La vibrante melodía de piano llenaba plenamente el ambiente de toda aquella bonita casa de campo.
La pareja que conversaba amenamente en el jardín, bajo un parasol bebiendo té helado, se regodeaban sonrientes del virtuosismo del joven ejecutante.
Las notas iban en cascada, con perfecta cadencia; cualquiera pensaría que, a su edad, estaría apenas aprendiendo; pero lo cierto es que ya dominaba bastante bien el instrumento.
Ahora mismo, la Sinfonía #40 brotaba de aquel elegante piano negro que le había comprado su tío en su octavo cumpleaños, de manera diáfana y perfecta.
Al terminarse la pieza, se hizo un minuto de silencio y luego, la Danza Húngara #5 de Brahms comenzó a llegar hasta ellos, haciendo sonreír a su madre con delicia.
- ¡Pero este niño es tremendo! – exclamó el hombre que acompañaba a la madre del niño. - ¿De dónde sacó tanto talento? ¡De mí no, ya te lo digo! Ja ja ja
- Pues, te sorprendería saber que no solamente es bueno en el piano – respondió su madre – Ya te mostré uno de sus “proyectos”; este lo mismo te toca una sinfonía completa, que te desarma el motor de un automóvil ¡Cuando era más pequeño pensé que iba a volverme loca! ¿Te acuerdas? lo desarmaba todo en casa, tenía al abuelito desesperado…
- Y, qué quieres que te diga – repuso su acompañante riendo mientras sorbía un poco de té - ¡Ya sabes cómo era su padre!
La música dejó de sonar abruptamente. La danza húngara quedaba a medio talle, lo que extrañó a la madre del niño.
Al asomarse a la ventana se fijó que su pequeño de 10 años estaba recostado pecho a tierra, manipulando cierta pieza del piano.
- ¡Stear! – llamó la mujer- ¿Qué haces, papito?
- ¡Se salió el pedal, mamá!- respondió el pequeño de lentes, mostrando a su madre la pieza.
- ¡Hijo! ¿No quieres que llame a alguien para que lo repare?
- No te preocupes, tío – respondió el pequeño sonriendo – Tardarían; y yo necesito mi piano ahora.
Ambos se quedaron mirando la labor a la que el niño de lentes y cabello negro se entregaba muy ensimismado.
Luego de pocos minutos, la pieza se encontraba nuevamente en su sitio, sin ningún tornillo fuera de su lugar.
El pequeño sonriente, se sentó nuevamente y dentro de nada, la danza húngara llenaba nuevamente el ambiente.
- ¡Mañana haré venir a alguien para que revise ese piano!
- Déjalo, Archie – respondió la madre del niño – te dije que este lo mismo te toca una sinfonía que te repara un motor. Si vuelve a suceder lo arreglará él solo. ¡De verdad es muy bueno con las herramientas!
Ambos se dispusieron a dar un paseo por el florido jardín de la pequeña pero elegante casa campestre, pasando por el sector donde el pequeño Stear tenía sus juguetes; uno llamó la atención de su tío al ver que era, a todas luces, un automóvil; pero lleno de cables y alambres.
- Pero… ¿Qué es esto? – preguntó extrañado.
- Eso es otro de sus proyectos…- comentó la madre acomodándose las gafas – es un auto que está seguro se moverá solo mientras él lo dirige con alguna suerte de mando remoto… pero, yo no sé de esas cosas. Luego del almuerzo dile que te lo explique. Seguro que tú le entiendes mejor.
- Al menos a este Stear no le sobran piezas… - repuso Archie con una sonrisa nostálgica.
- Nope, a este no ¡Afortunadamente! – ambos se echaron a reír.
- ¿Está todo en orden, Patty?
- ¡Absolutamente! – respondió ella - ¿Por qué no habría de estarlo?
- Bueno, me contó Annie que… bien, que habías intentado nuevamente; ya sabes, con tus padres…
- Ah eso… - interrumpió ella – Sí lo hice, pero no te preocupes; fue la última vez.
- Sí, eso me dijo Annie pero ¿Estás segura, Patty? Después de todo ¡Son tus padres!
- Sí, pero entre ellos y mi hijo... ¡Ni siquiera hay escogencia, Archie! Mi hijo lo es todo, y si ellos no quieren entender y “perdonar” a su hija la “descastada”… ellos son quienes se lo pierden…
- ¡Wow! – exclamó Archie, cuando hasta él llegaban las notas iniciales de La Campanella – Insisto ¿¡Dónde aprendió este niño a tocar así!?
