LUNA DE GUSANO
Reto
Observando la enigmática y preciosa vista a través de aquel amplio ventanal de la ciudad de Londres, a la vez que ingería una fuerte infusión que le habia recomendado su simpática y envejecida casera para calmar ese arrebatador virus que la habia logrado atrapar luego de haber salido sin lo requerido por la cambiante calles inglesa.
Llevaba unos pocos meses en ese país que desde siempre la habia atraído, ese en el que habia nacido las historias mas fantásticas de la pluma de su autor preferido, por quien se convirtió en actriz solo para encarnar sus emblemáticas creaciones; esa atracción obtuvo mas fuerza cuando se enteró de donde venia el hombre a quien le habia otorgado su corazón, con la firme convicción que el todo poderoso le habia mandado a la versión contemporánea de Shakespeare.
Pensar en él ya no dolia tanto, desde ese momento que tuvo una breve charla consigo misma la noche antes de haber tomado aquella decisión que cambiaría toda su vida, su ausencia fue convirtiéndose en otra cosa que iba sustituyendo la amargura. Casualmente, su deseo de marcharse, nació una noche como esa: donde la luna se veía mas grandes y mas cerca, aquella luna que señala el preludio de la primavera, la que tenia un nombre muy particular y, hasta hace unas horas, no se habia enterado el por que del nombre: Luna de gusano, le decían; su nombre se debia a que por esas épocas la superficie terrestre se ablanda y permitía que esos animalitos, los gusanos, pudiera resurgir, tal cual hizo su razón esa misma noche de haber dejado todo, hasta su madre, atrás para emprender una nueva aventura, una nueva vida…
Susana quería florecer como los arboles en primavera, quería conocer otros lugares, ser libre, ser otra persona muy diferente a la marchita e inmadura que fue mientras estuvo al lado de su madre; —y ¿Por que no reconocerlo?— que hasta una maldita egoísta fue con Terry.
Ya no estaba a falta de una pierna, gracias a la tenacidad de quien por ese entonces habia sido su prometido de que ella utilizara una de esas prótesis, Susana ya no se consideraba tan incompleta, dependiente de nadie. En un principio— no vale la pena negarlo—Susana se habia tomado todo aquello a mal, una burla ante su «situación», pero poco a poco fue considerando utilizarla para salir de su encierro, para asistir como una persona común—y no el foco de lastima—al teatro a apoyar a su prontamente esposo, a pasear por el jardín y hasta en otras actividades limitadas.
Entre sus planes no estaban residir por mucho tiempo en La Inglaterra, pero se enamoró tanto de ese país— mucho mas de lo que ya estaba— que no se veía en otros lugares. Por lo que un buen dia salió sin paraguas, sin nada mas que una chamarra para protegerse del tantito frio que hacia, no contando que Londres era un lugar con un clima medio particular, que no se sabia cuando caería agua del cielo.
Susana estaba feliz, realmente se sentía bendita con esa liberación, con esa bienvenida que le daba Inglaterra a ella, a la hija nacida en el otro lado del mundo, a esa que recibía sus frías aguas con una sonrisa y los brazos abiertos mientras otros no hacían mas que evitarla.
Y ahí estaba, tosiendo, moqueando, con una fiebre tan alta que podían cocinar algo sobre ella y saldría tan cocido como si lo hubieran hecho en uno de esos instrumento de cocina; pero feliz, realizada; observando el hermoso espectáculo que le brindaba aquel astro nocturno, que estaba tan pero tan cerca y majestuosamente bella— como la primavera misma—que podía sentirse acompañada.
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