VOLVERTE A VER
Capítulo 4
Por Tita Calderón
Capítulo 4
Por Tita Calderón
Debería estar agradecida por haber llegado viva a mi departamento pero estaba demasiado alterada para hacerlo. Tenía tantas cosas en la mente como sensaciones en el alma.
Me senté lánguida en el sofá, me quité los tacones y dejé que Klin se acomodara sobre mis piernas. Apagué la luz de la lámpara y opté por hundirme en la negrura de la noche para poder traer a flote mis recuerdos más sombríos que destellaban como faros en el fondo de mi alma.
Tuve que abrazarme las costillas cuando dejé al primer recuerdo salir a flote.
“… Estaba en la boda de una de las enfermeras de mi unidad, fui al tocador y estaba por abrir la puerta cuando escuché que afuera, en los lavabos, hablaban de mí...
- Me encantó el vestido que está usando Candy. Le voy a preguntar donde lo compró.
- A quién deberías preguntarle es a su novio, es más que seguro que él se lo compró.
- ¿Tú crees?
- Claro. ¿Crees que nuestro sueldo alcanzaría para comprar algo de ese estilo? Por supuesto que no querida.
- Candy sí que tiene suerte de que le den regalos como esos.
- Ese tipo de regalos no se le dan a una mujer decente. Solo a las oportunistas.
- ¿Oportunista?
- No has escuchado lo que dicen por ahí: que “eso” bien administrado, es mejor que hacienda.
- ¿A qué te refieres?
- Obvio, Candy se la sabe todas, seguro que en el orfanato donde se crió le enseñaron como engatusar a un hombre para sacarle todo tipo de cosas.
- Tienes razón, solo una oportunista aceptaría ese tipo de regalos.
Abrí la puerta dispuesta a enfrentarlas, pero ellas salieron sin darme tiempo a verlas ni a verme…”
Nunca me había dejado llevar por los chimes, pero esto era diferente.
Mi amor por él me había quitado la perspectiva de ver como los demás veían nuestra relación, tal linda pero a la vez tan dispar. Él lo tenía todo y yo nada.
El reflejo en aquel espejo me confirmó lo que acababa de escuchar. El vestido que llevaba puesto me lo había dado él, al igual que los zapatos, el bolso, los pendientes…
¡Dios Santo!
¿En verdad era una oportunista?
La cara se me puso púrpura de la vergüenza cuando reconocí que ellas tenían razón en algo, mi sueldo de enfermera no alcanzaba para comprar este tipo de ropa.
Ciega. Ingenua. ¿En que estaba pensando cuando acepté ese tipo de regalos?
Nunca vi nada malo en aceptar sus regalos, al principio fueron flores, luego chocolates, y luego el resto. Todo con pretexto de acompañarlo, no podía ir a sus reuniones con la ropa que tenía.
Necesitaba una segunda opinión.
“…
- ¿Stear te ha regalado alguna vez: vestidos o zapatos? – le pregunté a Paty al siguiente día.
- No, sería muy vergonzoso que lo hiciera. – dijo entre risitas - ¿Por qué?
- Por nada
Una respuesta parecida me la dio Annie…”
¡Virgen Santa! ¡Era una oportunista!
Los ojos se me llenaron de lágrimas con esta confirmación.
Mi cara volvió a encenderse de vergüenza al recordar aquello, me tapé el rostro tratando de aplacarla.
Yo no era una oportunista, tenía que acabar con aquello…fue entonces que en un arranque de cordura, valentía y amor propio, días después, di todo por terminado con él…
“…
- Quiero que terminemos – solté en cuanto él estacionó el auto frente a mi departamento.
- ¿Qué quieres decir con “terminemos”? – me preguntó visiblemente confundido.
- Pues…que se acabó – continué empujada por mi mancillado orgullo y apretando los puños para darme valor.
- ¿Estas bromeando verdad?
- No
- Hoy tuve un día difícil, por favor, no lo empeores. – dijo llevándose los dedos al tabique mientras cerraba los ojos. - ¿Por qué? – sus ojos se habían vuelto de un azul cobalto cuando se volvieron a abrir.
Me miró por un largo tiempo y yo solo pude mirar al infinito sin poder articular palabra alguna hundiéndome en las tinieblas.
- Debe haber una razón de peso para que hayas tomado esa decisión – el tono frío de su voz me atravesó como una estalactita. Estaba molesto, dolido, confundido. No lo culpaba.
- Tú y yo, venimos de mundos diferentes. – solté, apenas pude disimular los violines en mi voz. No quería que supiera lo que esto me estaba costando.
- Continúa – su tono se volvió cada vez más distante.
- ¿Cómo que continúa…? pues eso…yo no pertenezco a tu mundo.
Su mano le cubrió la boca, el mentón y parte de las mejillas mientras esperaba a que continuara con mi escueta explicación.
- Tu quisiste que encajara, lo intentaste…pero yo…solo soy yo…- los ojos se me llenaron de lágrimas al reconocerlo en voz alta y mi voz se quebró en la última palabra.
- Y lo eres todo para mí – dijo intentando tocarme mientras se evaporaba su enojo en respuesta al dolor reflejado en mi rostro.
- No – retiré el rostro a un lado para que no me tocara, porque si lo hacía estaba perdida – ¡No soy una oportunista! – exploté en llanto.
- ¿De dónde sacaste eso?
- Que importa de dónde lo saqué. Yo lo sé.
- Candy – intentó calmarme.
- No, no digas nada – apreté los dientes – Nada de lo que digas cambiará como me siento – abrí la puerta del auto – Dejémoslo así.
