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La Respuesta De Candy
Capítulo XI
By Rossy Castaneda
—Candy, calmante —intervino Albert —estas en un error.
—¿Te pondrás de parte de él? —reprochó incrédula.
—No se trata si estoy de parte de él o no, sino del hecho que estas en un error.
—Por Dios Albert, ellos dos están juntos, lo han estado siempre, ¿no lo ves?
—No Candy, estas equivocada —dijo Karen horrorizada de escuchar aquella acusación.
—No finjas mas Karen, lo sé todo. Viajé como una estúpida a New York después que recibí tu carta —Candy giró el rostro para enfrentar a Terry —y tu —lo señaló —no fuiste capaz de esperar una respuesta mía.
—Por supuesto que lo hice —dijo él metiendo su mano al bolsillo pero antes que sacara aquella carta Candy arremetió:
—Bonita manera de esperar —rió con amargura —cuando llegué a tu departamento la señora encargada del edificio me dijo que te habías marchado a Londres en compañía de una guapa actriz que te visitaba muy seguido.
—No fue conmigo Candy, te lo aseguro —se defendió Karen.
—No mientas mas Karen.
—Karen dice la verdad —Eleonor ingresó a aquel lugar en compañía de su ahora esposo Richard, Duque de Grantchester.
Todos se giraron al escuchar aquella voz. Los hermanos Cornwall no podían creerlo, tenían frente a ellos a la diva de Broadway.
—Señora Baker —Candy abrió los ojos como platos.
—Buenas noches a todos —Eleonor saludó —lamento tener que presentarme ante ti de esta manera Candy —Eleonor habló con voz suave —pero debes saber, que yo era la actriz que visitaba a Terry seguido en su departamento, y fue con Richard y conmigo que vino a Londres hace tres años .
Ante aquella revelación, Candy cubrió su rostro avergonzada, había pasado tres años equivocada y minutos atrás había arremetido en contra de Karen acusándola de algo que ella jamás hizo. Se dio media vuelta dispuesta a salir de aquel lugar pero Terry la sujetó del brazo impidiéndoselo.
—¿A donde crees que vas?
—Suéltame Terry —Dijo casi en un ruego.
—¡Ah! Ahora soy Terry de nuevo, si mas recuerdo esta tarde me llamaste Terrence ¿que a cambiado ahora?
—Por favor Terry, déjame ir —las lágrimas que había retenido minutos atrás rodaron libremente por sus mejillas.
—No, ahora tu me escucharas y todos ellos sabrán quien eres realmente—espetó él mostrando el sobre que mantenía en su mano izquierda —En este sobre está La Respuesta De Candy, esa que ella acaba de decir que yo no espere —Terry soltó a Candy y sacó el trozo de papel del sobre y comenzó a leer en voz alta para que todos los presentes escucharan. El castaño actor, puso énfasis en las últimas palabras de la postdata 1:
"TERRY... YO ESTABA ENAMORADA DE TI"
Tarzan Pecosa.
Isabell que conocía el contenido de la otra parte de aquella carta abrió los ojos como platos. —Esa es la otra parte —dijo sin darse cuenta que había exteriorizado sus pensamientos
Candy negó con la cabeza. Aquello no era posible, Isabell le había entregado el sobre donde se encontraba aquella carta, pero al escuchar lo que la Isabell dijo de forma inconsciente, apretó los puños al comprenderlo todo.
—Y tu como siempre sacaste tus propias conclusiones —dijo mirándolo a los ojos —ese trozo de papel que tienes en tus manos es solo la primera parte de la carta que escribí la cual nunca me atreví a enviarte. Respiró profundamente para controlar la ira que comenzaba a invadirla nuevamente. En cuanto lo consiguió prosiguió. —Escribí esa carta días antes que me entregaran la tuya cuando regresé a Chicago.
