Nadie contestaba a su llamado de auxilio. Su cabeza daba mil vueltas mientras observaba el arrugado rostro, ya sin vida, de Patricia. Cayó de rodillas al pavimento, abrazando con fuerza el inerte cuerpo.
“Tranquilo muchacho” una mujer estaba frente a ellos. Se asustó ante la aparición, pues estaba seguro que se encontraba solo en la calle. Intentó incorporarse, pero esta le detuvo, poniéndose ella a su nivel agachándose. Stear se secó las lágrimas para poder mirarle bien. Piel morena, ojos aceitunados llenos de sabiduría, y de algo más que no estaba seguro quería averiguar. “Ereh buen chico…” se quedó quieto mientras la mujer le analizaba. “¿pero valiah la pena el sacrificio?”
“¿Qué sabe…? Yo necesit…” dijo nervioso.
“Nunca ha sio bueno sabe demasiao” sentenció la mujer. “Ella pagó el precio poh su pecao” acalló al joven con una sola mirada. “no necesitah sabeh que hizo esta mujeh” hizo un gesto con su cara apuntando a la muerta “Quédate con el amoh que te dejó y no lleveh el tuyo a los extremoh que ella lo llevó… Me pregunto… la decisión de la doctora abría cambiao si hubiera sabio donde apunta su corazón”
Stear se derrumbó, permitiéndose llorar como nunca lo había hecho hasta ese instante, abrazo nuevamente, y con mayor fuerza, el cuerpo de Patty, acunándola “Perdóname…”
La mujer observó hacia el horizonte con preocupación, el crepúsculo se acercaba. Quiso ser paciente, pero el tiempo apremiaba. “Muchacho…” tocó su hombro. “Entregame a la doctora” vio el pánico en la demacrada cara. “¿Cómo va a explica esto...?” su mirada era significativa.
Tenía tantas preguntas, pero de igual modo temía a las respuestas. Sintió las manos de la mujer sobre la suya, le había dejado un pequeño paquete. “esto te va a servi pa comenza de nuevo ¡Ahora, entrégamela!” obedeció al comando, pasando el cuerpo a sus brazos. “¡no hagas como la galena y haz caso! No me busque, no averigüe o terminara como ella” La bruja se levantó dejándolo a él en el suelo. Stear la siguió con la mirada, ella seguía avanzando hacia la luz del naciente día. El sol brilló con fuerza en la fría mañana, cegándolo por un momento. Cuando pudo ver con normalidad de nuevo, ya no había nadie en la calle. Con rapidez deshizo el envoltorio del paquete que aún tenía en mano, dentro de este dinero y un nuevo documento de identidad. Se pellizcó un par de veces, pues todo parecía inverosímil, más parecido a una pesadilla que una realidad. Su mente científica buscaba respuestas negándose a todo lo que presenció y vivió, pero no tenía, literalmente, ninguna explicación. Se dio impulso para mantenerse en pie una vez más. Ya no era el chiquillo soberbio que alguna vez se enlisto en el ejército pensando que lo sabía todo, que entendía más que el resto. Su antigua vida le había dado un golpe de humildad. Ahora, que tocaba el suelo una vez más, habría de cambiar, no iba a desperdiciar el regalo de una nueva vida, que Patricia le acababa de dar.
Retornó a Chicago, pues le daba la seguridad del hogar. Pensó en buscar a su familia, en especial a su hermano. Pero cómo explicar la brecha de sus edades en la actualidad si ni él mismo sabía la verdad. Con dolor, decidió abandonar la idea. Se hizo de una pieza, y un trabajo temporal como mesero en un restaurante. Y estudiaba en su tiempo libre, pues quería entrar a la universidad.
Paseaba un día por el parque cuando lo divisó, un chico que era el vivo retrato de su hermano. Lo siguió sin pensar ni calcular sus acciones, chocando con el muchacho a la vuelta de una esquina, pues este había decidido volverse a último momento, cayendo ambos estrepitosamente.
“Aaahhh” se sobaba la cabeza. “Siempre tan atarantado…”
“¿Te conozco acaso?” le respondió el muchacho mientras hacía lo mismo.
Stear se quedó helado, había hablado de más. Se puso rápidamente de pie, extiendo su mano hacía la réplica de su hermano. “Lo decía por mi… Perdona, no te vi”
El chico aceptó su mano sonriendo. “No es problema” se sacudió las ropas. “Mi madre me dice lo mismo. En eso salí a mi padre… Archibal Cornwell, un gusto. Y perdona” dijo al tiempo que estrechaba la mano de Stear.
“Patrick O´Brian” dijo con dificultad. Si tan sólo le hubiera sido permitido escoger su nuevo nombre, este le parecía de una crueldad increíble por parte de la extraña mujer.
“¿Cómo el novelista?” preguntó Archie divertido.
“No le conozco” se encogió de hombros.
“¡Te va a encantar! ...”
Desde ese momento comenzó una linda amistad con su sobrino. A razón del mismo había decidido inscribirse en la escuela de abogados en la universidad de Chicago dejando las ciencias atrás. Como se había planteado, debía cambiar. Con el paso del tiempo se fue acostumbrando a su nuevo nombre, ya no dolía como al principio cuando le llamaban.
Si bien era el mismo retrato de su padre, Archie Jr. tenía la gentileza y dulzura de la madre; y gracias al cielo gustaba más de las artes y las letras, que de los trajes. En varias ocasiones le había invitado a su casa en Kenilworth, que, según pudo averiguar era el nuevo sector preferido por las familias de alcurnia de la ciudad. Todas, y cada una de ellas, se negó. Temía que su hermano o su cuñada terminar por reconocerle.
