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Chicas aquí el capítulo III, gracias por leer... Espero no tardar con el siguiente 
La situación era apremiante, los cinco niños tenían fiebre, Marian ya se había tardado, pero María sabía que le tomaría tiempo llegar con el doctor, dado que era la una de la madrugada, así que armándose de paciencia y con mucho amor atendía a los chiquillos, quienes al mismo tiempo solicitaban su atención, pero era la más pequeña, la que se veía realmente mal, los fomentos de agua helada no funcionaban, por lo que tuvo que sumergirla la tina llena de agua con lo que logró bajarle un poco la temperatura, aun así continuaba delirando, hablándole a ella y a su padre.
En los casos de Gerard, Charls y Monic los fomentos habían funcionado, pero se quejaban de fuertes dolores de cabeza, que María trató de quitárselos con chiqueadores de hojas de albahaca que al parecer les había mermado el dolor. Emily lloraba porque con la jaqueca quería estar en los brazos de su madre, quien estaba verdaderamente preocupada por la menor de los hermanos, que no reaccionaba.
Al llegar a la casa Marian llevó directo a la recamara de los varones al doctor, luego pasó a revisar a las niñas. María lo observaba angustiada esperando el veredicto del galeno, quien comenzó a preguntar. –¿Dónde han estado estas criaturas? Estuvimos todo el día en un parte, ellos estuvieron jugando con otros menores, nada fuera de lo normal, contestó la madre. –¿Comieron algo? –Si, por la mañana desayunaron perfectamente, a medio día fruta, fue hasta que llegamos a casa que pudieron comer en forma, los bañamos y poco tiempo después los acostamos, respondió la atribulada mujer. –Mire señora, aunque es un poco prematuro definir mi diagnóstico, me parece que en caso de no ceder la fiebre y continuar con los dolores de cabeza, temo que sus hijos se han contagiado de sarampión. Pero será hasta mañana o pasado, cuando lo podremos confirmar. En tanto a los mayores les dará una cucharada de este tónico cada 6 horas, dijo entregándole un frasco oscuro. –En cuando a la pequeña, a ella es necesario suministrarle un medicamento más potente, que lamentablemente yo no lo tengo, lo tienen en el condado vecino, les daré esta receta para que mi colega de allá se las entregue sin ningún contratiempo. Marian se apresuró a tomar la nota, llevándose al médico a la estancia, donde le pagó sus honorarios. El facultativo, que conocía la situación de la familia se negó a recibir la paga y sentándose en el sillón dijo. –Aquí espero a que traigan la medicina, esa niña necesita toda mi atención por el momento, así que hay que darse prisa.
María trataba de no llorar, todo el día había sido una pesadilla, todo iba de mal en peor, pero el profundo amor que sentía por sus hijos le hacía mantenerse de pie con mucha fe en Dios imploraba salud para sus retoños, así como el pronto regreso de su amado esposo, quien era su fortaleza, apoyo, pero sobre todo el cimiento de su familia, sin él estaba perdida, sin dirección, no tenía a quien acudir; si no fuera por la buena pareja de ancianos ya se habría vuelto loca, se decía para sus adentros.
Marian sin pensarlo dos veces salió de la casa de nuevo a solicitar auxilio de los Morgan. Sólo estaba la señora, a quien narró lo que estaba sucediendo con los niños, ella llevándose la mano al pecho le dijo. –No puede ser, ¡qué calamidad!, todos los mozos andan con mi esposo buscando a tu patrón. Pero ven, vamos a buscar ayuda. Se puso su abrigo y tomando a la anciana del brazo salieron de la casa para tocar en la puerta de enfrente, casa de la familia Sullivan, con entrecejo fruncido y un tanto malhumorado salió el patriarca, quien al ver a las dos mujeres las urgió a que pasaran. Ellas contaron todo lo que estaba sucediendo, solicitando su ayuda para que mandara a alguna persona de su servicio por la medicina. Ante los acontecimientos, el buen hombre sin mediar más palabras instruyó a uno de sus trabajadores para que lo más pronto posible volviera con la encomienda, incluso dijo que se vestiría para unirse a la búsqueda de Michael Las damas se deshicieron en agradecimientos para luego ir de inmediato a ayudar con el cuidado de los pequeños.
