¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
LOS LINKS DE DESCARGA ESTÁN PROHIBIDOS, EVÍTANOS BANEARTE O SUSPENDERTE POR PONERLOS. LEE ATENTAMENTE NUESTROS REGLAMENTOS, LA ADMINISTRACIÓN SE RESERVA EL DERECHO DE BANNEAR Y BORRAR TODO LO INCONVENIENTE O QUE CONSIDERE, AFECTE A ÉSTE FORO. FIRMAS DE TAMAÑO ADECUADO (MENOS DE MEDIA PÁGINA) SLIDES PEQUEÑOS POR FAVOR QUE ALENTAN LA PÁGINA Y LA TIRAN DURANTE LA GF.

No estás conectado. Conéctate o registrate

Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV

+2
Dianis Grandchester
perlatorijano
6 participantes

Ir abajo  Mensaje [Página 1 de 1.]

perlatorijano

perlatorijano
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Arial]r]
Capítulo IV


Cyborg
[/center]


- ¡Lo hice por ti Candy! ¡Lo hice porque no quería que te murieras! ¡Deberías de agradecerme que estás viva y no…! - Candy prefirió borrar todo lo sucedido de esa discusión y comenzó a escuchar un pitido desde el sensor.
- Sí ya sé que voy 12 kilómetros, afortunadamente completé la carga de diez horas. Vamos un poco más. ¡Aún estoy muy enojada...! – por supuesto que Candy se quiso convencer de ello.

- ¿La ves George? – mientras detrás de ella, Albert cuestionaba a su amigo si la tenía a la vista.
- ¡Sí, está más adelante, vamos por allá! – le señala hacia la izquierda.

- ¡Debo parar un momento, solo quiero parar! – se dice Candy, deteniéndose.

- ¡Diablos por qué tarda tanto! ¡Tiene una hora y media nadando! ¿Dónde estará? – Terry muere de la impaciencia por saber en dónde está la rubia, así que comienza a correr por el embarcadero.

- ¡Candy, Candy… vamos! ¡Vamos, George, pásame una frazada! – Albert corre hasta la proa y la toma del brazo a Candy logrando que se detenga y pide ayuda a George para subirla al bote…
- ¡Sí! – George reacciona y deja todo para ir por ella, cuando regresa se limita a cubrir un cuerpo y ambos la jalan hacia el bote.
- ¡Candy, Candy…no reacciona! – dice Albert tocándole la cara mientras George le quita el sensor de la pierna.
- Llamaré al técnico, hay que llevarla a su casa… - responde George cuando se fija en la pantalla del sensor.
- Bien, vamos – Albert abraza el cuerpo de su hija y George enciende el motor para que con la manivela se dirijan de regreso a la casa de Candy y en los momentos tranquilos de la marea es cuando llama a Jeremy.

- ¡Ahí vienen, tengo que saber que sucede! ¡Qué hace Albert aquí! – se pregunta Terry cuando se aleja del embarcadero y se esconde detrás de unos árboles.
- ¿La tienes, George? – Candy es cargada por George mientras que Albert se comunica con Jeremy, el técnico a cargo de su caso.
- Jeremy ¿qué pasa? ¿Dónde estás? – cuestiona George, ansioso.
- Voy llegando… - responde cuando ya había entrado a la casa y encontrándose con George, los apura. ¡Aprisa! – los tres hombres, se introducen a una especie de laboratorio, al fondo del pasillo.

- ¿Qué hace el de robótica aquí? Me tendré que colar, acaben de entrar – Terry los apura para seguirlos cuando terminaron todos de entrar. ¡Ya estoy adentro! – descansó colocándose detrás de un sillón.

- ¡Hay que apurarse, noche! – al decir Albert esto, la luz iluminó toda la casa.

- Se encendieron las luces… - se admira Terry y después se preocupa porque al parecer los cristales reflejan su presencia allí.

- Blindaje… - de pronto el laboratorio comienza a cerrarse sin darle tiempo a Terry de entrar en éste.

