Capítulo 3 - Narcisos Amarillos
Narrado por Terry
Ya han pasado varios días desde que la Pecosa entró al colegio y como predije, no ha parado de meterse en problemas, incluso está volviendo más loca a la Hermana Gray de lo que me imaginé. Sonrío, me encanta que sea tan libre, tan auténtica, tan salvaje.
Aunque he intentado hablar con ella, parece que entre Brower, el idiota que aún se cree su novio y el Inventor, siempre se las ingenian para mantenerla fuera de mi alcance.
Hasta mi supuesto mejor amigo ha comenzado a mirarme con advertencia, más ahora que anda pegado a los Cornwall como si fueran trillizos.
Tal ves sea mejor así, también me gustaba mi vida solitaria antes que Anthony apareciera.
Cuando he ideado finalmente un plan para verla, me pongo a fantasear en las cosas que quisiera hacerle cuando estemos solos.
Acostado en la hierba miro como pasan las nubes y me relajo disfrutando del dulce aroma de los narcisos amarillos.
De repente y como atraída por mis pensamientos, la Pecosa se tropieza contra mi zapato, cuando la veo cayendo, en un rápido reflejo la sostengo por la cintura y la acomodo convenientemente sobre mi cuerpo.
- Sé que soy irresistible, pero si querías estar sobre mí, bastaba con preguntarme... sin duda te hubiera dicho que sí - le digo mientras la miro a los ojos y le sonrío de lado.
- Ohmm - es el suave pero estimulante gemido que sale de sus labios cuando la presiono hacia abajo y siente el poder de mi excitación - Es que... me he tropezado por tu culpa.... No puedes tumbarte en la hierba donde nadie puede verte, como si... como si... fueras una piedra más en el camino... - trata de retarme pero su frase sale como si estuviera recitando un poema.
- Las piedras no pueden oler el perfume de los narcisos - le digo mientras subo mis manos y acaricio su espalda.
- ¿Qué...qué... pretendes? - sonrío por su tartamudeo, su cara sonrojada me confirma que lo está disfrutando.
- Quería verte y caíste desde el cielo, debe ser una señal - ella se lame nerviosamente los labios haciendo que mi mástil brinque ansioso. Luego instintivamente se mueve frotándose contra mi dureza, así que tengo que aguantar la respiración para aguantar un gruñido de placer.
- ¿Querías verme? - me pregunta, exhalo profundo para tratar de relajarme, si se mueve otra vez así, no podré contenerme.
- Sí, pero parece que tus primos no quieren que me acerque -
- Oh... yo pensé que... es que... Archie me dijo....bueno... que tenías novia - me río, aunque ahora mismo quisiera agarrar a ese maldito y estrangularlo con mis propias manos.
- Nunca he tenido novia - ella me mira incrédula - No miento, nunca me había enamorado... hasta que te conocí - le digo de manera tan directa que ella contiene el aliento.
- Seguro, eso le dices a todas - sonrío, mientras ella me quita la mirada.
- Es la primera vez que lo digo - le respondo, mientras la posición que tenemos no me deja pensar en otra cosa que no sea comérmela a besos y penetrarla hasta que me suplique por más.
- No te creo -
- Créelo porque es cierto y sabes que soy cruelmente sincero - le digo, mientras las ansias me ganan y me muevo un poco para frotarme delicadamente contra su cuerpo.
- ¿Qué haces? - me pregunta en medio de un jadeo.
- ¿Porqué? ¿te gusta? - ella no me responde y rápidamente trata de levantarse, pero mi pantalón toma vida propia y le impide separarse de mí.
- Creo que me quedé enganchada con algo - ni planeado me hubiera salido mejor.
- ¿Quieres que revise dónde es? - pregunto con inocencia, mientras ella parpadea varias veces con nerviosismo.
- No, no, intentaré soltarnos- ella comienza un vaivén constante que eleva mi deseo a niveles incalculables. Así que aprieto los ojos tratando de contener mis impulsos, cuando los abro miro sus esmeraldas oscurecidas y escucho unos pequeños y casi inaudibles gemidos.
- ¿Sientes rico? - le susurro con voz ronca.
- No sé qué es lo que siento - verla tan inocente y tan excitada por mi causa me hace perder el control, así que tomo su falda y la estiro hacia los lados, ella inmediatamente da un pequeño brinco de sorpresa.
- Déjame darte tu primer orgasmo- le susurro mientras acomodo su cuerpo en una posición donde tengo más control.
- ¿Mi primer qué? -
- Eso que sientes, puedo hacer que se magnifique hasta que explotes de placer y aún así dejar intacta tu virginidad - le digo mientras me acerco a su cabello para oler su aroma a rosas, luego empujo mi cadera para presionar su centro, lo que la hace gemir instantáneamente.
- ¿Qué me harás? - me susurra en el oído.
