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CIRCLES
CAPITULO 3
CAPITULO 3
Albert sintió que la sangre se le fué a los pies, su cabeza dio varias vueltas y requirió de toda su voluntad y concentración para no irse de frente al piso desmayado. Se obligó a aguantar y poner en orden sus ideas, ignoraba que había ocurrido, se colocó la cabeza entre ambas manos respirando pausadamente. Comenzó a recordar como en un carrete del cinematógrafo lo que había en su cabeza: imagenes y chispazos al azar aparecieron dandole referencia de lo que había pasado posteriormente al grave incidente del tren: el rostro de Candy en el hospital, momentos en el departamento en el que vivían como compañeros, y... la noche apasionada que acababan de compartir. No había más, no estaba seguro ni como se había dado semejante eventualidad y menos de que otras cosas había sido capaz de hacer en el tiempo que esto había transcurrido. De lo único que sí estaba consciente era lo imperdonable de este acto por Candy ser protegida legal de la familia Andrew, que debió estar borracho, o drogado, o mal de la cabeza para haber actuado con semejante irresponsabilidad, y que merecía tirarse de un puente si por este hecho Candy resultaba dañada. La niña que había visto crecer, a quien siempre deseo ayudar y más por se él una persona en quien ella había depositado su confianza. Necesitaba tomar distancia para obligarse a recordarlo todo y poder resolver ese espantoso lío en el que los había metido a ambos.
De inmediato pensó en buscar a George para que le ayudara a componer cualquier otro desbarajuste en el que se hubiera involucrado, mientras tanto más y más imágenes venían a su mente saturándolo, entonces oyó a Candy bostezar pero el mareo era demasiado intenso para poder incorporarse, ella lo vió sentado agarrándose la cabeza y tomando la sabana se cubrió para salir de la cama e hincarse ante él con la intención de revisarle.
-Mi amor, te sientes bien? Te pasa algo? Estos mareos son normales por tu problema, dejame revisar tus signos vi...
Albert tomó la almohada con una mano para cubrirse la entrepierna y con la otra se apretaba con el puño la frente, una lágrima corría por su mejilla y la rubia se sintió aun más preocupada por verle así. Albert intentó sonreír para minimizar lo que pasaba y la miró con un ojo en un gesto chusco, que a ella la hizo corresponder a la sonrisa aliviada.
-No, Candy, no te preocupes, me levanté demasiado rápido, quizá eso me hizo sentir mareado, eso es todo.
Tomó la mano de la jovencita y dándole un beso en el dorso le hizo un guiño, ella se sonrojo y lo abrazó con devoción, Albert quería morirse, tenía que pensar algo rápidamente para no herirla y poder salir a buscar a su hombre de confianza.
-Pequeña, me puedes recordar que cosas haríamos hoy?
Candy lo ayudó a recostarse, retirándose la sabana para cubrirlo con ella y quedando desnuda mientras que él cerraba los ojos abochornado por la confianza con la que ella parecía sentirse de estar en esa condición ante él, tomó su bata que estaba hecha un ovillo al pie de la cama y se vistió, lo cual él no quiso ver cerrando los ojos y girando su rostro hacia la ventana.
-Claro, mi amor! Bueno yo tengo que presentarme al hospital a declinar la invitación que se me hizo a trabajar en la clínica móvil del ferrocarril, ya que me convenciste de una forma irrechazable esta noche, jijiji... y tú como cualquier día de semana irías a trabajar, pero viendo como te sientes, creo que lo más conveniente es que permanezcas en cama, trataré de volver pronto para ver como sigues y de ser necesario, iremos a urgencias para que te revisen...
Candy se sentó a su lado mientras hablaba todo esto, Albert la miró con un gesto triste que por más que intentó no pudo disimular, pero que ella por estar llena de emoción por lo que había ocurrido entre ellos no vio en ningún momento.
-No Candy, no será necesario que me revisen. Creo que las emociones me han jugado una broma, ve a trabajar con tranquilidad, yo en cuanto me sienta mejor iré presentarme a trabajar y todo estará bien. Permíteme dormir un momento más, tú vete tranquila.
-No quieres que desayunemos juntos...?
-No, no, no; no por favor, tu desayuna y ve a hacer tus cosas, yo prefiero... prefiero dormir... por favor. Albert volvió a sonreír y ella asintió no muy convencida y sin embargo confiando en lo que él decía, decidió obedecer. Le dio un beso en la boca mientras le acarició con ternura su cabeza y mejilla y él se estremeció casi hasta temblar con esa caricia. No quiso detenerla, por que sabía que si lo hacía la heriría profundamente. Se maldijo en silencio mientras la veía salir apresuradamente de la habitación tarareando con regocijo.