No fue necesario esperar a la mañana para que el médico confirmara su diagnóstico, los menores se habían contagiado de sarampión. Si esa enfermedad en demasía contagiosa que se propaga a través de tos, estornudos y secreciones nasales. Que igual está presente en el aire o sobre superficies infectadas, altamente infeccioso, pues puede aparecer hasta dos horas después de mantener el contacto con una persona infectada, capaz de producir la muerte especialmente entre niños pequeños. Una vez producido el contagio no hay tratamiento específico para su cura. Todo mundo sabía de ella, dado que se había propagado en ciudades como: Nueva York, Washington, Nueva Jersey, California y Michigan. **Organización Mundial de la Salud, OMC. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/measles
Michael atónito pensaba ¿María?, se llama igual que mi madre, recordó sus ojos, su cabello. No, no quería pensar, no quería entender, buscó una silla para sentarse sin decir nada. Sanders lo miró sin inmutarse, ningún sentimiento afloraba en él, sólo quería continuar sacando todo aquello que durante tantos años le había corroído el alma, que no lo dejó ser feliz, que nunca pudo superar. Recordó que todo lo que amaba lo perdió, que lentamente vio como su familia se desmoronó, como se fue quedando solo. Estaba cargado de odio, rencor, dolor, un dolor inmenso que a pesar del inexorable paso de los años no disminuyó, por el contrario, aumentaba cada vez más viendo al que fuera su mejor amigo feliz con ella, la mujer que les robó a ambos el alma, quien para él fue la culpable del desastre que tenía por vida. –Si Mich, tú madre. Ella fue de quien me enamoré perdidamente, por quien estuve dispuesto a dejar todo y a cambio obtuve traición, desdicha, rechazo, desprecio. Pero es necesario que termine de narrar todo, en caso contrario, nunca entenderás el por qué de mi solicitud, dijo el viejo para luego encender un cigarrillo, servirse otro trago y continuar. –En el momento que tu padre me dijo que estaba enamorado de ella, no supe qué decir, ni cómo reaccionar, no lo podía creer.
–A ver espera, no te entiendo, ¿cómo qué estas enamorado de esa chica?, cuando yo te confesé que la amo. Tú padre riéndose de mí cuestionó el que yo pudiera amar a alguien que no conocía, ni su nombre sabía, tampoco había tratado, que era imposible que sintiera amor. Enfurecí, lo tomé por la solapa y estrellándolo contra la pared lo encaré diciéndole que él no tenía ni una maldita idea de lo que yo sentía, le grite la decepción por tu traición. Fue la primera vez que nos miramos como hombres, que discutimos, que nos perdimos. Al ver sus ojos, ya no encontré a mi amigo. Lentamente lo solté y salí de la habitación para ir a embrutecerme en alcohol, quería dejar de sentir, de pensar, que no doliera más esa sensación de engaño. No sé cuánto tiempo estuve ahí, cuando volteé, ahí estaba él. Sin decir nada fuimos al hotel, ambos nos acostamos en silencio. A la mañana siguiente, tu padre me dijo que teníamos que hablar para llegar a un acuerdo, que nuestra amistad era lo más importante. Cedí, palabras más palabras menos, ambos decidimos partir a nuestra ciudad, olvidarnos de la chica y contraer matrimonio con nuestras respectivas prometidas, a pesar de que aún faltaban más de siete meses para tales sucesos.
