Capitulo 4: En medio.
La buena música se hacia escuchar en la mansión de los Andrew’s, donde los invitados llegaban, entregaban sus respectivos abrigos y dejaban ver ese exclusivo diseño que para esa noche habían escogido. La casona se encontraba en plena celebración, pues había llegado el momento de que la cabeza de dicha familia se comprometiera.
Alzando las copas, todos gritaban al unísono con algarabía un “salud”, luego de que el tan anhelado discurso diera su final, y quien mejor que la tia abuela, quien con lo que parecía ser una sonrisa dibujado en su envejecido rostros podía darlo. A sus casi 60 años se hallaba con ese carácter que siempre la ha caracterizado aunque su cuerpo no podía decir lo mismo, pues se hallaba postrado hasta el fin de sus días en una silla de rueda.
La muy feliz pareja, quienes se hallaban a la espalda de Elroy, accedieron a lo que acoro los invitados, insistentes, les pedía: un beso. Un beso que sellaría aquel compromiso y el inicio de una futura vida juntos.
El ruido hizo que Candice saliera a la intemperie, dejando a los enamorados e invitados dentro. Aunque la noche estaba helada y su cuerpo parecía notarlo, puesto que este sufría el estrago que el frio le provocaba, ella parecía no notarlo o simplemente lo ignoraba; puesto que se había sumido en sus pensamientos.
Mientras que todos parecían estar divirtiéndose, ella simplemente no podía. Por alguna razón que desconocía no se sentía cómoda, era como si algo malo le estuviese por pasar a ella o sus seres queridos; ese mal presentimiento que durante días no la había dejado trabajar con normalidad; inclusive, por su culpa, para aquel compromiso se había gastado más de lo que se estipulado, pues había dejado caer unas bajillas finísimas, y había machado el vestido de la novia con algún liquido para el cabello. En pocas palabras, había sido un desastre.
La vergüenza que la había gobernado por su causa de sus “accidentes”, apenas si dejaba mirar a Albert a la cara, aunque este le hubiera reconfortado con palabras que los accidentes pasan, su prometida, la tia Elroy ni ella misma compartían la misma opinión.
La novia de Albert, toda una dama de la alta sociedad, era una joven, aunque sencilla como Albert, era dueña de un carácter que aterraba a todo aquel que era blanco del mismo, asi como lo fue Candy esa misma mañana. Candy no había podido defenderse puesto que sabia que la mujer tenía sus razones para retarla.
-¿Candy?-escucho una voz a su espalda, la cual, como si hubiera sido un mandato, la habían hecho volver.
Aquella voz la había asustado ya que la tomó por sorpresa, se había concentrado tanto en sus pensamientos que no fue consciente de las cálidas lagrimas que había recorrido y mojado sus sonrosadas mejillas. La rubia entrecejo un poco los ojos como queriendo agudizar un poco mas su visión para reconocer a aquel personaje que había irrumpido su soledad.
Su sorpresa fue mayúscula al ver que quien se hallaba ahí no era mas que el hombre que atemorizaba sus pensamientos, de quien, desde hace meses, era el centro de unos rumores que giraban en torno de su desequilibrio mental. Rumores que, por supuesto, su familia logró acallar.
-¿Qué haces aquí?-fue lo que dio por respuesta, entre sorprendida y atemorizada ante la persona que veía.
-Vine por ti-fue la absoluta respuesta que dio con una vacilante sonrisa.
Pos los gestos que este realizaba y su mirada fija y, además, esa manera tan pasiva e impetuosa de hablar, su vestuario , antes bien acomodado, ahora lucia descolocado, le decían a gritos que aquel insolente y malcriado chiquillo que hizo un infierno gran parte de su vida, no estaba muy bien que digamos.
-Aléjate de mi-caminando hacia atrás-Neal, vamos a dentro- cambio la estrategia, al recordar que estaba hablando con una persona que a lo mejor estaba bajo los efectos del alcohol o de algo mas, o peor, podía estar loco. No se quería arriesgar- Ahí hablaremos tranquilo, acá hace mucho frio- pero lo vio negar con la cabeza, gesto que la hizo sobresaltarse aun mas.
Un titilar de lo que parecía ser un cigarro encendido a la espalda del moreno dio aviso a la rubia que otra figura se internaba al inmenso balcón. La silueta que por allí se deslizaba le era un poco familiar, no fue hasta que la misma se expuso a la luz plateada de la luna que pudo reconocer al imponente hombre, quien con su traje de Romeo, su pelo desaliñado y la barba de hace unas semanas y su cuerpo esquelético apenas si lo dejaba reconocer; era algo semejante a un vagabundo.
-¿Terry?-dijo no muy convencida. Era otro personaje a quien le había perdido la pista, y por quien siempre pedía en sus oraciones.-¿Eres tù? ¿Estuviste tomando alcohol?-las palabras salían cual torrente a causa de su miedo y desespero.
El miedo y los nervios que se le había arremolinado no la dejaban ver con claridad en la situación en la que estaba envuelta, tampoco supo como ambos hombres se le pusieron al lado, cada uno en el extremo opuesto del otro, quedando ella en medio de ambos.
Cuando fue consciente de que estaba en medio, algo dio clic en cabeza: ambos hombres parecían desconocer la presencia del otro o solo lo fingían, porque la posición de cada uno parecía serle indiferente al otro, como si solo estuvieran dos personas en ese espacio: ella y…¿uno de ellos, tal vez?
-Acaba con esto, Candy, por favor-los escuchaba hablar al mismo tiempo, mientras se colocaban de rodillas ante ella, cuales caballeros medievales le rinde respeto a su reina.-Acaba con este sufrimiento. Ven conmigo.- cedían sus manos a modo de invitación.
-¿Acaso planearon esto, chiquillos insolentes?-queriendo echar el miedo a un lado, pero simplemente no podía.-¡Esto no ha sido para nada gracioso! Llegan asi, vestido…¿Desde cuándo son amigos?-sacudiendo la cabeza, como queriendo deshacerse de las descabelladas palabras que había dicho.
-¿De qué hablas, Candice?-Mirando a todaspartes, como buscando ese algo o alguien con quien Candy buscaba compararlo; pero simplemente no vieron nada, era como si ellos se hubieran fusionado; y al no ver nada volvieron sus miradas a Candy-Vamos, Candy, ven conmigo, te juro que no te hare daño.
Pero esa actitud la irritaba aun mas, ya no le gustaba ese juego, a decir verdad, desde un principio no le gusto, era como si una clase de advertencia le indicara que todo aquello iba mas lejos que un simple juego. En un mar de nervios, la chica no era consciente de los pasos que daba, ni de los de ellos mismo: se había librado de una muerte fácil, ni siquiera era consciente que detrás de si estaba la puerta por donde podía huir de aquella situación.
Fue la presencia de Albert que interrumpió todo aquello, quien, al ver a Neal allí, mando a llamar a seguridad y a un médico para su querido amigo. Fue luego que creyeron darse cuenta de aquella situación, cuando descubrieron que aquellos dos individuos estaban fuera de si.
Estrechando en un abrazo fraternal a su protegida, y alimentado los celos de su prometida, daba indicaciones al personal de lo que debían hacer. Más de uno fue espectador de las extrañas actitudes del actor y el ex heredero de los Leagan, dejándoles las pieles de gallina mientras eran conducidos a un sanatorio.
FIN
Espero entregarle un Epilogo de esta historia lo antes posible;de antemanos les agradezco por darle una oportunidad.Espero y les haya gustado
Última edición por igzell el Miér Mayo 03, 2017 5:58 pm, editado 1 vez