Una hora antes se le había visto salir sin nada; pero durante días, meses y años ninguno supo, —excepto por Mark y Richard—, que Terruce, ahora que volvía a casa, lo hacía llevando de la mano a una agradable mujer que fuera… ¿su novia con toda la posibilidad de pasar a ser esposa?
Los trabajadores de la residencia Granchester, como pólvora, esparcieron la noticia; y decir que les había caído como bomba, pues sí, porque ya daban por solterón al patrón y sin descendencia, lo que ponía en peligro al verdadero linaje, ya que, el mezclado con los genes de la señora Granchester… bueno, todos se reservaban sus comentarios y mejor celebraban el hecho de que pronto volverían a tener boda. No obstante…
Sin mencionar que la esposa de Richard no la dejara pasar las veces que intentara visitarlo debido a lo que Mark comentara de evitarle disgustos, Candice, una vez estuvieran en el interior de la residencia, pediría ver al enfermo padre.
Creyendo que se trataba por el juramento hipocrático médico de estar al pendiente de todo aquel que requiriera su atención, Terruce dijo sí, y se encargaría de llevarla hasta el aposento correspondiente.
Ahí, el actual duque se llevaría la sorpresa de la vida gracias a la familiaridad con que su progenitor y su futura mujer se saludaran.
— ¿Me perdí de algo? — preguntó un aturdido castaño.
— Un poco sí; y todo fue porque… dejaste el colegio San Pablo — comentó la rubia conforme se disponía a revisar un pulso.
— ¿Estás hablando de…?
— Sí, después de que te fuiste, tu padre visitó el colegio y hablamos.
— ¿De qué? — insistió Terry viéndola inclinarse para poner su oído en un pecho y oír los latinos de un corazón, diciendo ella:
— No tendría caso porque… —, a Terry, Candy le pidió silencio, ayudándole el que Richard hablara:
— Le prometí no seguirte para que tú… realizaras tu sueño americano.
— Ah — dijo escuetamente Terruce al saber todos lo que verdaderamente pasó; no obstante, porque la rubia había fruncido el ceño y torcido la boca, él quiso saber: — ¿Está todo bien?
— ¡Excelentemente! — contestó ella sonriéndole a los dos. Sin embargo…
— No tienes que ocultar nada, hija. De antemano sé que me queda poco.
— ¡Ey, no digas eso! — lo regañó el castaño viendo nuevamente que Candice estiraba la mano hacia quien se la pedía y le decía al sostenerla:
— Lo bueno que llegaste a tiempo para que…
— Todo va a estar bien — auguró Candy palmeando la mano sostenida.
— Yo lo sé — contestó Richard. Consiguientemente, miró al ceñudo de Terruce para decirle: — Sé que me perdonaste todo lo malo que te hice; y delante de ti, de ella, quiero reconocer los días que desperdicié en no decirte lo mucho que te amo, hijo. También quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti. Me demostraste que supiste sacar adelante tu sueño aun después de haber caído; y le agradezco mucho al que te ayudara a levantarte, porque al hacerlo te hiciste mejor hombre que yo. Sin duda alguna… eres mejor que yo en todo —, incluido la manera de amar a una sola mujer.
— Sí, sí; está muy lindo todo lo que dices, pero no te esfuerces — optó Terry por decir antes de flaquear al solo pensar que pronto se iría de su vida.
Con una sonrisa, Richard respondía:
— Gracias, hijo, por amarme.
— Ay Richard, ¿por qué escogiste este día?
— Porque estoy feliz de verlos juntos. Estoy feliz de ver que eres feliz.
— Bueno, entonces si no quieres verme enojado, ya —, el castaño se llevó el índice a los labios, indicando con ello: — no digas más.
— Está bien. Lo haré, pero con una condición.
— Dila.
— Que me darás un nieto tan pronto puedas y, yo… pueda conocerlo.
