Primero que nada y antes de que se me olvide, quiero dar gracias a Dios, sé que no soy una mujer religiosa y mucho menos, pero quiero agradecer a esa divinidad por permitirme encontrar a todas las bellas personas que he hallado en éste "mundo aparte" al que me encanta ingresar.
No tengo manera de compensar sus atenciones pero intento dar lo mejor de mi misma por y para ustedes.
Humildemente recibo sus muestras de apoyo, ellas son mi mejor paga
Justamente hoy mi hermana me decía: "¿ Y qué ganan en esa dichosa guerra?
-Nada, fue mi respuesta, le dio risa y prosiguió -¿Y entonces... qué afán hasta de desvelarse por estar escribiendo?
-No lo sé, fue mi respuesta.
Creo es esa parte de mi que se entrega por el simple hecho de que me hace sentir plena y feliz, es la liberación de mis emociones expresadas en un relato.
Hoy por hoy mis sentimientos no son de tristeza a pesar de que mi relato es algo nostálgico; pasa que desde que se me metió la idea de escribir para H.A.W #mimusainspiradora supe que sería todo un reto. Pero la "iluminancia" que ha llegado a mí a altas horas de la noche, es la responsable de lo que ustedes leerán.
Nunca me cansaré de agradecerles y ya mejor les dejo el capítulo 2 porque me agarra el sentimienteo y soy capaz de llorar de tanta felicidad.
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy no me pertenecen,
pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki y/o Toei Animación.
Los nombres de los personajes han sido usados por mí para desarrollar una historia de mi autoría e imaginación, por lo cual, podrán existir variaciones en cuanto a los sucesos del manga y del ánime, incluso en la personalidad de los personajes.
Lo que leerás a continuación ha sido escrito sin fines de lucro, sólo con el objetivo de entretenimiento y está dedicada a una mujer que amó el manga de Candy Candy, especialmente al personaje de Albert, pero desgraciadamente hace unos meses se adelantó en el viaje del sueño eterno, sin embargo estoy segura que está feliz de que haya en el mundo muchas chicas que comparten su misma pasión.
En honor a H.A.W.
Mis aportaciones https://www.elainecandy.com/t19062-c-e-aquelarre-andrew-fanfic-hasta-el-final-aporte-1-albert-y-candy
P.D. Ya saben, firma sorpresa al final voy volando a editarla
Capítulo 2 “Confrontaciones”
-Lunes 23 de Abril de 1917, me hallaba en la oficina de Telégrafos de Lakewood, debía hacer varias diligencias, pero ¿Con cuál empezar?
-No sería fácil, menos después de que por poco me descubren, aún no sé cómo hice para mentir sin levantar sospechas, mi corazón latía tan fuertemente que pensé que todo mundo lo escuchaba, delatándome como una vil embustera.
-¿A dónde vas tan temprano? –Una voz a mis espaldas me hizo dar un salto.
-Me asustó, no esperaba que nadie estuviese levantado.
-Aún no me has respondido Candy, fue la firme exclamación de la Hermana María.
-Bueno… …eee… …es que… …el Doctor Martin… …la clínica…
-¿Disculpa? -¿Por qué estás tan nerviosa?
-¡No! -Levanté la voz.
-Se equivoca, procuré sonar indiferente y calmada, lo que pasa es que como ya le dije no esperaba hallar a nadie levantado, pero no me sucede nada.
-¿Entonces será que ya me puedes responder?
-Por supuesto, verá, el viernes dejé algunos pendientes en la Clínica y aprovechando que me desperté muy temprano quise adelantarme para darle la sorpresa al Doctor Martin, será un obsequio por su buen comportamiento, casi no ha bebido estos días y bueno…. Creo que se merece descansar un poco, él ya no es muy joven.
-Terminé mi discurso guiñándole un ojo y ofreciéndole una deslumbrante sonrisa, al menos creo que se quedó más tranquila.
-Suspiró resignadamente y me dio su bendición.
-¡Anda Candy! -Date prisa o de nada habrá servido que te hayas despertado antes.
-Sí Hermana María, me voy.
-Candy…
-Dígame
-Por favor no te vayas con el estómago vacío.
-¡Upss! Casi lo olvido, jejeje, no se preocupe, en el camino tomo algo y por favor usted descanse un poco más.
