CIRCLES
CAPITULO 1
CAPITULO 1
Albert miró con intensidad el rostro de la mujer que desde hacía meses era su mundo completo.
Su amnesia lo tenía en un estado de vulnerabilidad tal y sin embargo al lado de Candy se sentía tan seguro y contento. Mirarse al espejo y verse a si mismo como un adulto caucásico, de quizá 1.90 de estatura, de complexión fuerte y rasgos físicos agraciados, era evidente que no se veía como cualquier hijo de vecino. No saber quien era, ni tener una idea de su identidad, pasado u origen, era algo que le mantenía en vilo mientras se encontraba en la soledad del departamento, pero cuando ella llegaba, todos esos sentimientos y emociones viscerales se marchaban haciéndolo sentir como en un delicioso sopor sólo comparable cuando estas en compañía de alguien que de verdad quieres, no sólo como amigo, quizá demasiado similar a un familiar cercano. Cuando la escuchaba contar las anécdotas en las que en algunas de ellas estuvo involucrado, trataba con todo su esfuerzo de imaginarlas para ver si así estimulaba un poco a su mente a recobrar los recuerdos y así poder recuperar la memoria. Pero pasaban los días y esto no se vislumbraba de ninguna manera.
Hasta que ella recibió esa invitación por parte de ese joven que se supone es un buen amigo y el enamorado de su salvadora. Candy se marchó a visitarlo y aunque no lo externó de una manera directa, él sabía que ella no regresaría, era evidente que ese romance adolescente e impulsivo había trascendido el tiempo, la distancia, los berrinches, los malos entendidos y todo lo que desde un principio se interpuso como obstáculos colosales. Incluso él con todas sus limitaciones causadas por su amnesia, se daba cuenta de lo poco convencional que ese noviazgo era, y de lo mucho que ella había entregado en pos de un amor que sólo parecía surgir de un solo lado, era obvio que Terry era menos expresivo, con muchos problemas y defectos pero que aun asi había tenido la suerte de encontrar una mujer maravillosa que le amaba a pesar de todas las circunstancias que a él para nada le dejaban bien parado.
-"Si yo fuera su padre, yo quizá no consentiría en esa relación, por mucho que le aprecie al joven Grandchester, no le conviene alguien tan perturbado, pero, no lo soy. Soy amigo de ambos, y soy un tipo en deuda con ella, es mi deber apoyarla en todo lo que ella decida..." pensaba sin externar nada.
Se puso a buscar trabajo, estaba consciente de que en su estado corría riesgos de agravar su situación de salud pero estaba harto de sentirse una carga para una adolescente que evidentemente era mucho menor que él. Los vecinos le miraban con recelo, y no era para menos. Cuchicheaban expresándose mal de la joven enfermera que vivía con un hombre que no era su hermano ni su padre y además le mantenía! Era escandaloso! Pero en las circunstancias actuales, sabía que ella no regresaría más, y tendría que hacerse cargo de mantenerse y mantener ese cómodo lugar que ahora era su hogar. Realmente no tenía intenciones de abandonar el departamento, así que determinado a tomar el control de su destino independientemente si recuperaba o no la memoria, Albert fue y compró el periódico y se dedicó a buscar un empleo. El cual afortunadamente encontró con rapidez.
"Quien quiera que haya sido yo en mi vida pasada, le agradezco la elocuencia y la facilidad con la que me expreso, fue fácil conseguir el trabajo en el almacén de víveres del barrio". El dueño del negocio de inmediato hizo click con él y le dió el puesto de encargado. Así que con mucho orgullo regresó ese día llevando la primer bolsa de víveres adquiridos con su sueldo del día, se dispuso a comer una deliciosa cena en compañía de Puppet y pensó con mucho cariño y nostalgia en Candy, en como en esos momentos debería ser la mujer más feliz de la tierra de estar finalmente y después de tanto sufrimiento, al lado del afortunado varón que tanto ella amaba...
Sin duda era un tipo con suerte, que cosas hubieran sido posibles si ella fuera libre en sus sentimientos...
Se quedó en silencio en la mesa con los codos recargados en ella, sosteniendo un pan con ambas manos y meditando en las emociones que comenzaron a fluir en sus entrañas al recordarla.
"Candy... que tarde llegué a tu vida, y en qué condiciones tan poco propicias para mi. Que afortunado he sido de que me hayas considerado tu amigo para arriesgar tu honor y buen nombre por apoyarme. Si las cosas fueran distintas, si hubiera existido una posibilidad, como hubiera deseado darte todo lo que te mereces por tu buen corazón... por mirar una vez más tus hermosos ojos verdes..."
Albert no pudo seguir comiendo, dejó el pedazo de alimento en el plato y se levantó para asomarse por la ventana tratando de disipar esos vanos y absurdos pensamientos, totalmente fuera de tiempo y de lugar.
Por eso se sorprendió en sobremanera cuando la vió volver de su viaje hecha un mar de llanto y con una fiebre espantosa. A como pudo con destreza la atendió para bajarle la temperatura desvistiendola y dándole friegas con alcohol para evitar convulsionara. No cerró los ojos en toda la noche por estar a su lado vigilandola y dándole suero para que no se deshidratara. La escuchó delirar llamando entre sollozos a Terry, él se sentía completamente confundido. Qué rayos había podido pasar para que ella regresara en semejante estado? Qué rayos había hecho este Terry tan malo que la buena de Candy volvió al borde de la muerte?
