-vitacora de guerra numero, ¡ya no se que numero!
Reportan-dome desde el lado obscuro de la trinchera de guerra.
Comandante Yuriko Yokinagua, el batallón de avanzada ha cumplido su cometido,siguen avanzando conforme a lo planeado al mando de la general Astaret.
Inspeccionando la zona de combate me he encontrado con lugares desconocidos y civiles nunca antes vistos del otro lado.
En estos momentos la zona es segura para segur el avance de las tropas.
Reportar al comandante supremo que el personal continua con la estrategia de guerra.
Reportan-dome desde el lado obscuro de la trinchera de guerra.
Comandante Yuriko Yokinagua, el batallón de avanzada ha cumplido su cometido,siguen avanzando conforme a lo planeado al mando de la general Astaret.
Inspeccionando la zona de combate me he encontrado con lugares desconocidos y civiles nunca antes vistos del otro lado.
En estos momentos la zona es segura para segur el avance de las tropas.
Reportar al comandante supremo que el personal continua con la estrategia de guerra.
Aqui les presento mi primer aporte del lado obscuro,esperando sea de su agrado, esta historia ira subiendo de tono conforme avancen los capítulos. GRACIAS por leer.
Amar sin fronteras.
Advertencia: contenido no apto para personas susceptibles al tipo de contenido que se maneja en esta historia.
CAPITULO I.
Una noche, en el patio trasero de la mansión de Lakewood, el cuerpo de un hombre yace colgado de un grueso tronco, al pie de este, una joven mujer llora desgarradoramente la muerte de su ser amado y a la distancia los ojos de otra muchachita observan la escena.
Meses atrás.
-Candy, hemos tomado la decisión junto con la tía abuela Elroy y el visto bueno del tío abuelo William, que te cases con Neil.
Candice, incrédula se dirige a la joven peli roja.
-¿Cómo has dicho, Elisa? El tío abuelo, ha dado su consentimiento para que me case con Neil
- Así es, Candy – Elisa voltea a ver a la tía abuela Elroy- ¿no es así, tía?
Elroy asiente con la cabeza ante la mirada de satisfacción de Sara y Elisa Ligan.
- Pero yo no deseo casarme con Neil ¡él me odia! igual que tú, Elisa
- Yo no te odio querida, es solo que tú, en ocasiones no te comportas como la dama se sociedad que deberías ser
- Candy con ojos llorosos- ¿Dónde se encuentra el tío abuelo? ¡quiero hablarle! Tengo derecho a saber ¿Por qué toma decisiones en mi nombre?
Elroy, furiosa se levanta de su asiento.
- William lo hace por tú bien Candice, él sabe lo que es mejor para ti. Con este compromiso los lazos familiares se harán sólidos y tú, chiquilla atolondrada tendrás el futuro asegurado
- Pero tía abuela…
- ¡basta Candice! No más, ni una palabra más, en estos momentos no me siento bien y espero que no me quieras matar de un coraje. Ahora, prepárate porque más tarde anunciaremos tú compromiso y fijaremos la fecha de la boda
- ¡Doroti! –grita Elroy, llamando a la muchacha que ara compañía a Candy desde ese instante- llévate a Candice y ayúdala a prepararse, ya sabes lo que corresponde a la ocasión.
Candy lloraba a mares en la habitación que los Legan le habían asignado, preguntándose ¿Por qué? Si ella no deseaba, no amaba y mucho menos quería casarse con Neil.
Así llegó la hora anunciada por la tía abuela Elroy, todos los familiares cercanos a los Ardley hicieron acto de presencia, la prensa tomaba su lugar esperando ver bajar por las escaleras a la joven afortunada que desposaría al señorito heredero Neil Legan.
Más tarde, se escuchan murmullos de la concurrencia al anunciarse la entrada de la señorita Candice W. Ardley, al pie de la escalera, un joven de cabello rojizo esperaba por ella con un gran ramo de rosas dulce Candy, sus favoritas. La chica de ojos verdes, con los sueños rotos y el corazón destrozado, esperaba por un milagro que hiciera que la tía abuela y el bis abuelo William recapacitaran su decisión. La guapa rubia desfilaba ante la mirada atónita de cada invitado a la ceremonia de compromiso.
