Capítulo VI
Inventario
Inventario
-
Bueno además de las condiciones laborales quiero hacer algo, a razón de la cancelación de una cuenta millonaria, les comunico que he estado averiguando cosas que han desaparecido de los almacenes – refiero observando a tres personas en específico.
- Cosas como ¿cuáles? – preguntó Albert.
- Seis centros de carga, dos modelos diferentes de transportación y utensilios como cargadores portátiles, ese tipo de cosas… - solté a medias cuando Candy tomaba un sorbo de café y Albert le pegaba en la espalda para que no se ahogara con él.
- Permiso, debo de tomar esta llamada – dijo Albert de pronto.
- Bien, pasa Albert – obviamente que no había tal llamada y eso sí que estaba raro.
- Math… - Albert le llama al técnico encargado de Candy.
- Sí señor – responde Math.
- Borra todo lo del proyecto de Candy por favor, que nadie encuentre nada – le pide rápidamente.
- ¿Hay problemas señor? – cuestiona él preocupado.
- Sí, Grandchester está investigando los insumos. Si te pregunta dale la vuelta – refiere Albert esperando que Math haga lo que se le ordena.
- Sí señor, en este momento – dice Math colgando y Albert entrando a la oficina.
- Permiso, oye Terry, seguro que estas cosas están bien – pregunta Albert cuando volvió a ver los papeles que le dio Terry.
- Sí, por supuesto, las acabo de sacar en la mañana – responde Terry.
- Pues… creo que no, Lucile ¿puedes venir, por favor? - pide Albert por altavoz en el altavoz del teléfono.
- Sí señor – responde y momentos después se encuentra a su lado.
- ¡Sáqueme estas del sistema otra vez! – le pide Albert.
- ¡Bien, lo haré ahora mismo, señor! – las toma y sale rápidamente hacia su computadora.
- ¿Qué es lo que trata de hacer Grandchester, Albert? – le susurra Candy a su padre.
- Busca la información de tu proyecto, ¿crees que Emilie tenga algo de lo tuyo? – le pregunta a la rubia poniéndola a pensar.
- Si el informe está en tu oficina, le enviaré un texto a Emilie para que lo traiga. Espera. Señor Grandchester – mientras le escribo le pregunto al tarado de mi jefe, que osa a interrumpirme.
- ¿Sucede algo? – cuestiono, si se ve que algo se traen estos dos.
- Sí, ¿qué es lo que busca en esos insumos? ¿Por qué los busca? – pregunto lo más interesadamente que puedo.
- ¡Quiero que usted me lo explique! – le contesto altaneramente, la he descubierto, bueno a los dos, ellos se los roban. O Jeremy, usted dígame como es que se desaparece esta mercancía de aquí – insisto en ello, alguno me lo tiene que decir.
- Como cree que voy a saberlo todo, a mí solo me dan el material y yo hago lo que me corresponde – refiere Jeremy, él tan sabio, que hasta la boca le cerró.
- Entonces señorita White, díganos ¿qué es de su proyecto? – bien contestado, ahora hay que atacar por otro lado.
- En un momento me traerán el informe, me permite – le respondo, si piensa que me va a intimidar, está muy equivocado y en eso estaba cuando entraba Emilie extendiéndole la lista correcta, por supuesto después de que Math le dijera que podía hacerlo. Gracias Emilie. Tome, aquí está – le extiendo las hojas del almacén donde ya no aparecen los insumos “robados”.
- Bien, lo revisaré. Gracias por venir a la junta, buenos días – me despido, estoy que hecho rayos por todo este asunto.
- Buenos días – responden todos y claro, Albert le toma la mano a ella y ella le sonríe, que demonios pasa.
- ¿Qué le sucede a este tipo? Tan bien que se me da vivir sola… y ahora otra vez tendré ahí Albert – pienso cuando voy rumbo a mi oficina.
- ¡Van a vivir juntos! ¡Esto no salió como lo tenía planeado! – me sorprendo, qué era lo que me pasaba.
- ¿Qué se trae ese cretino? – me pregunto cuando lo veo de ultimo saliendo de la sala de juntas.
- Sólo está haciendo su trabajo – me dice mi grillo, obvio que nadie le preguntó.