—Oh vamos Candy, no finjas más, es inútil que lo hagas —replicó él con seriedad
—Ven, acompáñame —lo instó ella ignorando sus palabras. Le entregaría la otra parte de la carta que estaba resguardada en aquel sobre junto al puñado de cartas de él y esclarecer todo de una vez.
—¿De que se trata? ¿De otra de tus tretas para embaucarme? O es que acaso me quieres tomar como tu segunda opción luego que tu jardinerito te cambiara por la hermana de Roselyn —Las palabras de Terry fueron como una afilada lanza en el corazón de la joven rubia. ¿ Que clase de monstruo creía Terry que era ella?
—Suficiente —Anthony se puso de pie —No voy a tolerar un insulto mas contra Candy.
Terry comenzó a reír de manera burlona.
—Menudo caballero me resultaste, mira que defender a tu...
—Mide tus palabras Terry, o lo lamentarás mas tarde —lo interrumpió Albert
—Escúchame bien imbécil —siseó Anthony —entre Candy y yo no hay ni habrá nada, ella es la hermana menor de mi madre y por lo tanto mi tía ¿lo comprendes?
—¿¡Queeeeeeeee!? —gritó Terry sintiendo como todo rastro de licor se esfumaba de su cuerpo dando paso a la sobriedad.
Candy apretó los puños al recordar ciertos detalles de su viaje a Florida, al levantar su rostro miró como Elisa sonría de manera triunfante en el umbral de la puerta. Con las mejillas enrojecidas por la ira que se apoderó de ella, Candy se dirigió a ella, seguida por Terry.
—Fuiste tu maldita serpiente infernal —la respiración de Candy era irregular.
—¿De que hablas? —Elisa fingió desconcierto.
—No te hagas la idiota conmigo —espetó Candy sujetándola de uno de sus brazos —recuerdo perfectamente el día que te vi saliendo de mi habitación en el hotel de Florida, en cuanto me viste, colocaste tus manos atrás y cuando te pregunté que hacías en mi habitación me dijiste que habías ido a buscarme para conversar conmigo, dijiste también que habías esperado mucho tiempo y que se te había hecho tarde, te disculpaste cortésmente y te marchaste antes que yo dijera algo.
—Y eso fue exactamente lo que sucedió —respondió la pelirroja con cara de inocencia —mi madre se había disculpado públicamente contigo y yo quería hacer lo propio ¿ que tiene eso de particular?
—Eso no fue lo que me dijiste esta tarde —intervino Terry —dijiste que Candy había humillado a tu madre frente a todos los miembros de la alta sociedad de Florida, al igual que lo había hecho con Niel en Chicago.
—No te bastó lo que hiciste al robarme la primera pagina de mi carta, sino que encima inventaste historias para perjudicarme —Candy apretó mas el brazo de Elisa.
—Suéltame salvaje me haces daño.
—Daño es lo que me has hecho tu durante todo este tiempo, ¿no te cansas de escupir tu veneno?
—¡Bueno ya! —De un tirón Elisa se liberó —Si fui yo ¿y que? —dijo con altivez
Su confesión fue escuchada por el resto de los Ardley quienes al ver como los ojos verdes de Candy chispearon furia en cuanto vio a Elisa, se pusieron alertas.
Tan pronto como Elisa terminó su confesión tres cosas ocurrieron:
—Eres una maldita serpiente —Candy le cruzó el rostro revés y derecho con dos fuertes bofetadas.
—¡Elisa! —Gritó Elroy horrorizada al ser testigo de aquella confesión, mientras se dirigía al comedor en compañía de la abuela Martha
—Como pudiste hacer tal monstruosidad —Albert la sujetó con fuerza del brazo. Roselyn tuvo que intervenir para evitar algo peor.