-¡Hay Candy!, nunca cambiarás.
Jajajajaja, eso creo… aaadiiioooosss.
-Acababa de consolidarme como la mejor actriz de todos los tiempos, nadie sospechaba mis verdaderas intenciones, ¡ufff!, estuvo cerca.
-Lo primero sería responder la carta del Hospital Santa Juana y así lo hice.
-Posteriormente me dediqué a recorrer el pueblo, sin quererlo me estaba poniendo nostálgica por la añoranza de lo que tendría que dejar, nunca antes me había percatado de la forma en que las personas saludaban desde los coches, los carruajes o cuando se cruzaban con alguien por la calle, era como si todos fueran una gran familia.
-El aire olía a flores, a la madera de los árboles, a frescura, un aroma tan distintivo del lago Michigan; entonces me permití inundar mis sentidos, inhalar su pureza y guardarla en mi memoria.
-Me embarcaría a una tierra en la que todos esos aromas fueron sustituidos por el olor de la pólvora, por los gases tóxicos, por el humo de los campos envueltos en llamas tras los implacables ataques.
-Estar en un contacto directo con lo bello que la naturaleza nos ofrece reforzó mayormente mi decisión, sí, era lo correcto.
-Entré a una pequeña cafetería, me pedí una gran tarta cubierta de mucho merengue, chispas y mermelada, las hice acompañar de una humeante taza de chocolate bien espumoso, después de todo -¿Quién sabe cuándo volvería a probar algo tan delicioso?
-Ya con mi pequeño festín sobre la mesa rústica de aquel lugar, comencé a degustarlo mientras escribía la carta de despedida.
-Adelante George.
-Perdiendo su habitual formalidad, George fue directo al grano.
-William no te tengo buenas noticias.
-¿A qué te refieres exactamente?
-La señorita Candy ya está rumbo a Francia y me temo que nada se puede hacer, he tratado inútilmente de contactarme con el presidente Wilson, ya que ningún oficial del ejército ha querido girar un telegrama con la orden de que se le haga regresar.
-Eso no puede ser cierto George.
-Albert sintió que nuevamente la vida le arrebataba lo que más quería.
¿Por qué el destino se empeñaba en alejar de él a sus seres más amados?
-Mueve todas las influencias que sean posibles, has todo lo que esté a nuestro alcance, la necesito de regreso, no podemos exponerla a las penurias que seguramente deberá afrontar si se queda allá.
…Además…
-“Además creo que no soportaría perderla una vez más, mientras vivimos juntos en el “Magnolia”, nuestro pequeño apartamento de Chicago, comencé a verla de modo diferente, ya no como una niña, sino como la mujer en la que se estaba convirtiendo.
Fue tan valiente al enfrentarse al escrutinio público, no es propio de una dama vivir con un hombre si no están casados, y luego, perdió su empleo por protegerme cuando yo no era nadie, no sé qué habría sido de mi sin ella.
-Me temo que su decisión esté influenciada por el dolor que todavía siente por su separación con Terry, sé que no tengo ninguna esperanza con ella pero no la quiero lejos.
-Espero ansiosamente el último domingo de cada mes para ir a verle, hago hasta lo imposible por liberarme de cualquier compromiso con tal de estar juntos aunque sea un breve tiempo, ella no se ha dado cuenta de mi sentir, pero yo soy feliz por tenerla aun cuando sólo sea de éste modo.
-Me siento culpable por no darme cuenta de todo tu sufrimiento, mi propia vanidad me engañó haciéndome creer que te hacía feliz, debí haberte confesado mis sentimientos, pero tuve miedo de que te alejaras y de cualquier forma te he perdido, te he perdido porque nunca has sido mía y porque tu corazón aún le pertenece a otro.”
…¿Además?
– ¿Además qué William? Te has quedado muy pensativo.
-No, no es nada, solamente que los negocios, las empresas, la investigación que te pedí realizar y la salud de La tía Elroy me tienen preocupado, y ahora esto.
-Comprendo William.
-Te ruego que no le pierdas la pista, ¿quedó claro?
-Por supuesto William, he hecho hasta lo imposible, pero como la Señorita Candy se fue por voluntad propia nada se puede hacer, sin embargo ya he puesto a un detective en Southampton, en cuanto desembarque él se encargará de averiguar a qué pelotón y hospital fue asignada.
