamente
-De modo irrefrenable cada uno de los momentos vividos golpearon no sólo mis recuerdos, sino también mi estabilidad emocional.
Durante mucho tiempo me negué a la realidad que tuvimos que afrontar por tu sentido del deber, me pregunté ¿Por qué estabas haciendo eso mismo que tanto criticabas de tu padre? -¿Acaso no lo juzgaste una y mil veces por abandonar a tu madre?
-Algunas veces me permití imaginar que tal vez vendrías a buscarme y juntos buscaríamos una solución, al parecer mis deseos no fueron lo suficientemente fuertes.
Todo éste tiempo me has dolido , mucho, mucho más de lo que quiero reconocer, sin embargo todo ese dolor me ha permitido fortalecer mi amor propio, ese que no sabía que existía, ahora me sé una mujer completa, antes creía que necesitaba otra mitad para alcanzar la plenitud, truncando así la madurez que tocaba a mi puerta.
- Cuando entraste a mi vida me aferré a ti, después de lo de Anthony mi ser sentía una profunda tristeza, poco a poco ocupaste mis pensamientos, todo giraba en torno a ti, el cielo parecía haber adquirido otros matices que iluminaban mi rostro y ponían una sonrisa en él; Patty y Annie en varias ocasiones me embromaron por ello, -¡ja ja! ¡Qué ironía!
-¿Sabes? Llegué a sentir odio por ti y por mí, por ser tan tontos y no luchar por crear juntos un futuro, pero ya han desaparecido esos pensamientos, tal vez es el tiempo que subsana toda herida o quizá es que he aceptado la idea que fuiste mi amor de juventud.
-Con tu personalidad tan arrolladora me cautivaste, tus bromas, tu sarcasmo e irreverencia me encantaban, es extraño que fuera así, supongo que también fue el dolor de tu alma lo que me atraía como un imán, ambos habíamos sufrido tanto. Merecíamos ser felices, aún lo creo, pero sé que no estamos destinados, tal vez alcancemos la felicidad, mas no juntos, yo seré feliz porque te lo prometí y espero tú también cumplas esa promesa.
-Tengo que dejarte ir, ya es tiempo.
-Aunque significaste todo para mí, nuestros caminos debían separarse, suficientes conflictos internos tengo, como para lidiar con los demonios que te atormentan, no es que me pese hacerlo, eso lo sabes, pero debes curarte a ti mismo, ya es tiempo de que juntes los pedazos de tu corazón y los unas, cuando lo consigas te amarás y es lo que ofrecerás, tu orgullo y el enojo que tienes hacía las circunstancias difíciles que viviste se esfumaran, en ese momento te perdonarás y perdonaras a aquellos con quien estas resentido.
-Sólo entonces podrás ser libre de cualquier cadena, ninguna sombra te atormentará y la plenitud llenará tu vida.
-Susana murió y desconozco si fueron felices, sinceramente espero que sí, fue una chica egoísta y caprichosa al separarnos, aún a sabiendas de lo que ambos sentíamos, no puedo culparla. Estar en los frentes de guerra me permitió ver que cuando una parte de ti se pierde, debes aferrarte a lo que sea que te de una esperanza de vida, ella sufrió, esa es una realidad, pero ahora está descansando y tú tienes un ángel a tu lado, porque independientemente de todo, ella te amó…
-Señorita, el tren está a punto de partir -¿Necesita ayuda con su equipaje?
La voz chillante del dependiente de la estación me sacó de mis cavilaciones.
-¿Eh?
-¿Qué si requiere ayuda? señorita.
-Disculpe estaba distraída, pretendí excusarme.
-No se preocupe pero es mejor que preste más atención y se apresuré o perderá el tren.
-Hice el intento por sonreír, exteriormente lo conseguí, pero en mi interior era otro estado anímico en el que me hallaba.
-En el muelle Albert vio un desfile de personas y en cada una buscaba ese rostro que tanto añoraba, empero esa multitud desapareció rápidamente y no la halló.
-¿Será que no la vimos llegar George?
-Realmente lo dudo William, me parece que no se embarcó en éste viaje. Ya es tarde y debemos regresar a Chicago, tenemos varios pendientes.
Eso haremos después de investigar porque Candy no llegó como estaba previsto.
-Si eso quieres, acompañado de un suspiro de fastidio, fue lo único que pronunció el fiel asistente.
-En realidad lo que deseo es ver a Candy, pero me conformo con que se nos informe el motivo de su ausencia.
-Tía, ¡Que agradable sorpresa! En tono demasiado efusivo Eliza y Sara saludaron a la matriarca.
-No puedo decir lo mismo, esta casa es un caos, la servidumbre distraída, a Neal mi presencia no pareció hacerle gracia y ustedes sabrá Dios en dónde andan.
