Estoy muy contenta de participar en mi primera Guerra Florida. Doy gracias a mis queridas amigas las Amazonas de Terry por la invitación.
¡Dispuesta a hacer encender el cosmo por Terry!
Esta historia nace de mi loca imaginación, tratando de construir las cosas que pudieron haber pasado en el verano de Escocia, después de que Terry se ofreciera a ayudarle a Candy con las clases de música, antes de regresar al colegio en Londres.
Espero les guste
Introducción
En un hermoso lugar en los bosques de Escocia, se encontraban dos jóvenes sentados en una gran alfombra a los pies de una cálida chimenea, en una antigua villa, propiedad de una de las más antiguas familias de Inglaterra.
El joven miraba con atención a la hermosa jovencita de cabellos rubios que se encontraba a su lado, mientras las llamas se reflejaban danzando en su rostro cubierto de pecas. Al sentir su pecho lleno de una inexplicable calidez, sintió la necesidad de tenerla más cerca. Alargó su mano hacia ella, pero se arrepintió al instante. No es que no deseara hacerlo, pero no quería incomodarla al expresarle sus sentimientos.
Ella, comenzó a contarle acerca de la gran presión que sentía por convertirse en toda una dama al estudiar en el colegio, para poder agradecer de esta manera a la persona que la había adoptado. Le confesó, que, aunque se esforzara más de la cuenta en sus estudios, no podía seguir el ritmo a sus compañeras en cuanto a las clases de música. Terry al observar que el semblante de ella había cambiado por una gran preocupación, trató de alentarla.
*Fragmento de CCFS
−Debes estudiar sin tener prisa, tomándote tu tiempo.
−Pero si no me apuro, el tío abuelo podría morir.
−¿Es tan viejo?
−Nadie lo ha visto nunca, por lo que son solo rumores, pero parece que tiene una edad muy avanzada.
−En este caso, entiendo por qué tienes tanta prisa.
−Por supuesto, si hubiera un buen maestro dispuesto a darme clases particulares de piano, sería para mí una gran ayuda – Dijo Candy, mirándolo juguetonamente a la cara.
El joven estalló a reír y le dio una palmadita en la frente.
−Si te conformas conmigo, estoy disponible. ¿Es lo que querías escuchar?
−¡Exactamente! – respondió ella con una brillante sonrisa.
Reprimiendo el impulso de atraerla hacia sí para abrazarla fuerte, Terry se levantó. El fuego de la chimenea ahora se estaba apagando e incluso sin que ellos se dieran cuenta el sonido de la lluvia había cesado. A través de los postigos rotos se filtraban ahora los luminosos rayos del sol.
−Si te parece bien, será un placer echarte una mano, Tarzán pecosa – Dijo el joven, haciéndole una cortés reverencia.
−No me ha gustado mucho el final de la frase, pero lo importante es que tú te has ofrecido a ayudarme −dijo Candy, y al ponerse de pie terminó por pisar el borde de la bata.
Riéndose, Terry comentó divertido −Ciertamente no te queda bien.
−¡Vas a ver que un día me convertiré en una chica que pueda llevar incluso una hermosa bata como ésta! –Le respondió con tono afectado.
−Eso es imposible. −Dijo el muchacho riendo, y se dirigió hacia una habitación al fondo del pasillo
Preocupada por arruinar la bata de seda blanca de Eleanor Baker, Candy se la quitó y la dobló cuidadosamente.
– Aquí está la sala de música. Hay tanto un piano, como un arpa.
Terry apoyó su mano sobre una puerta rodeada de diferentes estanterías para libros. Llegando tras de él, Candy los exploró con la mirada.
−Terry, ¡Son todas obras de teatro! ¡También están las obras completas de Shakespeare!
−Así es.
El joven se detuvo y tomó uno de los volúmenes, pero lo repuso un momento después.
Antes de que se fuera su madre, Eleanor Baker, le había propuesto irse con ella a América para estudiar actuación.