- ¡Noooo! Ahora ¿cómo voy a ver qué hacen? Si estos dos tuviesen algo… con todos ellos adentro, ¿no les da pena? – se pregunta Terry oyéndose, ¡celoso! ¿Qué sucederá? – Terry se escondió cuando ellos salieron.
Unas horas más tarde, Terry estaba expectante a lo que sucedía en esa habitación mientras colocaba dos macetas para cubrirlo y que nadie lo descubriera.
- ¡Dejaré el rotulador por aquí! – dice Jeremy cuando sale de esa habitación.
- Gracias Jeremy – responde y agradece Albert.
- Algún día va a tener que decirle señor…  refiere el técnico encarando a su jefe.
- Espero que eso no suceda jamás Jeremy, gracias por todo – pero Albert decide dejar zanjado el tema y con un apretón de manos se despide.
- Usted actuó de buena fe, ¡le salvó la vida! – reitera a pesar de la advertencia del rubio
- Ojalá y ella pensara así, nunca me lo va a perdonar… - responde enfático.
- ¡Bien, lo veo mañana! – responde Jeremy entendiendo que él nunca se lo diría.
- Día – menciona Albert, oscureciendo la entrada.
- ¿Qué pasa Albert? – cuestiona George, creyendo que puede aún preguntarlo. ¿Cómo está ella? – repregunta al no verla allí.
- Bien, mejor que otros días, al menos ya está haciendo ejercicios – pero él se niega a informarle de su estado actual y refiere lo acontecido a toda su vida en los últimos diez años.
- ¿Vemos cuanto nado? ¡Vaya, ni cuando estaba en sus mejores tiempos! – pregunta emocionado Albert al ver el sensor de entrenamiento.
- ¡32 km, bien! – George también vitorea a Candy.
- ¡Está enojada, es por eso que nadó, es una inconsciente! – Albert, al contrario, reprende esa actitud.
- Pero lo hizo, el técnico se va a quedar, desconectamos los sensores de su habitación, se repondrá en unas tres horas -refiere George explicando lo que Jeremy le pidió.
- Bien, me quedo – respondió Albert, aunque a ella no le gustaría la idea.
- Nos acompañaremos – responde George, cuando Albert lo observó con desaliento.
- Veamos ¿qué hay de comer? – se pregunta Albert así mismo, yendo al refrigerador.
- Seguramente nada, recuerda que ella no hace la compra – responde George y Albert tuvo que admitir que eso era desalentador.
- Podemos pedir algo de comida – sugiere Albert.
- Bien – George acepta.
- Noche – Albert murmura.
- ¿Qué piensas? – pregunta George mientras busca teléfonos de restaurantes de comida rápida.
- Recuerdas ¿cómo era ella? Siempre reía y como extraño todo de ella – añora Albert apesumbrado.
- Hiciste lo correcto, aunque no te lo agradezca, siempre te dará en qué pensar, ¡algún día te perdonará! – afirma George sonriente.
- ¿Algún día me perdonará? ¡No sabes lo que dices! ¡Mi hija no me perdonará nunca, George! ¡Aún recuerdo nuestra discusión en el hospital y sigo sin entender que hice mal! – responde Albert cuando intenta decir que eso no lo haría nunca.
- Dejar que viviera, hiciste lo correcto. Vamos hombre… También estoy a favor de que le digas lo otro – asegura George.
- ¡Donarle mi corazón, fue lo único que pude donarle! – suelta de pronto haciendo que Terry se sorprenda.

- ¿Qué cosas? ¡Le donó su corazón! ¡Rayos! Albert y Candy no son novios, ¡no entiendo nada! – asegura Terry que se encuentra agazapado.

- Mira, parece que ella también te recuerda – refiere George después de ordenar la comida para los tres.

- ¿Qué hacen? Están poniendo un video – se da cuenta Terry.

