VOLVERTE A VER
Capítulo 3
Por Tita Calderón
Capítulo 3
Por Tita Calderón
Vi mi vida pasar frente a mí en unos segundos mientras el corazón me estallaba en el pecho.
Su mirada reflejaba sorpresa, alivio… y no quise encontrar nada más por lo que esquivé sus ojos para escabullirme como si no lo hubiera visto, como si no existiera, como si no lo conociera.
Estaba segura que él haría lo mismo, eso fue lo que acordamos la última vez que nos vimos.
Aplaqué los nervios tomando la primera copa que se me cruzó por delante sin detenerme.
- ¿Estás huyendo de mí? – su pregunta me dejó paralizada mientras mis sentidos se alteraban con su presencia.
Antes de girarme me armé de valor tomado un gran bocado de lo que sea que contuviera la copa que sostenía temblorosa en la mano, menos mal que estaba de espaldas a él, hubiera sido vergonzoso que viera el temblor en mis manos. Mala idea. Eso sabía al infierno. El líquido pasó quemando mi garganta y dejando al rojo vivo a las mariposas que volaban desenfrenadas en mi estómago.
- ¿Por qué debería huir de ti? – le dije girándome con una sonrisa fingida que se me quedó congelada en la cara al toparme de frente con aquel rostro perfecto que un día llamé mío.
- Eso mismo me estaba preguntando yo, ¿por qué Candy huiría de mí? – dijo levantando una ceja que hizo que mis rodillas empezaran a chocarse entre ellas.
Di un paso atrás, su cercanía me alteraba y su hermosura me aturdía, me sentí enfadada conmigo misma porque su presencia no debería alterarme como lo hacía.
- Exacto, no hay razón para huir de ti. – contesté fingiéndome indiferente mientras buscaba donde dejar la copa ya que no podía detener el temblor en las manos.
- ¿Cómo has estado Candy? – su voz se moduló para que solo yo la escuchara. Sentí una especie de taquicardia recordando las veces que utilizaba ese mismo tono para decirme que me amaba.
Me aclaré la garganta antes de contestar.
- Pues, como siempre…genial – estaba segura que genial era más un antónimo de cómo me había sentido en los últimos tiempos.
- Me alegro – contestó mientras un atisbo de dolor se filtraba en su mirada – Que bueno que pudiste venir, por un momento pensé que no lo harías. – sus ojos me escrutaron sin piedad.
- Es el cumpleaños de Archie y no me lo hubiera perdonado.
- Ni él, ni yo. – aseguró - Estaba esperándote.
- Eh… - me quedé sin pensamientos - ¿Y eso por qué?
- Quería verte – su mirada traspasó mi piel y acabé olvidando hasta mi nombre.
Dio un paso que lo acercó nuevamente a mí, estaba segura que a esa distancia escucharía como mis costillas se chocaban entre ellas.
¿Qué pretendía?
¿Por qué decidía meterse conmigo si prometió dejarme en paz? En realidad, él no había prometido nada, era yo la que había asumido eso cuando terminamos.
- Pues ya me viste – contesté sintiéndome perdida – Y yo acabo de ver a Archie y aun no le he deseado feliz cumpleaños. Si me disculpas. – necesitaba alejarme de él, por mi bien y el de mis costillas.
- Candy
Su voz me detuvo
- La última palabra entre nosotros aún no está dicha.
- Yo creo que sí.
Esquivé a algunas personas y de repente me detuve sin saber a dónde iba.
Menos mal que Archie me encontró sorprendiéndome con un abrazo, tan fuerte, que por un momento pensé que me iba a dislocar la columna vertebral.
- Viniste – dijo mientras me tomaba de los hombros como si fuera una muñeca de trapo.
- Te lo prometí, ¿verdad? – le recordé, mientras Annie simulaba una sonrisa pues sabía lo cerca que estuve de no cumplirla.
- Cierto. – confirmó Archie con una gran sonrisa.
- Más vale que hagas algo para que se quede, porque tiene otro compromiso – se apuró diciendo Annie.
- ¿Con quién? – preguntaron al unísono Stear y Archie.
