Terrence tenía, por un lado, una vida tranquila y llena de logros, y a la vez excitante como profesor de literatura y por supuesto, por qué no decirlo, mujeres, de la cuales no tenía que mover un dedo para que se desnudaran ante él, solo tenía un límite, no se metía con alumnas, y digo tenía, eso fue antes de conocer a Candy White; de ahí en adelante su mente lucharía contra la razón, ética, lujuria y el amor.
¿Quién ganará?
–¡Por Dios voy tarde! y es mi primer día, ¿dónde es mi clase? –Candy revisa su portafolio nuevamente –¡Ah sí, salón 101, ¡rayos! ¿Por qué elegí venir en falda formal y tacones en mi primer día? - Candy estaba tan apurada que no vio cuando 2 jóvenes se acercaron curiosos al verla maniobrar en el piso resbaladizo.
–Oye te podemos ayudar mira que nosotros somos leyenda aquí
-Eh, no gracias –respondió Candy
-Oh mira Neil, otra niña pupi que se cree más que nosotros ¿le enseñamos?
–Por supuesto Carl
Al ver que su acompañante sonreía y asentía maliciosamente ella dio un salto atrás para alejarse de ellos y fue cuando chocó accidentalmente con alguien… sus libros salieron volando por todos lados y a punto estuvo de caer, pero unos fuertes dedos tomaron su mano y le dieron equilibrio, al ver con quién chocó la chica, los dos hombres salieron huyendo para evitar problemas.
–¡¡¡Cuidado!! –Dijo el desconocido –¿Te encuentras bien? - cuando ella volteó, descubrió un rostro que pudo haber sido esculpido en mármol, su mandíbula casi llegó al suelo y ha perdido la capacidad de hablar –¿Se hizo daño?—repite el desconocido, con dificultad Candy sale de su estupor
–Ehh sí, sí estoy bien, afortunadamente no hay nada que lamentar excepto el tropezarme contigo, disculpa por favor.
El desconocido sonrió y nuevamente Candy se quedó embobada, él la levantó tan fácil como a una pluma, y es cuando ella tomó ventaja para inspeccionarlo
Ufff Unos hombros anchos resaltan y sus bíceps se marcan en su traje muy a la moda, del cual solo pudo imaginar su gran torso; su mirada descarada baja hasta sus pantalones donde unas piernas muy fuertes, o por lo menos eso le parecía, se plantan frente a ella de una manera imponente, una vez de pie lo mira de frente, ¡¡¡madre mía!!! su rostro es aún más hermoso, cabello castaño, sedoso, ojos azules tan profundos como el mar, piel blanca, labios bien definidos, en definitiva, ¡¡¡un rostro hermoso!!!
Esto último se escapó de sus labios, él le dio una mirada seductora mientras su sonrisa de medio lado se alzaba delante de ella dejándola sin aliento, ella se dio cuenta de su indiscreción y su rostro se ruborizó.
–No te preocupes, no hay nada roto o dañado. –Dijo el desconocido para liberar la tensión que ella se veía a leguas tenía.
—Eso es bueno, me sentiría terrible si te hubieras ensuciado por mi culpa.
–No te preocupes. Vi cómo esos dos jóvenes se acercaron a ti, ya han provocado incidentes con diferentes personas y quería ver que estaba pasando.
–A veces pienso que los hombres nunca madurarán, parecen no haber salido de la preparatoria –Candy se dio cuenta de su afirmación y volvió a mirarlo para aclarar – no todos, claro está.
–Gracias- responde el desconocido- es bueno saber que no me incluyes en esa categoría, por cierto, soy Terry- dijo este extendiendo su mano - ¿y tu nombre es?
–Candy- dijo ésta estrechando su mano, sintiendo un cosquilleo extraño en su interior, algo que nunca antes había sentido.
–Lindo nombre –contestó el castaño—Candy sintió de nuevo sus mejillas arder –Sabes justamente quería tomar una taza de café al salir de aquí, ¿quisieras acompañarme? – por poco y se salen sus ojos de órbita.
–Por supuesto lo haría si tuviera tiempo, pero voy tarde... ¡¡¡tarde!!! Dios voy atrasada para mi clase y en mi primer día … ¡lo siento debo irme Terry!
–Tranquila yo también voy tarde para la mía todos llegan tarde el primer día, qué te parece si nos encontramos en la cafetería a la 1 en punto y tomamos ese café con tranquilidad
Candy lo miró perpleja, pero no tuvo que pensar mucho, con un tímido sí, y un gesto de su mano se despidió de él y se dirigió a su salón.