Candy no sabia que le dolía más, si la confesión de Elisa que le causó tres años de separación con el hombre que amaba, o que este hubiera creído en sus palabras cargadas de veneno, sabiendo perfectamente la clase de serpiente que era. Ella al menos, fue solo víctima de un su propio olvido al no recordar, que en efecto la madre de Terry era actriz, ¿pero él? . ¡Por Dios! La había acusado de cosas monstruosas, la había insultado frente a todo, algo que podría haber pasado por alto si las acusaciones eran producto de su temperamento... pero que le hubiera creído a Elisa.. eso sí que le había dolido en lo mas profundo de su ser...
—Candy espera —Terry intentó detenerla pero ella simplemente corrió escaleras arriba necesitaba desahogarse, gritar, dar rienda suelta a su llanto y no lo haría frente a todos, necesitaba su propio espacio.
Terry la siguió pero no pudo alcanzarla.
—Candy por favor —comenzó a suplicar —abre la puerta, necesitamos hablar.
—Vete Terry, no quiero hablar contigo.
—No, no me iré hasta hablar contigo
—Ya dijiste lo que querías —respondió ella desde adentro con la voz quebrada —Ahora lárgate.
Terry cerró los ojos, apretó la mandíbula y se dejó caer en el piso. Cubrió su rostro para ocultar las lágrimas que brotaban de su ojos y corrían por sus mejillas.
—Debemos hacer algo —le dijo Roselyn a Albert al percibir el dolor de aquel par de almas separadas por la maldad de un ser egoísta y perverso.
—Mi hermana tiene razón —intervino Isabell —no podemos permitir que lady zanahoria se salga con la suya.
—Es mas que evidente que Candy no abrirá la puerta, por lo tanto no hay nada que nosotros podamos hacer.
—Pueda ser que Candy no abra la puerta principal —Roselyn se aclaró la garganta —Pero él —dijo señalando a Terry —puede entrar por otro lado.
—No te referirás al balcón ¿verdad?
Roselyn negó con la cabeza — La habitación nuestra está conectada a la de Candy —respondió en un susurro.
—¿Me estás proponiendo que dejemos entrar a Terry a la habitación de Candy por medio de la habitación de ustedes?
—Si —respondió Roselyn —sé que lo que estoy proponiendo no es correcto, pero que otra opción tenemos. —giró su rostro para ver una vez mas a Terry —ellos merecen aclarar las cosas ¿no te parece?, tu mejor que nadie sabes lo mucho que han sufrido, además ambos son adultos ahora.
—De acuerdo —respondió Albert luego de meditar en las palabras de Roselyn.
Candy se encontraba sentada al borde de su cama, absorta observando aquel sobre en donde se encontraba la otra parte de su carta, que no escuchó cuando la puerta que conectaba su habitación con la de las hermanas Turner se abría a sus espaldas en el momento justo que ella comenzaba a leer la otra parte de su carta.
Posdata 2.
En realidad lo estuve siempre desde el primer día que te vi en la proa de aquel transatlántico, y aunque han pasado los años mi amor jamás disminuyó, sino antes bien, creció a pesar de las circunstancias en las cuales tuvimos que decirnos adiós.
Está tan arraigado a mi alma que a veces siento que moriré a causa del dolor de no tenerte conmigo. Ahora, años más tarde me doy cuenta que aquella fue la peor decisión de mi vida, nunca imaginé que decir adios doliera tanto.
Terry, mi amado chico rebelde que lo dejó todo por abrirse paso por si sólo, eres el ser más noble y valiente que jamás haya conocido ya que a pesar del dolor que aquella despedida te causaba, aceptaste como un caballero lo que yo estúpidamente decidí por ti.
Se que es imposible volver el tiempo atrás, pero si pudiera permanecería contigo para que juntos buscaramos una salida.
Disculpa, sé que ya había terminado la carta, pero no pude evitar seguir escribiendo.
Si, si ya sé, soy una Tarzan Pecosa entrometida y atolondrada, incapaz de callar lo que siente y piensa, pero no podia dejar ir esta oportunidad de escribirte todo esto, quería que supieras todas lo que en realidad siento.
Te amo Terry y te amaré hasta el último de mis días
Siempre Tuya
Candy —Tarzan Pecosa.
