APARIENCIAS
─Disculpa. ─Escucho una voz detrás de mí, pego un salto del susto y suelto un chillido, sujeto la bolsa que llevo y la presiona contra mi pecho, en mi mente se comienzan a dibujar una serie de escenarios donde podría ser asesinada fácilmente, mi corazón palpita en mi pecho desbocado.
Poco a poco me doy vuelta, la luz de las farolas nos iluminan, mis ojos ven a un espécimen de hombre sublime. Todo vestido de negro, chamarra de piel que le da un aspecto de renegado, su pantalón tiene algunas rasgaduras a la altura de sus piernas, el cabello castaño le llega hasta un poco debajo de los hombros, nariz afilada y hermosos ojos, sus labios llenos, apetecibles y tan sensuales, que estoy lista para comérmelos a besos.
─Dejaste este libro en la tienda. ─su brazo esta extendido con el libro en la mano, frente a mi rostro, sé que estoy toda sonrojada, con timidez le sonrío, antes de que se dé cuenta que estoy babeando de ver tanta hermosura.
─Gracias, no me di cuenta que lo olvidé. ─Tomo el libro de su mano y lo acomodo en la bolsa donde llevo las demás cosas que compre.
─ ¿Por qué saliste corriendo? ─Me interroga
─No salí corriendo, salí caminando rápido que es diferente. ─Le dijo con una pequeña sonrisa. Da unos pasos al frente y está más cerca de mí, retrocedo un poco, mis nervios regresan.
─ ¿Por qué?
─¿Có…cómo que por qué? Es obvio tengo cosas que hacer.
─ ¿Qué cosas tienes que hacer pecosa?
─ ¡Pecosa! No me llames pecosa, además es mucha tu preguntadera no te parece.
─Eres muy bella cuando te enojas, se te notan más tus pecas.
─ ¿Qué? ─Me sorprende su respuesta. Comienzo a sentir como crece la ira dentro de mi.
─dije que eres muy bella cuando te enojas.
─ ¡Eso ya lo escuché! ¿Oye que te pasa?, es la manera que tienes de hostigar a las chicas.
─ ¡Por supuesto que no! estas mal interpretando la atención que he tenido contigo. Estoy siendo educado. Además, cuando se ha visto que elogiar a una mujer sea un insulto. ─ suelta de sopetón, los decibeles de su voz ya un poco más altos, su rostro lo pone a nivel del mío, el chico mide por lo menos 1.90 de altura y yo solo mido 1.60, si alguien nos viera seguro causaríamos risa.
─ ¡No me grites! ¡ni si quiera me conoces y mira como me hablas! ─Le contesto. Y ahora la que grita soy yo. Que cosas, yo que me he caracterizado por ser una chica muy tranquila.
─Mira que estuche de monerías me he encontrado, ¡me gusta! ─dice sarcástico el chico guapo.
─Quítate por favor de mi camino.
─Aún no, quiero algo de ti.
─ ¡¿Que podría querer un patán como tú de mí!? ─Lo reto. Sí que estoy loca.
─Bueno, tomando en cuenta que ya me disté las gracias ─se queda en silencio por unos segundos ─ Creo que…para mí no es suficiente, que te parece si me das tu número de teléfono.
─Estás loco, te acabo de conocer.
─ ¿Y eso qué? eso no es un impedimento.
─De verdad que eres un arrogante. ─El chico sonríe de medio lado. Lo esquivo y comienzo a caminar lo más rápido que puedo. Respiro aliviada porque no me ha seguido, llego a mi edificio y entro para dirigirme a mi dormitorio. Cuando abro la puerta, me doy cuenta de que llegó mi compañera de habitación, la chica es una hermosa pelirroja despampanante.
─Hola, supongo que eres mi compañera de dormitorio. ─Le doy la bienvenida educadamente, la primera impresión es muy importante.
─Supongo que sí, me llamo Eliza.
─Mucho gusto Eliza, mi nombre es Candice, pero puedes llamarme Candy.
─Que nombre tan dulce, ─ Estira sus manos para tomar las mías, ─seremos muy buenas amigas, ¿qué semestre vas a tomar?
─El primero ─Contesto con toda naturalidad.
─Yo voy por el séptimo semestre.
─Pensé que este edificio era solo para el alumnado de nuevo ingreso.
─No, no lo es, aquí encontrarás a chicos y chicas de todas las carreras y todos los semestres. ─me observa y sabe que estoy confundida. ─ya te acostumbrarás.
─Espero adaptarme rápidamente.