- Sólo está dando lata, ¿qué no tiene otra cosa que hacer? – cuestiono sin saber que posiblemente reciba una mala contestación.
- Nada, sólo fastidiarte a ti – me responde y yo lo acepto, parece que solo quiere fastidiarme a mí.
- ¿Saldré entonces a las cinco? – le pregunto a mi grillo que por lo visto ha decidido quedarse y no irse nunca más.
- Cinco treinta, sal cuando todos los hagan, recuerda que Albert te va a ayudar – refiere mi grillo, al menos alguien mas lo va a sufrir.
- ¡Ay grillo, qué voy hacer! – le digo a mi grillo con pesar mientras entro a mi oficina y me siento en el escritorio y entre mis dedos, esto de que Albert se vaya a vivir conmigo no me gusta mucho.
- ¡Te ayudaré Candy! – de pronto siento un abrazo de Albert asustándome de muerte.
- ¡Papá! ¡Deja de hacerme eso! – reclamé casi me mata del susto.
- ¡Pero qué diablos! Enfrente de todos y haciendo eso – a mí casi me da un infarto y cómo no, si veo a esos dos abrazados y sentados, creo que sí sentados. ¿Interrumpo algo? – cuestiono cuando entro sin tocar.
- ¡No Terry, pasa! – responde Albert dejándome libre y sonriendo.
- Disculpen, pero quisiera hablar contigo Albert – le pido a Albert sacándolos de ese abrazo y cuando se separan ella se acomoda nuevamente y él me responde.
- Vamos a mi oficina – sugiere Albert.
- Adelántate, solo quiero platicar con ella antes y ya después estoy contigo – le digo a Albert, sabiendo que ella no nos pone atención.
- Bien, permiso – Albert se despide y al salir de mi oficina me concentro en los papeles que tomé hace unos instantes.
- ¿Qué quiere señor Grandchester? – le pregunto porque no se ha movido ni un centímetro.
- ¿Quiero invitarte a cenar Candy…? Señorita White – le pido, quizás comenzamos con algo mal, tenemos que trabajar juntos y esto podría liberar la tensión entre ambos.
- No puedo… - le respondo así cosa que parece que no le gusta mucho.
- Sabes… empezamos mal, solo es una cena… - refiero, teniendo en cuenta que es una ofrenda de paz.
- Ni un café… - respondo y lo saca de balance.
- ¿Ni una soda? ¿Qué acaso no comes? – pregunto para saber si se alimenta.
- No, no lo necesito. ¿Algo más? – cuestiono, pero creo que no le ha caído muy bien esa respuesta.
- ¿Albert es tu novio o algo así? – cuestiono, quizás sea porque el se lo impide.
- No creo que a usted le importe eso, ¿verdad? – refiero como si pensara que se merece la respuesta.
- Solo así se explicaría el ¿por qué tiene tantas concesiones? – refiero, pero parece que no le importa lo que diga.
- Eso a usted creo que no le interesa – resuelvo dejarlo con la duda, pero cómo puede pensar eso, iiiiuuuu.
- Cierto, no me interesa a nivel personal, pero si a nivel administración – saco a relucir la bendita empresa, tendrán relaciones.
- ¿Qué es lo que quiere saber en concreto? – le pregunto, si me cuestiona si tengo relaciones sexuales con Albert, lo mato.
- Nada en sí – refiero, no le voy a preguntar lo que estoy pensando.
- ¿Quiere saber si Albert y yo tenemos relaciones sexuales? – le pregunto directamente y al ver su rostro asombrado, me doy cuenta que he dado en el clavo.
- ¿Las tienen? – pregunto, sería interesante saberlo.
- ¡Por supuesto que no! – ¡qué asco, es mi padre! ¡Bueno eso él no lo sabe! ¡Y yo no le voy a decir! ¡Muajaja!
- Entonces ¿por qué la consiente tanto? – cuestiono al ver cómo rueda los ojos.
- No me consiente, solo usted lo piensa – refiero sin tomar en cuenta su gran duda, porque soy su hija.
- ¡Porque siempre llegabas a las 11! – le reclamo.
- Y me voy sobre las ocho. Creo que me debe una hora extra desde hace tres años – se lo recuerdo, sí efectivamente ella llegaba y salía a la hora que decía.