El portazo que di selló la tumba donde desde ese instante acababa de enterrar a mi corazón…”
Había terminado con él…
Terminando también conmigo misma, porque no importaba lo que hubiera dicho, hecho o negado, desde aquel día yo me perdí…
Continuará…
Me senté lánguida en el sofá, me quité los tacones y dejé que Klin se acomodara sobre mis piernas. Apagué la luz de la lámpara y opté por hundirme en la negrura de la noche para poder traer a flote mis recuerdos más sombríos que destellaban como faros en el fondo de mi alma.
Tuve que abrazarme las costillas cuando dejé al primer recuerdo salir a flote.
“… Estaba en la boda de una de las enfermeras de mi unidad, fui al tocador y estaba por abrir la puerta cuando escuché que afuera, en los lavabos, hablaban de mí...
- Me encantó el vestido que está usando Candy. Le voy a preguntar donde lo compró.
- A quién deberías preguntarle es a su novio, es más que seguro que él se lo compró.
- ¿Tú crees?
- Claro. ¿Crees que nuestro sueldo alcanzaría para comprar algo de ese estilo? Por supuesto que no querida.
- Candy sí que tiene suerte de que le den regalos como esos.
- Ese tipo de regalos no se le dan a una mujer decente. Solo a las oportunistas.
- ¿Oportunista?
- No has escuchado lo que dicen por ahí: que “eso” bien administrado, es mejor que hacienda.
- ¿A qué te refieres?
- Obvio, Candy se la sabe todas, seguro que en el orfanato donde se crió le enseñaron como engatusar a un hombre para sacarle todo tipo de cosas.
- Tienes razón, solo una oportunista aceptaría ese tipo de regalos.
Abrí la puerta dispuesta a enfrentarlas, pero ellas salieron sin darme tiempo a verlas ni a verme…”
Nunca me había dejado llevar por los chimes, pero esto era diferente.
Mi amor por él me había quitado la perspectiva de ver como los demás veían nuestra relación, tal linda pero a la vez tan dispar. Él lo tenía todo y yo nada.
El reflejo en aquel espejo me confirmó lo que acababa de escuchar. El vestido que llevaba puesto me lo había dado él, al igual que los zapatos, el bolso, los pendientes…
¡Dios Santo!
¿En verdad era una oportunista?
La cara se me puso púrpura de la vergüenza cuando reconocí que ellas tenían razón en algo, mi sueldo de enfermera no alcanzaba para comprar este tipo de ropa.
Ciega. Ingenua. ¿En que estaba pensando cuando acepté ese tipo de regalos?
Nunca vi nada malo en aceptar sus regalos, al principio fueron flores, luego chocolates, y luego el resto. Todo con pretexto de acompañarlo, no podía ir a sus reuniones con la ropa que tenía.
Necesitaba una segunda opinión.
“…
- ¿Stear te ha regalado alguna vez: vestidos o zapatos? – le pregunté a Paty al siguiente día.
- No, sería muy vergonzoso que lo hiciera. – dijo entre risitas - ¿Por qué?
- Por nada
Una respuesta parecida me la dio Annie…”
¡Virgen Santa! ¡Era una oportunista!
Los ojos se me llenaron de lágrimas con esta confirmación.
Mi cara volvió a encenderse de vergüenza al recordar aquello, me tapé el rostro tratando de aplacarla.
Yo no era una oportunista, tenía que acabar con aquello…fue entonces que en un arranque de cordura, valentía y amor propio, días después, di todo por terminado con él…
“…
- Quiero que terminemos – solté en cuanto él estacionó el auto frente a mi departamento.
- ¿Qué quieres decir con “terminemos”? – me preguntó visiblemente confundido.
- Pues…que se acabó – continué empujada por mi mancillado orgullo y apretando los puños para darme valor.
- ¿Estas bromeando verdad?
- No
- Hoy tuve un día difícil, por favor, no lo empeores. – dijo llevándose los dedos al tabique mientras cerraba los ojos. - ¿Por qué? – sus ojos se habían vuelto de un azul cobalto cuando se volvieron a abrir.
Me miró por un largo tiempo y yo solo pude mirar al infinito sin poder articular palabra alguna hundiéndome en las tinieblas.
- Debe haber una razón de peso para que hayas tomado esa decisión – el tono frío de su voz me atravesó como una estalactita. Estaba molesto, dolido, confundido. No lo culpaba.
- Tú y yo, venimos de mundos diferentes. – solté, apenas pude disimular los violines en mi voz. No quería que supiera lo que esto me estaba costando.
- Continúa – su tono se volvió cada vez más distante.
- ¿Cómo que continúa…? pues eso…yo no pertenezco a tu mundo.
Su mano le cubrió la boca, el mentón y parte de las mejillas mientras esperaba a que continuara con mi escueta explicación.
- Tu quisiste que encajara, lo intentaste…pero yo…solo soy yo…- los ojos se me llenaron de lágrimas al reconocerlo en voz alta y mi voz se quebró en la última palabra.
- Y lo eres todo para mí – dijo intentando tocarme mientras se evaporaba su enojo en respuesta al dolor reflejado en mi rostro.
- No – retiré el rostro a un lado para que no me tocara, porque si lo hacía estaba perdida – ¡No soy una oportunista! – exploté en llanto.
- ¿De dónde sacaste eso?
- Que importa de dónde lo saqué. Yo lo sé.
- Candy – intentó calmarme.
- No, no digas nada – apreté los dientes – Nada de lo que digas cambiará como me siento – abrí la puerta del auto – Dejémoslo así.
El portazo que di selló la tumba donde desde ese instante acababa de enterrar a mi corazón…”
Había terminado con él…
Terminando también conmigo misma, porque no importaba lo que hubiera dicho, hecho o negado, desde aquel día yo me perdí…
Continuará…
Capítulo 5
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Última edición por Tita**SCFA de Centinelas el Miér Abr 27, 2016 9:43 pm, editado 1 vez