—No lo puedo creer - se decía Candy al llegar al salón 101-no llevo ni 20 minutos aquí y ya tengo una cita ... porque es una cita ¡o no!, después de todo coqueteó conmigo– Candy se dirigió a la fila de enfrente, siempre hacía lo mismo desde la prepa. Uno a uno fue llegando, distintas personas que saludaban cordialmente y unas chicas muy agradables tomaron asiento junto a ella y se presentaron.
–Hola soy Anne y ella es Paty, eres nueva ¿cierto? – Candy se sintió fuera de lugar era claro que estas chicas ya llevaban un tiempo en está academia –tranquila se lo que estás pensando, pero es q hemos cambiado de carrera tantas veces que ya nos conocemos la academia de arriba abajo, hasta que por fin dimos con lo que nos gusta y apasiona.
—¿El profesor Grandchester? -preguntó Paty de manera jocosa; Anne le dio una mirada suspicaz
– A parte de él –ja, ja, ja rieron las 2 sin Candy entender- lo siento es que ya lo verás cuando entre, el profesor Grandchester hace que hasta la más virginal pierda el sentido. Aunque nunca se digna a mirarnos más allá de ser sus alumnas, nunca está de más seguir tratando, aunque sea un imposible.
–O sea que sólo te interesa él- preguntó Candy incluyéndose por fin en la conversación.
–No, es muy guapo ... bueno, guapo no es la palabra que busco, de hecho, no existe la palabra correcta para definirlo ahhhhh- un suspiro salió de las 2 jóvenes que le hacían compañía. Siguieron hablando de trivialidades hasta que sintieron que todos tomaban asiento y se abrió la puerta para dar paso al hombre que estaba ocupando los pensamientos de Candy. Pero más fue su sorpresa al ver que no se sentaba a su lado, sino que tomaba asiento en la silla destinada al profesor, cuando sus ojos se encontraron hubo una tremenda sorpresa para los dos, fue entonces cuando Candy supo, en ese mismo instante, que él estaba fuera del alcance. Las relaciones entre docentes y alumnos están prohibidas.
Terry no lo podía creer, había coqueteado con una alumna y eso estaba muy mal, y ahora esto se había vuelto incómodo, ¿cómo iba a explicar su comportamiento? ¿y si lo tomaba a mal y si se quejaba con los directivos? Debía solucionar esto de inmediato.
Para ser justos él pensó que era una ejecutiva o una maestra nueva en la academia, pues su porte profesional no ameritaba menos que eso, fue una sorpresa la que se llevó cuando la vio sentada en primera fila en el salón. No había marcha atrás debía hablar con ella al finalizar la clase y clausurar ese tema para siempre.
Candy pasó la mayor tiempo de la clase posando sus ojos en su agenda, tratando inútilmente de tomar notas, no dejaba de pensar en el error tan grande que había cometido y ni siquiera podía mirarlo a los ojos, pues cuando lo intentó, vio en ellos una seriedad y frialdad impenetrable –
–Seguro está avergonzado por pensar que me coqueteó a mí, una simple alumna. ¿Por qué no se me pasó por la cabeza que pudo haber pensado que era otra maestra más? Tonta de mí, jamás un hombre como él miraría tan abajo.
Al terminar la clase todos salieron apresurados y el profesor le pidió un momento.
–De seguro se dio cuenta que no pusiste atención– dijeron Anne y Paty, y dándole ánimos la dejaron sola con Terry diciéndole que la esperarían en la cafetería.
Cuando el salón quedó vacío, él se apresuró a hablar.
–Esto es bastante incómodo, Candy, yo no quería –Candy lo interrumpió.
–Sí entiendo, no se preocupe profesor Grandchester, no soy tonta, ya intuí que se equivocó y que asumió que era otra persona. Sé que no volverá a suceder, así que será mejor que me vaya- el corazón de Candy se arrugó mientras llegaba a la puerta, se giró nuevamente y le dijo- sabe, aunque sé que sería inapropiado decir esto, me gustó que un hombre tan inteligente fuera tan amable conmigo.
Terry no pudo más que sonrojarse y ver cómo, irremediablemente, Candy salía del salón cerrando la puerta tras ella y él no podía más que querer ir tras suyo y detenerla.
Al otro lado de la puerta, una Candy algo avergonzada se tocaba su rostro, no podía creer lo que le había dicho al profesor. Miró por la ventanilla y éste estaba muy sonrojado y eso encendió algo en ella
–Al diablo con todo, ese hombre está como quiere y sé que le intereso, estoy harta de vivir esperando un cuento de hadas, quiero ser escritora, así que escribiré mi propia historia, una historia prohibida, vamos a ver cuánto puede soportar mi querido profesor.
Y con una sonrisa, Candy se dirigió a la cafetería.