Tal vez aquella mujer había sentido en su corazón que su hijo tenía un profundo interés por aquel mundo.
El que era antes tal vez la hubiera seguido. Antes de conocerte, Candy.
La observó mientras ella estaba admirando con ojos de adoración aquella multitud de libros.
Sintió que había encontrado algo que lo cautivaba más que la actuación.
−El piano está por aquí – le dijo. Terry
se prometió vivir plenamente ese precioso verano que pasarían juntos.
−¡Es fantástico! ¡Parece justo como la sala de música del colegio! − exclamó alegremente Candy en cuanto cruzó el umbral de la habitación.
En torno a un gran piano de cola había un clavicordio, un arpa y varios estuches de violines de diferentes tamaños, colocados aquí y allá.
−Debe haber una gran cantidad de polvo, ya que nadie entra más aquí. Candy ¿Te importaría abrir la ventana?
Quitándole el polvo, Terry abrió el piano, mientras la muchacha se disponía a abrir ambos postigos.
La habitación se inundó del olor de la hierba después de la lluvia y del azul del cielo que se había tornado claro de nuevo, después del aguacero.
De repente, Terry empezó a tocar una alegre y rítmica melodía.
−¿Cómo se llama esta pieza? – preguntó Candy, colocándose detrás de él. Mientras continuaba deslizando los dedos sobre el teclado, el muchacho se giró con aire irónico y le respondió:
−Es una improvisación. El título es "Tarzán pecoso y la monita"
−¡Oh, basta, Terry! Candy le dio un ligero empujón, pero él reaccionó teatralmente y se dejó caer al suelo, arrastrando la silla con él. El aire se llenó con sus risas.
Empieza la narración del Fic
CAPITULO I
–¡Eres insoportable Terry! – dijo Candy fingiendo molestia por la broma que le había hecho el joven, pero a su vez tratando de reprimir las risas que ya salían de su garganta. Se acercó a él para ayudarlo a levantarse.
–¿Acaso no te ha gustado mi composición? – le preguntó, divertido con toda la escena y las muecas que la joven hacía.
–¡Por supuesto que no! sólo estás burlándote de mí – le dijo Candy, fingiendo indignación y cruzando sus brazos en señal de desaprobación.
De repente los jóvenes escucharon un ruido a lo lejos, como una puerta cerrándose fuertemente. Por instinto Candy se puso al lado de Terry y se aferró a su brazo.
–¿Has oído eso, Terry? – le preguntó Candy, un poco asustada.
–Si, espera aquí – le pidió el joven, con semblante preocupado.
–No, yo voy contigo – le respondió inmediatamente, sin soltar su brazo.
Terry trató de mostrarse sereno para no asustar a la joven, ya que él, también había oído perfectamente el sonido en toda la habitación. Tomó una pieza de metal que estaba junto a los instrumentos musicales, la cual pensó que podría servirle de protección en caso de que alguien hubiera entrado a la residencia.
Caminaron sigilosamente hasta entrar a la habitación donde habían estado antes, junto a la chimenea. El joven revisó lenta y cuidadosamente el lugar y se dio cuenta que no había nadie.
–Espérame aquí – le pidió Terry cuando se internó en las habitaciones más alejadas del edificio.
Candy soltó su brazo, casi a fuerzas. Lo observó perderse por el gran pasillo, lamentándose después por no haberlo acompañado, ya que el temor crecía dentro de ella al ver que Terry tardaba en regresar. Cuando lo vio entrar de nuevo después de unos minutos en donde ella se encontraba, soltó el aliento.
–No hay nadie. Creo que sólo ha sido el ruido de los postigos por el viento – dijo Terry, finalmente cuando llegó a su lado
–¿Estás seguro? Este lugar es tan enorme que el sonido pudo venir de cualquier parte – preguntó Candy, impaciente y no satisfecha ante el fuerte ruido que habían escuchado.
–¿No me digas que sigues teniendo miedo desde que viste a aquel tigre disecado? ¿Es que realmente crees en los fantasmas? - le preguntó Terry, riendo y burlándose de ella.
