Desde la Fundación K-G Segundo Ataque de Amazonas en colaboración CandyPecosa-Amazona Honoraria & Elby Ochoa-Amazona Marcela Luna
Les traemos este mini fics que surgió en un platica. Bomba atómica Terrytana. Esperamos que aguanten leerlo hasta al final.
NO APTO PARA CORAZONES SENSIBLES.
100% Terrytanas
Estupida Revancha
Chapter 1 - Te quise olvidar…
Por CandyPecosa
“Hace más de 5 horas que acabo de firmar la sentencia a la muerte de mis sueños, esperanza y mi amor. Ahora que ya todos se han ido, ahora que sólo me encuentro en estas cuatro paredes de mi estudio, tan frío y lúgubre como es mi vida, es que entiendo lo que ha pasado. Jugué con las cartas erróneas y perdí. Perdí mi vida, mi libertad y mi amor. Aunque eran pocos los asistentes; pude notar sus rostros reflejando la enorme pena hacia mí y a lo que moría en ese momento en mi interior; pues sabían las causas que me habían orillado a esta unión. Todo se sintió tan vacío, tan sombrío. Debo confesar que parecía más un velorio que una boda. ¿Pero que me extraña? Justamente era eso, ya que hoy enterraba todo aquello por lo que siempre luche, mi independencia y mis deseos de ser mejor para ella.
Mi ahora esposa es considerada todo una dama, pero por más que trate, todos sus movimientos se notan forzados, practicados, estudiados una y otra vez hasta conseguir la perfección en ellos. Como si nunca dejase el escenario; no son del alma, simplemente no eres tú.”
Pensaba el recién casado joven de ojos como el mar, mientras colocaba un cigarrillo en sus labios y movía suavemente aquel líquido amarillo que tanto le quemaba la garganta cada vez que le tomaba. Necesitaba olvidar lo que hacía poco rato había hecho, necesitaba decirse así mismo que la joven que hubo dejado desnuda en su nueva cama no tenía la culpa de cómo se sentía en estos momentos y que el único culpable era él.
“No fui su primero, pero si el tuyo pecosa mía… Tu que me entregaste todo sin importar nada… Tu que interpusiste la felicidad de mi esposa a la tuya, a la nuestra”
Recordó el joven de castaña cabellera mientras una solitaria lagrima se derramaba por su mejilla recordándole lo que fue y ya no es… “Sus ojos verdes se abrieron mientras se abrían para mí las puertas del cielo, como deseo volver a tenerte, Candy mi cuerpo llora por ti, sufro tu ausencia mientras mi mente apenas comienza a entender lo que ha ocurrido” Se repetía devastado, bebiendo de nueva cuenta para mitigar un poco su amargura.
“Hoy la hice mía, mientras era a ti a quién besaba”
Consideraba su vida un desastre, la peor de las obras de teatro que quisiese interpretar. Si Shakespeare lo viese crearía una comedia de su vida y se reiría de él. Ahora sentado, pensando era que entendía todo lo que hubo pasado en los últimos dos días y todo lo que sus malas decisiones habían ocasionado al haber elegido el deber sobre el amor. Lloraba de rabia al haberse convertido en un títere de aquella mujer que con sentimientos de culpabilidad le hizo caer en la peor trampa: negar su esencia para dejar que ella fuese feliz con tal de saldar la deuda de honor que le tenia.
“He cometido uno de los errores más grandes. Jamás habría imaginado lo caro que pagaría mi estupidez. Lo peor es saber que pagaré las consecuencias de esta estupida revancha toda la vida. Atado a una mujer que no amo, atado a alguien a quien no deseo. Su sola presencia amarga mi existencia. Ahora tendré que fingir que vivo, porque sin ti, Candy, no sé ser yo.”