— Ay papá, creí que en realidad estabas grave — comentó Terruce notando la sonrisa en el hombre que se excusaba:
— Lo estoy, solo que…
— Richard, de verdad, descanse — hubo sido el turno de la sonrojada rubia a la que reclamaban:
— ¿Tú también, Candy? Creí que…
— Ya, señor, ya dijiste bastante — pidió Terruce aguantándose las ganas de reír frente la sinvergüenzada de su padre, pero más de ella que no hallaba por dónde meterse o por dónde salir porque al hacer esto último, él la detendría, pudiendo ella esconder su ruborizado rostro en el cuello masculino y sonreír nerviosamente ahí.
Sin los nervios, Terry sonreía, y lo hacía hacia su padre que corroboraba lo bien que se veían juntos. Sin embargo, entre ellos se quedaba una plática pendiente que duque hijo entablaría antes de regresar a Londres.
Por supuesto, la invitación a ir con él se extendió, quedando la rubia de contestar al siguiente día, ya que ella también le extendía una invitación.
— ¿A qué hora y en dónde? — preguntó Terry cuando los dos estuvieron en la planta baja de la residencia y él besaba el dorso de la mano de Candy quien lo veía hacerlo y sonreía traviesa de lo que planeaba en su mente.
— ¿Te parece bien… a orillas del lago a las 10 de la mañana?
— ¿Estarás despierta a esa hora?
— ¡Ey! — respingó ella ante la broma de él y aclarándole lo siguiente: — Para tu información, mientras llegabas, estuve madrugando para ayudarle a Mark a hacer las entregas tanto de leche como quesos.
— ¡¿Eso estuviste haciendo?! Bueno — Terruce dejó su malestar al acordarse; — estabas elaborando uno cuando llegué, así que…
— Sí, mejor no reclames. Resérvalo para cuando tengas que probarlo, porque ¡tú! vas a ser el primero en hacerlo.
— ¡Pídeme lo que quieras, pero menos eso! — suplicó un exagerado ser ante lo que para él representaba una tortura culinaria.
— Mmm — hizo Candy ideando perversamente qué pedir. — ¿Qué sería bueno?
— Siempre y cuando, sea algo que pueda hacer por el momento, porque con esto… — él mostró su brazo lesionado, preguntando la conocedora:
— ¿Te lo revisaron bien? —, Candice lo tocó.
— Sí. Solo tengo que mantenerlo inmóvil otro par de meses.
— Entonces, se queda pendiente un paseo a caballo juntos.
— Me parece genial.
— Bueno, entonces no te quito más tu tiempo. Voy a casa.
Con el dato proporcionado, Terry volvió a tomarla por la cintura para atraerla a él y preguntarle al besar su sien izquierda:
— ¿Y qué vas a hacer allá pudiendo quedarte conmigo, aprovechando que lo que resta del día, lo tengo libre?
— Es que debo ir a organizarme para mañana — contestó ella cerrando los ojos para disfrutar de la caricia que le daban; y dentro de su concentración oía:
— ¿Cenas conmigo?
— Sí, pero ven a casa.
— ¿A qué hora? — él volvió a preguntar descendiendo por una mejilla en busca de los labios que se movían al indicar:
— ¿A las 8 está bien?
— Sí, es excelente tiempo — acordó el castaño listo para envolverla en un beso que nunca llegó gracias a los carraspeos que se escucharon en el lugar.
Despotricado un “demonios”, Terruce se giró a mirar al osado que lo interrumpiera.
— ¿Qué pasa, Milton?
— Epm… aam
— ¿Hiciste lo que te pedí con el caballo?
Milton, que era nada menos que el hermano de Terruce, debido a tener la mirada de éste, asintió con la cabeza.
— Bien. ¿Te dijeron cuando lo devolverán?
Milton negó con la cabeza.
— Está bien — dijo Terry. — No te preocupes. Yo me contactaré con ellos. ¿Milton? —. Éste se detuvo al intentar emprender la retirada. — Ven. Quiero presentarte a Candice — quien lo reconoció de inmediato; pero, al ver lo anterior se sintió de lo más mal por ¿haberse burlado de su fealdad?