–¡Claro que no! – contestó inmediatamente la joven – …Es sólo que… me preocupa que alguien entre a este lugar y más si estás tú solo. Es un gran edificio y está muy alejado del resto de las demás residencias. Alguien podría hacerte daño – le confesó preocupada y un poco sonrojada por su declaración.
Cuando la joven terminó de decir aquello, el rostro de Terry se relajó y dejó de reír. La miró fijamente a los ojos, Candy lo hizo también. El joven se había enternecido al saber que ella se preocupaba por él.
–No tienes nada de qué preocuparte pecosa. Tengo varios años viniendo a esta villa cada verano, no me pasara nada – le dijo, con una encantadora sonrisa queriendo confortarla.
Candy con su rostro enrojecido por la reacción de Terry, asintió y le sonrió también. Empezó a sentir que su corazón empezaba a latir a toda velocidad. A su mente vino, lo que había pensado momentos atrás cuando se encontraban sentados junto a la chimenea, Terry le gustaba, le gustaba mucho. Aquella sensación le invadió completamente el pecho y sintió un fuerte nerviosismo recorrer su interior. Por lo que al no saber cómo reaccionar ante lo que sentía, pensó que tal vez era tiempo de regresar a la residencia de la escuela de verano.
–Bueno, creo que tengo que irme, ya casi es hora de la cena y debo llegar a tiempo a la escuela, si es que de verdad no quiero que las monjas pierdan el buen humor que extrañamente han tenido durante estos días – dijo Candy, sonriendo un poco nerviosa.
Terry quien la miraba fijamente, le dedicó una tierna sonrisa. Él también había sido atrapado en aquella atmosfera romántica que se había apoderado de ellos en ese momento.
–Está bien, te acompaño.
–No, no te preocupes. Puedo ir yo misma.
–Claro que iré contigo, no pienso dejarte ir sola, no después de los ruidos que hemos escuchado – le dijo el joven, sin dar lugar a alguna negación por parte de la rubia.
–¿No has dicho que sólo ha sido mi imaginación? – le preguntó Candy, poniendo sus manos en la cintura y retándolo con una sonrisa.
Terry le regresó la sonrisa de la misma forma en que ella lo hacía.
–Quiero descartar todo riesgo, aunque haya sido todo, tu imaginación. Además, “deseo” acompañarte – le dijo, con su sonrisa seductoramente de lado y con tono más galante de lo normal, haciendo énfasis en la última frase que había mencionado.
Candy comenzó a ruborizarse de nuevo, al escuchar como Terry ponía principal atención a la palabra “deseo”. Al no saber que responder, asintió ante lo que el joven le había dicho. Además, ella también deseaba que la acompañara durante el tiempo que le quedaba en su tarde libre.
El tan solo hecho de pensar que iría acompañada del joven hasta llegar al colegio, hacía que su corazón latiera aún mas de prisa.
Ellos no lo supieron entonces, pero el ruido que habían escuchado momentos antes no había sido producto de su imaginación, ni a causa del fuerte viento; sino que efectivamente, una persona se había internado en la residencia y había salido como un rayo de ella tiempo después. Por lo que era inevitable no oír el portazo que dio al salir del edificio.
Había sido la misma Eliza. Quien preocupada al ver que Terry no había asistido a la fiesta, la cual había organizado en su honor, decidió ir a buscarlo a su villa. Impaciente, quería conocer la razón por la cual el joven no se había presentado a la reunión, ella pensaba que tal vez había enfermado, si no, no había faltado a la cita sin avisar.
Entró al edificio al ver que la puerta principal estaba abierta, y recorrió el oscuro pasillo. Desde una de las últimas habitaciones había oído provenir el sonido del piano y de alegres risas, entonces se había dirigido en aquella dirección.