- Bueno, el talento con las herramientas lo heredó de su padre, sin duda. El talento musical… ¿recuerdas a mi abuela Martha? ¡Era muy buena música y tocaba violín de maravilla! Así que esa vena musical tan virtuosa que tiene, viene absolutamente de mi familia..
Ambos se acercaron a la ventana nuevamente; desde ahí vieron al pequeño Stear, con sus gafas colgándole de la nariz, ejecutar perfectamente la maravillosa pieza musical.
********************************************************
Al poco tiempo después de que Stear partiera hacia la guerra, Patty sentía muchos estragos extraños que no entendía en su cuerpo.
Luego del funeral simbólico, y lo mal que ella se pusiera, el médico que la atendió, reveló su estado de gravidez.
Ninguno de sus amigos la juzgo ¡Por el contrario!
Al ver su alegría y aquella luz de esperanza dentro de su mirada tan triste; agradecieron con el corazón aquel milagro que se estaba obrando dentro de ella.
El más feliz fue Archie; ni por un instante se le ocurrió señalar o criticar a su amiga ¡Iba a ser madre de su sobrino! Un pedacito de su hermano se había quedado entre ellos para aliviarles el dolor de su partida ¿Quién podría verlo mal?
Sus padres en cambio, no quisieron volver a verla.
Ni siquiera se dignaron viajar a conocer al niño cuando este nació, al contrario; a Patty hasta le prohibieron volver a pisar su hogar; y de eso habían pasado ya diez años.
Los padres de Stear por otro lado, habían decidido no volver a marcharse, para poder cuidar de su futuro nieto y su joven madre; y como no, la tía abuela Elroy, aunque al principio no lo aprobó del todo; fue solo que Patty le pusiera a su recién nacido entre los brazos para que la anciana fuera feliz como el que más, de ser ahora Tía Bisabuela de ese pequeño angelito que parecía copia al carbón de su padre.
Con el tiempo, y luego de mucho intentar conseguir un perdón de sus padres y que conocieran a su hermoso nieto; Patty decidió que prefería vivir sola con su hijo.
Los padres de Archie insistieron pero, la joven se sentía más que lista para afrontar como se debe la crianza de su pequeño.
Archie se había ocupado de conseguir aquella pequeña y bonita casa de campo, donde vivían ahora, y ocuparse de todo lo que su sobrino y a la madre de este no les faltara absolutamente nada.
Ahora mismo no podía retirarle la vista de encima; le parecía que en realidad veía a su hermano Stear a esa edad.
- Patty, este niño… tienes razón, tus padres se lo pierden, y no puedo dejar de sentir tanta lástima por ellos; porque sin siquiera saberlo ¡su pérdida es enorme!
- Son católicos fundamentalistas – respondió Patty – jamás lo entenderán. Jamás comprenderán que su nieto es un auténtico fruto del amor, y que fue él quien al final terminó salvándome la vida... Si el médico no me hubiera dicho que estaba embarazada aquella tarde, Archie; créeme, yo habría vuelto a intentar suicidarme a la primera oportunidad que tuviera; y seguro que lo habría conseguido. Este es mi milagro; y si ellos, que se supone creen en esas cosas, no lo entienden; yo no puedo hacer más, sino pasar de ellos, aferrarme a esta maravillosa realidad que tengo enfrente, y seguir adelante por él y por mí.
Archie, pasó un brazo por los hombros de Patty, aferrándola con fuerza.
- Señora Patty, el almuerzo está servido… - la mucama hacía el anuncio.
- ¡Stear! – exclamó Patty, dando un par de golpecitos al cristal de la ventana.
El niño volteó sonriente, sin dejar de tocar; su madre le hizo el ademán de que iban a comer.
El chico asintió con un guiño y a su tío Archie le dio un vuelco el corazón de alegría al reconocer un gesto innato de su amado hermano.
Archie y Patty, charlando animadamente, se encaminaron a entrar a la casa; y se sentaron a la mesa mientras la doméstica servía los platos.
Sin embargo todavía tuvieron que esperar un poco más, mientras las últimas notas de la melodía que ejecutaba aquel virtuoso Stear de 10 años, llenaba la estancia.
- ¡¡Stear!! – se escuchó nuevamente con energía - ¡Vienes a comer a la una… a las dos…!
