Al ataque Valkiries
Capitulo 2
Días después Alberth, llegó a la Florida donde se había quedado a vivir Candy. Pero ahora ella no podría negarse por la petición de su padre.
La visita fue de mucha sorpresa para ella, ahora su corazón estaba más estable, por lo que estaba lista para salir de ahí y visitar a sus madres en el hogar de Pony s esa visita sería de gran alegría.
— ¡¡Mi querido Berth, hasta que me visitas!!
— ¡¡Pequeña!! Bien sabes que tú no haz querido salir de aquí. Tu sola te desterraste escondiéndote lejos de nosotros, evitando enfrentar un dolor que tú misma causaste.
— Si, lo sé y no puedo negarlo, pero ahora me siento muy bien.
—Me parece perfecto porque quiero que vengas conmigo y la familia, además contempla a tus amigas a unas vacaciones, en una villa que compré, está hermosa, tiene muchos árboles para que trepes y caballos, ahora invertiré en caballos.
—Oh Berth, estoy emocionada, claro que quiero ir.
— Bueno pues ahora a empacar que nos vamos a ir en este momento, o bueno conociéndote primero almorzaremos y después nos vamos.
— Candy solo asintió y dibujando una sonrisa se dió vuelta para preparar el almuerzo, una taza de café, fruta con queso cotage y tostadas, ambos comieron y una hora después estaban saliendo rumbo a Lakewood.
Terry por su lado, desde el mismo momento que Alberth se había marchado, fué directo hacia una joyería donde había solicitado un diseño especial para su hermosa pecosa, avisó a su padre y a su madre que saldría de ahí y regresaría a América. El duque sabía que el motivo era Candy, ¿quién más? Su corazón y su intuición no le fallaban, además ese brillo en sus ojos decían todo. De su escritorio sacó de uno de los cajones que tenia bajo llave, una bella cajita en terciopelo azul, un anillo en oro blanco con un diamante azul, era una pieza única, y el emblema del duque estaba grabado en la interna del anillo.
— Terruce hijo, toma esto; titubeó para aceptar el presente de su padre; sin embargo aceptó, tomó la cajita y miro el bello anillo, no lo podía creer, su padre se levantó y le dijo.
—Terruce, hijo mío, ese anillo era para tu madre, para cuando se casara conmigo y ella fuera la duquesa, pero nunca sucedió, por eso quiero que regreses casado y que la bella chica que me imagino irás a buscar regresé a tu lado.
— Gracias padre, espero regresar con ella a mí lado, o su nieto en camino.
Ambos sonrieron, por fin se veían como padre e hijo, sin rencores. Candy por fin estaba en el hogar de Pony, sus madres la habían esperado con alegría, Jimmy y Tom inmediatamente salieron a su encuentro, corrieron hacia el padre árbol, todos los niños la abrazaban y estaban a lado de ella, nuevamente, se sentía feliz. Los chicos llegaron tiempo después, cada uno de ellos felices de ver a Candy, esa chica tal como la conocieron, era nuevamente la chiquilla feliz y traviesa. Ahora se quedaría unos días con sus madres y los niños en lo que preparaban la nueva propiedad que Alberth había comprado y que conocerían muy pronto. Y donde sucederían cosas de las que nunca hubiese imaginado.
Después de haber llegado a la hermosa villa en Memphis, una hermosa casa de fachada blanca con hermosos ventanales, finamente decorada y cuyos muebles estaban hechos en maderas finas y aromáticas, lo que le daba un toque elegante y hogareño, en el viaje se había decidido que la señorita Pony y los niños también irían, pues la casa era enorme y había espacio para todos; a unos 20 minutos caminando por una vereda llena de flores había una enorme construcción donde estaban los caballos que Alberth le había dicho, y que ahora tenía para crianza, lo que nunca le dijo es que ese negocio era con un socio el cual nadie conocía. La tarde estaba llegando y todos preparándose para una deliciosa tardeada, Annie, Paty, Stear y Archie, estaban emocionados pues amenazaba con una comida estupenda, y una velada romántica. Los niños ya habían ayudado a colocar la mesa y sillas en las afueras de la casa, también hicieron un círculo con piedras y leña para hacer una fogata, la cual más noche amenazaría una noche romántica y divertida. Después de haber degustado los alimentos, Alberth, invitó a todos a jugar mientras tenía una conversación con Candy.
— Pequeña ¿como te sientes?
— Muy bien Berth, estoy muy contenta, los niños y las madres están felices, y mis amigos conmigo, gracias por traerme aquí está hermoso.
— Candy, aún no haz ido a ver los caballos, me gustaría que fueras y le dieras un vistazo, si no mal recuerdo, tú si sabes tratar a los caballos.
— Oh si claro, recuerda que viví con los Leagan y dormía en la caballeriza y en Londres, Terry... Me dejaba montar a Cleopatra.
Su cara de Candy se entristeció al mencionar el nombre de Terry, Alberth, solo la miró y animó para que fuera a la caballeriza.
— Bueno voy a ir solo deja ver si alguien quiere ir conmigo para que me acompañe.
— Pequeña, tus amigas están felices con sus parejas, y los niños ahora jugarán un rato y dormirán, yo le ayudaré a tus madres, vamos te servirá para un encuentro con tu pasado y desechar todo para un presente nuevo.
— Tienes razón Berth, nada como los consejos de la naturaleza.