Al llegar a la puerta de la habitación de donde provenían aquellos ruidos, no pudo dar crédito al espectáculo que presenciaba y con los ojos ardiendo de ira y escondida en las sombras, fue invadida por tal furia que le pareció casi que iba a vomitar el corazón. Sobre todo, al ver el momento en que los dos jóvenes reían, cuando Terry tocaba el piano y bromeaba con Candy en la sala de música.
Vociferando maldiciones en contra de la joven rubia y mordiendo fuertemente sus labios, salió del lugar llena de una furia incontrolable, no sin antes jurar que se vengaría de ella por haberle robado la atención del joven inglés y se prometió a sí misma que no le dejaría jamás a Terry.
Los jóvenes se dirigieron al lugar donde se encontraba el caballo que Terry había dispuesto para ir a la fiesta blanca, horas antes.
–Te ayudaré a subir – le dijo el joven, y como todo un caballero, la tomó por la cintura con extremo cuidado, mirándola a los ojos mientras lo hacía. Candy sintió como las manos de Terry la ponían suavemente en el asiento y sintió su piel estremecer. Después de eso, subió tras ella y dio paso al caballo.
Mientras salían de la villa Granchester, Candy sentía que su cuerpo se hacía cada vez más liviano. Pensaba en la cercanía de Terry, realmente se sentía atraída por él, más de lo que ella hubiera querido.
Terry aún llevaba el fino traje blanco que se había puesto para asistir a la fiesta a la que Eliza lo había invitado. La joven pensaba que, vestido de esa forma, se veía tan apuesto y varonil, mucho más que de costumbre. Además, debido a lo cerca que iba de ella, podía percibir su perfume, el cual se mezclaba con la humedad del bosque. Aquello la hacía sentirse sumamente extasiada como si estuviera flotando en una nube.
–Lamento que te hayas perdido la fiesta de Eliza. Seguramente debió organizar un gran banquete, ya que al parecer eras su invitado de honor. – Ante lo que había dicho Candy, Terry sólo quedó en silencio sin expresión alguna. Al darse cuenta de que el joven no decía nada, ella prosiguió – En cambio, fuiste arrastrado a comprometerte a darme clases de piano - dijo Candy, sonriendo y con un tono travieso.
–De haber sabido que algo así pasaría, creo que hubiera preferido ir a esa aburrida fiesta - dijo el joven, con un tono seductoramente sarcástico.
Candy lo escuchó seguro de lo que decía, pero sabía que estaba bromeando. Así que continuó con la conversación.
–Aun puedes arrepentirte de eso, no tienes porque que sentirte comprometido conmigo – le dijo la joven, siguiéndole la corriente, pero esperando que contestara que realmente deseaba darle clases, o más bien “estar a su lado”.
Terry se dio cuenta de la reacción de Candy, y pensó en seguir con ese juego de palabras que él tanto disfrutaba.
–Un caballero no falta a su palabra. Si he dicho que te ayudaré con las clases de música, eso es lo que haré – le respondió el joven, conteniendo una sonrisa, mientras miraba la pequeña nariz de Candy y todas esas pequeñas manchas dispersas por todo su rostro, que, a él, le atraían tanto.
–No tienes que ser un caballero conmigo, ya que no soy en sí una dama, tú mismo has dicho, hace unos momentos en la villa, que no me imaginas como una en el futuro – le dijo Candy fingiendo indiferencia.
–Un caballero cumple su palabra con quien la dé, ya sea una dama, un hombre o un Tarzán con pecas – dijo con su peculiar tono sarcástico y galante.
Candy quien miraba hacia el frente, al escuchar lo que había dicho el joven de forma tan desenfadada, volteó su rostro hacia él. Terry comenzó a reír ampliamente al ver como la cara de ella había enrojecido y fruncia el ceño.
–Eres un maleducado. Tampoco creo que tú seas algún día un verdadero caballero – le dijo con tono molesto, pero deleitándose con la perfecta sonrisa del joven. A pesar de que la había hecho enojar, su corazón latía fuertemente al escuchar el sonido de su risa y su voz, sobre todo al mirar esos sinceros ojos azules que ella pensaba, podían ver a través de su alma.