-Si no la interceptamos en éste punto cuando llegue a Francia no podremos hacerlo ya que se han incrementado las medidas de seguridad, no te garantizo hacerla regresar, pero al menos podrás mantenerla vigilada y seguir sus movimientos.
-Albert suspiro pesadamente. –Si no hay de otra, que así se haga.
-Mientras tanto, en medio de Atlántico varias embarcaciones provenientes de La Marina Estadounidense planeaban su estrategia, miles de jóvenes eran instruidos en diversas labores, lavaban pisos, cocinaban, se ejercitaban, participaban en simulacros recreados para representar escenas que eran comunes en los campos de batalla, las enfermeras reforzaban sus conocimientos y recibían un entrenamiento a base de códigos, si debían estar en las trincheras, era necesario estar preparadas física y mentalmente, además de estar familiarizadas con el lenguaje militar.
Todos los rumores que se escuchaban acerca del conflicto, era algo que estaban a punto de vivir en carne propia; conforme se aproximaban a su destino muchos de éstos jóvenes entraban en pánico, por ello era importante el entrenamiento constante.
-La realidad a la que se enfrentarían era una que ni ellos mismos imaginaban.
- El general estadounidense John Joseph Pershing era la persona al mando de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense durante la Guerra; pese a que se unió a las fuerzas aliadas para combatir a Alemania, decidió conservar la autonomía de sus tropas y sabía que eso podía acarrearle conflictos mayores, sin embargo, no estaba dispuesto a dejar en manos de quien sabe quién el destino de todos esos jóvenes que representaban el honor y futuro de su nación.
-Candy aprendía rápidamente cada lección, también fue de las pocas mujeres que demostró gran fortaleza en los entrenamientos, no eran rudos, sin embargo implicaban cierta fuerza física y destreza, además de sentido de alerta, y mucho instinto, fueron 10 días en los cuales no se permitió pensar en nada ni en nadie, aunque quisiera, las múltiples actividades la tenían al límite y cuando finalmente tocaba su cama estaba tan agotada que inmediatamente era envuelta en los brazos de Morfeo hasta volver a escuchar la chicharra a las 05:00 horas, la cual anunciaba el inicio de otro día.
-Apenas hube pisado el hospital Val-de-Grâce, fuimos presentadas ante Vera Brittain, jefa de enfermeras asignada de ese hospital, era una mujer alta, delgada, ojos color miel y cabello rubio cenizo, tenía una expresión amable pese al cansancio que se reflejaba en su rostro, detrás suyo se hallaban dos enfermeras más, a una la reconocí de inmediato, era mi condiscípula del Santa Juana, Flammy, la otra era una mujer igualmente delgada, tez blanca, cabello negro profundo y ojos café oscuro, sombríos igual que su expresión, su nombre era Mildrett Sutherland.
-Un breve y lánguido monólogo de bienvenida fue emitido por la jefa, un panorama nada esperanzador fue nuestro recibimiento, rápidamente fuimos separadas en dos grupos bajo el criterio elitista de la enfermera Mildrett; en el primero y más reducido conformado por las enfermeras “Calificadas” ahí me ubicaron a mí; el segundo y de mayor número era el de las reclutas voluntarias, que no fueron recibidas con mucha amabilidad que digamos.
Las enfermeras profesionales, que luchaban por algún tipo de reconocimiento y entrenamiento apropiado, temían que esa enorme invasión de voluntarias no calificadas socavara sus esfuerzos.
-Más tarde me enteré, que las voluntarias o reclutas estaban muy mal remuneradas, tendrían principalmente la función del aseo doméstico, la limpieza de pisos, el cambio de sábanas entre otras actividades, bajo ninguna circunstancia se les permitía cambiar vendajes, asistir al galeno o administraran medicamentos. – Eran poco más que empleadas domésticas.
-Increíblemente Flammy se encargó de ponerme al tanto de todas y cada una de las actividades, horarios, pabellones y procesos.
-Me llevo al cuarto que compartiría con ella y otras dos compañeras.
-Mientras desempacaba las pocas pertenencias con las que viajé y guardaba los uniformes que me fueron proporcionados platicamos como nunca antes lo habíamos hecho.
-¡Candy! Fue la voz de Flammy que llamo mi atención.