"Soy... un... IMBÉCIL" Volvió a darse un cocolazo en la frente.
Candy se arregló con rapidez y él se hizo el dormido cuando ella se asomó para despedirse, lo cual no hizo finalmente para no despertarlo. Tan pronto escuchó la puerta del departamento cerrarse, salió apresurado a darse un baño para despejar su cabeza y arreglarse lo más rápido que pudo para correr a la caseta telefónica y llamar a George, quien escuchó con júbilo su voz al enterarse de que estaba en la ciudad después de tantos meses sin noticias suyas. Convinieron reunirse en un bar de un barrio a las afueras de la ciudad para que nadie los reconociera. Albert le informó dónde había estado los últimos meses, lo de su pérdida de memoria y por último y con gran vergüenza lo que había pasado entre él y su protegida. George escuchó con estoica paciencia todo lo que el acongojado joven le narró y a su vez le puso al tanto siguiendo con sus instrucciones, lo que había ocurrido con su familia en el tiempo que estuvo desaparecido. Lo que principalmente le consternó fue el enlistamiento de Stear en la milicia, y le ordenó a George que hiciera todo lo humanamente posible e imposible recurriendo a todos sus contactos y palancas políticas para traerle de regreso sano y salvo, lo segundo era poner al tanto de su tía acerca de su regreso lo cual con toda seguridad a ella le ayudaría a recuperar la paz que no tener noticias de él debía haberle robado.
- George, tú has sido un gran apoyo para mi a lo largo de estos años, y para mi tía como para mis sobrinos... como para Candy. Necesito tu consejo, conforme voy recordando detalles de estos meses, me doy cuenta que ignorar el pasado fue lo que me hizo enamorarme de Candy, y terminar enamorándola a ella. Yo fuí el responsable! No se como vaya a tomar las cosas cuando la verdad salga a la luz. Nunca en otro tiempo me hubiera atrevido siquiera a imaginarlo. Ella confiaba en mí, creía en mí! Cómo tomará el hecho de que yo soy el famoso Sr. William Andrew que la adoptó? Te das cuenta de lo absurdo que se escucha? No me preocupa mi familia, no me preocupa lo que el mismo papa tuviera que opinar al respecto. Como le explico a ella que la enamoré porque no tenía idea de quién era yo? Que de no haber perdido la memoria, jamás, jamás, jamás lo hubiera imaginado siquiera...
George escuchó en silencio y sopesó un momento su respuesta. Albert siempre se había considerado a si mismo un hombre seguro y congruente con sus decisiones. Nunca sintió temor a nada ni en los momentos de mayor soledad o riesgo en sus múltiples viajes e incursiones en el mundo salvaje. Pero en ese momento se sentía fragmentado e impotente. A George le pesó verlo así, aunque no lo externó ni con lo dejó ver en su expresión facial.
-Señor, usted es un hombre que ha sabido vivir conforme a sus propias reglas, y ha afrontado los resultados de sus decisiones. Así haya estado usted incapacitado por el problema de su memoria, siguió siendo usted mismo. Quizá el no tener restricciones impuestas por compromisos familiares y prejuicios de múltiples índoles permitió que se diera una relación totalmente natural entre dos jóvenes sanos y compatibles. Señor, yo le sugiero que se de un tiempo y espacio razonable para que medite en lo que pasó entre usted y la Señorita White, y una vez que defina la verdadera naturaleza de sus sentimientos, sea congruentes con ellos y afronte las consecuencias de los mismos. Ella es una mujer fuerte, valiente que ha sobrepasado dificultades y retos como poca gente yo haya conocido. Dele el beneficio de la duda, confíe en que ella tendrá la madurez de enfrentar cualquier cosa, porque usted al final, la quiere con sinceridad. Usted no hará nada que la dañe.
Albert con los dedos cruzados escuchó con atención cada palabra dicha por su querido amigo. Y en ese momento vino el recuerdo de la noche que Candy regresó llorando desconsoladamente de New York, todo lo que les había ocurrido a ella y a Terry... por Dios, recordó a Terry y el accidente espantoso que había truncado la vida de una joven y que a ellos les había separado de una forma absurda. Tenía que resolver eso, ya que haberse involucrado con el amor de la vida de un gran amigo era además otro peso más a añadir a la cadena de infortunados eventos que su accidente y su amnesia le habían acarreado.