Y los zapatos del pequeño resonaron en el parqué del salón comedor, donde su madre y su tío Archie, lo esperaban sonrientes…
La pareja que conversaba amenamente en el jardín, bajo un parasol bebiendo té helado, se regodeaban sonrientes del virtuosismo del joven ejecutante.
Las notas iban en cascada, con perfecta cadencia; cualquiera pensaría que, a su edad, estaría apenas aprendiendo; pero lo cierto es que ya dominaba bastante bien el instrumento.
Ahora mismo, la Sinfonía #40 brotaba de aquel elegante piano negro que le había comprado su tío en su octavo cumpleaños, de manera diáfana y perfecta.
Al terminarse la pieza, se hizo un minuto de silencio y luego, la Danza Húngara #5 de Brahms comenzó a llegar hasta ellos, haciendo sonreír a su madre con delicia.
- ¡Pero este niño es tremendo! – exclamó el hombre que acompañaba a la madre del niño. - ¿De dónde sacó tanto talento? ¡De mí no, ya te lo digo! Ja ja ja
- Pues, te sorprendería saber que no solamente es bueno en el piano – respondió su madre – Ya te mostré uno de sus “proyectos”; este lo mismo te toca una sinfonía completa, que te desarma el motor de un automóvil ¡Cuando era más pequeño pensé que iba a volverme loca! ¿Te acuerdas? lo desarmaba todo en casa, tenía al abuelito desesperado…
- Y, qué quieres que te diga – repuso su acompañante riendo mientras sorbía un poco de té - ¡Ya sabes cómo era su padre!
La música dejó de sonar abruptamente. La danza húngara quedaba a medio talle, lo que extrañó a la madre del niño.
Al asomarse a la ventana se fijó que su pequeño de 10 años estaba recostado pecho a tierra, manipulando cierta pieza del piano.
- ¡Stear! – llamó la mujer- ¿Qué haces, papito?
- ¡Se salió el pedal, mamá!- respondió el pequeño de lentes, mostrando a su madre la pieza.
- ¡Hijo! ¿No quieres que llame a alguien para que lo repare?
- No te preocupes, tío – respondió el pequeño sonriendo – Tardarían; y yo necesito mi piano ahora.
Ambos se quedaron mirando la labor a la que el niño de lentes y cabello negro se entregaba muy ensimismado.
Luego de pocos minutos, la pieza se encontraba nuevamente en su sitio, sin ningún tornillo fuera de su lugar.
El pequeño sonriente, se sentó nuevamente y dentro de nada, la danza húngara llenaba nuevamente el ambiente.
- ¡Mañana haré venir a alguien para que revise ese piano!
- Déjalo, Archie – respondió la madre del niño – te dije que este lo mismo te toca una sinfonía que te repara un motor. Si vuelve a suceder lo arreglará él solo. ¡De verdad es muy bueno con las herramientas!
Ambos se dispusieron a dar un paseo por el florido jardín de la pequeña pero elegante casa campestre, pasando por el sector donde el pequeño Stear tenía sus juguetes; uno llamó la atención de su tío al ver que era, a todas luces, un automóvil; pero lleno de cables y alambres.
- Pero… ¿Qué es esto? – preguntó extrañado.
- Eso es otro de sus proyectos…- comentó la madre acomodándose las gafas – es un auto que está seguro se moverá solo mientras él lo dirige con alguna suerte de mando remoto… pero, yo no sé de esas cosas. Luego del almuerzo dile que te lo explique. Seguro que tú le entiendes mejor.
- Al menos a este Stear no le sobran piezas… - repuso Archie con una sonrisa nostálgica.
- Nope, a este no ¡Afortunadamente! – ambos se echaron a reír.
- ¿Está todo en orden, Patty?
- ¡Absolutamente! – respondió ella - ¿Por qué no habría de estarlo?
- Bueno, me contó Annie que… bien, que habías intentado nuevamente; ya sabes, con tus padres…
- Ah eso… - interrumpió ella – Sí lo hice, pero no te preocupes; fue la última vez.
- Sí, eso me dijo Annie pero ¿Estás segura, Patty? Después de todo ¡Son tus padres!
- Sí, pero entre ellos y mi hijo... ¡Ni siquiera hay escogencia, Archie! Mi hijo lo es todo, y si ellos no quieren entender y “perdonar” a su hija la “descastada”… ellos son quienes se lo pierden…
- ¡Wow! – exclamó Archie, cuando hasta él llegaban las notas iniciales de La Campanella – Insisto ¿¡Dónde aprendió este niño a tocar así!?