-¡Dime!
-Pues… la verdad no sé ni por dónde empezar.
-La manera en que movía sus pies y el hecho de que se estuviera tronando cada uno de los dedos de las manos me decía que estaba muy nerviosa.
-Dejé toda actividad para concentrar mi total atención en ella, cogí sus manos y le dije: ¿Podrías empezar por dejar de martirizar tus dedos?
-Una ligera sonrisa de medio lado asomó en su rostro y un leve suspiro fue su respuesta.
-Se soltó de mi agarre y se dirigió a una de las ventanas.
- Dándome la espalda comenzó.
-Sé que nunca hemos sido amigas, realmente no me di la oportunidad de conocerte como persona, todos te amaban, antes de tu llegada disfrutaba de sentirme poderosa y admirada, no había mejor enfermera que yo, me sentía la reina del hospital y era obvio que todo mundo me alagaba constantemente, pero…
-Se retiró los anteojos, los limpió rápidamente y volvió a colocárselos sobre el puente de su nariz, se giró hasta quedar con la vista sobre mí y continuó con un tono que me pareció más de melancolía que de reproche.
-Tenías que llegar con tu bondad, generosidad, alegría y entrega incondicional, te ganaste el respeto y admiración no sólo de pacientes sino de médicos y… yo no supe cómo manejarlo, me provocabas una gran envidia y celos.
-De verdad que no tienes que hacer esto, podemos comenzar de cero como si apenas nos hubiéramos conocido, quise argumentar.
-No se trata de eso Candy, estoy aquí desde el comienzo de la Guerra y he tenido en más de una ocasión la muerte frente a mí, todo lo que te imagines en relación a ésta masacre, no se aproxima ni una milésima parte a las verdaderas aberraciones a las que me he enfrentado y a las que ahora tú también te enfrentarás.
- Sabes que soy demasiado orgullosa y hacer esto para mí es muy difícil, no te estoy pidiendo perdón, pero sí la oportunidad de hacer un equipo de trabajo, yo… …yoo… …pienso que necesito…
-¿Una amiga? Completé su frase.
-¡NO! Fue el sonido emitido de manera exaltada.
-Intentó recobrar su tan característico porte frío y distante, pero yo sabía que estaba lejos de poderlo conseguir.
.-Quiero decir, que no precisamente es eso a lo que me refiero, mi vida siempre ha sido de completa soledad, no estoy acostumbrada a ser afectiva, ni siquiera me veo en ese papel, de hecho no creo saber cómo actúa una amiga, más bien me gustaría que fuéramos….
… Buenas compañeras.
-Dicho esto, bajó la mirada y continuó.
-No tengo dudas de tus conocimientos y creo que en mi vida hace falta una bocanada de aire fresco, hemos trabajado a marchas forzadas, con tantas bajas y tan poco personal…
–Esto último lo pronunció con un hilo de voz casi invisible, por un momento creí que desfallecería, instintivamente la envolví en un abrazo, el cual correspondió de manera trémula.
-Para infundirle seguridad la atraje más hacía a mí y así permanecimos hasta que sentí como sus latidos y respiración se relajaban.
-¡Que mala noche he pasado! -Llevo días sin poder conciliar el sueño, y lo consigo hasta muy entrada la madrugada, pero en definitiva esta ha sido la peor de todas.
-He leído y releído la carta tan raquítica que dejó.
Querido Albert:
Cuando leas estas líneas ya estaré muy lejos, te pido por favor no intervenir, la decisión ha sido sólo mía, entiendo que te encuentres molesto conmigo, pero comprende que cuando estudié enfermería lo hice con la firme convicción de ayudar a todo aquel que lo necesitase, no creas que fue una decisión precipitada, pensé que ya era tiempo de hacer algo con mi vida.
Nunca te lo dije porque me daba pena molestarte con mis problemas, con todas las responsabilidades que tienes me pareció injusto mortificarte con mis tonterías.
He sido muy feliz al lado de mis madres y tus visitas cada mes me llenaban de alegría, mas ya era tiempo de darle otro giro a la monotonía en que estaba inmersa.