Dejó su suéter y se fue caminando por la vereda que la llevaría hasta el lugar donde enfrentaría pasado y presente. La vista era hermosa, grandes árboles regalaban una deliciosa sombra, no tardó mucho en llegar a la caballeriza, ahí recargada en la cerca admiraba una yegua blanca y un alazán; los observaba, el potro parecía brincar y correr a lado de la yegua la cual estaba amarrada a un gran árbol, Candy volteó hacia todas partes mirando alrededor sin que sus ojos encontraran a alguien para preguntarle lo que hacía aquellos caballos, sus ojos llenos de curiosidad e intriga. Miraba sujetada a la cerca del potrero, sus pantalones ajustados a su cuerpo y una blusa con diminutas florecillas en color amarillo, esto hacía que se viera más atractiva y con un bello cuerpo tentador.
Estaba tan sumergida en la vista de los caballos, que no se percató cuando un cuerpo varonil se posó tras ella, sus manos de él la sometieron contra la cerca del lugar, sus brazos oprimían sus brazos dejándola inmóvil. El varón era muy fuerte y de un aroma no conocida, una loción de aroma cítrica, amaderada y de un leve toque de tabaco, cosquilleaba su nariz, fue el momento que él le hablaba en susurro a su oído.
— Hola ¿te gustan los caballos?
— Si, si desde niña me han gustado. (Su boca de el acercó más a su oído de forma sensual)
— Observa bien lo que hacen, ese blanco es la yegua y anda en celo, pero el otro es un alazán, es de muy buena crianza, ahora está cortejando la yegua, así como debería de ser cortejada una dama.
Candy tragó seco, por alguna razón su estómago se contrajo y sintió una punzada en el corazón, pensó en soltarse, pero por otro lado no lo hizo, quiso voltear a verlo pero no pudo hacerlo, sus brazos fuertes no la dejaban. Él le solicitó que no dejara de ver al caballo, ahí vio como la yegua hacía de lado su hermosa cola como incitando al potro, este se ponía tras la yegua pero no le permitía hacer nada, sin darse cuenta el ver el cortejo, la excitaba; los brazos de él hombre bajaban hacia sus caderas, ella no se opuso en el momento, conforme el potro relinchaba y saltaba como un ritual, sus manos de él fueron hacía el talle de la rubia, su corazón de ella comenzaba a latir más rápido y su respiración comenzaba a agitarse, pero trataba de no mostrarlo para que no se diera cuenta. Llegó el momento en el que el potro se acercó a la yegua.
— Está haciendo de lado su cola y dejando mostrar una vulva hinchada, ¿Ya viste?
El potro se veía enloquecido mientras él se pegaba tanto a Candy que se pudo percatar de un miembro viril bastante erguido, sus manos de él subieron y desabotonaron la blusa de ella tocando un par senos voluptuosos, hasta llegar a sus pezones, entones ella quiso dejar salir un gemido, pero lo ahogó sin que él se diera cuenta. El potro relinchó y comenzó a darle chupetones a la vulva de la yegua.
Esta acción hizo que Candy se excitara aún más y la voz ronca de él dejó escucharse al momento que se retiraba nuevamente el potro saltando como triunfante. Candy,q sentía su ropa intima que se estaba mojando y algo en su vientre sentía como vibraba; ahora él bajaba sus manos hasta la botonadura del pantalón que traía puesto. Sintió como se liberaba su pantalón, ella quiso voltear pero nuevamente no se lo permitió.
— No te asustes, tu solo mira, disfruta ver cómo harán un potrillo.
Ahora ya no le importaba a ella, su deseo era enorme y no podía pensar en nada más, el potro de un salto hacia la yegua dejó ver su miembro enorme y erecto, dispuesto a embestir a la yegua, pero una de las manos de él bajaron hasta la intimidad de ella, mientras su otra mano tocaba sus pezones y sus labios besaban su cuello.
—No dejes de verlos ahí viene lo más importante.
Su voz era ronca pero ella sentía como uno de sus dedos jugaba con intimidad, gozando de esa humedad que emanaba desde su interior. Sus dedos los movía en forma circular a su ya hinchado clítoris, para ella era una sensación tan placentera, intentó cerrar los ojos, pero él le dijo que no los cerrara, ella tenía que mirarlos, era un espectáculo único; miró como el potro por fin embestía a la yegua, mientras los movimientos de sus manos eran definitivamente exitante y sentir su miembro pegado a su trasero, la hacía excitar más de lo que podía soportar, sintió la necesidad de que la poseyera pero él solo movía sus manos de forma tal que llegó el momento entre besos en el cuello, escarceos y la forma de mover sus manos la hizo gemir hasta llegar al grado que su cuerpo no pudo más; en el relinchar del potro se ahogó el gemido de éxtasis de la rubia, fue el momento en el que él retiró sus manos y la liberó. Candy tardó unos minutos para reincorporarse, cuando se abotonó la blusa y el pantalón ella se dio vuelta creyendo ver de quién se trataba; sin embargo miró hacia todas partes y no logró ver a nadie.
Continuará.......
Espero haya sido de su agrado, aún falta por saber más de esa experiencia vivida.
Está historia está inspirada por una escritora a la que admiro por su forma de escribir.
¡Hail Valkiries! ¡Let's go toValhalla!
Todas en pie de guerra