- Con Klin – aseguró entre risas Annie y yo me limité a poner los ojos en blanco.
- No creo que tu perro se moleste si retrasas tu llegada – añadió Stear guiñándome un ojo – Mejor vamos a bailar. – me jaloneó sin darme tiempo a protestar.
Al llegar a la pista de baile bajo una enorme esfera de luces, sentí su mirada clavada en mi espalda. Me propuse firmemente no volverme, pero al cabo de dos notas Stear me obligó a cambiar de lugar y me encontré con sus ojos de frente.
Para mi suerte, la música movida se volvió lenta y arrastré a Stear hasta las bebidas.
- Ve a buscar a Paty – le ordené – a ella le encanta esta canción.
- ¿Y tú? – preguntó preocupado.
- Voy a sacarme los zapatos porque me están estrangulando los pies – le confesé en un susurro – Estos zapatos no fueron diseñados para bailar.
Stear sonrió antes de alejarse y aproveché para escabullirme de la fiesta, pero la suerte no estaba de mi lado, en cuanto giré me encontré frente a frente con él.
- Antes solías bailar la primera pieza conmigo. – sus ojos me traspasaron.
- Eran otros tiempos. – respondí con la boca seca.
Ninguno de los dos dijo nada por unos minutos, él me miró y yo miré hacia todos los lados, menos a él.
- William, que bueno que te encuentro – dijo alguien a su espalda distrayendo su atención.
Distracción que aproveché, no para salir corriendo, porque con esos tacones no caminaría ni dos pasos antes que él cortara de tajo mi salida, sino para arrodillarme y caminar a gatas utilizando la mesa que estaba a mi costado como trinchera para huir de él.
Casi recé de alivio cuando entré al auto, tuve que luchar para encajar las llaves en el encendedor, porque me temblaba todo y el carro protestó porque mis pies aceleraban y frenaban al mismo tiempo.
Era visto que si llegaba viva a casa sería por puro milagro.
Era una cobarde, lo sabía, pero definitivamente aún no estaba preparada para volverlo a ver…
Continuará…
Su mirada reflejaba sorpresa, alivio… y no quise encontrar nada más por lo que esquivé sus ojos para escabullirme como si no lo hubiera visto, como si no existiera, como si no lo conociera.
Estaba segura que él haría lo mismo, eso fue lo que acordamos la última vez que nos vimos.
Aplaqué los nervios tomando la primera copa que se me cruzó por delante sin detenerme.
- ¿Estás huyendo de mí? – su pregunta me dejó paralizada mientras mis sentidos se alteraban con su presencia.
Antes de girarme me armé de valor tomado un gran bocado de lo que sea que contuviera la copa que sostenía temblorosa en la mano, menos mal que estaba de espaldas a él, hubiera sido vergonzoso que viera el temblor en mis manos. Mala idea. Eso sabía al infierno. El líquido pasó quemando mi garganta y dejando al rojo vivo a las mariposas que volaban desenfrenadas en mi estómago.
- ¿Por qué debería huir de ti? – le dije girándome con una sonrisa fingida que se me quedó congelada en la cara al toparme de frente con aquel rostro perfecto que un día llamé mío.
- Eso mismo me estaba preguntando yo, ¿por qué Candy huiría de mí? – dijo levantando una ceja que hizo que mis rodillas empezaran a chocarse entre ellas.
Di un paso atrás, su cercanía me alteraba y su hermosura me aturdía, me sentí enfadada conmigo misma porque su presencia no debería alterarme como lo hacía.
- Exacto, no hay razón para huir de ti. – contesté fingiéndome indiferente mientras buscaba donde dejar la copa ya que no podía detener el temblor en las manos.
- ¿Cómo has estado Candy? – su voz se moduló para que solo yo la escuchara. Sentí una especie de taquicardia recordando las veces que utilizaba ese mismo tono para decirme que me amaba.
Me aclaré la garganta antes de contestar.
- Pues, como siempre…genial – estaba segura que genial era más un antónimo de cómo me había sentido en los últimos tiempos.