- Bien, no pagamos retroactivos – le recuerdo.
- Entonces estamos de acuerdo que no vamos a cambiar mi horario. Bueno, si ya bajo, voyyyy – responde el teléfono y salió de allí volando y dejándome con la palabra en la boca. Lo siento, necesito ir a recursos humanos – suelta en el aire.
- Bien, debo hablar con Albert – lo mismo digo yo, debo irme.
- Bueno… Emilie – para qué le pregunto si es ella, eso ya lo sé, quien mas me iba a contestar si marco esta extensión.
- Sí señorita – contesta ella, sonriéndose o al menos eso se oye.
- Si alguien me busca estoy en proyecto – le digo colgando.
- Sí señorita, hasta pronto – se despide de mí haciendo lo mismo.
Unas horas más tarde…
- Emilie – se siente llamada y se alista lo más pronto posible.
- Sí, señor Grandchester – contesta poniéndose de pie rápidamente.
- ¿Hay alguna forma de saber dónde andan mis empleados? - cuestionó
- Sí señor, venga. En su computadora hay un paquete que tiene todas las instalaciones de la empresa. Sólo tiene que tener el número del empleado y verá en donde anda… - me informa señalando el paquete y al abrirlo le indica dónde puede ver a cada uno de ellos.
- ¿En serio? – cuestiono sin poder creérmelo.
- Sí – Emilie sonríe, al parecer se divierte.
- A ver, ¿dónde está Albert? – pregunto y ella mete un código.
- El señor Andley… lo espera en su oficina – refiere ella eficazmente.
- Ahhh y la ¿señorita White? – cuestiono de nueva cuenta.
- Esta en robótica, sí con Jeremy – me dice, viendo que aquellos dos están uno frente al otro en mantenimiento.
- Bien gracias, Emilie – sonrío y me despido.
- De nada, señor Grandchester – hago lo mismo.
Mientras esto ocurría en mi oficina en el laboratorio, Jeremy conversaba conmigo sobre lo sucedido en la junta.
- ¿Qué sucede, Jeremy? – pregunto con tiempo a desmayarme por lo que me dirá esta vez.
- Nada, borré toda la información de tu proyecto – me dice, eso no es nada alentador.
- Gracias, también quiero que me quites el sensor de búsqueda y lo actualices con los números de mi proyecto – le pido, tener que desalentar a ese señor, me está disgustando un poco.
- Bien, he guardado todo lo referente a ti y a Albert – añade.
- Bien, ¿dónde me pongo? – le pregunto, tocando alrededor de mi muñeca por el dorso.
- Aquí, según el mapa debe estar en el antebrazo derecho, veamos, si aquí esta, solo lo conectaré y ya lo tendremos con otra codificación – me dice mientras veo como arrima, desconecta y conecta cables.
En mi oficina…
- ¡Rayos, a dónde se fue! – pregunto cuando la luz que tintineaba en la pantalla desaparece.
- ¿Quién? – me pregunta Emilie.
- Nadie. ¡Estaba aquí hace unos segundos! – digo y pienso lo último.
En mi oficina acontecía algo que después no podría creer…
- ¿De qué quieres hablarme? – me pregunta Albert entretenido.
- Quiero preguntarte una cosa… - comienzo, diablos esto es incómodo.
- ¿Qué cosa? - Albert cuestiona haciéndome entrar a la oficina de ella para después encararme.
- ¿Tienes relaciones con Candice White? – le pregunto atento a la respuesta.
- No, bueno… no de esas que mencionas – Albert tata de aguantar la risa.
- ¿Una relación personal? – quiero indagar más, si de pronto me suelta un golpe o se enoja, creo que me dará un golpe.
- No – vuelve a negarlo.
- Tú sabes que las relaciones personales entre los empleados no son fructíferas – le advierto, aun no me ha querido matar por las preguntas y esa es una buena señal.
- Lo sé, pero ni ella ni yo, las tenemos – refiere medio molesto por la insinuación.
- Espero que me estés diciendo la verdad… - suelto, es lo único que diré.
- Te lo estoy diciendo tal y como es… - me aclara, no quiero que se preste a una confusión.
- Bien – sostiene Albert sonriente, saliendo de la oficina. Terry – me llama antes de irse.