Así lo hicimos, ya no fuimos a otros condados que teníamos planeados. Pasaron algunos días, nuestras familias ya estaban en los preparativos, pero tú padre y yo no éramos los mismos, ya no eran frecuentes nuestras juergas o paseos a caballo. Por razones de trabajo tuve que ir a aquel lugar, te soy honesto no quería ir, respetaba el acuerdo hecho con tu padre. Al llegar fui directo a entregar el grano pactado pensaba regresar esa misma noche. Justo iba subiendo a la carreta, cuando ella se apareció de súbito preguntando por él. Al verla todos lo que ella me provocaba reapareció, no lo pude evitar. Le dije que tu padre no había ido en esta ocasión, pero si necesitaba algo ahí estaba yo. Ella amablemente me invitó a cenar para descansar del viaje, yo olvidándome de todo acepté. El estar con ella sólo me hizo confirmar mi enamoramiento, estaba seguro que por esa mujer yo sería capaz de todo con tal de poseerla. El viaje programado para un día se convirtió en una semana, misma que aproveche para enamorarla, ella no me aceptaba, pero tampoco me rechazaba, así que pensé que sólo era cuestión de tiempo para que me diera el anhelado sí. Con esa idea regresé a casa, no obstante, programaba viajes frecuentes a esa localidad para verla y seguirla cortejando, habían pasado dos meses hasta que me decidí y le propuse que fuera mí novia. Ella dudosa me respondió que me daría la respuesta para mi siguiente visita. ¡Cielos! Yo estaba feliz adoraba eso que pensé que era timidez. Cuando regresé a casa mis padres no estaban, regresarían dentro de tres días, no le di importancia, ya que era cuestión de tiempo para decirles que me casaría con otra mujer y que me iría a vivir a otro condado. Lo que yo ignoraba es que María estaba de camino al pueblo. Cuando llegó no me buscó, estuvo indagando dónde vivía tu padre. Fui tan tonto, que no me di cuenta que todo el tiempo que convivimos ella me utilizó para obtener información de él, a qué se dedicaba y no sé cuántas cosas más. Así que le fue fácil localizarlo. Qué pasó entre ellos nunca lo supe, el caso es que cuando fui a verla, me rechazó rotundamente, sin ninguna explicación. Con el corazón roto regresé sin decir una sola palabra a nadie. Una mañana tú padre llegó temprano a ver mi hermana Joseline, aunque nos saludamos, yo sentí su frialdad, pero pensé que era cosa mía por lo que había sucedido con María. Por la tarde llegó un mozo para decirme que era urgente que fuera a la hacienda, que había sucedido una desgracia. Salí corriendo al llegar mis padres estaban devastados, mi hermana Joseline se había suicidado.
Todos nos preguntamos por qué había tomado esa decisión, no lo comprendimos. Como era normal se le avisó a tu familia primero. Tú padre no salía de su sorpresa, pero nunca vi dolor en su ojos. Mis padres le preguntaron a él si notó algo extraño, él no contestó, callaba, después de unos minutos tomó aire y titubeando relató que había roto su compromiso con ella, pero que no le reprochó nada, solamente se fue corriendo a su habitación. Mi padre en un acto de dolor y rabia se le fue encima, pero no alcanzó a llegar porque se desvaneció muriendo en el acto.
Todos miraron estupefactos los hechos, aún atónitos no dábamos crédito a lo que pasaba.
Tú padre salió corriendo cobardemente sin atender el llamado de mi mamá, ni de tus abuelos. Fue hasta los funerales que se apareció desencajado y triste, aun así, yo me abracé a él, necesitaba su apoyo, pero él me apartó para decirme que se iba, incluso en contra de la voluntad de su familia. Yo sumido en mi dolor, lo dejé partir.
Debido al luto mi madre se sumió en una gran depresión, ya nunca volvió a ser la misma. Después de la partida de tú padre, tus abuelos y mi prometida Monic nos apoyaron mucho, pero era inútil, ambos mi madre y yo habíamos cambiado, yo no podía olvidar que tu padre fue quien provocó todo, aunque no sabía qué lo motivó, pero él no se quedó a ver el desastre que había dejado. Aunque tus abuelos lo buscaron, no dieron con su paradero, parecía que se lo había tragado la tierra. Por obvias razones la boda con tu tía se pospuso, ella fue con unos parientes de ustedes a pasar una temporada, cuando regresó era otra. Yo nunca la amé, pero si la quería era una buena chica y creo que el no haberme casado con ella ha sido lo único bueno que hice, por lo menos en esa época. A los pocos días de su regreso, ella trató de acercarse a mí, pero no, yo no tenía ánimo de lidiar con las ternuras de una joven soñadora, era frío, parco, a veces hasta grosero. Creo que eso contribuyó a que ella se enamorara de Adam, un chico que conoció el tiempo que estuvo con tus parientes. Un día tú abuelo fue a verme para decirme que era obvio que no sentía nada por tú tía, que era mejor que le regresara la promesa de matrimonio, para dejar que ella pudiera vivir un romance con el fuereño. A mí no me causó ninguna sorpresa, al contrario, sentí alivio porque mi corazón ya estaba mutilado, no podía, ni quería estar con nadie. Así que sin mayor problema acepte. Poco tiempo después me enteré del casamiento de Monic con un tal Adam. De tu padre tampoco se supo nada, sino hasta que él regresó con su flamante esposa, María. Tus padres que a un principio lo repudiaron negándose a conocerla, cuando se enteraron que estaba a pocos meses de dar a luz, terminaron por perdonar a Michael y todos juntos formaron una gran familia. Mientras que yo quería volverme loco de dolor, ira, rabia, dolor, si más dolor que otra cosa, había sido traicionado por las dos personas más amadas, en las que confíe ciegamente. Cuando mi madre se enteró sufrió junto conmigo, si ella me decía que olvidara, que era joven, guapo con fortuna, que me buscara una mujer que curara mis heridas, así lo hice, pero… El hombre guardó silencio, llevaba más de 10 cigarros y casi se terminaba la botella de licor, en sus ojos extraviados Michael pudo observar una gran tristeza que una insulsa lágrima amenazaba con evidenciar.