Llegando al lado de Neil, los flashes no se hicieron esperar y un mar de fotografías captaba el momento en el que el joven la recibía entre sus manos y colocaba un dulce beso en su frente para después susurrarle al oído:
“te dije, que este momento llegaría querida Candy, si no me elegiste de buena manera, ahora será a mi modo”.
Ella, con incredulidad lo voltea a ver al tiempo que las lágrimas rodaban por sus mejillas, entre susurros se escucha como todos creen que la emoción es tanta, que la rubia no es capaz de contener el llanto.
Del otro lado del gran salón la tía abuela Elroy toma la palabra –muy bien querida familia, estamos reunidos en esta ocasión para anunciar la próxima boda de mi querido sobrino Neil Legan y la hija de la familia Ardley, la señorita Candice White, la cual represento, esta se llevara a cabo en dos meses –Candy, en ese momento ve con mirada suplicante a Neil, del cual solo obtiene un rotundo silencio y una sonrisa lasciva –esperando que todos los presentes nos acompañen en tan importante ocasión, en los siguientes días, les haremos llegar su invitación.
En aquel instante se escucha un ensordecedor aplauso y cada invitado se acerca a la joven pareja externándoles sus felicitaciones.
La dulce joven pecosa, totalmente destruida, no pude más, quiere gritar y llorar, sacar todo ese sentimiento de impotencia y frustración. Neil siempre manteniéndose cerca de ella, no sabe ocultar su sentimiento de triunfo de la satisfacción que siente al ver sufrir tanto a la huérfana que una y otra vez le trato con desprecio y que siempre se salía con la suya.
-¡sonríe Candy! –le dice Neil burlándose de ella- no te das cuenta que eres el centro de atención, demuéstrales a todos lo mucho que me amas o te arrepentirás si se dan cuenta de todo este teatro que armo Elisa y mi madre
-te odio Neil Legan, no soy capaz de fingir lo que jamás sentiré por ti
Neil, con furia contenida, la toma del brazo atrayéndola hacia él para después decirle al oído una vez más.
-querida, te recuerdo que el bis abuelo dio su autorización y que estas obligada a cumplir su deseo, y por favor, esta vez no esperes que ese actorsucho te rescate de mi lado como lo hizo en aquella ocasión en Londres, me pagaras con creces cada golpe que recibí de ese idiota una vez que te hayas convertido en mi esposa, sabré esperar hasta entonces, no hay prisa.
Al soltarse del firme agarre del moreno, comienza a correr de regreso a su habitación, cuando entra en esta, se derrumba en sollozos al pie de la cama.
-¿Cómo es posible que esto esté pasando? ¡No lo quiero! Por favor ¡no quiero! Terry ¿Dónde estás? ¿Por qué no vienes por mí? ¡Te necesito tanto! ¡Te extraño! ¿Por qué yo? ¡No quiero! –decía Candice entre lágrimas.
De pronto, se comienzan a escuchar pasos en el corredor deteniéndose frente a la habitación de la rubia, una vez ahí, tocan a la puerta. Doroti, que conocía cierta parte de la vida de Candy, la había estado observando desde que la dejo bajar una vez que terminaran su arreglo, conocía de sobra cuanto la odiaban los hermanos Legan y que todo ese embrollo no tenía otro propósito mas que destruir a la rubia que nunca les hizo daño y que a cambio solo recibía humillaciones desde que los conoció. Al no recibir respuesta de Candy, Doroti abrió la puerta y entro a la habitación que se encontraba en completa obscuridad.