Que absurda es mi realidad, que ilógica mi derrota, ya no puedo juzgar a mi padre por sus actos cuando yo he caído en lo mismo. Estar por obligación con alguien ajeno a mi corazón. Ya no podré consolar a mi madre con palabras vacías, cuando sé lo que realmente ella sintió con su abandono” - Colocó sus largos y varoniles dedos por su larga cabellera buscando absorber la magnitud de todo lo que le ocurría. Lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas, ya no le importaba pararlas y hacerlas desaparecer, necesitaba permitir que su alma llorase por el amor perdido, necesitaba limpiarse de aquellos sentimientos de culpabilidad; más no era culpabilidad al hecho de que su ahora esposa estuviese postrada en una silla de ruedas, sino a su acto de infidelidad para con su verdadero amor. Porque aunque Susana fuese su esposa legalmente, para él y ante los ojos de Dios consideraba que ella, su Candy era su esposa, su mujer, la única que quería en su vida.
Ahora era un hombre casado. Casado con otra a quien jamás podría corresponderle. Por despecho quiso olvidarla. Saber que ella se fue y lo dejó solo en aquella habitación, una vez más entendió que no podría jamás borrarla de su mente, de su cuerpo, de su alma.
“Estuve con ella, pero no era a ella a quién veía, a quien tocaba y acariciaba. Que tonto fui al creer que te olvidaría con otro cuerpo, con otra piel y con otro olor ¡Maldita estupidez la mía! ¿Y si ese acto traía consecuencias?” No quería ni pensar en lo que significaría traer una vida a una relación sin amor.
“Aún no puedo creer que firme aquel papel, aún no puedo creer que pasó este día. Esta noche toque su piel, desvestí su cuerpo, besé cada centímetro de ella, pero no era a ella, eras tu mi ángel de dulces pecas… Cada beso, cada toque fue pensando en ti.
La rabia, el desconsuelo y la desilusión fue más fuerte que yo y firme sin pensarlo, sin desearlo, sólo porque me habías dejado cuándo lo único que quería yo era estar contigo.”
Se reclamó su proceder, por haber continuado con aquella falsedad que hoy era su realidad. Se paró de aquella elegante silla y estudió su reflejo en el vidrio de la ventana. Miró afuera y veía como las gotas de agua comenzaban a caer del cielo, como si este llorase junto a él la pena que sentía su corazón. Entonces recordó que arriba le esperaba ella, su esposa… La que ahora llevaría su apellido, el verdadero, el que pocos sabían que existía y que le daba un estatus social por arriba de muchos. Recordó el día que le contó a su suegra y a su entonces prometida sobre su noble origen y ellas sonrieron felizmente al saber que serían parte de aquel grupo selecto de personas, pero sin imaginarse que él odiaba ese estatus social al que fue expuesto desde niño.
Sus manos fuertemente apretadas dejaban ver lo blanco de sus nudillos por la fuerza ejercida, sus ojos cerrados dejaban caer lágrimas de tormento, frustración y recriminación para consigo mismo. Lloraba por lo que había tenido y jamás volvería a ser suyo. Sentimientos encontrados al recordar la alegría de su entrega y ahora saberla perdida.
“Aun no entiendo el porqué de esa tonta promesa, de esta tonta vida que me toca vivir sin ti.” Miró su mano izquierda y vio aquella sortija que le recordaba su recién adquirido estatus. Rápidamente la sacó de su dedo y la apretó fuertemente pretendiendo deformarla como deformada estaba su alma en esos momentos. Entonces con todas sus fuerzas la arrojó al leve fuego que aún quedaba en la chimenea y maldijo su proceder por enésima vez mientras se dejaba caer al frio piso y agachando la cabeza colocándola entre sus piernas. Ahora nada le importaba, nada le llenaba, !¡Nada! Desolación absoluta. Oficialmente le pertenecía a otra mujer que no era la que amaba. Levantó su rostro mojado y mirando al cielo rogó, pidió y suplicó que todo fuese una pesadilla de la cual deseaba con todo el fervor del que era capaz, que pudiera despertar. Pero entonces los recuerdos llenaron su mente dándose cuenta que todo había sido real.