Candy mientras tanto trabajaba llena de energía en el hospital trabajaba con diligencia, y en los momentos que tenía la mente despejada sonreía dichosa de recordar la forma como Albert la había amado la noche anterior, mariposas en el estómago y vientre revoloteaban de gozo al evocar los besos y el hermoso cuerpo de su amado. Sus compañeras la miraban de reojo dándose cuenta de que la anteriormente melancólica Candy estaba completamente cambiada, y que incluso había declinado tomar el puesto en el ferrocarril. Mirando su reloj pasar, desesperada por volver a los brazos de su amado, vio las horas correr hasta que llegó la hora de la salida. Al llegar al departamento lo encontró a oscuras, lo cual le resultó extraño, sin embargo pensó que quizá Albert se había demorado en sus obligaciones del abarrotes. Dispuesta a darle una sorpresa se puso un delantal y preparó un rollo de carne, el cual horneó con amoroso cuidado mientras salteó vegetales para acompañarlo. El olor era delicioso y ella se imaginaba el gusto con el que su amado comería esa delicia. Pasaron las horas, y Albert no regresaba, y ella preocupada, vio como el sol se ocultó en el horizonte, cuando finalmente el tiempo le pareció demasiado, salio a buscarle al negocio, que por la hora ya estaba cerrado.
Angustiada, preguntó a los pocos transeúntes que vio en el barrio y nadie supo darle razón, fue al hospital y nadie tenía un registro de algún enfermo ingresado con las características del muchacho. posteriormente fue a la comisaría donde la respuesta fue la misma. Albert no aparecía por ningún lado. Casi al borde del llanto y cansada por el trajín del día, regresó al departamento, rezando por que él estuviera bien y reprochándose haberse ido sabiendo que él se sentía mal.
"Si algo le ha pasado, no me lo perdonaré jamás, maldita, maldita seas, Candy White!!"
Se tiró en la cama llorando imaginando las peores tragedias y los peores escenarios donde su amado yacía muerto debajo de un camión o abandonado en la orilla de algún camino. El cansancio la venció y se quedó dormida con la ropa en su habitación, Puppet se recostó a un lado de ella intentando consolarla.
En la madrugada sintió cuando él regresó, lo vio llegar hasta su recamara, cuya puerta estaba abierta. Albert iba decidido a decirle que había recobrado la memoria y que debía marcharse con urgencia para resolver asuntos muy graves que por estar en su condición anterior había descuidado, pero que regresaría pronto para ponerla al tanto de ciertas realidades que afectarían su futuro, incluso llegó a pensar que si el momento era propicio, le revelaría su verdadera identidad, aun a costa de su enojo y muy segura pésima reacción. Cuando la vio llorosa evidentemente preocupada por su desaparición se sintió aun peor de lo que ya lo hacía, ella corrió a sus brazos sollozando, diciéndole lo mucho que lo había buscado, de lo angustiada que se había sentido y de lo feliz que era de tenerle nuevamente, sano y salvo. Ella comenzó a besarlo y abrazarlo con frenesí y él por más que intentó detenerla, no tuvo el valor ni el corazón de negarse, su cuerpo reaccionó a las caricias de la joven que ciega de pasión se prendió de él, y finalmente estaban de nuevo en la cama amándose con violenta intensidad.
-Creí que te había perdido, yo me muero si te pasa algo Albert, me muero si te pierdo a ti también!!!
-No Candy, no digas eso, por favor...!
Al terminar, ella cayó profundamente dormida por el cansancio y el estrés de las últimas horas. El se vistió preparando sus pocas cosas. No podía quedarse más, debía resolver todos los asuntos pendientes que sobre él pesaban como inmensos peñascos. Escribió una nota donde le informaba a Candy que había recuperado la memoria y que necesitaba resolver asuntos para poder volver a ella y llevar su relación al nivel de compromiso propio de lo que ya había pasado entre ellos. Le pidió paciencia y confianza, tal como había hecho en el pasado. De la mejor forma que pudo expresarle, le aseguró que para él lo más importante era el bienestar de ella, y que por esa razón y aunque sonara paradójico, debía marcharse, pero que no pasaría quizá la semana cuando él estaría con la posibilidad de regresar a su lado.
Metió la hoja en un sobre, el cual colocó en la mesa de noche junta a la cama de Candy, quien dormía rendida, y le dio un beso en la frente, conteniendo las ganas de llorar por ella, por él y por el gran enredo en el que su inconsciencia los había metido. Puppet no hizo el intento de irse con él, se quedó a un lado de la joven y en su mente le dijo un perdóname y un hasta pronto. El sol estaba próximo a asomarse, Albert se marchó llevándose en su cabeza la imagen de una desconsolada Candy y se odió a sí mismo por ello.
CONTINUARÁ
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 4
Última edición por Maga Cafi el Vie Mayo 15, 2020 2:57 am, editado 1 vez
a otra perra con esa carne bebé 
esto ya se puso color de hormiga 
está bueno este drama jjjee 
Maga Cafi como siempre 
exelente historia 