-señorita, Candy –se acerca a la joven apretando en puños su delantal- no llore más por favor, solo estoy aquí… para que sepa que cuenta con migo, que no sé porque los señoritos la torturan de esta manera, pero quiero que confié en mí, estoy aquí para lo que necesite –la pequeña muchacha haciendo una ligera pausa le dice a Candice:
-El señor George Jhonson se encuentra en la casa de Chicago –Candy levanta la mirada y entre lágrimas se dirige a ella
-¡qué dices Doroti!
-usted sabe señorita Candy, George es la persona que puede ayudarla, él le tiene aprecio y si le habla, tal vez… quizás… pueda hacer que el señor William reconsidere su decisión.
Candy, sin más, de un brinco se pone de pie y sale corriendo de la habitación dirigiéndose a la salida próxima, esperando no ser vista por alguien que pueda detenerla en su huida.
Continuara…
CAPITULO I.
Una noche, en el patio trasero de la mansión de Lakewood, el cuerpo de un hombre yace colgado de un grueso tronco, al pie de este, una joven mujer llora desgarradoramente la muerte de su ser amado y a la distancia los ojos de otra muchachita observan la escena.
Meses atrás.
-Candy, hemos tomado la decisión junto con la tía abuela Elroy y el visto bueno del tío abuelo William, que te cases con Neil.
Candice, incrédula se dirige a la joven peli roja.
-¿Cómo has dicho, Elisa? El tío abuelo, ha dado su consentimiento para que me case con Neil
- Así es, Candy – Elisa voltea a ver a la tía abuela Elroy- ¿no es así, tía?
Elroy asiente con la cabeza ante la mirada de satisfacción de Sara y Elisa Ligan.
- Pero yo no deseo casarme con Neil ¡él me odia! igual que tú, Elisa
- Yo no te odio querida, es solo que tú, en ocasiones no te comportas como la dama se sociedad que deberías ser
- Candy con ojos llorosos- ¿Dónde se encuentra el tío abuelo? ¡quiero hablarle! Tengo derecho a saber ¿Por qué toma decisiones en mi nombre?
Elroy, furiosa se levanta de su asiento.
- William lo hace por tú bien Candice, él sabe lo que es mejor para ti. Con este compromiso los lazos familiares se harán sólidos y tú, chiquilla atolondrada tendrás el futuro asegurado
- Pero tía abuela…
- ¡basta Candice! No más, ni una palabra más, en estos momentos no me siento bien y espero que no me quieras matar de un coraje. Ahora, prepárate porque más tarde anunciaremos tú compromiso y fijaremos la fecha de la boda
- ¡Doroti! –grita Elroy, llamando a la muchacha que ara compañía a Candy desde ese instante- llévate a Candice y ayúdala a prepararse, ya sabes lo que corresponde a la ocasión.
Candy lloraba a mares en la habitación que los Legan le habían asignado, preguntándose ¿Por qué? Si ella no deseaba, no amaba y mucho menos quería casarse con Neil.
Así llegó la hora anunciada por la tía abuela Elroy, todos los familiares cercanos a los Ardley hicieron acto de presencia, la prensa tomaba su lugar esperando ver bajar por las escaleras a la joven afortunada que desposaría al señorito heredero Neil Legan.
Más tarde, se escuchan murmullos de la concurrencia al anunciarse la entrada de la señorita Candice W. Ardley, al pie de la escalera, un joven de cabello rojizo esperaba por ella con un gran ramo de rosas dulce Candy, sus favoritas. La chica de ojos verdes, con los sueños rotos y el corazón destrozado, esperaba por un milagro que hiciera que la tía abuela y el bis abuelo William recapacitaran su decisión. La guapa rubia desfilaba ante la mirada atónita de cada invitado a la ceremonia de compromiso.
Llegando al lado de Neil, los flashes no se hicieron esperar y un mar de fotografías captaba el momento en el que el joven la recibía entre sus manos y colocaba un dulce beso en su frente para después susurrarle al oído:
“te dije, que este momento llegaría querida Candy, si no me elegiste de buena manera, ahora será a mi modo”.