Cuida de la señorita Ponny, de la hermana María y de los niños del Hogar, no permitas que el Doctor Martin recaiga en el alcoholismo y pide a Annie que se encargue de visitar con frecuencia mi pequeño jardín de la colina, cada día está más bello y no quisiera que muriera. A mi regreso me encargaré de compensar a todos y cada uno de ustedes el abandono en que los he dejado.
Te ruego que cuando le digas a la Tía Elroy trates de minimizar el impacto, apenas ha empezado a aceptarme y siento que me culpará de destrozarle los nervios, aún no supera la partida de Stear y ya tiene que enfrentarse a una nueva deshonra familiar a causa mía.
Archie ha prometido enseñarme a tocar el piano dile que no se olvide de ello, porque a mi regreso no lo dejaré tranquilo.
Prometo escribirte en cada ocasión que me sea posible y perdona por tan breves líneas, carentes de emotividad, pero es lo mejor.
-Esto solo es un adiós temporal Candice.
-Durante los primeros días en el hospital llegaban toda clase de pacientes, la mayoría con heridas de metralleta, mutilaciones y quemaduras a causa del constante estallar de bombas, incluso se presentaron muchos problemas médicos hasta entonces desconocidos para doctores y enfermeras ya que no los habían experimentado antes.
-El más común fue la infección de las heridas, las condiciones insalubres en las que se trabajaba no permitían realizar una correcta asepsia, dejando a los pacientes contaminados por toda clase de material de las trincheras, del uniforme o de sus mismas heridas.
-Por supuesto no había antibióticos, y los desinfectantes que se utilizaban eran rudimentarios e insuficientes.
-Ante mis ojos miles de soldados murieron a causa de tétanos o gangrena, no existía un antídoto y yo solamente podía acompañarlos en sus últimos momentos tratando de aligerar su dolor; la agonía de ellos presagiando su final provocaban que siempre terminará derramando unos ríos salados imposibles de contener, con la mejor de mis sonrisas los despedía y prometía que todo estaría bien.
-Muchas veces me recriminé mi estupidez e insensatez por todo el tiempo que había perdido pensando que el destino estaba en mi contra, un sinfín de noches las pasé en vela, llorando por creer que el amor me había sido negado, primero unos padres que no me quisieron y abandonaron, cuando finalmente una estrella iluminaba mi vida, fue extinta en aquella cacería organizada para presentarme como miembro de la familia que acababa de acogerme en su seno, soy enviada a Inglaterra y una trampa me separa del chico que robó mis pensamientos y corazón.
En múltiples ocasiones forzamos varios encuentros que fueron frustrados por las circunstancias, para ceder ante el caprichoso destino y desencontrarnos por breves instantes.
Finalmente el tiempo sincronizó nuestras vidas, no obstante el titiritero encargado de mover los hilos que me unían a él, los cortó, y terminamos para siempre.
La realidad es que me cansé de luchar por un amor imposible, fue muy triste saberlo fuera de mi vida; mi alma se volvió gris por su ausencia y sé que para Terry tampoco fue fácil.
-¡Estúpida, estúpida, un millón de veces estúpida!
-Tengo la oportunidad que a todos esos soldados caídos les fue negada, tengo la fortuna de tener salud y de poder despertar cada mañana, para continuar escribiendo mi destino y…
-¿Qué hago?
-Lo único que siempre he hecho, llorar.
Lo sé, soy una llorona.
-Tengo tanto coraje conmigo misma que quisiera salir corriendo y gritar, descargar toda la furia contenida por la impotencia de no poder ayudar a esos valientes soldados que han perdido sus vidas en ésta batalla absurda y tengo coraje por haber abierto los ojos demasiado tarde.
El autoexilio al que me sometí fue sólo un escudo, no pude olvidar, creo no podré hacerlo nunca, llevo tatuados en mi alma miles de recuerdos, basta con que me decida a seleccionar los mejores y partir de ahí para un nuevo comienzo.
-¿Otra vez soñando?
-¡Que va! bueno fuera.
-He estado revisando los expedientes que me has hecho llegar y hay varias coincidencias que me hacen pensar que ésta faena rendirá muy buenos frutos.
-Lo mismo pensé William, por eso te los hice llegar incluso antes de mi retorno.
-Gracias George, posteriormente quisiera que nos reuniéramos para tratar éste asunto a detalle, ahora cuéntame ¿Cómo se encuentra la Tía Elroy y los chicos?