–Mi pobre vieja, si vieja porque en esos dos años envejeció tan rápido que aparentaba 80 años, cuando apenas tenía 55, ella que era lo único bueno que tenía, la que me libraba de comportarme como una bestia lastimada, la que me hacía levantarme, trabajar y tratar de buscar mi felicidad una mañana nunca despertó. Sabía que su tristeza era enorme, sabía que el vacío que habían dejado mi padre y mi hermana nunca lo pude llenar, pero sobre todo sabía que también se sentía traicionada por aquellos que un día dijeron ser nuestros amigos. Con su muerte se cerró el mar de lágrimas en mí, me forjé un corazón de hierro para sustituir aquel mutilado y construí lo que ves ahora.
Una vez me encontré a tú madre en una tienda, ella al verme quiso huir, pero la alcance para reclamarle, me consideraba digno de una explicación, pero ella se concretó a decir que nunca me amo, que yo era el único camino a seguir para encontrar a tu padre. Qué te puedo decir, ya muerto como estaba la frialdad de sus palabras hicieron que me reconociera como un perfecto imbécil. La aventé, le grité que ella fue la causante de todas mis pérdidas y que tarde o temprano me lo pagaría.
De ahí en adelante me encargue de hacerles la vida imposible a todos ustedes. Creo que tu padre fue un estúpido igual que yo porque amo a tu madre ciegamente y nunca quiso escuchar lo que ella me hizo, nunca reparó en la muerte de mi hermana, tampoco en la de mí padre, mucho menos en la tristeza en la que sumió a mi madre. Al contrario, cuando me los llegaba a encontrar juntos, él parecía macho cabrío que marcaba su territorio. Idiota ahí fue cuando cavó su tumba.
Continuará…
En los casos de Gerard, Charls y Monic los fomentos habían funcionado, pero se quejaban de fuertes dolores de cabeza, que María trató de quitárselos con chiqueadores de hojas de albahaca que al parecer les había mermado el dolor. Emily lloraba porque con la jaqueca quería estar en los brazos de su madre, quien estaba verdaderamente preocupada por la menor de los hermanos, que no reaccionaba.
Al llegar a la casa Marian llevó directo a la recamara de los varones al doctor, luego pasó a revisar a las niñas. María lo observaba angustiada esperando el veredicto del galeno, quien comenzó a preguntar. –¿Dónde han estado estas criaturas? Estuvimos todo el día en un parte, ellos estuvieron jugando con otros menores, nada fuera de lo normal, contestó la madre. –¿Comieron algo? –Si, por la mañana desayunaron perfectamente, a medio día fruta, fue hasta que llegamos a casa que pudieron comer en forma, los bañamos y poco tiempo después los acostamos, respondió la atribulada mujer. –Mire señora, aunque es un poco prematuro definir mi diagnóstico, me parece que en caso de no ceder la fiebre y continuar con los dolores de cabeza, temo que sus hijos se han contagiado de sarampión. Pero será hasta mañana o pasado, cuando lo podremos confirmar. En tanto a los mayores les dará una cucharada de este tónico cada 6 horas, dijo entregándole un frasco oscuro. –En cuando a la pequeña, a ella es necesario suministrarle un medicamento más potente, que lamentablemente yo no lo tengo, lo tienen en el condado vecino, les daré esta receta para que mi colega de allá se las entregue sin ningún contratiempo. Marian se apresuró a tomar la nota, llevándose al médico a la estancia, donde le pagó sus honorarios. El facultativo, que conocía la situación de la familia se negó a recibir la paga y sentándose en el sillón dijo. –Aquí espero a que traigan la medicina, esa niña necesita toda mi atención por el momento, así que hay que darse prisa.