— Hola, Milton. Un gusto conocerte — dijo ella tomando su mano y apretándosela.
— E…el… mmío… ta…ta…m…bi…bi é n.
— ¿Milton? — Terry lo llamó de nuevo habiéndolo dejado terminar su sentencia; y al obtener su atención le compartía: — ella, si acepta, será mi esposa.
El hermano sonrió moviendo la cabeza en aceptación. Consiguientemente, pedía permiso para retirarse, y el castaño lo autorizó comentándole a ella al estar a solas:
— Es el único hermano que me cae bien.
— ¿Todo el tiempo ha tenido este problema? — Candy se interesó, compartiéndole Terry:
— No. Debido a su complexión obesa y su… facción, cuando llegó al colegio, se topó con chicos que no dudaron en hacerle burla. En una de las tantas bromas hechas, le causó un trauma y ya no se recuperó.
— Ohh — ella expresó lastimeramente. — ¿Él no tuvo un Terry como yo que me defendía de Neil y sus amigos?
— Desafortunadamente no, y… lamento lo sucedido con Albert.
— Ay ni me lo recuerdes —, ella se llevó las manos a la frene.
— Lo bueno que no pasó nada. Sólo fue… el susto.
— Lo que puede acarrear consecuencias como las de Milton.
— Bueno, ¿quieres que me disculpe por no haber estado ahí? — Terry hubo captado la indirecta.
— No, al contrario; hubiera sido peor.
— ¿Sí? — él ironizó. — ¿Te dolería que algo me pasara?
— Tienes suerte de que no viera cómo te pasó esto — Candy tocó un hombro.
— Oh eso fue de lo más divertido… después de.
— ¿Por qué?
— Me atacó un rinoceronte hembra.
— ¡¿Pues qué le hacías?!
— ¡Tú estás igual que tu padre! — Terry observó. — Por supuesto que no le hacía nada, pero…
— ¿Te vio muy guapo? — ella bromeó contestando el castaño…
— Si lo vio así, sería en el jeep, porque después nos dijeron estaba en celo, pero…
— ¡¿La mataron?! — ella exclamó asustadamente.
— … y hoy está en aquella área — él la señaló, — para ser expuesta en la galería de la familia. Pero después te la muestro porque no la han sacado para ser colgada.
— Bueno —, dijo Candice suspirando, — no quisiera, pero debo ir a casa.
— Te acompaño, entonces.
— Pero solo a la puerta; y mejor te espero a las ocho para cenar juntos.
— Está bien, señorita White, como usted diga.
— Si es así —, la rubia lo abrazó por el cuello diciendo: — ahora digo que me des un beso.
— Oh no, Candy, a como están las cosas hoy, no te conviene jugar así conmigo.
— ¿Por qué no? — preguntó ella, ¿sabiéndolo?
— Está bien. Te daré el beso que pides, solo que debes estar consciente de que el día que yo también pida, tú debes conceder lo que sea. ¿Estás de acuerdo?
— Entonces… — Candy comenzó a soltarlo, y, al estar separados, decía: — no me beses.
— Como gustes — dijo Terry. — Ahora sí te acompaño a la salida.
— No — se oyó de ella.
— ¿No? — él se extrañó, pero burlándose interiormente.
— Desde aquí puedo irme sola. ¡Te veo después! — se despidió Candy; y Terry, sonriente, la vio correr y desaparecer.
No obstante, cuando Granchester iba de camino al despacho pudo ver que en la parte de arriba yacía de pie la molesta señora esposa de su padre, la cual lo hizo preguntarse, si ella había sido la verdadera razón por la que Candice desistiera de su petición.
Como regla general, otorgo los debidos créditos a las autoras correspondientes, siéndolo yo de la idea compartida.
Noble Responsability Capítulo 24... FINAL
Última edición por Citlalli Quetzalli el Jue Abr 30, 2020 11:00 am, editado 1 vez