-Sara, bien sabes que debes estar al frente, tus constantes salidas dan pauta a que los empleados hagan lo que quieren, en fin, sólo he venido por un par de días.
-Cambiando de tema, ¿Por qué no nos avisó que venía? Para recibirla como usted merece, Eliza intervino.
-En realidad no lo tenía planeado, pero William viajará y deberé quedarme al frente de algunas negociaciones, de hecho estoy a punto de salir rumbo a las oficinas, he quedado en reunirme con él y se aproxima la hora acordada.
-¡Oh! exclamaron al unísono las mujeres.
-¿Significa que el tío viene a Chicago? Pregunto la pelirroja, al tiempo que lanzaba una mal disimulada mirada de complicidad a su hermano.
-Ambos sonrieron complacidos ante la develación de la tía Elroy.
Mmmmmmm… parece que nuestros planes cambian favorecedoramente hermanita, ahora todo depende de ti, era la charla que sostenía ese par de bribones, mientras su madre se desvivía en atenciones con madame Elroy.
-Pequeña, no sé porque no me avisaste de tu retorno, pero con los datos que nos dieron sé que muy pronto nos reuniremos, eran los pensamientos del rubio mientras se dirigía a sus oficinas.
-Una vez que ingresó al edificio la recepcionista se encargó de informarle que en la sala de juntas ya se hallaban concentrados la mayoría de los socios y accionistas, incluida su tía que llego pocos minutos antes.
-Su gesto serio y la rigidez de su cuerpo denotaban que algo andaba mal, quienes lo conocían lo sabían, pero nadie se atrevía si quiera a insinuárselo.
-El bochorno en el ambiente era palpable, no por la situación climática, sino por la incógnita en que estaban sumergidos tras la noticia de que nuevamente el patriarca se alejaría por un periodo de tiempo aún desconocido, en cuanto la imponente figura arribó a la sala todos guardaron silencio, como muestra de respeto.
-Buenas tardes, su voz hizo eco, un sonido que fue cortado por la inmediata respuesta de los ahí reunidos y mayormente de una muy emotiva Eliza.
-Querido tío William, ¡Bienvenido!
El ceño de disgusto que se dibujó en su rostro fue evidente para la chica, pero decidió ignorarlo, tenía planes ya trazados y el destino parecía estar confabulando con ella para lograr sus propósitos.
-Gracias a todos por su presencia, en breve comenzaremos.
-Fue George quien tomó la palabra.
-Con voz melosa y movimientos perfectamente estudiados la joven acompañante de la matriarca se dirigió a Albert, quien por cortesía no la desairó.
-No sabía que te interesaran los negocios familiares, pero me alegro de que sea así, quizá puedas apoyar a la tía después de los anuncios de ésta tarde.
-En realidad la acompañé porque tenía deseos de saludarte Albert y…
-Te ruego que cuando te dirijas a mí, lo hagas como William, el timbre irascible con que lo mencionó, no daba pauta más que a ser obedecido, empero a ella no le importó y continuó.
-Si fuera Candy no habría problema, un deje de desprecio acompañaba la afirmación,
-¿Cierto?
-Notablemente irritado por el cometario mal intencionado hacía “Su” pequeña, Albert contestó: -Tu lo dijiste, además eso es algo que le permito por el vínculo que nos une.
-Jajajajaja, Pues hasta donde tengo entendido tienes más vínculo conmigo que con ella, incluso en jerarquía estoy por encima de ella, porque te recuerdo que yo SÍ comparto la misma sangre contigo y ella no es más que una simple huérfana arribista.
Con toda la serenidad que pudo reunir el rubio, le pidió saliese de la sala, no iba a protagonizar un espectáculo frente a todos, por lo que la cogió por el brazo y le hizo acompañarlo.
-Una vez fuera, Albert la tomó por el mentón, inclinándose para que su rostro quedase frente al de ella y mirándola a los ojos le dijo: Escúchame bien Eliza, ésta es la última vez que me cuestionas en relación a Candy, la forma en que ella y yo nos tratemos no es asunto tuyo, si le permito ciertas confianzas es porque se lo ha ganado, además de ser mi protegida.
-Ajenos a lo que a su alrededor pasaba, sobrina y tío continuaron su acalorada discusión, sin percatarse que a la distancia un par de ojos verdes veía la escena.
***FLASHBACK***
Después de abordar el tren, Candy quedó llena de cuestionamientos, los hermosos paisajes que podía apreciar a través de las ventanas le transmitían la paz que necesitaba, era como estar en contacto con “Su padre árbol” al que podía contarle todo, ese lazo invisible que la unía con la naturaleza, la llenó de una calma y tranquilidad que hacía mucho no experimentaba.
Pensé entonces mi proceder en adelante y llegué a la conclusión de visitar primero a Albert, a él más que a ninguna otra persona le debía una explicación.