María trataba de no llorar, todo el día había sido una pesadilla, todo iba de mal en peor, pero el profundo amor que sentía por sus hijos le hacía mantenerse de pie con mucha fe en Dios imploraba salud para sus retoños, así como el pronto regreso de su amado esposo, quien era su fortaleza, apoyo, pero sobre todo el cimiento de su familia, sin él estaba perdida, sin dirección, no tenía a quien acudir; si no fuera por la buena pareja de ancianos ya se habría vuelto loca, se decía para sus adentros.
Marian sin pensarlo dos veces salió de la casa de nuevo a solicitar auxilio de los Morgan. Sólo estaba la señora, a quien narró lo que estaba sucediendo con los niños, ella llevándose la mano al pecho le dijo. –No puede ser, ¡qué calamidad!, todos los mozos andan con mi esposo buscando a tu patrón. Pero ven, vamos a buscar ayuda. Se puso su abrigo y tomando a la anciana del brazo salieron de la casa para tocar en la puerta de enfrente, casa de la familia Sullivan, con entrecejo fruncido y un tanto malhumorado salió el patriarca, quien al ver a las dos mujeres las urgió a que pasaran. Ellas contaron todo lo que estaba sucediendo, solicitando su ayuda para que mandara a alguna persona de su servicio por la medicina. Ante los acontecimientos, el buen hombre sin mediar más palabras instruyó a uno de sus trabajadores para que lo más pronto posible volviera con la encomienda, incluso dijo que se vestiría para unirse a la búsqueda de Michael Las damas se deshicieron en agradecimientos para luego ir de inmediato a ayudar con el cuidado de los pequeños.
No fue necesario esperar a la mañana para que el médico confirmara su diagnóstico, los menores se habían contagiado de sarampión. Si esa enfermedad en demasía contagiosa que se propaga a través de tos, estornudos y secreciones nasales. Que igual está presente en el aire o sobre superficies infectadas, altamente infeccioso, pues puede aparecer hasta dos horas después de mantener el contacto con una persona infectada, capaz de producir la muerte especialmente entre niños pequeños. Una vez producido el contagio no hay tratamiento específico para su cura. Todo mundo sabía de ella, dado que se había propagado en ciudades como: Nueva York, Washington, Nueva Jersey, California y Michigan. **Organización Mundial de la Salud, OMC. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/measles
Michael atónito pensaba ¿María?, se llama igual que mi madre, recordó sus ojos, su cabello. No, no quería pensar, no quería entender, buscó una silla para sentarse sin decir nada. Sanders lo miró sin inmutarse, ningún sentimiento afloraba en él, sólo quería continuar sacando todo aquello que durante tantos años le había corroído el alma, que no lo dejó ser feliz, que nunca pudo superar. Recordó que todo lo que amaba lo perdió, que lentamente vio como su familia se desmoronó, como se fue quedando solo. Estaba cargado de odio, rencor, dolor, un dolor inmenso que a pesar del inexorable paso de los años no disminuyó, por el contrario, aumentaba cada vez más viendo al que fuera su mejor amigo feliz con ella, la mujer que les robó a ambos el alma, quien para él fue la culpable del desastre que tenía por vida. –Si Mich, tú madre. Ella fue de quien me enamoré perdidamente, por quien estuve dispuesto a dejar todo y a cambio obtuve traición, desdicha, rechazo, desprecio. Pero es necesario que termine de narrar todo, en caso contrario, nunca entenderás el por qué de mi solicitud, dijo el viejo para luego encender un cigarrillo, servirse otro trago y continuar. –En el momento que tu padre me dijo que estaba enamorado de ella, no supe qué decir, ni cómo reaccionar, no lo podía creer.
–A ver espera, no te entiendo, ¿cómo qué estas enamorado de esa chica?, cuando yo te confesé que la amo. Tú padre riéndose de mí cuestionó el que yo pudiera amar a alguien que no conocía, ni su nombre sabía, tampoco había tratado, que era imposible que sintiera amor. Enfurecí, lo tomé por la solapa y estrellándolo contra la pared lo encaré diciéndole que él no tenía ni una maldita idea de lo que yo sentía, le grite la decepción por tu traición. Fue la primera vez que nos miramos como hombres, que discutimos, que nos perdimos. Al ver sus ojos, ya no encontré a mi amigo. Lentamente lo solté y salí de la habitación para ir a embrutecerme en alcohol, quería dejar de sentir, de pensar, que no doliera más esa sensación de engaño. No sé cuánto tiempo estuve ahí, cuando volteé, ahí estaba él. Sin decir nada fuimos al hotel, ambos nos acostamos en silencio. A la mañana siguiente, tu padre me dijo que teníamos que hablar para llegar a un acuerdo, que nuestra amistad era lo más importante. Cedí, palabras más palabras menos, ambos decidimos partir a nuestra ciudad, olvidarnos de la chica y contraer matrimonio con nuestras respectivas prometidas, a pesar de que aún faltaban más de siete meses para tales sucesos.
