Shara la gata channel
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Ella era una gata elegante y de buen gusto su cuerpo largo y esbelto era la envidia de varios gatos, su dueña era afortunada de tenerla en su casa pues sus orígenes eran milenarios, aunque hubiera preferido pertenecerle a un príncipe o aun rey no se quejaba. Hace años que había llegado a aquella familia su dueña no era para nada cariñosa solo la tenía porque era tema de conversación entre sus invitados, ya era de edad avanzada no había tenido hijos por eso la trataba muy bien.
A ella tampoco le importaba el afecto de nadie, ella se bastaba sola en el mundo tenia clase, estilo, buena comida, buena presencia, pasaba todo el día retozando en un sillón en medio de la sala, más de uno quisiera tener su clase, belleza y elegancia. Esos gustos solo lo tenían sus dos retoños dos gatitos siameses igual que ellas daba gracias que habían sacado la elegancia, porte y distinción de ella, porque pobre de ellos si se hubieran parecido en algo a su padre.
No serian nadie en el mundo, solo lo había utilizado una vez andaba paseando cerca de la mansión y lo había visto, tenía clase y todo pero no tenía carácter odiaba a los gatos que eran más débiles que ella. De esa unión habían nacido sus tesoros. Los mimaba como cualquier madre haría, pero ella era diferente a las demás gatas porque ella no solo los amaba sino que los complacía en todo lo que deseaban. Todo iba bien en la mansión jugaban y disfrutaban de la buena vida hasta que su vida cambio un día, cuando un hombre rubio “humanos” lo llamaba trajo a la casa una gata mugrienta de ojos verdes. La odio desde el primer minuto esa era su casa y ella mandaba allí.
Su dueña no estaba muy contenta que digamos inmediatamente envió a alguien a votarla, pues ese animal no podría ser más fea, estaba toda sucia, mugrienta, su pelo no brillaba, se notaba que llevaba días sin comer y hasta cojeaba. Pero el rubio se metió y dijo que era de él, la había encontrado votada en la calle y la cuidaría hasta sanarla.
Sus hijos inmediatamente y fiel copia de ella, fueron a atacarla, Orestes un macho por supuesto, parecía que estaba encantado con la gata esa. Pero su hija Greta le saco los dientes. A lo que el rubio fue a su defensa.
-Sape gata no la lastimes.
Ella defendía lo que era suyo se acercó y de un solo zarpazo logro aruñar al rubio el cual sangraba en la mano.
-Tía Elroy Channel acaba de rasguñarme.
-Ya sabes que no le gustan los humanos y mucho menos ese adefesio de animal que acabas de traer a casa, ojala y no contagie a los otros gatos. Una travesura de su parte y se va de esta casa.
Ella se acercó ronroneando hacia su dueña complacida y se dejó acariciar mientras le dejaba en claro a la pobre gatita de ojos verdes que le esperaba en aquella que era su casa. Había visto el jarrón preferido y claro que sabía muy bien lo que tenía en mente, acabaría destrozado en miles de pedazos y la única culpable la mugrienta gata nueva.. Maulló roncamente mientras sus gatitos la acompañaban en su canto, y la gatita de ojos verdes se acurrucaba entre los brazos del rubio.
A ella tampoco le importaba el afecto de nadie, ella se bastaba sola en el mundo tenia clase, estilo, buena comida, buena presencia, pasaba todo el día retozando en un sillón en medio de la sala, más de uno quisiera tener su clase, belleza y elegancia. Esos gustos solo lo tenían sus dos retoños dos gatitos siameses igual que ellas daba gracias que habían sacado la elegancia, porte y distinción de ella, porque pobre de ellos si se hubieran parecido en algo a su padre.
No serian nadie en el mundo, solo lo había utilizado una vez andaba paseando cerca de la mansión y lo había visto, tenía clase y todo pero no tenía carácter odiaba a los gatos que eran más débiles que ella. De esa unión habían nacido sus tesoros. Los mimaba como cualquier madre haría, pero ella era diferente a las demás gatas porque ella no solo los amaba sino que los complacía en todo lo que deseaban. Todo iba bien en la mansión jugaban y disfrutaban de la buena vida hasta que su vida cambio un día, cuando un hombre rubio “humanos” lo llamaba trajo a la casa una gata mugrienta de ojos verdes. La odio desde el primer minuto esa era su casa y ella mandaba allí.
Su dueña no estaba muy contenta que digamos inmediatamente envió a alguien a votarla, pues ese animal no podría ser más fea, estaba toda sucia, mugrienta, su pelo no brillaba, se notaba que llevaba días sin comer y hasta cojeaba. Pero el rubio se metió y dijo que era de él, la había encontrado votada en la calle y la cuidaría hasta sanarla.
Sus hijos inmediatamente y fiel copia de ella, fueron a atacarla, Orestes un macho por supuesto, parecía que estaba encantado con la gata esa. Pero su hija Greta le saco los dientes. A lo que el rubio fue a su defensa.
-Sape gata no la lastimes.
Ella defendía lo que era suyo se acercó y de un solo zarpazo logro aruñar al rubio el cual sangraba en la mano.
-Tía Elroy Channel acaba de rasguñarme.
-Ya sabes que no le gustan los humanos y mucho menos ese adefesio de animal que acabas de traer a casa, ojala y no contagie a los otros gatos. Una travesura de su parte y se va de esta casa.
Ella se acercó ronroneando hacia su dueña complacida y se dejó acariciar mientras le dejaba en claro a la pobre gatita de ojos verdes que le esperaba en aquella que era su casa. Había visto el jarrón preferido y claro que sabía muy bien lo que tenía en mente, acabaría destrozado en miles de pedazos y la única culpable la mugrienta gata nueva.. Maulló roncamente mientras sus gatitos la acompañaban en su canto, y la gatita de ojos verdes se acurrucaba entre los brazos del rubio.
FIN