VOLVERTE A VER
Capítulo 5
Por Tita Calderón
Capítulo 5
Por Tita Calderón
Volverlo a ver había sido el cielo y el infierno dentro el submundo que ahora era mi existencia. El cielo, porque por unos instantes había vuelto a la vida y el infierno, porque me atormentaba saber que el haberle dicho adiós fue el peor error de mi vida.
La magnitud de mi decisión pesó como un ancla en mi alma desde el día que le dije “adiós”. En cuanto cerré la puerta supe que había cometido un error monumental. En mi defensa solo podía argumentar que estaba en mis días…y tal vez por eso vi las cosas deformadas.
Annie y Paty trataron de sonsacarme lo que había pasado, querían saber la razón específica de mi decisión, pero me había cerrado a cualquier explicación, y evité el tema como si fuera el mar muerto.
Preferí sufrir en soledad. ¿De que me servirían sus consejos?, si sabía muy bien lo que había dejado atrás, lo que había perdido…
El leve ladrido de Klin en las penumbras me volvió a la realidad.
- ¿Qué pasa Klin? – le pregunté como si pudiera responderme.
Sus orejas estaban paradas y movía la cabeza de un lado a otro.
El ronroneo de un coche rompió el silencio de la noche desatando un huracán en mi interior. Conocía ese sonido casi como los latidos de mi corazón. Rogué para que mis sentidos no me engañaran.
Escuché un suave portazo y luego unos pasos subiendo las escaleras. Klin empezó a gimotear en mis brazos.
- Shhh – le ordené sin saber qué hacer, encomendándome a todos los Santos y pidiendo perdón por todos mis pecados.
Esperé con el corazón en la boca los golpes en la puerta, pero estos nunca llegaron. Y casi lloré de decepción.
Un tintineo de llaves al otro lado de la puerta paralizó mi corazón al borde de un paro cardíaco.
Apenas tuve tiempo de respirar cuando la puerta se abrió de un solo movimiento y Klin saltó de mis brazos.
Era él.
Albert estaba parado en el umbral de mi puerta con el mismo traje oscuro de la fiesta y una mirada penetrante en sus inquietantes ojos azules.
Me paré como un resorte sintiéndome perdida.
- ¿Qu…Qué haces aquí? – pregunté mientras él cerraba la puerta a sus espaldas.
- Te fuiste sin despedirte. – contestó mientras se agachaba para acariciar a Klin que gimoteaba por su atención.
- Pensé…- ni siguiera supe lo que pensé en aquel instante – pensé que nadie notaría mi ausencia.
- Yo lo noté – su voz profunda envolvió mi cuerpo y su mirada me desarmó mientras se enderezaba en toda su altura – en cuanto desapareciste, como por arte de magia, debo acotar. – sus ojos me acusaron de hechicería -
Estabas ahí y al siguiente segundo habías desaparecido.
Sin poder evitarlo, sonreí a mi pesar, recordando la mesa que utilicé como trinchera para escabullirme de su lado.
- Si pude lograr esa sonrisa, entonces no todo está perdido – dijo acercándose un paso.
- No lo creo… - dije dando un paso atrás, como último recurso en mi defensa.
- ¿Sabes por qué estoy aquí? – me preguntó con voz aterciopelada haciendo que me flaqueara la voluntad.
Guardó silencio esperando mi respuesta atrapando mi mirada en el azul de la suya.
No encontré la voz para responder, solo me limité a negar levemente con la cabeza.
- Porque ya no puedo estar sin ti. – dijo de repente, rompiendo el silencio absoluto que nos rodeaba y de paso todas mis defensa con su voz profunda – He dejado pasar un tiempo prudencial, un tiempo en el que mi vida ha sido un verdadero infierno, pero a fin de cuentas necesario.
Si él decía que su vida había sido un infierno, la mía había sido un apocalipsis zombi.
- ¿Necesario? – ni si quiera supe de donde salió el sonido de mi voz.
- Si, necesario para que reflexionarás sobre tus razones para dar por terminado todo como si no hubiera significado nada. Necesario para averiguar porque de la noche a la mañana cambiaste. Necesario para entender porque crees que eres una oportunista. Necesario para crecer.
La profundidad de su voz tenía una cadencia suave, tierna, cargada de tanto amor que dolía no poder romper la distancia que nos separaba.
- ¿Crecer? – volví a repetir como idiota.
- Es necesario crecer y atreverse a luchar por lo que se ama sin importar lo que el resto del mundo diga.
- ¿A qué te refieres? – me abracé a mí misma en un vano intento por protegerme.
- A que me digas la verdadera razón que te empujó a tomar esa decisión.
Negué con la cabeza mirando al suelo con vergüenza.
- Puedo adivinar si lo prefieres. – sugirió, sorprendiéndome al levantarme el mentón con el índice.
- Preferiría que no lo hicieras – supliqué con la mirada triste.
Su mano acarició mi rostro y sentí volver a la vida.
- Tus ojos me dicen que aún me amas – afirmó sin liberar su mirada de la mía. – Te amo, me amas, ¿qué más puede importar?
- Lo que dice la gente – confesé en un susurro.
- ¿Qué eres una oportunista? – tanteó.
Intenté bajar la cabeza pero él no me lo permitió, retuvo con las dos manos mi rostro.
- Los que hayan dicho eso, no saben cuánto te amo. – acercó su frente a la mía, igual como solía hacerlo en el pasado. Este simple gesto me electrizó.
- Yo también te amo – admití sin salida – pero…
- Pero nada…- aseguró – no dejaré que un “pero” interfiera en nuestras vidas.