–No te enojes. Sabes que, si lo haces, tus pecas se marcarán aún más – le dijo, sacando a Candy de sus pensamientos, mientras ella lo seguía mirándolo fijamente. El joven prosiguió con su plática – Pero pensándolo bien, puedes seguir haciendo esas muecas, ya que como te lo he dicho, realmente me gustan las pecas – concluyó, mirando aún con más intensidad los ojos de la joven.
Candy sintió que en ese momento podría desfallecer, al escuchar nuevamente de los labios de Terry, que a él le gustaban las pecas, sus pecas.
Su corazón seguía golpeando fuertemente su pecho y sin saber cómo responder a lo que le había confesado el apuesto joven, dirigió nuevamente su vista al frente. No podía decir nada más, no podía actuar frente a Terry en ese momento. Se daba cuenta que, cada vez con más facilidad, el joven lograba desarmarla por completo con sus repentinas confesiones.
Pasaron algunos minutos y ninguno de los dos jóvenes decía nada. Candy aún se sentía sonrojada. Por su parte Terry disfrutaba de esos silencios y el hecho que llevaba cerca a la mujer de la que sabía, se había enamorado.
El joven, pudo darse cuenta, que Candy se había molestado un poco por su comentario y después cambió su actitud, cuando él le había hecho un cumplido. Conocía perfectamente cómo esas cosas la sacaban de sus casillas. Sin embargo, no podía evitarlo.
Tener a Candy cerca, era una mezcla de emociones para él. Pelear, jugar y ahora en cierta forma, algo más que eso “¿coquetear?”. No, era algo más. Estaba empezando a decirle abiertamente a esa bella jovencita que se había apoderado de sus pensamientos, que le gustaba. Ya no sólo eran indirectas. Pero ¿no era ese su objetivo?
Cuando su madre lo invitó días atrás a ir a América junto con ella, él había declinado la invitación, y todo se debía a la hermosa joven que se encontraba junto a él. “No ahora” pensó en ese entonces. No ahora, que tenía podría estar más cerca de ella. Él mismo se había propuesto quedarse sólo por Candy. Quería disfrutar ese verano a su lado. Ya después vería que le deparaba el futuro.
A lo lejos pudieron divisar la residencia del colegio. Era tiempo que Candy bajara del caballo y se despidieran. Terry sintió como si en ese momento algo le estuviera siendo arrebatado. Y aunque él no lo sabía, Candy sentía lo mismo.
–Hemos llegado - dijo Terry y bajó del caballo, después ayudó a Candy a hacerlo también, con la misma delicadeza con que la había subido momentos atrás.
La joven lo miró a los ojos para despedirse.
–Gracias por traerme Terry – le dijo, con una tímida sonrisa. Se sentía más relajada, ya que gracias a que se mantuvieron en silencio durante la cabalgata, los latidos de su corazón habían disminuido su frenético ritmo.
–No es nada señorita, más bien fue un placer – le dijo Terry, con su bella sonrisa.
–Si claro. Sabrá Dios si eso lo dices en verdad o sólo lo haces por parecer un caballero – le dijo Candy, sonriendo coquetamente.
–¿Acaso no pueden ser las dos cosas? - le preguntó, sonriéndole de lado, respondiéndole de la misma manera en la que ella lo había hecho.
–Si tú lo dices – contestó la joven, haciendo una mueca en su rostro, dejando ver en claro su duda – Me voy entonces – prosiguió, deteniéndose a mirarlo un poco más y justo cuando iba a comenzar a emprender la carrera para llegar a tiempo a la escuela, Terry la tomó de la muñeca.
–Espere señorita. No hemos acordado cuándo serán tus primeras clases.
–Es verdad – recordó Candy.
–¿Qué te parece por las tardes después de que salgas de tus deberes de la escuela?
–Me parece bien ¿Esta bien por ti? – preguntó cortésmente la joven.
-Está bien para mí – respondió, luego añadió - ¿Estás segura de que está bien para ti? ¿No será que tienes otros planes con tus tímidas amigas y tus fastidiosos primos?
