¡¡El Clan Alba Highland´s Andrew!!
FIC
Necesito dinero
Por Mayra Exitosa
Capitulo V
El lugar
Al igual que las otras noches, Candy dormía en el pasillo, después de limpiar el consultorio, terminar sus funciones, el ya estaba dormido, por el medicamento que tomaba, pero apenas se daba cuenta que estaba de nuevo en el pasillo, volvía a tomarla en sus brazos, como si siempre fuera así, asegurando que su brazo cada día estaba mejor.
Las mañanas, ella dormilona, el con la necesidad de levantarse, pero cada día deseaba más tenerla desnuda y aunque no podía, por todo lo que sucedía, su libido lo traicionaba y ella se alejaba día a día cada vez más, o eso es lo que sentía, sin embargo, Candy estaba todo el tiempo haciéndose cargo de las consultas, cuidando de no ver botellas de licor, asegurarse que tomara las pastillas su paciente, y vigilar arduamente al Dr. Martin, que al principio fue difícil, pero lo estaba logrando con la ayuda de ellos ahí.
El doctor estaba feliz, Albert era muy bueno jugando ajedrez, Candy no podía ser mejor como enfermera, recepcionista, limpiadora y porque no decirlo, cajera y controlar los ingresos y egresos de la pequeña clínica, para su verdadera manutención, sin que se despilfarrará dinero para vino, salidas y otros menesteres. Por lo que, con la compañía de ellos, lo estaba librando muy bien.
Al recordar muchos lapsos de su vida, de sus familiares lejanos y que, por alguna razón, el deseaba que nadie supiera donde se encontraban sus sobrinos, pues tenía tres niños a su cargo, o eso es lo que recordaba. Cada que conversaba con Candy ella le ayudaba a asimilar la información y como eran sobrinos, debían ser niños pequeños. Le aseguraba Candy que el era muy joven y atractivo, por lo que debía ser un tío muy protector.
Albert por su parte, recordaba problemas graves, asuntos por los que había dejado su trabajo y la seguridad de su hogar, tenía un negocio enorme con ingresos millonarios, pero no entendía porque estaba en la camioneta, viviendo con Candy y porque ella no lo acariciaba, no lo abrazaba ni besaba, como si el estar enfermo los estuviera alejando como pareja.
Para Candy las cosas no eran fáciles, pues sus pensamientos era que el Dr. Martin ya le había contratado como enfermera ganado por partes con los ingresos de consultorio, pero lo que más le dolía era ese presentimiento de que Albert pronto se recuperaría y que le estaba tomando un cariño que jamás había sentido con nadie. Eso la preocupaba sobre manera, porque ahora pronto lo perdería.
--- ¿Iremos hoy, Candy? Preguntaba Albert, tratando de tomarle con una caricia el rostro y ella deseosa de que lo hiciera, ansiaba esa caricia y al estar pensando, sus ojos se abrillantaban en lagrimas que pronto dejaría caer, respondiendo y bajando el rostro.
--- Si, ya no lo podemos seguir postergando.
--- Candy ¿dime que es lo que te pone triste? No me mientas, tu no lo haces.
--- ¿Quieres que te diga la verdad?
--- Por supuesto.
--- Tengo el presentimiento de que, hoy recordaras todo y… ¡Te voy a tener que dejar ir!
--- Pues no lo hagas. No me dejes ir solo, vente conmigo, ayúdame a encontrar a esos que intentaron matarme, ayúdame a cuidar a mis pequeños sobrinos, quédate conmigo y si… vamos a ser más… te prometo ser un buen hombre, si era alguien malo para ti, prometo cambiar… y ser mejor.
--- Albert, eres el mejor. Y no eres un mal hombre. Pero quiero saber cuando recuerdes y… cuando lo hagas, ya no me trataras como lo haces, por eso… te voy a extrañar mucho.
--- Candy, ¿crees que cuando recuerde? Perderé estos recuerdos juntos, que pase algo malo.