-Sabes que siempre te he apoyado en cada decisión que has tomado -¿Lo sabes, verdad?
-¿A qué viene éste comentario George?
-Primero respóndeme.
-Por supuesto George, siempre has sido mi incondicional. -¿Qué está sucediendo?
-Verás, pienso que haberle retirado tus visitas a Madame Elroy es un error, conoces perfectamente su carácter tan enérgico y severo, al alejarte de ella los que padecen sus arranques de prepotencia son los empleados, Archie y Annie, quienes fallidamente intentan relajar los ánimos.
-Ya veo…
-Dorothy ha quedado como la nueva ama de llaves ya que Simona no toleró más los maltratos y las injusticias que Madame estaba cometiendo con ella y con el resto de la servidumbre.
--Con desgano me dejé caer en la silla detrás del escritorio, ¡aaaaaah! comprendo.
-Para mí es muy difícil estar alejado de ella, aunque en el pasado tampoco vivíamos juntos, fue por cuestiones que implicaban la estabilidad tanto en la familia como en las empresas, sin en cambio ahora es porque estamos disgustados el uno con el otro.
-Me parece inconcebible que sea tan anticuada y hermética en relación a Candy.
***FLASHBACK***
-El elevado volumen con el cual se dirigía la Tía Elroy a mi persona, hizo huir a cada empleado de la mansión.
-¡Esa hija tuya no tiene vergüenza, es una malagradecida, desobediente! y encima de todo se atreve a mandar a la ignominia a nuestra familia.
-¡Qué horror!
-No tiene ninguna consideración para con nosotros.
-No quiero imaginar lo que la alta sociedad de Chicago va a decir, específicamente de mí, seguramente me culparán, primero Alistear y ahora Candice.
-¡Hay Dios!
Con una pose exageradamente dramática y secando unas lágrimas invisibles continuo vociferando toda clase de improperios contra Candy.
-Ya sé que esa chiquilla no me respeta porque tú le consientes todo, porque no me das mi lugar enfrente de ella y porque siempre terminas restándome autoridad, mis órdenes no valen William, tal parece que disfrutas con su actitud.
-Cuando yo estaba al frente de ésta familia podía controlar un poco más a esa niña, pero desde que te empeñaste en darle su “libertad” lo único que has conseguido es que con cada acción suya manche el honor de nuestro apellido, somos el hazme reír de la elite de Estados Unidos.
-Si al menos ya la hubieras obligado a casarse, tal vez, y digo, sólo tal vez su esposo podría controlarla.
-¡Pero no!
-¡Que va!, Sí tienes el mal gusto de apoyarla en esa tontería de que se casará por amor.
-Habrase visto semejante osadía
- ¿Acaso no sabe que esas cosas son para los plebeyos?
-Una dama de nuestra posición social se casa por convenir a nuestros intereses y no por esa utopía del amor para toda la vida.
-¿Qué es eso de “felices para siempre”?
-Ya la quiero ver feliz cuando no tenga un peso para comer, a ver si es cierto que el amor todo lo puede.
-¡Hay noooo!, un día de estos me va a matar de un coraje.
-Escucharla hablar de esa manera hizo que me hirviera la sangre, respire profundo y la interrumpí
-¿¡Tía!?...
-¿¡Tía!?...
-¡Tía!...
-¿Puede por favor parar?
-Y…
-¿Podemos hablar calmadamente?
-¿¡Por favor!?
-¿Ahora sí quieres que hablemos?
-¿NO?
-Pues fíjate que ya no podemos hablar.
-Ahora es tiempo de actuar, y soy yo la que te pide por favor que me dejes hacerlo a mí manera, es evidente que a ti te controla esa muchachita.
-Aun no comprendo ¿cómo hace para influenciar tus decisiones?
-Cansado de escuchar toda esa letanía, por primera vez en la vida y haciendo acopio de toda mí paciencia, me dispuse a frenar esa locura.
-No obstante parecía que la Tía Elroy estaba dispuesta a continuar con su monólogo.
-Sin más remedio. Levante la voz un par de tonos más arriba que mi querida tía.
-¡Le ruego que guarde silencio y me escuche!
Eso llamo su atención, entonces pude modular el sonido de mis palabras y entablar una conversación sin necesidad de gritar.
