Todo aquello que debe dársele un fin, es bien difícil decírsele adiós. Yo, con este GLIMPSE de “OLVIDA ESE AMOR” se lo digo a la Guerra Florida 2017, que como todas en las cuales he sido parte, me llevo un grato recuerdo. Esta ocasión se completó con la mancuerna hecha. Algo que sí se pensaba a realizar, pero no con esta prontitud. Una hermosa combinación de diferentes pensamientos y sentimientos. Una visualización que obtuvo este resultado: la atención del lector, sus diversas reacciones e impresiones y al final de cuentas su gusto y aceptación.
Gracias, Milser G, por el empeño de que esto fuera un éxito, la dedicación de tu tiempo y el cariño, amiga, que es bien correspondido.
Gracias a todas las lectoras y comentadoras. Ustedes hacen la diferencia y también son el motor que nos impulsa a seguir.
Gracias a la moderación del Foro Rosa, el cual mantiene el orden para que esto no pierda la esencia de su creación.
Ahora sí. Aquí mi GLIMPSE. Disfrútenlo y hasta la próxima.
Ayudados por la empleada doméstica; y en lo que ésta cerraba puerta y ventanas, corría las cortinas y, encendía las luces al tornarse todo aquello oscuridad, el encanto de bebé que yacía en la cama miraba sonriente a mamá quien, conforme le hablaba cariñosamente, lo deshacía de sus ropitas para ir a meterlo a la tina de baño, en la cual papá metía su mano para sentir la ricura del agua.
– Está perfecta – observó él, viendo también a la progenitora cuando cargaba a su crío y lo llevaba a su lado.
Para cerciorarse de que el agua estuviera en el punto exacto, la madre entregó al hijo a su padre, quien no dudó en aceptarlo y en besar la regordeta, tersa y rosada mejilla del chiquillo: hermoso personaje que pataleaba y pedía con urgencia su baño.
Sonriendo ambos padres de la preciosa ansiedad, concedieron rápido el deseo de su segundo hijo. El mayor de cuatro años de edad estaba en el patio trasero de la lujosa residencia, sentado frente a su triciclo que una llanta se le había salido. De las otras dos, una él giraba y giraba, torciendo su pequeña boquita e hipnotizándose con el rápido y circular movimiento.
Frustrado por no poder jugar con ello, Frank dejó su actividad para ponerse de pie e ir en busca de su padre.
Para llegada la tarde y después de comer, aquel hombre había prometido a su primogénito ir al parque cercano y jugar pelota. Ya que el niño no tenía nada más qué hacer le propondría llevarlo a esa hora. Pero antes de, Frank iría a su habitación por su equipo deportivo. Ya con ellos, se dirigió a la pieza donde sabía estaban ambos padres.
El pequeño Lyle, por su parte, disfrutaba de lo más lindo estar dentro del agua, chapoteando, salpicando y arrojando dulces carcajadas cuando llegaba a mojar a las embelesadas personas que lo miraban.
– Es hermoso – dijo él. En cambio ella, quitando espuma de una cabecita oscura, complementaría:
– Bellísimo diría yo. Se parece mucho a ti –; la mujer se giró hacia el hombre quien presto se inclinaría levemente para besarle los labios, los cuales pronunciarían al mismo tiempo…
– Te amo –. Y quien también, gritaba de la emoción sentida ¿o hubo sido porque sus miradas no seguían en él? Como fuese, la fémina bromista decía:
– Igualito que su padre. Queriendo absorber la atención de todos.
– Soy alguien que lo vale, ¿o no?
– Si tú lo dices, arrogante.
– ¡Hey! Está cien por ciento comprobado. Y ahora que me acuerdo, debo hacer una visita a un estudio de prensa.
– ¿Y eso?
– Me pidieron una entrevista, sólo que la rechazaré. No estoy preparado para verme en “televisión” –, la cara del guapo actor mostraba cierto horror.
– Insisto, bebé Lyle – le hablaban a éste para burlarse del otro – tu padre es un arrogante de lo peor.
– Deja de decirle esas cosas a mi hijo – la reprendieron a ella que diría:
– Por supuesto, querido. Que él las encuentre por su propia cuenta.