–No seas grosero Terry, tienen nombres; son Patty, Annie, Stear y Archie – le dijo la joven, cansada de que siempre llamara a sus amigos por sobrenombres.
–Está bien, como tú digas – contestó, levantando sus manos, divirtiéndose con la corrección de la joven. Ya que, aunque no parecía poner atención en esos detalles, sabía perfectamente el nombre y apellidos de cada uno de los amigos de Candy, pero se divertía llamarlos así sólo por el simple hecho de hacerla enojar.
Candy continuó.
–Bueno, la verdad es que siempre nos vemos después de clases, pero puedo hacer cambio de planes. Realmente necesito ponerme al corriente con las clases de música. Pero, dime ¿qué te parece si tal vez uno de estos días podamos divertirnos junto a ellos también? Te hace falta hacer más amistades – le sugirió Candy tratando de sonar convincente.
–¿Junto a tus inútiles primos que no pueden rescatar del lago a su prima? ¿O a tus amigas que de sólo verme tienen miedo? Olvídalo – respondió Terry, restando importancia a la petición de la rubia.
–¡Vamos Terry! No los conoces bien. Estoy segura de que cuando lo hagas cambiaras tu opinión acerca de ellos y también sin duda, a ellos les agradarás – le dijo Candy, mientras el joven la miraba atentamente pero no respondía, así que la rubia prosiguió – ¡Anda, di que sí! – le suplicó con una radiante sonrisa – Terry al no poder resistirse más a la encantadora luz que la joven emanaba, le sonrió también – Hazlo por mi – concluyó rogando, y él, se rindió.
Esbozando aún más su encantadora sonrisa, Terry se acercó un poco más a ella y tomó finamente su barbilla entre sus dedos.
–Está bien pecosa… sólo por ti. Es un hecho que no se te puede negar nada – le dijo con voz aterciopelada.
Al escuchar el tono con el que Terry le había hablado y sentir sus cálidos dedos sobre su rostro, Candy sintió sus piernas debilitarse y una fuerza recorrer todo su cuerpo. Su cara tomó un color aún más sonrojado, semejante al carmín, y mirándolo un momento, directamente a esos profundos ojos azules, sin saber que responder, dio ligeramente un paso hacia atrás.
–¡Perfecto!, está hecho ¿no es así? Ahora ya no puedes echarte para atrás – le dijo la joven, con el nerviosismo a flor de piel.
Ante la reacción repentina de la rubia, por la cercanía que él había propiciado, Terry sólo sonrió satisfactoriamente. La actitud espontánea e inocente de la joven, le llenó el corazón.
–Entonces nos vemos mañana – continuó diciendo Candy, alejándose y hablando sin parar – debes tenerme mucha paciencia en las clases o voy a gritar a los cuatro vientos que eres un pésimo maestro.
El joven, comenzó a reír para sus adentros, al darse cuenta de que Candy huía a toda velocidad con un ritmo totalmente alocado.
–Y yo espero que seas puntual y no te enredes en una de las ramas, Tarzán Pecosa – dijo elevando la voz, mientras la joven, se perdía entre unas pequeñas colinas que se encontraban delante de ellos.
Cuando Terry, la vio llegar a la puerta del colegio, se subió al caballo y emprendió el camino hacia su villa. Mientras se dirigía a su residencia, pensaba en los maravillosos momentos que empezaba a vivir ya, al lado de Candy.
Si. Disfrutaría al máximo los días que quedaban de las vacaciones junto a esa bella pecosa. Era ya una promesa que se había hecho a él mismo y al amor que empezaba a sentir por ella.
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Espero hayan disfrutado la lectura de este primer capítulo. Como yo disfruté al escribirlo.
Pronto viene el siguiente
¿Será Terry un buen maestro de música? ¿O Candy una buena aprendiz?
Gracias por leerme
Última edición por Rose Granchester el Mar Abr 06, 2021 8:17 am, editado 5 veces