- Te tocaré con mis dedos - le digo roncamente.
- ¿Dónde? - pregunta en medio de un ronroneo, mientras nuestros movimientos ya comienzan a ser sincronizados, como si antes ya hubiéramos hecho el amor.
- Donde tu cuerpo quiere que lo toquen -
- ¿Y tú como sabes dónde es? -
- ¿Puedo tocarte? - le pregunto conteniéndome tanto, que estoy como en una especie de trance.
- ¿No perderé... mi virginidad?-
- Hoy no, aunque daría todo lo que tengo por hacerte mi mujer - declaro, nunca he dicho algo más en serio en mi vida, de repente nos quedamos en silencio, ella asimilando lo que acabo de decir y yo aguantando la tortura del erótico vaivén de su cuerpo.
- Confío en ti - me dice tan sensualmente que se me estremece la piel.
Luego ella instintivamente se frota fuertemente sobre mi pantalón, estoy perdido, si no me controlo podría hacerme eyacular en un par de movimientos más.
Decidido meto mi mano entre sus bragas y me deleito sintiendo su humedad, la reacción es tan intensa que gruño de satisfacción, nunca antes había estado tan excitado.
Ella trata de levantarse por la sorpresa de mi invasión, pero parece que es el botón de mi pantalón el que se ha enredado convenientemente entre sus bragas.
- Solo haré lo que quieras que haga - le digo para que se relaje, luego muevo mis dedos, haciendo que jadee largamente- ¿Sigo? - ella asiente cerrando los ojos, así que abro sus pliegues buscando el punto que le da placer, cuando lo encuentro lo toco suavemente.
- ¡Ah... Terry! - exclama, mientras me mete las uñas en la espalda.
- Disfrútalo Pecosa - comienzo un ritmo constante mientras sus gemidos y jadeos se hacen cada vez más profundos e intensos, de mi falo comienzan a escapar gotas de líquido preseminal, será un verdadero reto no terminar antes que ella. En un arrebato apasionado ella me hala del cabello, estimulando más mi frenesí.
- Bésame - me exige, así que tomo sus labios y le meto la lengua, al unirnos una corriente de deseo desenfrenado me toma completo, lo que me hace comenzar a tocarla con total desesperación, paso mi mano libre por sus piernas, sus nalgas hasta sus redondos senos, haciéndola jadear largamente. Cuanto quisiera poder besar cada centímetro de su piel. Ella, inesperadamente, copia mis movimientos devolviéndome los besos y las caricias con la misma intensidad.
Envalentonado por su apasionada respuesta introduzco uno de mis dedos en su interior.
- Terry...- ronronea en mi boca mientras siento la fuerza de su femineidad apretándome el dedo - Más... - me dice en el oído, y si pudiera la llenaría completa pero este no es el momento ni el lugar, así que para calmar sus ansias, meto otro de mis dedos mientras con el pulgar sigo estimulándole el clítoris. Ella se está entregando con tanta pasión que si estuviéramos solos en una cama, le haría el amor hasta que perdiera la conciencia. Sigo tocándola, presionando, apretando y frotando, mientras con la otra mano tomo su redondeado trasero para pegarla todo lo posible a mi cuerpo.
De repente ella se tensa como un arco y explota en un intenso grito de éxtasis, que deja empapada mi mano. Al terminar ella se restriega tan fuerte hacia atrás que baja un poco mi pantalón, pero lo suficiente para que la punta de mi falo salga de su escondite.
Cuando ella se hace nuevamente hacia adelante, sus pliegues rozan mi mástil, la sensación de unión es tan electrizante que debo apretar los dientes. Luego con instinto salvaje la tomo de la cintura con fuerza y balanceo su cuerpo para terminar de estimularme, ya no puedo más, estoy listo para dejarme fluir. En un último empujón mi simiente sale expulsado, mientras de mi boca sale un ronco gruñido de placer, en el que es por mucho, el mejor orgasmo de mi vida.
Me vacío mientras ella levanta su falda y mira sin pudor como de mi falo salen chorros blanquecinos. Cuando he terminado, la acuesto sobre los narcisos, ella mira aún agitada, así que le sonrío, luego meto mi mano para desatar la costura que nos tenía unidos.
- ¡Oh sabías donde estábamos enredados y no nos soltaste antes! - me dice cambiando su expresión por una de indignación.
- Me ofrecí a hacerlo, pero tú me dijiste que lo harías - ella intenta levantarse pero la tomo fuertemente por la muñeca.
- ¿Cómo pudiste? - me pregunta realmente molesta, tratando de soltarse.
- ¿Te estás enojando porque compartimos un orgasmo? -
- Eres un atrevido... pudiste evitar que esto ocurriera- con razón mi tío Graham dice que aunque ha tenido una infinidad de mujeres, aún no entiende a ninguna.