-Para empezar quiero que le quedé claro. -Candy no me manipula.-
-Para seguir, ella no es mi hija, es mi protegida, ¡sólo eso!, es como mi ahijada, soy demasiado joven como para tener una hija de su edad, esto último lo dije con intensión.
-La tía es demasiado inteligente para captar el mensaje, al menos eso era lo que cruzaba mis pensamientos.
-para continuar, ella es liiiibree, yo jamás la forzaría a hacer nada en contra de su voluntad, por eso respeto sus decisiones.
-¿Aunque no sean las mejores?
Lo dijo con cierta malicia, seguro para acrecentar la irá que ya me dominaba en esos momentos.
-Aaaaaah (suspiré)
-¡SI TÍA!
-A pesar de todo.
-Y por último, me tiene sin cuidado lo que “La alta sociedad” piense o diga.
-Igual que usted quiero encontrar a Candy, convencerle de regresar para acabar con ésta pesadilla, sin embargo sus motivos y los míos son completamente diferentes.
-Ahora, si ya ha dicho todo lo que quería le ruego que se retiré.
-¿Acaso me estas echando William?
-De ninguna manera, sin embargo me parece que hemos llegado al punto muerto de la charla, por lo que no tiene caso seguirnos enfrascando en un diálogo que no nos llevará a ningún lado.
--Te desconozco William, jamás te habías dirigido a mí de la forma en que hoy lo has hecho, habría preferido mil veces que me retirases la palabra para ahorrarme el disgusto.
-Aún estamos a tiempo, si usted así lo quiere. Fue mi gélida respuesta.
-Vi abandonar toda señal de color o expresión en su rostro, sólo sé limito a hacer un asentimiento y salió del despacho.
***FIN DEL FLASHBACK***
-Han pasado varios meses desde ese día y el único vínculo entre nosotros eres tú George.
-Prometo que la visitaré y trataré de hacer las paces, pero no te garantizo nada. ¿De acuerdo?
-Claro
-¿Sabes George?
-Ayer recibí carta de Candy.
-¡Vaya! y ¿Qué te cuenta la señorita Candice?
-Realmente no mucho, trata de transmitirme tranquilidad con sus palabras, sin embargo la conozco demasiado bien como para darme cuenta que me oculta detalles de sus vivencias, no soy tonto, sé perfectamente lo que se vive en los frentes, más ahora que casi se les ha privado de toda comunicación por el cierre de fronteras y por la insostenible negociación entre los dirigentes militares, ésta lucha no tiene justificación, es una masacré innecesaria.
-Me queda claro William y si me lo permites, me gustaría que revisáramos algunas operaciones financieras, debemos anticiparnos al impacto posterior a la culminación de la Guerra, se rumora que está próxima, de acuerdo a las estrategias implementadas por el General Pershing.
-Algo he leído en los diarios y puedes confiar en mi buena intuición, incluso me he involucrado en la industria Farmacéutica, ya en África desarrollé una gran experiencia, que tuve que dejar de lado al tomar el control de las inversiones Ardley.
-Lo sé y no dudo que cada movimiento lo tengas perfectamente planificado; aun así me gustaría que repasemos juntos las estrategias, no quiero parecer paranoico, pero cualquier movimiento mal hecho nos puede dejar fuera de la jugada.
-Todos los inversionistas estarán más atentos y buscarán cualquier punto débil al cual aferrarse para mantenerse a flote; la economía está muy frágil y estar adecuadamente preparados y alertas hará la diferencia.
-Para tu tranquilidad agenda nuestra reunión y trataremos cada asunto que te preocupe, sólo que me gustaría fuera rumbo a Argentina.
-¿Argentina?
-Así como lo oyes; Gustavo el detective que lleva el caso que hace tiempo comenzamos, ha hallado nuevas pistas, por lo que es necesario viajar a esas tierras.
-Éste joven ha resultado ser muy eficiente, discreto y confiable.
-De encajar todas las piezas, el puzle estará terminado, lo único que me preocupa es el impacto que tendrá, puede provocar una reacción en cadena que una vez iniciada será imposible de parar.
-Recuerda que toda acción irremediablemente tiene una reacción, no está en tus manos tener el control de los sucesos que puede venir al remover el pasado.
- Con esos pensamientos cada uno se perdió en sus propias reflexiones.