CAPITULO 2
Se presentó ante ella con la mirada baja. Ella lo supo de inmediato, él había cumplido con su deber y la había entregado a su verdugo.
De nada habían servido sus ruegos y suplicas para que la abandonara en algún paraje haciéndola pasar por muerta, de nada había servido suplicarle que no la llevara con un hombre al que ella no amaba, pidiéndole que no la abandonara a su suerte. No, de nada había servido.
- A que vienes?
- El rey vendrá a verla pronto.
- Y crees que eso me importa? Ya cumpliste con traerme ¿no? Entonces a que vienes ahora? No quiero verte más cerca.
- Candice, sabes que no podía hacer otra cosa.
- No podías o no quisiste? Podías haberme llevado lejos de ellos, pudiste huir conmigo a otro lugar y en vez de eso…
- No puedo darle la espalda a mi reino.
- No es tu reino, entiéndelo. Eres un simple criado para ellos, uno que pueden utilizar en el momento que deseen y al que pueden mandar al matadero cuando lo necesiten.
- Tú no entiendes, luche demasiado para llegar a ser un caballero del rey.
- Tu eres el que no entiende, un caballero no es nada si no tiene una dama a su lado, una dama por la que éste dispuesto incluso a morir por ella. Pero ya vi que no soy yo, vi que para ti es más importante seguir con al servicio de “El Rey”. Pues bien, si tu no haces nada yo lo hare.
- Que vas a hacer?
- Para que quieres saberlo? Yo ya no debo importarte, tu cuida tu reino que yo cuidare de mi misma y vete de aquí si no quieres que llame a los guardias que seguro están vigilando la entrada de esta puerta para que no escape.
Terry no se atrevió a decir nada más, hizo una reverencia sintiéndose sumamente estúpido y dio la vuelta para salir. La verdad era que deseaba sacarla de ahí a como fuera lugar, sabía bien que ser la esposa del príncipe heredero no le traería felicidad ni tampoco seguridad pues el príncipe podía ser bastante cruel cuando se lo proponía.
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Las luces se apagaron en ese momento, el acto había terminado..
- En verdad no lucharías por mi?
- En verdad creerías que una vez que te encontrara te dejaría ir?
- Espero que no.
- El rey es un maldito.
- Lo es más su hijo, no es cierto? El es el que decide nuestra suerte.
- Lo es.