Abrí la boca para explicarle porque no podíamos estar juntos pero no me dio tiempo ni siquiera a que se formara el primer sonido. Sus labios cubrieron los míos con ansia…
Volviéndome a la vida…
La magnitud de mi decisión pesó como un ancla en mi alma desde el día que le dije “adiós”. En cuanto cerré la puerta supe que había cometido un error monumental. En mi defensa solo podía argumentar que estaba en mis días…y tal vez por eso vi las cosas deformadas.
Annie y Paty trataron de sonsacarme lo que había pasado, querían saber la razón específica de mi decisión, pero me había cerrado a cualquier explicación, y evité el tema como si fuera el mar muerto.
Preferí sufrir en soledad. ¿De que me servirían sus consejos?, si sabía muy bien lo que había dejado atrás, lo que había perdido…
El leve ladrido de Klin en las penumbras me volvió a la realidad.
- ¿Qué pasa Klin? – le pregunté como si pudiera responderme.
Sus orejas estaban paradas y movía la cabeza de un lado a otro.
El ronroneo de un coche rompió el silencio de la noche desatando un huracán en mi interior. Conocía ese sonido casi como los latidos de mi corazón. Rogué para que mis sentidos no me engañaran.
Escuché un suave portazo y luego unos pasos subiendo las escaleras. Klin empezó a gimotear en mis brazos.
- Shhh – le ordené sin saber qué hacer, encomendándome a todos los Santos y pidiendo perdón por todos mis pecados.
Esperé con el corazón en la boca los golpes en la puerta, pero estos nunca llegaron. Y casi lloré de decepción.
Un tintineo de llaves al otro lado de la puerta paralizó mi corazón al borde de un paro cardíaco.
Apenas tuve tiempo de respirar cuando la puerta se abrió de un solo movimiento y Klin saltó de mis brazos.
Era él.
Albert estaba parado en el umbral de mi puerta con el mismo traje oscuro de la fiesta y una mirada penetrante en sus inquietantes ojos azules.
Me paré como un resorte sintiéndome perdida.
- ¿Qu…Qué haces aquí? – pregunté mientras él cerraba la puerta a sus espaldas.
- Te fuiste sin despedirte. – contestó mientras se agachaba para acariciar a Klin que gimoteaba por su atención.
- Pensé…- ni siguiera supe lo que pensé en aquel instante – pensé que nadie notaría mi ausencia.
- Yo lo noté – su voz profunda envolvió mi cuerpo y su mirada me desarmó mientras se enderezaba en toda su altura – en cuanto desapareciste, como por arte de magia, debo acotar. – sus ojos me acusaron de hechicería -
Estabas ahí y al siguiente segundo habías desaparecido.
Sin poder evitarlo, sonreí a mi pesar, recordando la mesa que utilicé como trinchera para escabullirme de su lado.
- Si pude lograr esa sonrisa, entonces no todo está perdido – dijo acercándose un paso.
- No lo creo… - dije dando un paso atrás, como último recurso en mi defensa.
- ¿Sabes por qué estoy aquí? – me preguntó con voz aterciopelada haciendo que me flaqueara la voluntad.
Guardó silencio esperando mi respuesta atrapando mi mirada en el azul de la suya.
No encontré la voz para responder, solo me limité a negar levemente con la cabeza.
- Porque ya no puedo estar sin ti. – dijo de repente, rompiendo el silencio absoluto que nos rodeaba y de paso todas mis defensa con su voz profunda – He dejado pasar un tiempo prudencial, un tiempo en el que mi vida ha sido un verdadero infierno, pero a fin de cuentas necesario.
Si él decía que su vida había sido un infierno, la mía había sido un apocalipsis zombi.
- ¿Necesario? – ni si quiera supe de donde salió el sonido de mi voz.
- Si, necesario para que reflexionarás sobre tus razones para dar por terminado todo como si no hubiera significado nada. Necesario para averiguar porque de la noche a la mañana cambiaste. Necesario para entender porque crees que eres una oportunista. Necesario para crecer.
La profundidad de su voz tenía una cadencia suave, tierna, cargada de tanto amor que dolía no poder romper la distancia que nos separaba.
- ¿Crecer? – volví a repetir como idiota.
- Es necesario crecer y atreverse a luchar por lo que se ama sin importar lo que el resto del mundo diga.
- ¿A qué te refieres? – me abracé a mí misma en un vano intento por protegerme.
- A que me digas la verdadera razón que te empujó a tomar esa decisión.
Negué con la cabeza mirando al suelo con vergüenza.
- Puedo adivinar si lo prefieres. – sugirió, sorprendiéndome al levantarme el mentón con el índice.
- Preferiría que no lo hicieras – supliqué con la mirada triste.
Su mano acarició mi rostro y sentí volver a la vida.
- Tus ojos me dicen que aún me amas – afirmó sin liberar su mirada de la mía. – Te amo, me amas, ¿qué más puede importar?
- Lo que dice la gente – confesé en un susurro.
- ¿Qué eres una oportunista? – tanteó.
Intenté bajar la cabeza pero él no me lo permitió, retuvo con las dos manos mi rostro.
- Los que hayan dicho eso, no saben cuánto te amo. – acercó su frente a la mía, igual como solía hacerlo en el pasado. Este simple gesto me electrizó.
- Yo también te amo – admití sin salida – pero…
- Pero nada…- aseguró – no dejaré que un “pero” interfiera en nuestras vidas.
Abrí la boca para explicarle porque no podíamos estar juntos pero no me dio tiempo ni siquiera a que se formara el primer sonido. Sus labios cubrieron los míos con ansia…
Volviéndome a la vida…
FIN
Notas de la autora:
El resto de lo que pasó les dejo a su libre imaginación.
Y con este capítulo termino mi aporte en el Guerra Florida, mil gracias por regalarme un poquito de su tiempo y leer mi historia y sobre todo gracias a las chicas que se dieron un tiempito mas para dejarme un comentario.