- Bueno, el talento con las herramientas lo heredó de su padre, sin duda. El talento musical… ¿recuerdas a mi abuela Martha? ¡Era muy buena música y tocaba violín de maravilla! Así que esa vena musical tan virtuosa que tiene, viene absolutamente de mi familia..
Ambos se acercaron a la ventana nuevamente; desde ahí vieron al pequeño Stear, con sus gafas colgándole de la nariz, ejecutar perfectamente la maravillosa pieza musical.
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Al poco tiempo después de que Stear partiera hacia la guerra, Patty sentía muchos estragos extraños que no entendía en su cuerpo.
Luego del funeral simbólico, y lo mal que ella se pusiera, el médico que la atendió, reveló su estado de gravidez.
Ninguno de sus amigos la juzgo ¡Por el contrario!
Al ver su alegría y aquella luz de esperanza dentro de su mirada tan triste; agradecieron con el corazón aquel milagro que se estaba obrando dentro de ella.
El más feliz fue Archie; ni por un instante se le ocurrió señalar o criticar a su amiga ¡Iba a ser madre de su sobrino! Un pedacito de su hermano se había quedado entre ellos para aliviarles el dolor de su partida ¿Quién podría verlo mal?
Sus padres en cambio, no quisieron volver a verla.
Ni siquiera se dignaron viajar a conocer al niño cuando este nació, al contrario; a Patty hasta le prohibieron volver a pisar su hogar; y de eso habían pasado ya diez años.
Los padres de Stear por otro lado, habían decidido no volver a marcharse, para poder cuidar de su futuro nieto y su joven madre; y como no, la tía abuela Elroy, aunque al principio no lo aprobó del todo; fue solo que Patty le pusiera a su recién nacido entre los brazos para que la anciana fuera feliz como el que más, de ser ahora Tía Bisabuela de ese pequeño angelito que parecía copia al carbón de su padre.
Con el tiempo, y luego de mucho intentar conseguir un perdón de sus padres y que conocieran a su hermoso nieto; Patty decidió que prefería vivir sola con su hijo.
Los padres de Archie insistieron pero, la joven se sentía más que lista para afrontar como se debe la crianza de su pequeño.
Archie se había ocupado de conseguir aquella pequeña y bonita casa de campo, donde vivían ahora, y ocuparse de todo lo que su sobrino y a la madre de este no les faltara absolutamente nada.
Ahora mismo no podía retirarle la vista de encima; le parecía que en realidad veía a su hermano Stear a esa edad.
- Patty, este niño… tienes razón, tus padres se lo pierden, y no puedo dejar de sentir tanta lástima por ellos; porque sin siquiera saberlo ¡su pérdida es enorme!
- Son católicos fundamentalistas – respondió Patty – jamás lo entenderán. Jamás comprenderán que su nieto es un auténtico fruto del amor, y que fue él quien al final terminó salvándome la vida... Si el médico no me hubiera dicho que estaba embarazada aquella tarde, Archie; créeme, yo habría vuelto a intentar suicidarme a la primera oportunidad que tuviera; y seguro que lo habría conseguido. Este es mi milagro; y si ellos, que se supone creen en esas cosas, no lo entienden; yo no puedo hacer más, sino pasar de ellos, aferrarme a esta maravillosa realidad que tengo enfrente, y seguir adelante por él y por mí.
Archie, pasó un brazo por los hombros de Patty, aferrándola con fuerza.
- Señora Patty, el almuerzo está servido… - la mucama hacía el anuncio.
- ¡Stear! – exclamó Patty, dando un par de golpecitos al cristal de la ventana.
El niño volteó sonriente, sin dejar de tocar; su madre le hizo el ademán de que iban a comer.
El chico asintió con un guiño y a su tío Archie le dio un vuelco el corazón de alegría al reconocer un gesto innato de su amado hermano.
Archie y Patty, charlando animadamente, se encaminaron a entrar a la casa; y se sentaron a la mesa mientras la doméstica servía los platos.
Sin embargo todavía tuvieron que esperar un poco más, mientras las últimas notas de la melodía que ejecutaba aquel virtuoso Stear de 10 años, llenaba la estancia.
- ¡¡Stear!! – se escuchó nuevamente con energía - ¡Vienes a comer a la una… a las dos…!
Y los zapatos del pequeño resonaron en el parqué del salón comedor, donde su madre y su tío Archie, lo esperaban sonrientes…
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