Así lo hicimos, ya no fuimos a otros condados que teníamos planeados. Pasaron algunos días, nuestras familias ya estaban en los preparativos, pero tú padre y yo no éramos los mismos, ya no eran frecuentes nuestras juergas o paseos a caballo. Por razones de trabajo tuve que ir a aquel lugar, te soy honesto no quería ir, respetaba el acuerdo hecho con tu padre. Al llegar fui directo a entregar el grano pactado pensaba regresar esa misma noche. Justo iba subiendo a la carreta, cuando ella se apareció de súbito preguntando por él. Al verla todos lo que ella me provocaba reapareció, no lo pude evitar. Le dije que tu padre no había ido en esta ocasión, pero si necesitaba algo ahí estaba yo. Ella amablemente me invitó a cenar para descansar del viaje, yo olvidándome de todo acepté. El estar con ella sólo me hizo confirmar mi enamoramiento, estaba seguro que por esa mujer yo sería capaz de todo con tal de poseerla. El viaje programado para un día se convirtió en una semana, misma que aproveche para enamorarla, ella no me aceptaba, pero tampoco me rechazaba, así que pensé que sólo era cuestión de tiempo para que me diera el anhelado sí. Con esa idea regresé a casa, no obstante, programaba viajes frecuentes a esa localidad para verla y seguirla cortejando, habían pasado dos meses hasta que me decidí y le propuse que fuera mí novia. Ella dudosa me respondió que me daría la respuesta para mi siguiente visita. ¡Cielos! Yo estaba feliz adoraba eso que pensé que era timidez. Cuando regresé a casa mis padres no estaban, regresarían dentro de tres días, no le di importancia, ya que era cuestión de tiempo para decirles que me casaría con otra mujer y que me iría a vivir a otro condado. Lo que yo ignoraba es que María estaba de camino al pueblo. Cuando llegó no me buscó, estuvo indagando dónde vivía tu padre. Fui tan tonto, que no me di cuenta que todo el tiempo que convivimos ella me utilizó para obtener información de él, a qué se dedicaba y no sé cuántas cosas más. Así que le fue fácil localizarlo. Qué pasó entre ellos nunca lo supe, el caso es que cuando fui a verla, me rechazó rotundamente, sin ninguna explicación. Con el corazón roto regresé sin decir una sola palabra a nadie. Una mañana tú padre llegó temprano a ver mi hermana Joseline, aunque nos saludamos, yo sentí su frialdad, pero pensé que era cosa mía por lo que había sucedido con María. Por la tarde llegó un mozo para decirme que era urgente que fuera a la hacienda, que había sucedido una desgracia. Salí corriendo al llegar mis padres estaban devastados, mi hermana Joseline se había suicidado.
Todos nos preguntamos por qué había tomado esa decisión, no lo comprendimos. Como era normal se le avisó a tu familia primero. Tú padre no salía de su sorpresa, pero nunca vi dolor en su ojos. Mis padres le preguntaron a él si notó algo extraño, él no contestó, callaba, después de unos minutos tomó aire y titubeando relató que había roto su compromiso con ella, pero que no le reprochó nada, solamente se fue corriendo a su habitación. Mi padre en un acto de dolor y rabia se le fue encima, pero no alcanzó a llegar porque se desvaneció muriendo en el acto.
Todos miraron estupefactos los hechos, aún atónitos no dábamos crédito a lo que pasaba.
Tú padre salió corriendo cobardemente sin atender el llamado de mi mamá, ni de tus abuelos. Fue hasta los funerales que se apareció desencajado y triste, aun así, yo me abracé a él, necesitaba su apoyo, pero él me apartó para decirme que se iba, incluso en contra de la voluntad de su familia. Yo sumido en mi dolor, lo dejé partir.