El corazón de Terry se desgarró por dentro al escuchar aquellas líneas leídas. Comprendió que esa era La Respuesta de Candy a los años de ausencia. —Apretó los puños con fuerza —era un imbécil ¿como había creído en las mentiras de Elisa ? En el pasado jamas lo hizo, y ahora, el dolor y la amargura lo habían cegado al punto que había descargado toda su ira contra la persona que mas amaba. Porque sí, amaba a Candy con toda su alma, aún cuando por años intentó odiarla por destrozale el corazón de aquella manera. Su yo interno jamás se equivocó, pero él había ignorado todos los reproches que le hacia, su nueva compañera de tablas y quien ahora le estaba ayudando le aconsejó que enfrentara su pasado, incluso Karen, esa tarde se había dado cuenta que algo andaba mal con aquella carta, pero él se negó a aceptar aquella señales.
—Candy perdóname —Terry cayó de rodillas frente a ella —sé que no lo merezco, he sido un imbécil todos estos años, la ira me cegó —apretó los ojos y dejó que las lágrimas empaparan sus mejillas, no tenían fuerzas para ocultarlas más y tampoco había razón para hacerlo —Sé que esa no es una excusa válida ante mi comportamiento.
—Me lastimaste Terry, mas de que te imaginas —Candy cerró sus ojos y ladeó el rostro, no quería verlo así, de rodillas frente a ella, derrotado con la voz quebrada y suplicando su perdón, aquello era tan doloroso para ella que lo conocía tan bien. Terry debía estar realmente arrepentido para adoptar aquella postura.. ¡Dios! Como dolía.
—Perdona Candy, por favor perdóname —Terry extendió sus mano y tomó su rostro, con delicadeza lo giró para que lo viera. Candy se rehusaba a verlo así y finalmente dejó de luchar y lo miró. Su amor era mas fuerte que todos las mentiras de las cuales ambos fueron víctimas.
—¡Oh Terry! Cuanto daño nos hicieron —dijo la joven rubia entre sollozos
—Candy, por favor, di que me perdonas, por favor Pecosa, te lo suplico en nombre de este gran amor que ambos sentimos y que merece una oportunidad —Terry suplicaba con la voz entrecortada producto del inmenso dolor que sentía
—Como podría no hacerlo —Candy dejó que su corazón tomara el control de la situación, se abalanzó sobre él y lo rodeó con sus brazos. Los labios de él buscaron los suyos con desesperación y una vez se encontraron, dieron rienda suelta a todos los sentimientos que durante años habían guardado en lo mas profundo de su corazón.
**************
—¿Como fuiste capaz de hacer algo tan monstruoso? —Reclamó Anthony furioso
—Anthony te juro que todo es un lamentable mal entendido.
—Eres de lo peor Elisa —Anthony la miró con desprecio —¿Como te atreves siquiera a negarlo? —Todos escuchamos perfectamente tu confesión
—Las cosas no son lo que parecen, puedo explicártelo.
—¿Explicarme que cosa, la clase de monstruo que eres y de tu afán por lastimar a Candy? Porque si mas recuerdo la has odiado desde el primer día que llegó a tu casa cuando apenas era una niña de 11 años.
—Anthony todo lo que he hecho ha sido por amor
—¿¡Amor!? —dudo mucho que sepas el significado de esa palabra Elisa, eres un ser perverso incapaz de tener un sentimiento tan hermoso por alguien.
—Te equivocas Anthony, lo he tenido por ti desde que tengo uso de razón.
—Eso no es amor Elisa, es una obsesión enfermiza que te ha consumido poco a poco.
Isabell abrió los ojos como platos, al ver a la orgulloso y altanera Lady Zanahoria llorando frente a su novio.
—¿Que está pasando aquí? —preguntó plantándose junto a Anthony.