Albert estaba que no cabía en sí de la indignación. Quería salir en ese preciso momento a confrontar al imbécil causante de semejante infamia, romperle la cara para vengar las lágrimas de una mujer tan entregada como ella. Pero se tuvo que aguantar la indignación por cuidarla tal como ella lo había hecho con él. Aun con su falta de memoria , se sentía tranquilo y enfocado en hacer lo necesario para ayudarla. Acariciaba su rostro con los paños húmedos para refrescarla y no podía evitar ver la belleza de las facciones de su querida amiga, como las gotas de agua se mezclaban con su llanto y deseaba con todo el corazón hacer algo para aliviarle ese dolor, deseó en ese momento poder abrazarla y cubrirla de besos que la ayudaran a olvidar. De inmediato borró esos pensamientos y se contuvo de seguir por ese camino.
Por la mañana ella reaccionó y finalmente le contó toda la desgracia que había ocurrido allá. Albert no podía dar crédito a lo que la rubia le narraba entre sollozos y atragantamiento de palabras. Terry fue tan víctima del destino como lo fue ella, y una gran admiración por el par de enamorados surgió en su corazón, haber sido capaces de renunciar a una posibilidad de ser felices por no herir a alguien en una condición de tanta desventaja...
"Oh chiquilla, ustedes de verdad eran el uno para el otro..." pensó el hombre mientras la abrazaba y le decía con ternura que ella le amaba precisamente por eso que lo había hecho tomar esa decisión y que debía sobreponerse. Candy se prendió de su cuerpo y él sin permitirse sentir ninguna emoción o sensación turbia, correspondió a su abrazo manteniéndose firme, aun cuando llegó a sentir deseos de llorar con ella, para ayudarla y brindarle un soporte de seguridad.
De eso habían pasado semanas, y libre de esa presencia entre ellos, la cercanía se fue dando de una forma natural. Ahora le parecía que el departamento se había vuelto más pequeño, le costaba trabajo concentrarse cuando estaban juntos. La miraba salir de su habitación arreglada para irse a trabajar y él la observaba de reojo, deleitándose en su aspecto y la forma como la ropa le calzaba de una manera maravillosa, sin dejar de ser modesta y recatada. Entonces sucedió la noche fatídica donde él se dio cuenta hasta qué grado sus sentimientos habían evolucionado.
En sueños ella se le presentó en su habitación, y sin pudor alguno se acomodó a su lado en su cama. Lo que pasó a continuación lo hizo despertar abochornado y con trazas de una eyaculación nocturna escandalosa que a él le avergonzó en gran manera. Cuando se preparaban para irse a sus actividades desayunando juntos le costó un esfuerzo sobrehumano no verla a la cara y sonrojarse cual metal fundido.
"No! No debo pensar estas cosas!! ella es mi amiga y debo respetarla, además, ella jamás podría corresponderme, es tan noble, no tiene malicia y yo no se ni quien demonios soy!!"
-Te pasa algo, Albert?? Por que te has puesto pálido de repente? Candy se puso de pié y se acercó presurosa al joven quien comenzó a sudar nervioso mientras que ella se paraba demasiado cerca tocándole la frente para ver su temperatura y tomándole la muñeca para revisar su presión arterial, después le tomó el rostro para revisarle las pupilas y hacerlo abrir la boca en una revisión exhaustiva y concienzuda de lo que ella interpretó como síntomas de una posible crisis, pero él se puso aún más nervioso de la cercanía del hermoso rostro de Candy.
Completamente incómodo y apenado evitó verla al rostro y se excusó levantándose con prisa para separarse de ella diciéndole que no era nada, tomó con premura su saco y sin despedirse salió hacia su trabajo, dejando sola y extrañada a una Candy que no tenía ni idea de que había dicho o hecho mal para que su buen amigo se marchara así.
Albert todo el día trabajó malhumorado. A su patrón le sorprendió verle hosco y conocedor de la vida por su edad y experiencia, se recargó en unos sacos de harina mientras veía al guapo rubio renegar con una caja que no podía flejar correctamente.
-Qué pasó, mi buen pana? Tuvo una mala noche?
-Que..? Oh Señor McAllum, no, nada de eso!
-Que raro, tú no eres así, si no te conociera, me atrevería a decirte que lo que te pasa es que necesitas una esposa que te ayude a calmar ese mal humor... La joven con la que vives, no es tu familia, disculpa la indiscreción.
Albert se quedó helado con la indiscreta pregunta, el amable señor nunca se había atrevido a mencionarle nada relativo a Candy y al tipo de relación que sostenían. Carraspeó incómodo y decidido a no darle importancia le contestó de la forma más natural que le fue posible.
-No, somos amigos nada más, ella es una jovencita muy decente y de momento la estoy acompañando en lo que se resuelven unos pendientes. No hay más ahí.
-Y por qué no podría haber algo más ahí? Con todo respeto, Albert, ustedes dos hacen una muy bonita pareja, te lo digo por que las señoras del barrio lo comentan mucho, yo aqui en el abarrotes me entero de todos los chismes, y te diré, nadie se expresa mal ni de ella ni de ti. Al contrario, se nota que son buenos muchachos los dos. Pero si me permites el consejo que no me has pedido, si de verdad aprecias a esa señorita, o la haces con propiedad tu mujer, o te apartas para no perjudicarle. Si tiene familia, aconsejale que regrese a su casa, una señorita decente no vive sola. Con tu permiso y disculpa la intromisión.
Albert se quedó helado ante los comentarios del anciano, y viéndose solo pateó con frustración la caja que no pudo flejar. Estuvo meditando largamente el resto de la jornada y la idea no abandonó ya sus pensamientos. Se dio cuenta de que si sentía algo muy fuerte, muy intenso y le daba mucho miedo aceptarlo.
CONTINUARÁ
CAPÍTULO 2
Última edición por Maga Cafi el Vie Mayo 15, 2020 12:02 am, editado 2 veces