- Dime – volteo hacia donde se encuentra.
- Busca en la red Campeona de Maratón Marítimo 2008…
Continuará…
- Cosas como ¿cuáles? – preguntó Albert.
- Seis centros de carga, dos modelos diferentes de transportación y utensilios como cargadores portátiles, ese tipo de cosas… - solté a medias cuando Candy tomaba un sorbo de café y Albert le pegaba en la espalda para que no se ahogara con él.
- Permiso, debo de tomar esta llamada – dijo Albert de pronto.
- Bien, pasa Albert – obviamente que no había tal llamada y eso sí que estaba raro.
- Math… - Albert le llama al técnico encargado de Candy.
- Sí señor – responde Math.
- Borra todo lo del proyecto de Candy por favor, que nadie encuentre nada – le pide rápidamente.
- ¿Hay problemas señor? – cuestiona él preocupado.
- Sí, Grandchester está investigando los insumos. Si te pregunta dale la vuelta – refiere Albert esperando que Math haga lo que se le ordena.
- Sí señor, en este momento – dice Math colgando y Albert entrando a la oficina.
- Permiso, oye Terry, seguro que estas cosas están bien – pregunta Albert cuando volvió a ver los papeles que le dio Terry.
- Sí, por supuesto, las acabo de sacar en la mañana – responde Terry.
- Pues… creo que no, Lucile ¿puedes venir, por favor? - pide Albert por altavoz en el altavoz del teléfono.
- Sí señor – responde y momentos después se encuentra a su lado.
- ¡Sáqueme estas del sistema otra vez! – le pide Albert.
- ¡Bien, lo haré ahora mismo, señor! – las toma y sale rápidamente hacia su computadora.
- ¿Qué es lo que trata de hacer Grandchester, Albert? – le susurra Candy a su padre.
- Busca la información de tu proyecto, ¿crees que Emilie tenga algo de lo tuyo? – le pregunta a la rubia poniéndola a pensar.
- Si el informe está en tu oficina, le enviaré un texto a Emilie para que lo traiga. Espera. Señor Grandchester – mientras le escribo le pregunto al tarado de mi jefe, que osa a interrumpirme.
- ¿Sucede algo? – cuestiono, si se ve que algo se traen estos dos.
- Sí, ¿qué es lo que busca en esos insumos? ¿Por qué los busca? – pregunto lo más interesadamente que puedo.
- ¡Quiero que usted me lo explique! – le contesto altaneramente, la he descubierto, bueno a los dos, ellos se los roban. O Jeremy, usted dígame como es que se desaparece esta mercancía de aquí – insisto en ello, alguno me lo tiene que decir.
- Como cree que voy a saberlo todo, a mí solo me dan el material y yo hago lo que me corresponde – refiere Jeremy, él tan sabio, que hasta la boca le cerró.
- Entonces señorita White, díganos ¿qué es de su proyecto? – bien contestado, ahora hay que atacar por otro lado.
- En un momento me traerán el informe, me permite – le respondo, si piensa que me va a intimidar, está muy equivocado y en eso estaba cuando entraba Emilie extendiéndole la lista correcta, por supuesto después de que Math le dijera que podía hacerlo. Gracias Emilie. Tome, aquí está – le extiendo las hojas del almacén donde ya no aparecen los insumos “robados”.
- Bien, lo revisaré. Gracias por venir a la junta, buenos días – me despido, estoy que hecho rayos por todo este asunto.
- Buenos días – responden todos y claro, Albert le toma la mano a ella y ella le sonríe, que demonios pasa.
- ¿Qué le sucede a este tipo? Tan bien que se me da vivir sola… y ahora otra vez tendré ahí Albert – pienso cuando voy rumbo a mi oficina.
- ¡Van a vivir juntos! ¡Esto no salió como lo tenía planeado! – me sorprendo, qué era lo que me pasaba.
- ¿Qué se trae ese cretino? – me pregunto cuando lo veo de ultimo saliendo de la sala de juntas.
- Sólo está haciendo su trabajo – me dice mi grillo, obvio que nadie le preguntó.
- Sólo está dando lata, ¿qué no tiene otra cosa que hacer? – cuestiono sin saber que posiblemente reciba una mala contestación.