Debido al luto mi madre se sumió en una gran depresión, ya nunca volvió a ser la misma. Después de la partida de tú padre, tus abuelos y mi prometida Monic nos apoyaron mucho, pero era inútil, ambos mi madre y yo habíamos cambiado, yo no podía olvidar que tu padre fue quien provocó todo, aunque no sabía qué lo motivó, pero él no se quedó a ver el desastre que había dejado. Aunque tus abuelos lo buscaron, no dieron con su paradero, parecía que se lo había tragado la tierra. Por obvias razones la boda con tu tía se pospuso, ella fue con unos parientes de ustedes a pasar una temporada, cuando regresó era otra. Yo nunca la amé, pero si la quería era una buena chica y creo que el no haberme casado con ella ha sido lo único bueno que hice, por lo menos en esa época. A los pocos días de su regreso, ella trató de acercarse a mí, pero no, yo no tenía ánimo de lidiar con las ternuras de una joven soñadora, era frío, parco, a veces hasta grosero. Creo que eso contribuyó a que ella se enamorara de Adam, un chico que conoció el tiempo que estuvo con tus parientes. Un día tú abuelo fue a verme para decirme que era obvio que no sentía nada por tú tía, que era mejor que le regresara la promesa de matrimonio, para dejar que ella pudiera vivir un romance con el fuereño. A mí no me causó ninguna sorpresa, al contrario, sentí alivio porque mi corazón ya estaba mutilado, no podía, ni quería estar con nadie. Así que sin mayor problema acepte. Poco tiempo después me enteré del casamiento de Monic con un tal Adam. De tu padre tampoco se supo nada, sino hasta que él regresó con su flamante esposa, María. Tus padres que a un principio lo repudiaron negándose a conocerla, cuando se enteraron que estaba a pocos meses de dar a luz, terminaron por perdonar a Michael y todos juntos formaron una gran familia. Mientras que yo quería volverme loco de dolor, ira, rabia, dolor, si más dolor que otra cosa, había sido traicionado por las dos personas más amadas, en las que confíe ciegamente. Cuando mi madre se enteró sufrió junto conmigo, si ella me decía que olvidara, que era joven, guapo con fortuna, que me buscara una mujer que curara mis heridas, así lo hice, pero… El hombre guardó silencio, llevaba más de 10 cigarros y casi se terminaba la botella de licor, en sus ojos extraviados Michael pudo observar una gran tristeza que una insulsa lágrima amenazaba con evidenciar.
–Mi pobre vieja, si vieja porque en esos dos años envejeció tan rápido que aparentaba 80 años, cuando apenas tenía 55, ella que era lo único bueno que tenía, la que me libraba de comportarme como una bestia lastimada, la que me hacía levantarme, trabajar y tratar de buscar mi felicidad una mañana nunca despertó. Sabía que su tristeza era enorme, sabía que el vacío que habían dejado mi padre y mi hermana nunca lo pude llenar, pero sobre todo sabía que también se sentía traicionada por aquellos que un día dijeron ser nuestros amigos. Con su muerte se cerró el mar de lágrimas en mí, me forjé un corazón de hierro para sustituir aquel mutilado y construí lo que ves ahora.
Una vez me encontré a tú madre en una tienda, ella al verme quiso huir, pero la alcance para reclamarle, me consideraba digno de una explicación, pero ella se concretó a decir que nunca me amo, que yo era el único camino a seguir para encontrar a tu padre. Qué te puedo decir, ya muerto como estaba la frialdad de sus palabras hicieron que me reconociera como un perfecto imbécil. La aventé, le grité que ella fue la causante de todas mis pérdidas y que tarde o temprano me lo pagaría.
De ahí en adelante me encargue de hacerles la vida imposible a todos ustedes. Creo que tu padre fue un estúpido igual que yo porque amo a tu madre ciegamente y nunca quiso escuchar lo que ella me hizo, nunca reparó en la muerte de mi hermana, tampoco en la de mí padre, mucho menos en la tristeza en la que sumió a mi madre. Al contrario, cuando me los llegaba a encontrar juntos, él parecía macho cabrío que marcaba su territorio. Idiota ahí fue cuando cavó su tumba.
Continuará…
me haces llorar con tu maravilloso escrito... ¡Te quiero muchísimo! Mis mejores deseos para tí y tu mami, que Dios las bendiga siempre.