--- No, no pasará nada malo, serás tú. Y yo, seré muy feliz porque te recuperes. Las lagrimas brotaban y ella no podía más salía corriendo, dejando angustiado a Albert, quien sin saber que pasaba, salía tras ella y la detenía. Abrazándola besando su cabeza y luego sin esperarlo sus labios, dejando al Dr. Martin con la boca suelta, pues la pareja del momento había tenido problemas por varios días, se notaba que estaban disgustados y ahora se daba cuenta de que su análisis era verídico, pues ya estaban en proceso de reconciliación.
Candy se quedaba sin aliento, viendo la mirada de él, triste y ausente, desolado porque el también la necesitaba, solo que el no sabía distinguir entre un paciente y una pareja. Mientras que ella tenía que sopesar esos besos, solo para ella, y recordarse muchas veces que el pronto se iría y lo seguro es que hasta novia o prometida tenía.
Para precauciones, se fueron en la camioneta, poco a poco se acercaban al lugar, Albert estaba hipnotizado, Candy no manejaba muy bien, pero eso a el no le molestaba puesto que iba recordando el día que dejo su mansión y le dijo a su administrador que tenía que despejarse de todo, que ya no podía con la presión y los socios estaban obligándolo a renegociar varios convenios que ya había decidido finalizarlos.
Llegan al lugar, recordaba cuando conoció a Candy, cuando la vio a lo lejos, luego los días que estuvo ahí, y la noche del atentado, estaba sin moverse. Candy guardaba silencio, al verlo meditando, sacaba un libro, que era el que leía esa noche en el fuego, y se lo mostraba. Sus ojos enrojecidos, le daban ternura, y suspirando, recordaba haberle robado un beso muy apasionado hacía apenas unas horas. Llevaba días durmiendo noche a noche con ella, y no eran novios, eran paciente y enfermera, pero ella no se había aprovechado de él, por el contrario, lo había cuidado, le gustaba que ella no supiera quien era él, le gustaba su forma desinteresada, que en ninguna mujer había visto y… pensaba que sus sobrinos eran niños, cuando casi tenían su estatura.
--- Albert ¿Recordaste algo?
--- No.
--- ¿Nada aun?
--- No.
El se acercaba de nuevo y en ese rincón solos, entre bosque y la privacidad, le tomaba su barbilla, la besaba con avidez, con ahínco y pasión, una que notaba en ella despertar, y en el ya no poder soportar. Después de unos minutos que parecieron una eternidad, suspiros, arrumacos y otra variedad, por fin le decía,
--- ¡Me gustas mucho, Candy!
--- A mi… también me gustas, pero… no es correcto, no podemos, eres mi paciente, además todo esto… pensé que te haría recordar, es lo más cercano que conozco de ti… nos conocimos hace tan poco tiempo.
--- ¿Y como es que nos empezamos a gustar?
--- Tal vez es… tu dependencia por no recordar, cuando… te recuperes, podrías tener novia, prometida o quizás esposa.
--- ¿Y si no tuviera nada de eso?
--- Ya somos amigos. Me brindaste mucho de ti estos días, aunque no lo creas, fue una relación muy bonita, porque… te necesitaba y… me necesitas aun… y… yo…
--- Tranquila, todo va a estar bien. Me recuperaré y… veremos a donde nos lleva nuestra nueva relación.
--- Albert, no se de donde crees que hay una relación entre nosotros, no la hay, no la ha habido es solo… tal vez una reacción… podemos hablarlo con el Dr. Martin.
--- ¡No!
--- ¿Por qué?
--- Solo quiero que te quedes conmigo. Que no te separes de mi lado, pase lo que pase, recuerde o no, no te vayas, quédate conmigo.
--- Me gustaría mucho. Pero… no es correcto.
--- Y si… estuviera solo, y no tuviera a nadie.
--- Recuerda que… tienes familia, tres sobrinitos que deben estar esperando por ti, capaz y te anhelan y yo… te he estado escondiendo.
--- ¡Candy!
La tomo en sus brazos, la subía a su altura, la beso con ardor, si le decía que ya había recordado, que sabía quién era y que le gustaba mucho todo lo que había vivido con ella. No podía besarla, ni abrazarla con tanta urgencia, con tal dependencia, con tanto deseo, la había gozado noche anoche muchas veces en sus brazos, en su cama, mientras ella estaba dormida, pudo haberla amado, pero la respetó y ahora… ¿Podría decirle que deseaba que siguieran juntos?
CONTINUARA...
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