- Nada, sólo fastidiarte a ti – me responde y yo lo acepto, parece que solo quiere fastidiarme a mí.
- ¿Saldré entonces a las cinco? – le pregunto a mi grillo que por lo visto ha decidido quedarse y no irse nunca más.
- Cinco treinta, sal cuando todos los hagan, recuerda que Albert te va a ayudar – refiere mi grillo, al menos alguien mas lo va a sufrir.
- ¡Ay grillo, qué voy hacer! – le digo a mi grillo con pesar mientras entro a mi oficina y me siento en el escritorio y entre mis dedos, esto de que Albert se vaya a vivir conmigo no me gusta mucho.
- ¡Te ayudaré Candy! – de pronto siento un abrazo de Albert asustándome de muerte.
- ¡Papá! ¡Deja de hacerme eso! – reclamé casi me mata del susto.
- ¡Pero qué diablos! Enfrente de todos y haciendo eso – a mí casi me da un infarto y cómo no, si veo a esos dos abrazados y sentados, creo que sí sentados. ¿Interrumpo algo? – cuestiono cuando entro sin tocar.
- ¡No Terry, pasa! – responde Albert dejándome libre y sonriendo.
- Disculpen, pero quisiera hablar contigo Albert – le pido a Albert sacándolos de ese abrazo y cuando se separan ella se acomoda nuevamente y él me responde.
- Vamos a mi oficina – sugiere Albert.
- Adelántate, solo quiero platicar con ella antes y ya después estoy contigo – le digo a Albert, sabiendo que ella no nos pone atención.
- Bien, permiso – Albert se despide y al salir de mi oficina me concentro en los papeles que tomé hace unos instantes.
- ¿Qué quiere señor Grandchester? – le pregunto porque no se ha movido ni un centímetro.
- ¿Quiero invitarte a cenar Candy…? Señorita White – le pido, quizás comenzamos con algo mal, tenemos que trabajar juntos y esto podría liberar la tensión entre ambos.
- No puedo… - le respondo así cosa que parece que no le gusta mucho.
- Sabes… empezamos mal, solo es una cena… - refiero, teniendo en cuenta que es una ofrenda de paz.
- Ni un café… - respondo y lo saca de balance.
- ¿Ni una soda? ¿Qué acaso no comes? – pregunto para saber si se alimenta.
- No, no lo necesito. ¿Algo más? – cuestiono, pero creo que no le ha caído muy bien esa respuesta.
- ¿Albert es tu novio o algo así? – cuestiono, quizás sea porque el se lo impide.
- No creo que a usted le importe eso, ¿verdad? – refiero como si pensara que se merece la respuesta.
- Solo así se explicaría el ¿por qué tiene tantas concesiones? – refiero, pero parece que no le importa lo que diga.
- Eso a usted creo que no le interesa – resuelvo dejarlo con la duda, pero cómo puede pensar eso, iiiiuuuu.
- Cierto, no me interesa a nivel personal, pero si a nivel administración – saco a relucir la bendita empresa, tendrán relaciones.
- ¿Qué es lo que quiere saber en concreto? – le pregunto, si me cuestiona si tengo relaciones sexuales con Albert, lo mato.
- Nada en sí – refiero, no le voy a preguntar lo que estoy pensando.
- ¿Quiere saber si Albert y yo tenemos relaciones sexuales? – le pregunto directamente y al ver su rostro asombrado, me doy cuenta que he dado en el clavo.
- ¿Las tienen? – pregunto, sería interesante saberlo.
- ¡Por supuesto que no! – ¡qué asco, es mi padre! ¡Bueno eso él no lo sabe! ¡Y yo no le voy a decir! ¡Muajaja!
- Entonces ¿por qué la consiente tanto? – cuestiono al ver cómo rueda los ojos.
- No me consiente, solo usted lo piensa – refiero sin tomar en cuenta su gran duda, porque soy su hija.
- ¡Porque siempre llegabas a las 11! – le reclamo.
- Y me voy sobre las ocho. Creo que me debe una hora extra desde hace tres años – se lo recuerdo, sí efectivamente ella llegaba y salía a la hora que decía.
- Bien, no pagamos retroactivos – le recuerdo.