Seguimos hablando, conociéndonos un poco, ella me cuenta sobre su familia. Es la adoración de su mamá y dice que tiene un hermano gemelo, pero él estudia en otra universidad. A pesar de la amabilidad de Eliza, hay algo que me dice que tenga cuidado con ella. Le cuento un poco de mi vida, no todo porque aún no la conozco bien, trato de pensar de manera positiva queriendo dejar de lado mis ideas. Entrada la noche, estamos rendidas, nos quedamos dormidas.
Por la mañana me apresuro a tomar un baño rápido antes de que comiencen a despertar los residentes de mi dormitorio, por las prisas que tengo de no encontrarme a nadie, se me cayó mi ropa en el agua y ahora tendré que salir envuelta solo con mi toalla. Verifico que no venga nadie hacia donde me encuentro y salgo casi corriendo, en el pasillo me encuentro a Eliza que al parecer ya va de salida.
─ ¡No corras, te vas a resbalar! —Me dice la pelirroja.
─No hay problema, se me hace tarde.
No pongo atención en lo que dice, voy concentrada en mi carrera para llegar a mi dormitorio. Cuando llego hasta la puerta, entro lo más rápido que puedo. ya adentro de mi habitación, dejo la ropa mojada en el cesto que tengo junto a mi escritorio y voy a mi closet a sacar ropa seca, escojo lo primero que veo. Cierro y me giro para comenzar a vestirme, pero me quedo petrificada, mis ojos fijos en la cama de Eliza.
─ ¿Qué haces tú aquí? ¿quién te dejo entrar? ─ Lo interrogo. Sus ojos tienen un brillo de suficiencia y su sonrisa es muy engreída.
─Estoy tomando un descanso.
─ ¡Un descanso! ¿Cómo entraste?
─Entre con esto. ─ Levanta su brazo y en su mano tiene unas llaves.
─¿De dónde las sacaste?
─Me las dio Eliza.
─ ¡¿Eliza?!
─Si ella, es una amiga muy considerada.
─ Eliza es tu amiga, ¡qué bien! ─Susurro, su mirada sube de arriba abajo por mi cuerpo, este hombre es un descarado ─por si no te has dado cuenta, ella ya se fue. ─le informo.
─Lo sé…debes saber que siempre la visito, me deja descansar un rato y tomar una siesta en su cama. ─Se pone de pie y comienza a aproximarse a mí, se me ponen los pelos de punta de los nervios,
¡estoy envuelta solo en una toalla!
─¡Te puedes ir!, tengo que vestirme. ─Le digo sin vacilaciones.
─Por mí no te detengas ─ya lo tengo frente de mí, sus dedos tocan una hebra de mi cabello húmedo, mis manos sujetan muy bien mi toalla. ─ ¡No me toques! y has el favor de salir de mi dormitorio o comenzaré a gritar. ─ lo amenazo.
─No te creo capaz de hacerlo. ─su cara está a centímetros de la mía, siento su aliento mentolado en mi rostro, sus ojos bajan hasta mis labios, siento que el aire se me va, siento como tiemblan mis piernas. Me voy a desmayar si se acerca más. En ese instante se escucha que abren la puerta de mi dormitorio.
─ ¡Terry! cariño, vamos ya es tar…de. ─Eliza se queda pasmada con lo que ve, un gesto de malicia aparece en su rostro. ─Terry, ¿Qué haces? ─Le pregunta Eliza con tono sarcástico.
─¡Nada!, solo te estaba esperando. ─ Terry retrocede, con las manos arriba y con un gesto inocente, pero sus ojos no dejan los míos y su sonrisa no desaparece de su rostro.
─ ¿Estas esperándome? o ¿Molestando a Candy? ─Terry ignora el comentario de Eliza.
─ ¿Candy?, que nombre tan hermoso, va bien contigo pecosa. ─me guiña el ojo y por primera vez su sonrisa es sincera, como acto reflejo también sonrió.
─ Terry, ¿Te vas o te quedas? ─ingiere Eliza ya bastante molesta, —nos están esperando. ¿Ya lo olvidaste?
─No Eliza, no lo he olvidado. ─Terry llega hasta donde se encuentra Eliza, la toma de la cintura y la guía a la salida de la habitación, antes de salir al pasillo lo escucho despedirse.
─Adiós pecosa. ─Reacciono y corro a cerrar la puerta, pienso en lo descarado y cabeza dura que es este chico.
Continuará….
Espero que la lectura haya sido de su agrado
Chicas hermosas que leyeron el primer capitulo,
me preguntaron por la revista que Candy compro,
donde en la portada aparece el guapote de Giulio Berruti.
se las presento disfrútenla
Perla Granchester gracias por la revista.