-Ahora fue el turno de Albert para ocupar mis pensamientos, recordé todos y cada uno de los momentos que viví a su lado, todas las veces que apareció cuando lo necesitaba, los días en que tenía amnesia, y la forma en que me enteré que era el misterioso tío abuelo y mi protector.
-Entonces una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro.
-¡Vaya Albert! Sí que resultaste ser una caja de sorpresas, tengo tantas ganas de verte, charlar como antes, disculparme, borrar de tu mente toda idea negativa que tengas de mi participación en la guerra y…
-Suspiré de modo nostálgico ¡aaaaaah!
…y darte los motivos de mis últimas decisiones.
-Después visitaría a la señorita Ponny y a la Hermana María, a ellas también les contaría mis planes próximos y me disculparía por haberlas dejado con tan grande angustia, también Annie y Archie estaban incluidos en las visitas, además de que a los niños del hogar les debía muchos juegos pendientes y seguro me los cobrarían.
Pero indudablemente lo que más feliz me hacía era la idea de verte.
-Al llegar a la estación de Chicago lo primero que hice fue buscar un coche, quería aprovechar lo más que se pudiera al lado de toda mi familia, porque eso son, no me siento más como una huérfana, realmente he sido muy afortunada pero mi inmadurez no me había permitido valorarlo.
A toda prisa descendí, nerviosamente saqué de mi bolso un par de billetes, creo rebasaban el costo del viaje pero no podía ni quería detenerme en tan intrascendente asunto.
-Justo estaba por tocar la puerta, cuando sentí unas manos rodearme la cintura por detrás y un aliento muy cerca de mi oído; emocionada pensando que era el más agradable reencuentro, giré sobre mis talones hasta quedar justo frente a ese rostro.
-¡Candy! ¡Candy! ¡Querida Candy! Jamás imaginé que mi presencia te alegrara tanto, después de todo, creo que ir a la guerra te hizo valorarme.
-Jajajajaja –sardónicamente Neal reía una y otra vez.
-¡Suéltame!
-Eres un estúpido, ¿Cómo te atreves a poner tus asquerosas manos encima de mí?
-Después de la forma en que me has tratado toda la vida, debería darte vergüenza siquiera acercárteme.
-No te lo voy a repetir, ¡Suéltame!
-Inútilmente, forcejeaba, estaba en desventaja, sin embargo un pequeño descuido de su parte me permitió liberarme de su agarre.
-¡Plaf! Sonora cachetada fue la que imprimí en su rostro y salí corriendo, obviamente él no se iba a dar por vencido tan fácilmente. Salió disparado detrás de mí.
-Claro que le saqué ventaja al treparme en un árbol, jajajajaja ahora era mi turno de reír.
-Desde abajo me gritaba una sarta de tonterías que no me molesté por escuchar, después de un rato se fastidio y se fue, no sin antes gritarme:
-Si buscas a tu adorado padre lo encontrarás en las oficinas, es mejor que te des prisa y te largues antes de que me decida trepar a ese árbol y cobrarte por tus desplantes y caprichitos.
-¿Sabes? El papel de digna no te queda y menos conmigo que estoy al tanto de tu origen, no eres más que una recogida, pronto me vas a pagar una a una todas las que me debes, ahora lárgate antes de que me arrepienta.
-Cuando lo vislumbre a una distancia prudente bajé y emprendí carrera, más adelante encontré un carruaje el cual alquilé para ir a tu encuentro.
-Una vez fuera de las oficinas, mi corazón latía muy de prisa, pasaba de una emoción a otra y todo en tan corto tiempo.
-Subí hasta donde amablemente la recepcionista me informó que te encontrabas, sin embargo cuando llegué hasta donde me indicaron, no daba crédito a lo que veían mis ojos.
-Eliza y tú en una situación algo comprometedora, supongo que en mi ausencia limaron asperezas, después de todo ella es una chica guapa, lista, elegante, muy refinada, en fin, toda una dama.
-No sé porque mis ojos se aguaron, la sensación de abandono que invadió mi ser en ese instante fue como recibir una de esas tantas balas perdidas en el frente de batalla, esas que eran lanzadas al azar y que en su trayecto herían a quien estuviese a su paso, sólo que está bala hirió mi corazón.
Por primera vez te vi de modo diferente, lo sé por el gran dolor que sentí, uno que no había experimentado.
¿Será acaso que me he enamorado de ti sin quererlo?
-¡NO!
-Eso no puede ser, sin embargo porque sentí tanta confusión, tanta ira al ver cómo le tomabas el mentón y le susurrabas algo que no alcancé a escuchar, pero que supongo es una declaración o un halago, finalmente así eres tú, la clase de hombre que puede tratar a una huérfana como yo o a una chica como Eliza con sumo respeto y delicadeza. Eres todo un caballero.