- Entonces estamos de acuerdo que no vamos a cambiar mi horario. Bueno, si ya bajo, voyyyy – responde el teléfono y salió de allí volando y dejándome con la palabra en la boca. Lo siento, necesito ir a recursos humanos – suelta en el aire.
- Bien, debo hablar con Albert – lo mismo digo yo, debo irme.
- Bueno… Emilie – para qué le pregunto si es ella, eso ya lo sé, quien mas me iba a contestar si marco esta extensión.
- Sí señorita – contesta ella, sonriéndose o al menos eso se oye.
- Si alguien me busca estoy en proyecto – le digo colgando.
- Sí señorita, hasta pronto – se despide de mí haciendo lo mismo.
Unas horas más tarde…
- Emilie – se siente llamada y se alista lo más pronto posible.
- Sí, señor Grandchester – contesta poniéndose de pie rápidamente.
- ¿Hay alguna forma de saber dónde andan mis empleados? - cuestionó
- Sí señor, venga. En su computadora hay un paquete que tiene todas las instalaciones de la empresa. Sólo tiene que tener el número del empleado y verá en donde anda… - me informa señalando el paquete y al abrirlo le indica dónde puede ver a cada uno de ellos.
- ¿En serio? – cuestiono sin poder creérmelo.
- Sí – Emilie sonríe, al parecer se divierte.
- A ver, ¿dónde está Albert? – pregunto y ella mete un código.
- El señor Andley… lo espera en su oficina – refiere ella eficazmente.
- Ahhh y la ¿señorita White? – cuestiono de nueva cuenta.
- Esta en robótica, sí con Jeremy – me dice, viendo que aquellos dos están uno frente al otro en mantenimiento.
- Bien gracias, Emilie – sonrío y me despido.
- De nada, señor Grandchester – hago lo mismo.
Mientras esto ocurría en mi oficina en el laboratorio, Jeremy conversaba conmigo sobre lo sucedido en la junta.
- ¿Qué sucede, Jeremy? – pregunto con tiempo a desmayarme por lo que me dirá esta vez.
- Nada, borré toda la información de tu proyecto – me dice, eso no es nada alentador.
- Gracias, también quiero que me quites el sensor de búsqueda y lo actualices con los números de mi proyecto – le pido, tener que desalentar a ese señor, me está disgustando un poco.
- Bien, he guardado todo lo referente a ti y a Albert – añade.
- Bien, ¿dónde me pongo? – le pregunto, tocando alrededor de mi muñeca por el dorso.
- Aquí, según el mapa debe estar en el antebrazo derecho, veamos, si aquí esta, solo lo conectaré y ya lo tendremos con otra codificación – me dice mientras veo como arrima, desconecta y conecta cables.
En mi oficina…
- ¡Rayos, a dónde se fue! – pregunto cuando la luz que tintineaba en la pantalla desaparece.
- ¿Quién? – me pregunta Emilie.
- Nadie. ¡Estaba aquí hace unos segundos! – digo y pienso lo último.
En mi oficina acontecía algo que después no podría creer…
- ¿De qué quieres hablarme? – me pregunta Albert entretenido.
- Quiero preguntarte una cosa… - comienzo, diablos esto es incómodo.
- ¿Qué cosa? - Albert cuestiona haciéndome entrar a la oficina de ella para después encararme.
- ¿Tienes relaciones con Candice White? – le pregunto atento a la respuesta.
- No, bueno… no de esas que mencionas – Albert tata de aguantar la risa.
- ¿Una relación personal? – quiero indagar más, si de pronto me suelta un golpe o se enoja, creo que me dará un golpe.
- No – vuelve a negarlo.
- Tú sabes que las relaciones personales entre los empleados no son fructíferas – le advierto, aun no me ha querido matar por las preguntas y esa es una buena señal.
- Lo sé, pero ni ella ni yo, las tenemos – refiere medio molesto por la insinuación.
- Espero que me estés diciendo la verdad… - suelto, es lo único que diré.
- Te lo estoy diciendo tal y como es… - me aclara, no quiero que se preste a una confusión.
- Bien – sostiene Albert sonriente, saliendo de la oficina. Terry – me llama antes de irse.
- Dime – volteo hacia donde se encuentra.
- Busca en la red Campeona de Maratón Marítimo 2008…
Continuará…