“¿Hasta cuando vas a decir que no?” le dijo un día Archie notoriamente molesto. “Tener dinero no es lo mismo que tener lepra” apuntó
“No seas injusto, no tiene nada que ver con eso” Sacaste de mi hermano el genio de mierda. No pudo evitar sonreír.
“Ahora te burlas” acusó
“De ninguna manera…” Estaba asustado, había estado esquivando esta situación por lo menos dos años. “Esta bien, esta vez te acompaño…” Su sobrino saltó feliz abrasándolo.
Trato de mostrarse tranquilo durante el camino. Mientras Archie manejaba, le llenaba de historias de infancia, que le ayudaron de cierta forma a distraerse. Además de informarse, de manera bastante escueta, acerca de la vida de sus parientes. Pero después de un momento se vio nuevamente inmerso en sus pensamientos.
“¡Patrick!”
“Perdona ¿me decías?”
“Sabía que no estabas escuchando…” hizo un mohín.
Definitivamente, igual a mi hermano. “No te enojes ¿y sigue contándome…?” le suplicó.
“Te contaba, que mi madre había dicho que tendremos más visitas en casa…” lo miró pícaramente. “Mi prima, bueno en realidad no es mi prima consanguínea, su madre es hija adoptiva de la familia. Eso ya lo sabías… Pero no viene mi tía, así que no te hagas ilusiones” le guiño un ojo.
“¿Por qué me dices eso? ¿Qué estás insinuando?”
“Patrick, desde que te mostré esa foto antigua de la familia, no dejaste de preguntarme por ella… Además, ahora estas todo rojo” se carcajeo. “No te culpo, yo también me sentí atraído por ella cuando era pequeño” le confesó. “Se acerca el cumpleaños de mi padre, mis tíos no podrán venir, pero envían a mi prima que además es ahijada de mis viejos, así que se queda por un tiempo…”
“¿Qué es lo que te preocupa? Ahora tu eres el colorado” río.
“No la veo desde que éramos pequeños. Londres es tan aburrida, evité ir en cuanto tuve edad para negarme…”
“¿Y? ¿cuál es el punto?”
“¿Qué tal si es tan linda como mi tía? no podré ponerle las manos encima”
“¡Archieee! ¡Tienes novia!” se revolvió inquieto en el asiento. “Y tú mamá jamás lo permitiría”
“Pero tú podrías” resolvió riendo nuevamente.
Como había imaginado, su presencia había impactado a su hermano y cuñada. Annie había reventado en llanto, por poco y se desmaya. Archie Jr. No entendía nada, fue su padre quien le hizo ver el enorme parecido que Patrick tenía con su difunto tío. Stear tuvo que mantenerse en su papel, incólume, como si nada de lo que estaba sintiendo o presenciando le estaba haciendo daño. Una vez pasado el primer impacto, comenzaron los interrogatorios. Pero él se había preparado desde que había aceptado la invitación de su sobrino. Un guión muy bien armado.
“¿Acabo el interrogatorio?” dijo Archie Jr. Molesto. “Perdónalos, no es su intención hacerte sentir incómodo” les dio una mirada asesina. “De no ser tan distraído, y de haberme dado cuenta del parecido, jamás te habría traído”
“Te ofrecemos nuestras disculpas Patrick” dijo extendiendo su mano. “es que el parecido es extraordinario” sonrió.
Stear tomó su mano con un enorme nudo en la garganta. Tenía tantas ganas de decirle la verdad, de abrazarle, de contarle. Pero las palabras de la bruja aparecían en su mente, taladrándole “Nunca ha sio bueno sabe demasiao”
“No se preocupe” le correspondió la sonrisa mientras apretaba la mano de su hermano.
La velada pasó con tranquilidad, por lo visto su historia había sido creíble. Al día siguiente ambos jóvenes bajaron tarde a desayunar.
“¿Y papá?” preguntó Archie. “¡Mamá!”
Annie parecía despertar de un sueño al llamado de su hijo, excusándose con un gesto ante Stear. “Es que eres tan parecido, si mi amiga Patty te viera…” ese comentario le había dolido.
“¡Mamá!”
“Perdón… fue por tu prima, temprano, al aeropuerto”
Después de unos momentos, se sintió un revuelo en la entrada, Annie salió volando del comedor a ver que pasaba, detrás de ella salieron los muchachos. Stear dejó a su sobrino ir delante, comenzó a sentirse nervioso nuevamente, su estómago se retorcía. Se recriminó internamente, debía estar tranquilo, esta chiquilla de él nada sabía. Estuvo, nuevamente tan distraído, que la escena ante él había pasado desapercibida. Cuando se concentró en el ahora, una rubia chica la daba la espalda. Annie, Archie y su sobrino frente a ella, le saludaban haciendo fiesta. En eso su sobrino le miró, sonriéndole pícaramente. “Prima, te presento a mi amigo Patrick O’Brian” dijo apuntando hacia donde estaba. Se quedó de una pieza, era casi idéntica a ella, sólo que distinto peinado y unos ojos zafiros, enormes y penetrantes, lo que le alegró el alma, al adivinar quien era el padre.
“Candice Grandchester… un gusto”
CONTINUARAAA... O MEJOR DICHO EN EL SIGUIENTE ACABA XD