– Eres imposible algunas veces
– ¿Ah, yo? – la madre seguía burlándose; y el padre…
– Sí, tú – le dijo acercándosele una vez más para hacerle cosquillas en el cuello donde la mordía juguetonamente. Empero ella…
– ¡Terry, detente! Harás que suelte al niño y...
– Hacemos otro, al fin que es…
– ¡Cállate! – gritó seriamente ella al estar consciente que la empleada los escuchaba, y la cual sonreía apenada de las bromas candentes de su patrón, quien buscaría la puerta al estar siendo ésta tocada.
El que se anunciaba miraba atentamente a que se le diera el acceso. Una vez hecho así, no hubo necesidad de emplear palabras. Solamente mostró sus pertenencias y suplicó con esos verdes ojos, muy idénticos a los de su madre.
Enamorado de ambos y más de su logro, el padre salió prestamente y asimismo cerró para no permitir que se colara el aire en la habitación. Ya afuera…
– ¿Qué significa esto, Frank?
– ¿Qué te dice?
– ¿No acordamos que iríamos por la tarde?
– Sí, pero… – en el infantil rostro se dibujó un tierno puchero – el triciclo se descompuso. Y estoy aburrido. Tú, como no haces mucho…
– ¡Ah! – alguien expresó, fingiendo externamente molestia pero internamente risas ante la irreverencia heredada – ¿te parece que no lo hago?
– Lyle puede ser atendido por mamá.
– Sí, pero resulta que papá debe ir a la ciudad
– ¿Me llevas? – se aprovecharon del viaje.
– Frank
– No daré nada de lata. Te lo prometo, papi –. Entre las cortas piernitas se metió un guante, para que con la mano libre se hiciera un señal y se llevara a la boca a modo de promesa. La hecha ahí estaba frente a Terry. Un hijo creado con toda la fuerza de los años de ausencia. Con todo el amor que se vio truncado y a la vez acumulado. Un amor, que pese a las circunstancias, jamás pudo ser removido del todo. Lo poco dado, no importaba. Ahora los tenía a su lado y cumplía lo que un día él mismo se hizo prometer: ser feliz. Ser feliz y dar felicidad a quienes se la daban de vuelta: su familia. Esa que siempre soñó… tener con ella.
Gracias, Milser G, por el empeño de que esto fuera un éxito, la dedicación de tu tiempo y el cariño, amiga, que es bien correspondido.
Gracias a todas las lectoras y comentadoras. Ustedes hacen la diferencia y también son el motor que nos impulsa a seguir.
Gracias a la moderación del Foro Rosa, el cual mantiene el orden para que esto no pierda la esencia de su creación.
Ahora sí. Aquí mi GLIMPSE. Disfrútenlo y hasta la próxima.
. . .
“OLVIDA ESE AMOR”
CAPÍTULO XIV – GLIMPSE
by
LADY GRAHAM
. . .
“OLVIDA ESE AMOR”
CAPÍTULO XIV – GLIMPSE
by
LADY GRAHAM
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Ayudados por la empleada doméstica; y en lo que ésta cerraba puerta y ventanas, corría las cortinas y, encendía las luces al tornarse todo aquello oscuridad, el encanto de bebé que yacía en la cama miraba sonriente a mamá quien, conforme le hablaba cariñosamente, lo deshacía de sus ropitas para ir a meterlo a la tina de baño, en la cual papá metía su mano para sentir la ricura del agua.
– Está perfecta – observó él, viendo también a la progenitora cuando cargaba a su crío y lo llevaba a su lado.
Para cerciorarse de que el agua estuviera en el punto exacto, la madre entregó al hijo a su padre, quien no dudó en aceptarlo y en besar la regordeta, tersa y rosada mejilla del chiquillo: hermoso personaje que pataleaba y pedía con urgencia su baño.
Sonriendo ambos padres de la preciosa ansiedad, concedieron rápido el deseo de su segundo hijo. El mayor de cuatro años de edad estaba en el patio trasero de la lujosa residencia, sentado frente a su triciclo que una llanta se le había salido. De las otras dos, una él giraba y giraba, torciendo su pequeña boquita e hipnotizándose con el rápido y circular movimiento.
Frustrado por no poder jugar con ello, Frank dejó su actividad para ponerse de pie e ir en busca de su padre.