- ¡Papa, papá, exente todas las materias! – grita Candy en un video que ha puesto en la consola.
- ¡Felicidades! – le responde medio entusiasmado.
- Gracias y ahora a comprar mi vestido… - Candy lo jala del brazo siendo interrumpida.
- ¡Ahora tienes que nadar, la práctica hace al maestro! – le dice enfilándola hacia su habitación para que se ponga el traje de baño.
- Pero el mar está picado, ¡algo puede suceder! – exclama ella preocupada.
- Nada señorita, vamos por el traje de baño… - Albert la obliga.
Ya en el yate…
- ¡Parece que el mar está picado Albert! – exclama George.
- Sólo al principio, ¡nada sucederá…! ¡Bien filmaremos tu práctica! – asegura Albert, así ella verá que no era nada de qué preocuparse.
- ¿Cómo van? – pregunta George, saliendo de un camarote.
- Bien, buen tiempo – responde Albert mirando el cronómetro.
- ¡Vamos, la seguiremos! – George menciona preocupado, acelerando el yate.
- ¿Qué sucede George? – le pregunta al ver la acción de su amigo.
- ¡Hay que sacarla! – responde yendo por arpones.
- ¿Por qué? – Albert quiso saber el por qué le pedía eso.
- ¡La marea ha traído tiburones, aprisa! – George grita rápidamente, apurando a todos.
- ¡Candy, Candy! – Albert grita por el megáfono.
- Se ha detenido, sigue nadando… - George exclama aturdido, un tiburón esta detrás de ella sin imaginárselo.
- ¡Candyyyyyyy! – Albert intenta avisarle y la nombra.
- ¡Tenemos que sacarla! – George apura a todos, haciendo que la lancha que esta atada al yate salga a la mar y la rescate.
- ¡Candyyyyyyy! – Albert sigue gritándole.
- ¡Nooooooooo! ¡Candyyyy! – todos están tan impactados por lo que sucederá que cuando el tiburón esta cerca ella desaparece y la lancha segundos después la saca y lleva al yate.
- ¡Qué rayos! ¡Albert, Albert los dardos…! ¡Candyyyyy, nooooo! ¡Candyyyy noooo! – George se queda paralizado por lo que acaba de suceder y todos comienzan a moverse cuando la lancha llega al yate.

- ¡Albert… deja de ver eso! ¿Cuándo dejarás de atormentarte? – George apaga la consola y la pantalla se torna negra.
- Cuando ella sepa que siempre me tendrá en su corazón… - responde el rubio con mofa.

- ¡Qué horror! Es… Albert es su padre y ella…tengo que preguntarle. ¡Jeremy! Pero primero debo hacer algunas averiguaciones, ¡cómo salgo de aquí! – exclama Terry que observa a un repartidor tocando.
- Ya llego la comida… - refiere George, yendo hacia la puerta. Salida – dice él y la puerta se abre rápidamente.
- ¡Tengo que salir! – Terry se escurre cuando el repartidor coloca el pedido en la mesa y luego George mete una tarjeta en la terminal de pago del repartidor.
- Bien, tenga… - George retira la tarjeta que se ha encendido aceptando el pago y la terminal la saca. Salida.
- Gracias – el repartidor agradece y se va.

- Esto está muy raro… – Terry se encamina a su coche y al encenderlo comienza a cavilar.
En el pasado, hace diez años…
- Albert, Albert ¿por qué estoy así? – pregunta Candy en el hospital.
- Porque eres un cyborg, Candy… - responde Albert con cautela, sabía que su reacción no podría ser diferente de la que él esperaba.

Continuará…

Dianis Grandchester

Dianis Grandchester
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Ay no, Albert le donó su corazón y él también tendrá un cyber corazón, pobre Albert y Candy vive molesta.
Pero también que curioso nos salió Terry lo bueno es que ya sabe del accidente solo falta lo otro.

Tita**SCFA de Centinelas

Tita**SCFA de Centinelas
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

affraid Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV 746140

Así me he quedado con este capítulo.

Albert le dio su corazón Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV 498689

Bueno ya se van aclarando las cosas.

Te sigo

http://es.groups.yahoo.com/group/CentinelasdeIlusiones_TerryAlbe

Tania Lizbeth

Tania Lizbeth
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Hay por que eres así.... Mi Albert le dio su corazón a candy Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV 498689 y terry de curioso y mi Albert va tener un corazón de robot.... Noooooooooo

igzell

igzell
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV 500265 rayos! eso no me lo esperaba ¿Que el tio le haya donado el corazon y que ella lo ignore? Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV 856396

http://larojamelenaquesellevoelviento.blogspot.com/

Bleu Moon

Bleu Moon
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Pecosa malcriada, deberia estar contenta que esta viva, en vez de herir al pobre de Albert con sus palabras, tan lindo el le dono su corazón, eso demuestra cuando la quiere y ella solo es reclamarle.


Y Terryto resulto ser un curioso, ya se entero del accidente, y que Albert es el padre de Candy.


Veremos que pasa,




Te sigo  Quinto ataque del pelotón PecoCITAS, Sin Corazón de Cyborg, Capítulo IV 4149639568

Contenido patrocinado



Volver arriba  Mensaje [Página 1 de 1.]

Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.