Las Amazonas haremos arder el cosmo por Terry.
Continuará...
Les traemos este mini fics que surgió en un platica. Bomba atómica Terrytana. Esperamos que aguanten leerlo hasta al final.
NO APTO PARA CORAZONES SENSIBLES.
100% Terrytanas
Estupida Revancha
Chapter 1 - Te quise olvidar…
Por CandyPecosa
“Hace más de 5 horas que acabo de firmar la sentencia a la muerte de mis sueños, esperanza y mi amor. Ahora que ya todos se han ido, ahora que sólo me encuentro en estas cuatro paredes de mi estudio, tan frío y lúgubre como es mi vida, es que entiendo lo que ha pasado. Jugué con las cartas erróneas y perdí. Perdí mi vida, mi libertad y mi amor. Aunque eran pocos los asistentes; pude notar sus rostros reflejando la enorme pena hacia mí y a lo que moría en ese momento en mi interior; pues sabían las causas que me habían orillado a esta unión. Todo se sintió tan vacío, tan sombrío. Debo confesar que parecía más un velorio que una boda. ¿Pero que me extraña? Justamente era eso, ya que hoy enterraba todo aquello por lo que siempre luche, mi independencia y mis deseos de ser mejor para ella.
Mi ahora esposa es considerada todo una dama, pero por más que trate, todos sus movimientos se notan forzados, practicados, estudiados una y otra vez hasta conseguir la perfección en ellos. Como si nunca dejase el escenario; no son del alma, simplemente no eres tú.”
Pensaba el recién casado joven de ojos como el mar, mientras colocaba un cigarrillo en sus labios y movía suavemente aquel líquido amarillo que tanto le quemaba la garganta cada vez que le tomaba. Necesitaba olvidar lo que hacía poco rato había hecho, necesitaba decirse así mismo que la joven que hubo dejado desnuda en su nueva cama no tenía la culpa de cómo se sentía en estos momentos y que el único culpable era él.
“No fui su primero, pero si el tuyo pecosa mía… Tu que me entregaste todo sin importar nada… Tu que interpusiste la felicidad de mi esposa a la tuya, a la nuestra”
Recordó el joven de castaña cabellera mientras una solitaria lagrima se derramaba por su mejilla recordándole lo que fue y ya no es… “Sus ojos verdes se abrieron mientras se abrían para mí las puertas del cielo, como deseo volver a tenerte, Candy mi cuerpo llora por ti, sufro tu ausencia mientras mi mente apenas comienza a entender lo que ha ocurrido” Se repetía devastado, bebiendo de nueva cuenta para mitigar un poco su amargura.
“Hoy la hice mía, mientras era a ti a quién besaba”
Consideraba su vida un desastre, la peor de las obras de teatro que quisiese interpretar. Si Shakespeare lo viese crearía una comedia de su vida y se reiría de él. Ahora sentado, pensando era que entendía todo lo que hubo pasado en los últimos dos días y todo lo que sus malas decisiones habían ocasionado al haber elegido el deber sobre el amor. Lloraba de rabia al haberse convertido en un títere de aquella mujer que con sentimientos de culpabilidad le hizo caer en la peor trampa: negar su esencia para dejar que ella fuese feliz con tal de saldar la deuda de honor que le tenia.
“He cometido uno de los errores más grandes. Jamás habría imaginado lo caro que pagaría mi estupidez. Lo peor es saber que pagaré las consecuencias de esta estupida revancha toda la vida. Atado a una mujer que no amo, atado a alguien a quien no deseo. Su sola presencia amarga mi existencia. Ahora tendré que fingir que vivo, porque sin ti, Candy, no sé ser yo.”