Ella, con incredulidad lo voltea a ver al tiempo que las lágrimas rodaban por sus mejillas, entre susurros se escucha como todos creen que la emoción es tanta, que la rubia no es capaz de contener el llanto.
Del otro lado del gran salón la tía abuela Elroy toma la palabra –muy bien querida familia, estamos reunidos en esta ocasión para anunciar la próxima boda de mi querido sobrino Neil Legan y la hija de la familia Ardley, la señorita Candice White, la cual represento, esta se llevara a cabo en dos meses –Candy, en ese momento ve con mirada suplicante a Neil, del cual solo obtiene un rotundo silencio y una sonrisa lasciva –esperando que todos los presentes nos acompañen en tan importante ocasión, en los siguientes días, les haremos llegar su invitación.
En aquel instante se escucha un ensordecedor aplauso y cada invitado se acerca a la joven pareja externándoles sus felicitaciones.
La dulce joven pecosa, totalmente destruida, no pude más, quiere gritar y llorar, sacar todo ese sentimiento de impotencia y frustración. Neil siempre manteniéndose cerca de ella, no sabe ocultar su sentimiento de triunfo de la satisfacción que siente al ver sufrir tanto a la huérfana que una y otra vez le trato con desprecio y que siempre se salía con la suya.
-¡sonríe Candy! –le dice Neil burlándose de ella- no te das cuenta que eres el centro de atención, demuéstrales a todos lo mucho que me amas o te arrepentirás si se dan cuenta de todo este teatro que armo Elisa y mi madre
-te odio Neil Legan, no soy capaz de fingir lo que jamás sentiré por ti
Neil, con furia contenida, la toma del brazo atrayéndola hacia él para después decirle al oído una vez más.
-querida, te recuerdo que el bis abuelo dio su autorización y que estas obligada a cumplir su deseo, y por favor, esta vez no esperes que ese actorsucho te rescate de mi lado como lo hizo en aquella ocasión en Londres, me pagaras con creces cada golpe que recibí de ese idiota una vez que te hayas convertido en mi esposa, sabré esperar hasta entonces, no hay prisa.
Al soltarse del firme agarre del moreno, comienza a correr de regreso a su habitación, cuando entra en esta, se derrumba en sollozos al pie de la cama.
-¿Cómo es posible que esto esté pasando? ¡No lo quiero! Por favor ¡no quiero! Terry ¿Dónde estás? ¿Por qué no vienes por mí? ¡Te necesito tanto! ¡Te extraño! ¿Por qué yo? ¡No quiero! –decía Candice entre lágrimas.
De pronto, se comienzan a escuchar pasos en el corredor deteniéndose frente a la habitación de la rubia, una vez ahí, tocan a la puerta. Doroti, que conocía cierta parte de la vida de Candy, la había estado observando desde que la dejo bajar una vez que terminaran su arreglo, conocía de sobra cuanto la odiaban los hermanos Legan y que todo ese embrollo no tenía otro propósito mas que destruir a la rubia que nunca les hizo daño y que a cambio solo recibía humillaciones desde que los conoció. Al no recibir respuesta de Candy, Doroti abrió la puerta y entro a la habitación que se encontraba en completa obscuridad.
-señorita, Candy –se acerca a la joven apretando en puños su delantal- no llore más por favor, solo estoy aquí… para que sepa que cuenta con migo, que no sé porque los señoritos la torturan de esta manera, pero quiero que confié en mí, estoy aquí para lo que necesite –la pequeña muchacha haciendo una ligera pausa le dice a Candice:
-El señor George Jhonson se encuentra en la casa de Chicago –Candy levanta la mirada y entre lágrimas se dirige a ella
-¡qué dices Doroti!
-usted sabe señorita Candy, George es la persona que puede ayudarla, él le tiene aprecio y si le habla, tal vez… quizás… pueda hacer que el señor William reconsidere su decisión.
Candy, sin más, de un brinco se pone de pie y sale corriendo de la habitación dirigiéndose a la salida próxima, esperando no ser vista por alguien que pueda detenerla en su huida.
Continuara…