Ciertamente aquella mujer habia sido su perdicion, aun despues de tanto tiempo al recordarla un suspiro se prendia de su alma y salia desgarrandole el corazon. Y la recordaba a menudo cuando al meter la mano en el bolsillo sus dedos se topaban con un instrumento metalico antes de sacar su cajetilla de cigarros. Si, alguna vez le prometio dejar de fumar al aceptar aquel artefacto pero era un vicio demas arraigado que a decir verdad no habia logrado superar.
Aquella noche al caminar por la ciudad sin rumbo fijo busco en sus bolsillos una vez mas un cigarrillo y se dio cuenta que no traia su cajetilla, habia olvidado sus cigarros en algun lugar sin darse cuenta, maldijo su suerte y saco aquel artefacto para al menos aliviar la ansiedad, aunque sabia que eso era inutil.
Aquella melodia que tocaba era la misma que sonaba en las tardes de colegio en aquella colina, era la misma que Candy disfrutaba acompañandolo para pasar el tiempo. Nuevamente un suspiro y por poco una lagrima derramada. Miro al cielo y observo su rostro, pensando en que estupido era al seguir rememorando cosas que habian pasado hacia mucho tiempo y al seguir pensando en aquella rubia que al final de cuentas le habia roto el corazon.
El no habia tenido la culpa de nada, el no habia hecho nada para ser abandonado de aquella manera, el no debia pagar por culpas que no habia tenido.
Guardo la armonica y comenzo a caminar nuevamente, entonces vio un grupo de vagabundos cerca de una fogata hecha para soportar el frio de la noche, se acerco, los hombres no dijeron nada, lo aceptaron con gusto como si aquella fogata los hiciera hermanos ante la inclemencia de la naturaleza.
Uno de ellos le ofrecio un cigarrillo, justo lo que necesitaba, un cigarrillo, uno que demostraba que estaba vivo y que la vida continuaba, un cigarrillo que le demostraba que el seguia siendo el mismo, acepto gustoso, abrazo la idea de que todo se terminara en ese mismo momento por alguna razon, encendio el cigarrillo y lo puso en sus labios aspirandolo hondamente como quien aspira la vida y solto el humo con una calma que daba una despedida larga a lo que habia sido. Metio la mano en su bolsillo y saco la armonica la miro largamente sonriendo, si era tiempo de decir adios y continuar. Nuevamente aspiro el cigarro y observo a su acompañante, aquel que sin pedir nada y apiadandose de su persona le habia regalado aquel cigarrillo...
- Gracias. -le dijo y le ofrecio la mano, dejando en las suyas aquella armonica que tanto tiempo le habia acompañado para despues seguir su camino con una sonrisa en los labios.
A veces unos vicios son dificiles de dejar y todos con el tiempo te hacen daño, unos mas que otros, pero hay algunos que si no quieres que te maten debes dejarlos antes. -pensaba en su camino. -Adios a mi vicio mas dañino, adios Candy.
Dijo para luego perderse entre la noche curado de aquel vicio que lo habia estado consumiendo por tanto tiempo.
FIN.