Que absurda es mi realidad, que ilógica mi derrota, ya no puedo juzgar a mi padre por sus actos cuando yo he caído en lo mismo. Estar por obligación con alguien ajeno a mi corazón. Ya no podré consolar a mi madre con palabras vacías, cuando sé lo que realmente ella sintió con su abandono” - Colocó sus largos y varoniles dedos por su larga cabellera buscando absorber la magnitud de todo lo que le ocurría. Lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas, ya no le importaba pararlas y hacerlas desaparecer, necesitaba permitir que su alma llorase por el amor perdido, necesitaba limpiarse de aquellos sentimientos de culpabilidad; más no era culpabilidad al hecho de que su ahora esposa estuviese postrada en una silla de ruedas, sino a su acto de infidelidad para con su verdadero amor. Porque aunque Susana fuese su esposa legalmente, para él y ante los ojos de Dios consideraba que ella, su Candy era su esposa, su mujer, la única que quería en su vida.
Ahora era un hombre casado. Casado con otra a quien jamás podría corresponderle. Por despecho quiso olvidarla. Saber que ella se fue y lo dejó solo en aquella habitación, una vez más entendió que no podría jamás borrarla de su mente, de su cuerpo, de su alma.
“Estuve con ella, pero no era a ella a quién veía, a quien tocaba y acariciaba. Que tonto fui al creer que te olvidaría con otro cuerpo, con otra piel y con otro olor ¡Maldita estupidez la mía! ¿Y si ese acto traía consecuencias?” No quería ni pensar en lo que significaría traer una vida a una relación sin amor.
“Aún no puedo creer que firme aquel papel, aún no puedo creer que pasó este día. Esta noche toque su piel, desvestí su cuerpo, besé cada centímetro de ella, pero no era a ella, eras tu mi ángel de dulces pecas… Cada beso, cada toque fue pensando en ti.
La rabia, el desconsuelo y la desilusión fue más fuerte que yo y firme sin pensarlo, sin desearlo, sólo porque me habías dejado cuándo lo único que quería yo era estar contigo.”
Se reclamó su proceder, por haber continuado con aquella falsedad que hoy era su realidad. Se paró de aquella elegante silla y estudió su reflejo en el vidrio de la ventana. Miró afuera y veía como las gotas de agua comenzaban a caer del cielo, como si este llorase junto a él la pena que sentía su corazón. Entonces recordó que arriba le esperaba ella, su esposa… La que ahora llevaría su apellido, el verdadero, el que pocos sabían que existía y que le daba un estatus social por arriba de muchos. Recordó el día que le contó a su suegra y a su entonces prometida sobre su noble origen y ellas sonrieron felizmente al saber que serían parte de aquel grupo selecto de personas, pero sin imaginarse que él odiaba ese estatus social al que fue expuesto desde niño.
Sus manos fuertemente apretadas dejaban ver lo blanco de sus nudillos por la fuerza ejercida, sus ojos cerrados dejaban caer lágrimas de tormento, frustración y recriminación para consigo mismo. Lloraba por lo que había tenido y jamás volvería a ser suyo. Sentimientos encontrados al recordar la alegría de su entrega y ahora saberla perdida.
“Aun no entiendo el porqué de esa tonta promesa, de esta tonta vida que me toca vivir sin ti.” Miró su mano izquierda y vio aquella sortija que le recordaba su recién adquirido estatus. Rápidamente la sacó de su dedo y la apretó fuertemente pretendiendo deformarla como deformada estaba su alma en esos momentos. Entonces con todas sus fuerzas la arrojó al leve fuego que aún quedaba en la chimenea y maldijo su proceder por enésima vez mientras se dejaba caer al frio piso y agachando la cabeza colocándola entre sus piernas. Ahora nada le importaba, nada le llenaba, !¡Nada! Desolación absoluta. Oficialmente le pertenecía a otra mujer que no era la que amaba. Levantó su rostro mojado y mirando al cielo rogó, pidió y suplicó que todo fuese una pesadilla de la cual deseaba con todo el fervor del que era capaz, que pudiera despertar. Pero entonces los recuerdos llenaron su mente dándose cuenta que todo había sido real.
Las Amazonas haremos arder el cosmo por Terry.
Continuará...