-Permanecí estática observando la escena, me hacía daño pero no podía apartar la vista, procuré agudizar mi oído pero fue inútil, desperté de mi letargo después de que una voz desde dentro les llamó para que ingresaran a aquel lugar, no estoy muy segura pero me parece que era la Tía abuela.
-Albert ¿Qué fue esto que experimenté?
Ni yo misma sé cómo me siento.
***FIN DEL FLASHBACK***
-Por supuesto Tía deme un minuto, fue la respuesta de Albert.
-Ni se te ocurra entrar o te vas a arrepentir, ya me cansé de tu actitud y de la de tu hermano, más les vale andarse con cuidado, sino quieren pagar las consecuencias.
-Eres una chica bastante inteligente y si sabes lo que te conviene es mejor que no intentes nada estúpido.
-¿De acuerdo?
-Por supuesto tío, jajajajaja, yo sólo estaba bromeando pero al parecer a ti no te cayó en gracia.
-No te preocupes que ya me voy, de cualquier forma estas son reuniones muy aburridas, prefiero ir un rato de compras y volver más tarde por la tía.
Con un gesto triunfal le dijo al rubio: Por favor coméntaselo a ella, me parece que prefieres que ya no entre.
-Para ese momento Candy estaba abandonando el edificio y para su sorpresa Neal estaba justo en la puerta de salida.
-Jajajajaja ¿Qué le pasa a la “princesa”?
-Más te vale que te quites de mi camino, ahora entiendo porque me dejaste tranquila hace un par de horas, tenías todo planeado, querías que los viera, tú lo sabías...
-Estas delirando, no sé de qué hablas, la interrumpió Neal.
…No tiene caso que finjas inocencia, sé perfectamente cómo eres.
-De verdad que no sé a lo que te refieres.
-No juegues conmigo, sabes bien que me enviaste justo aquí para después seguirme y terminar de fastidiarme.
Pues no, en realidad trabajo aquí, además no te creas tan importante, puedes creerme cuando digo que ya he perdido el interés por ti, supongo que era un capricho o una revancha contra el Duquecito, pero ya no me interesas, no eres una chica para mí.
-Adiós.
Sorprendida y dudosa por las palabras de aquel rufián, Candy se dispuso a retirarse lo más pronto posible.
-¡Bravo, bravo! -¿Pero a quién tenemos por aquí? nada más y nada menos que a la dama del establo, la huérfana de la casa Ponny o prefieres la ladrona y asesina.
-¡Cállate Eliza! No digas tonterías.
Pero si no son tonterías.
-Querida, deberías pensar muy bien antes de poner un pie en lugares tan... ¿Cómo decirlo para no ofenderte? mmm… digamos, diferentes a tu ambiente, no eres bienvenida, deberías mejor irte antes de que mi prometido te haga sacar mediante seguridad.
-¿Prometido?
-Sí, prometido.
Ahora resulta que no sabes que William y yo estamos próximos a desposarnos.
-El impacto de la noticia eliminó toda señal de color, lucía casi transparente y las fuerzas por poco la abandonan, sin embargo alcanzó a reaccionar.
-Rápidamente recuperó su habitual semblante y en un intento por ocultar sus emociones dio la media vuelta, dejando atrás a los hermanos riéndose de ella.
Hay hermanita, ¿No crees que se te pasó la mano?, además pronto descubrirán tu mentira.
Moviendo la cabeza negativamente se dirigió a su hermano:
-Como se nota que no me conoces, esto resultó más fácil de lo que pensábamos, ni con el plan original habría estado mejor, además William y George están por viajar, sólo un milagro reuniría a ese par. Tengo tiempo de sobra y cuando se descubra esto, ya habré pensado como solucionarlo.
-Si tú lo dices…
-No sólo lo digo, ya lo verás.
-Al paso que vamos pronto seré la señora Ardley y disfrutaremos de miles de beneficios.
-Jajajajaja, de momento su cara toda desencajada al escucharme y saberla sufriendo son mi pago por todo lo que me arrebató, mayormente ahora que ha demostrado cuanto le importa Albert no tendré piedad de ella.
-Ni yo hermanita, ni yo, te lo garantizo.
…Y para finalizar la reunión, sólo me resta informarles que ésta misma tarde emprendo un viaje del cual desconozco el retorno, más la comunicación será la misma que hemos venido manteniendo y nuevamente Madame Elroy, mi tía, estará al frente como la matriarca que es.
-Prestamente Albert concluyo la reunión, necesitaba alejarse de ese entorno que tanto le asfixiaba.
-Muy entrada la noche Candy llegó a Lakewood, fue la señorita Ponny quien la recibió.
-Para la mujer no pasó desapercibido el estado anímico de su niña, pero con la prudencia que le caracterizaba decidió esperar a que fuese ella quien le contase lo que acongojaba su ser.