—¿Que tiene ella que no tenga yo? —preguntó Elisa limpiando su rostro
—¿Y todavía lo preguntas? —Anthony negó con la cabeza —tiene todo lo que a ti te hace falta.
Haciendo uso de la dignidad que aún le quedaba, Elisa se dio la vuelta. No se humillaría mas.
—Esto no se acaba aquí Elisa, ni creas que esta vez saldrás bien librada —Albert la sujetó del brazo impidiendo que se marchara.
—No me interesan tus amenazas Tío William —dijo Elisa rechinando los dientes, liberándose de su agarre y marchándose de aquel lugar.
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—Te amo Candy —susurró Terry pegado a sus labios antes de aumentar la intensidad de aquel beso que había comenzado en pequeños roces.
Candy se dejó llevar por las miles de sensaciones que aquel beso despertó en ella. Habían esperado años para que esto sucediera. Dio un respingo al sentir las manos de él bajando desde su espalda hasta su trasero y sus labios apartándose de los suyos y bajando por su cuello.
—Terry debemos detenernos —dijo ella con la respiración entre cortada —Quienes te abrieron la puerta que conecta ambas habitaciones están del otro lado.
—No —respondió él —Se han marchado, Roselyn le dijo a Albert que lo mejor era darnos espacio, que habían muchas cosas que tu y yo necesitábamos aclarar.
—Pero no estamos aclarando nada, sino....
Con sus labios, Terry la silenció. Necesitaba sentirla, amarla como deseó durante tantos años.
Unos gritos en el pasillo hicieron que ambos regresaran al mundo real, tras comprobar que estaban presentables, Candy abrió la puerta y en cuanto salió para ver que sucedía, una enfurecida Elisa se le fue encima
—Maldita huérfana, todo esto es tu culpa
—Elisa no cometas una locura —el grito de Sara alertó al resto de la familia que se encontraban en la parte baja del hotel.
—Elisa, suelta a Candy —Terry dio un paso al frente dispuesto a enfrentarla
—No te atrevas a acercarte —amenazó la pelirrojo ejerciendo presión en el cuello de Candy con una navaja —Toda mi infelicidad es tu culpa maldita moza de establo, desde que apareciste en nuestras vidas lo arruinaste todo, y ahora me cobraré uno a uno todos los desplantes y humillaciones que he soportado por tu culpa.
—De que hablas, yo nunca te he hecho nada, fuiste tú quien se ensañó conmigo desde el primer día que llegué a la Mansión Leagan y lo seguiste haciendo hasta el día de hoy.
—Cállate maldita hospiciana, debiste morir antes siquiera de nacer
Candy apretó los ojos y gimió ligeramente al sentir la punta de aquella navaja incrustarse en su cuello. La furia se apoderó de Terry al ver como un hilo de sangre corría por aquel blanco cuello en donde acababan de estar sus labios y antes que Elisa lo advirtiera siquiera, se le echó encina. En un movimiento reflejo, Elisa alzó la mano con la que sostenía la navaja y a su paso rasgó la camisa de Terry. Desde atrás, Albert sujetó a Elisa inmovilizándola al instante.
—¿Te encuentras bien? —Le preguntó Terry a Candy sacando su pañuelo y cubriendo el pequeño corte de su cuello.
—Si —respondió Candy temblando
—Te juro que a partir de hoy, nadie volverá a lastimarte y quien se atreva a intentarlo se las verá conmigo —Terry abrazó a Candy quien no dejaba de temblar.
Horas mas tarde, la policía se hizo presente a aquel lugar tras recibir una llamada de El Duque de Grantchester denunciando un atentado contra la integridad de su hijo y su futura esposa. Aquella acusación fue suficiente para que la joven Leagan fuera llevada a una de las mazmorras del reino en donde permanecería hasta que se llevara a cabo un juicio en su contra, en donde el Duque se encargaría que no saliera bien librada por su atrevimiento.
:juar:Lady zanahoria está por fin estas en tu 
que bueno que Eliza va a recibir su merecido