Para llegada la tarde y después de comer, aquel hombre había prometido a su primogénito ir al parque cercano y jugar pelota. Ya que el niño no tenía nada más qué hacer le propondría llevarlo a esa hora. Pero antes de, Frank iría a su habitación por su equipo deportivo. Ya con ellos, se dirigió a la pieza donde sabía estaban ambos padres.
El pequeño Lyle, por su parte, disfrutaba de lo más lindo estar dentro del agua, chapoteando, salpicando y arrojando dulces carcajadas cuando llegaba a mojar a las embelesadas personas que lo miraban.
– Es hermoso – dijo él. En cambio ella, quitando espuma de una cabecita oscura, complementaría:
– Bellísimo diría yo. Se parece mucho a ti –; la mujer se giró hacia el hombre quien presto se inclinaría levemente para besarle los labios, los cuales pronunciarían al mismo tiempo…
– Te amo –. Y quien también, gritaba de la emoción sentida ¿o hubo sido porque sus miradas no seguían en él? Como fuese, la fémina bromista decía:
– Igualito que su padre. Queriendo absorber la atención de todos.
– Soy alguien que lo vale, ¿o no?
– Si tú lo dices, arrogante.
– ¡Hey! Está cien por ciento comprobado. Y ahora que me acuerdo, debo hacer una visita a un estudio de prensa.
– ¿Y eso?
– Me pidieron una entrevista, sólo que la rechazaré. No estoy preparado para verme en “televisión” –, la cara del guapo actor mostraba cierto horror.
– Insisto, bebé Lyle – le hablaban a éste para burlarse del otro – tu padre es un arrogante de lo peor.
– Deja de decirle esas cosas a mi hijo – la reprendieron a ella que diría:
– Por supuesto, querido. Que él las encuentre por su propia cuenta.
– Eres imposible algunas veces
– ¿Ah, yo? – la madre seguía burlándose; y el padre…
– Sí, tú – le dijo acercándosele una vez más para hacerle cosquillas en el cuello donde la mordía juguetonamente. Empero ella…
– ¡Terry, detente! Harás que suelte al niño y...
– Hacemos otro, al fin que es…
– ¡Cállate! – gritó seriamente ella al estar consciente que la empleada los escuchaba, y la cual sonreía apenada de las bromas candentes de su patrón, quien buscaría la puerta al estar siendo ésta tocada.
El que se anunciaba miraba atentamente a que se le diera el acceso. Una vez hecho así, no hubo necesidad de emplear palabras. Solamente mostró sus pertenencias y suplicó con esos verdes ojos, muy idénticos a los de su madre.
Enamorado de ambos y más de su logro, el padre salió prestamente y asimismo cerró para no permitir que se colara el aire en la habitación. Ya afuera…
– ¿Qué significa esto, Frank?
– ¿Qué te dice?
– ¿No acordamos que iríamos por la tarde?
– Sí, pero… – en el infantil rostro se dibujó un tierno puchero – el triciclo se descompuso. Y estoy aburrido. Tú, como no haces mucho…
– ¡Ah! – alguien expresó, fingiendo externamente molestia pero internamente risas ante la irreverencia heredada – ¿te parece que no lo hago?
– Lyle puede ser atendido por mamá.
– Sí, pero resulta que papá debe ir a la ciudad
– ¿Me llevas? – se aprovecharon del viaje.
– Frank
– No daré nada de lata. Te lo prometo, papi –. Entre las cortas piernitas se metió un guante, para que con la mano libre se hiciera un señal y se llevara a la boca a modo de promesa. La hecha ahí estaba frente a Terry. Un hijo creado con toda la fuerza de los años de ausencia. Con todo el amor que se vio truncado y a la vez acumulado. Un amor, que pese a las circunstancias, jamás pudo ser removido del todo. Lo poco dado, no importaba. Ahora los tenía a su lado y cumplía lo que un día él mismo se hizo prometer: ser feliz. Ser feliz y dar felicidad a quienes se la daban de vuelta: su familia. Esa que siempre soñó… tener con ella.
Última edición por Citlalli Quetzalli el Vie Abr 28, 2017 9:27 am, editado 1 vez