- Me alegro – contestó mientras un atisbo de dolor se filtraba en su mirada – Que bueno que pudiste venir, por un momento pensé que no lo harías. – sus ojos me escrutaron sin piedad.
- Es el cumpleaños de Archie y no me lo hubiera perdonado.
- Ni él, ni yo. – aseguró - Estaba esperándote.
- Eh… - me quedé sin pensamientos - ¿Y eso por qué?
- Quería verte – su mirada traspasó mi piel y acabé olvidando hasta mi nombre.
Dio un paso que lo acercó nuevamente a mí, estaba segura que a esa distancia escucharía como mis costillas se chocaban entre ellas.
¿Qué pretendía?
¿Por qué decidía meterse conmigo si prometió dejarme en paz? En realidad, él no había prometido nada, era yo la que había asumido eso cuando terminamos.
- Pues ya me viste – contesté sintiéndome perdida – Y yo acabo de ver a Archie y aun no le he deseado feliz cumpleaños. Si me disculpas. – necesitaba alejarme de él, por mi bien y el de mis costillas.
- Candy
Su voz me detuvo
- La última palabra entre nosotros aún no está dicha.
- Yo creo que sí.
Esquivé a algunas personas y de repente me detuve sin saber a dónde iba.
Menos mal que Archie me encontró sorprendiéndome con un abrazo, tan fuerte, que por un momento pensé que me iba a dislocar la columna vertebral.
- Viniste – dijo mientras me tomaba de los hombros como si fuera una muñeca de trapo.
- Te lo prometí, ¿verdad? – le recordé, mientras Annie simulaba una sonrisa pues sabía lo cerca que estuve de no cumplirla.
- Cierto. – confirmó Archie con una gran sonrisa.
- Más vale que hagas algo para que se quede, porque tiene otro compromiso – se apuró diciendo Annie.
- ¿Con quién? – preguntaron al unísono Stear y Archie.
- Con Klin – aseguró entre risas Annie y yo me limité a poner los ojos en blanco.
- No creo que tu perro se moleste si retrasas tu llegada – añadió Stear guiñándome un ojo – Mejor vamos a bailar. – me jaloneó sin darme tiempo a protestar.
Al llegar a la pista de baile bajo una enorme esfera de luces, sentí su mirada clavada en mi espalda. Me propuse firmemente no volverme, pero al cabo de dos notas Stear me obligó a cambiar de lugar y me encontré con sus ojos de frente.
Para mi suerte, la música movida se volvió lenta y arrastré a Stear hasta las bebidas.
- Ve a buscar a Paty – le ordené – a ella le encanta esta canción.
- ¿Y tú? – preguntó preocupado.
- Voy a sacarme los zapatos porque me están estrangulando los pies – le confesé en un susurro – Estos zapatos no fueron diseñados para bailar.
Stear sonrió antes de alejarse y aproveché para escabullirme de la fiesta, pero la suerte no estaba de mi lado, en cuanto giré me encontré frente a frente con él.
- Antes solías bailar la primera pieza conmigo. – sus ojos me traspasaron.
- Eran otros tiempos. – respondí con la boca seca.
Ninguno de los dos dijo nada por unos minutos, él me miró y yo miré hacia todos los lados, menos a él.
- William, que bueno que te encuentro – dijo alguien a su espalda distrayendo su atención.
Distracción que aproveché, no para salir corriendo, porque con esos tacones no caminaría ni dos pasos antes que él cortara de tajo mi salida, sino para arrodillarme y caminar a gatas utilizando la mesa que estaba a mi costado como trinchera para huir de él.
Casi recé de alivio cuando entré al auto, tuve que luchar para encajar las llaves en el encendedor, porque me temblaba todo y el carro protestó porque mis pies aceleraban y frenaban al mismo tiempo.
Era visto que si llegaba viva a casa sería por puro milagro.
Era una cobarde, lo sabía, pero definitivamente aún no estaba preparada para volverlo a ver…
Continuará…
Capítulo 4
Mil gracias por leer y por dejarme saber tu opinión.
Última edición por Tita**SCFA de Centinelas el Mar Abr 26, 2016 11:11 pm, editado 1 vez