Cautivada por tu Amor
Por Mayra Exitosa
Capítulo Uno
La institutriz
Había quedado ya sin posibilidades económicas, solo le quedaba dar clases a los hijos de aquellos que podían requerirla, ya no había dote, no tenía nada, las deudas los había sobre pasado y siendo ahora sola, la casa pasaría a ser de su primo varón más allegado.
--- ¿Qué harás ahora prima?
--- No lo sé, nunca me vi en una situación semejante. Más una de mis amigas me recomendó con el Duque de Grandchester para darle clases a su sobrina. Al parecer la niña es inquieta y requiere de atenciones.
--- Supongo que ya no te veré.
--- No. Ya no lo harás Robert. Ya no tendrás que cargar más tiempo conmigo.
--- No lo veas así, es solo que…
--- No te preocupes, ya conseguí trabajo y te agradezco tus atenciones en estos días.
Candy había sido rechazada por su falta de fortuna. Cuando todo lo tenía, había pretendientes haciendo fila, pero habían caído en desgracia y las cosas no marchaban bien.
La guerra había arrojado a soldados mal trechos y mutilado a muchas familias con ello, ahora le tocaba cuidar de la sobrina del Duque, al menos tendría donde vivir y comer, y no estar con la presión de su primo que solo deseaba la casa en la que ella había nacido, ahora que pasaba a ser de su propiedad, esa era la mejor recompensa de haber nacido hombre.
Su equipaje y el carruaje que se habían servido mandar por ella, llegaba aquella mansión, que en cierta forma se veía tétrica por cierto abandono. Se sabía que los padres de la niña habían muerto por la peste negra y la pobre solo tenía a su tío, que había vuelto herido de una lesión en su rodilla y usaba un bastón. La llegada de ella era esperada por días, la niña estaba encerrada y discutía por salir e irse a buscar a sus padres. Sentía que la habían robado y estaba ahí en contra de su voluntad. Al llegar no podía creer de la fantasía que poseía la pequeña al no querer reconocer que sus padres habían fallecido y que no deseaban abandonarla, sino que la vida así se los había puesto como una condena de la cual ya nada se podía hacer.
--- Buenas tardes, señor.
--- Es usted la institutriz que me recomendaron.
--- Si señor.
--- No parece una de ellas.
--- No me dedicaba antes a esto señor, es mi primer empleo, pero se que podré ayudar con su sobrina.
--- Eso espero.
La mirada intensa que le arrojaba aquel hombre la hacía temblar, era alto de cabello obscuro, se veía mal humorado y no dejaba de observarla como si con eso lograra intimidarla. No necesitaba tanto, más no podía hacer más, le había dicho que cenaría con él esa tarde y que le gustaba la puntualidad. Ella vestía en color pastel y el parecía ser todo lo contrario al lucir obscuro su traje y todo cuando lo rodeaba. Era un aura de energía que jamás se había sentido en el ambiente, pero él no tenía a nadie y la niña no podía acompañarlo, pues le odiaba y hasta le mostraba temor, al tener que llamarle varias veces la atención por su insistencia de escapar y buscar a sus padres.
La cena finalizo y ella deseaba escapar cuanto antes y alejarse de él, pero la llamo con media sonrisa, como si supiera que estaba ansiando irse.
--- Señorita Candice, acompáñeme al estudio y quédese un rato más conmigo, ¿desea beber alguna copa?
El tono enronquecido de su voz la puso en alerta, ese hombre la tenía cautiva, ahora viviría ahí mucho tiempo, mientras la pequeña se adaptaba y pudiera ser enviada a un colegio privado. Pero al mover el bastón y caminar con esa elegancia frente a ella, no le quedaba más remedio que quedarse con él, era su nuevo jefe, no pensaba que también tendría que lidiar con un hombre, no tenía experiencia alguna en esos menesteres y tener que estar cerca la ponía muy nerviosa y no sabía porque, ningún hombre le provocaba ese sentimiento de alerta que él lograba en ella.
Tomo lugar en un sillón de doble plaza que se encontraba en el estudio y el sirvió las copas para luego indicarle que tomara la suya, ella se puso de pie y se acercó hasta a él para tomarla y en ese acto el rozo su mano con la de ella, mostrando una sonrisa quizás un poco perversa.
Se fue hasta el sillón y tomo su bastón de nuevo mientras en la otra mano mantenía su copa, para sentarse casualmente en el único sillón junto a ella, cuyo espacio era como si estuviera hecho para estar muy juntos, su mirada con el fuego de la chimenea parecía hacer resplandecer llamas en ellos, dándole un toque de maldad mientras bebía y la observaba.
--- Y dígame Candice ¿Ha tenido algún pretendiente?
--- ¿Se burla usted de mí?
--- Por nada lo haría conscientemente.
--- Si tuviera un pretendiente o posibilidades de tenerlo, significaría que tendría una dote para ofrecerle, y sabe bien que, si he venido a trabajar con usted, es por mi falta de fortuna.
--- Ya veo, eso quiere decir que no ha habido nadie en su vida ni en… su...
--- ¡Señor! Permítame retirarme.
---No. No le permito que me deje solo, estoy bebiendo una copa y es muy descortés de su parte dejarme con la palabra en la boca. ¿Es acaso esa la educación que le mostrara a mi sobrina?
--- ¡Disculpe! Me alteré un poco, pensé que usted… se estaba burlando de mí.
--- Sé lo dije, conscientemente jamás lo haría, señorita Candice.
Ella bebió la copa y él le hizo una seña al mayordomo para que rellenara la copa de la dama, que ahora estaba tensa por estar tan cerca de él y que se había bebido la copa demasiado rápido.
El estaba contento, su copa seguía intacta, apenas y le había dado un par de sorbos, pero ver a la rubia lo había dejado suficientemente feliz, hacía tiempo que nada lo ponía tan deseoso de tener una mujer, como cuando la vio llegar, con su rostro angelical, su figura menuda y sus pechos untados en el talle de su vestido.
Continuará… en el Lado Rosa Obscuro
Última edición por Mayra Exitosa el Sáb Abr 03, 2021 4:02 pm, editado 3 veces (Razón : edicion)