- Pecosa lo disfrutaste como yo - trato de suavizar el tono para tranquilizarla.
- Sí pero estuvo mal, yo no debí, no debimos ¿cómo pudiste? - me dice con lágrimas en los ojos.
- No hay nada malo en lo que hicimos, aún eres virgen -
- ¡Pero tú no me quieres! - exclama levantándose de un brinco.
- ¿Qué dices? ¡Yo te quiero! ¡Te quiero más que a nadie en mi vida! - lo he dicho y no solo eso, lo acabo de gritar.
- ¡Es mentira! Eres un mujeriego, solo querías usarme para tu placer -
- ¡No es cierto! -
- ¡Te odio! - de repente suena la campana del colegio y ella me dedica una mirada fría llena de resentimiento mientras se acomoda la ropa - ¡Nunca vuelvas a hablarme en tu vida! - ella sale corriendo hacia el colegio, mientras quedo más confundido que nunca.
Le grité que la quería y aún así no me creyó.
Narrado por Candy
- ¿Cómo dejé que me usara? - me recrimino a mí misma en medio del llanto, Archie me lo advirtió, me dijo que me alejara de él. Lo peor es que me gustó tanto lo que hicimos... con razón es pecado, reflexiono mientras sigo llorando. Soy una desvergonzada, él me tocó, me tocó... ahí y yo vi su... su... ¡eso! Y era tan... tan... grande. Me odio a mí misma, no puedo sacarme de la mente cuando vi como.... eso chorreaba de placer, del placer que yo le di. Y como una tonta de nuevo me siento sumamente excitada.
Con razón es un mujeriego, si solo le bastaron unas cuantas frases para que estuviera más que dispuesta a que me hiciera lo que quisiera, hasta le supliqué por ¡más! Me inclino en mi escritorio y sigo llorando arrepentida.
¡Jamás lo volveré a ver! - me digo a mí misma en voz alta, pero inmediatamente gimo por otro recuerdo.
- ¡Soy una tonta! - Lloro de nuevo confundida por mis erráticos pensamientos, nunca pensé que se podría sentir dos cosas tan opuestas por una misma persona.
De repente alguien toca a la puerta de mi habitación, así que rápidamente seco mis lágrimas y me levanto para abrir.
- ¿Quién es? -
- Soy Patty - exhalo profundo y abro la puerta - ¿Candy estás bien? Tienes los ojos hinchados -
- Sí no te preocupes, solo me picaban los ojos - no me gusta mentir, pero qué le podría contar a Patty, que me revolqué con Terry en el jardín del colegio.
- ¿Segura? - asiento mientras ella me mira con tristeza - Vine a traerte esto - ella me da un sobre con mi nombre escrito en él.
- ¿De quién es? -
- No lo sé, estaba dentro de mi violín, en la sala de música- lo tomo y veo la hermosa caligrafía, debe ser de él, recuerdo lo impresionada que quedé por la forma tan perfecta en que anotaba en un libro cuando estábamos en el barco. Trago duro mientras pienso si abrir o no el sobre - ¿Sabes de quién es? - asiento.
- Creo que es de Terry -
- ¿De Terence Grandchester? - pregunta asombrada.
- Sí, está mal ¿verdad? Debo ser una más de su larga lista de conquistas - Patty me mira con el ceño fruncido.
- Nunca he visto a Terence con una chica, ni siquiera va a los bailes escolares, mas bien, hasta he escuchado en los pasillos, que no le gusta la compañía femenina - la miro sin entender nada - aunque... -
- ¿Aunque? - pregunto mientras mi corazón comienza a latir tan rápido, que está a punto de salirse de mi pecho.
- Desde que llegó Anthony Brower al colegio, se rumorea que han estado asistiendo a las fiestas de su tío, el Conde de Yorks, Graham Grandchester- de repente recuerdo a Stair preguntando por una fiesta que iban a asistir, mientras Anthony y Archie, lo codeaban discretamente, ahí supe que me ocultaban algo, aunque no quise indagar en el tema.
- ¿Y qué pasa en esas fiestas? -
- Bueno... esto lo escuché de mi abuela, ella... bueno... es una abuelita muy peculiar y a veces comenta cosas inapropiadas, pero según los rumores, parece que el tío de Terence le gustan mucho las mujeres y tiene fiestas escandalosas en su castillo - recuerdo el escenario y el cuarto de juegos del Castillo Grandchester y todo encaja a la perfección - lo peor es que él está casado, su esposa es una famosa actriz francesa, dicen que lo dejó hace como un año y se llevó su hija que también estudiaba aquí, dicen que a Francia-
- Entonces Terry sí es un mujeriego, solo que deben gustarle las mujeres mayores- reflexiono muriéndome de... ¿celos? Sí, hasta de me revolvió el estómago imaginándomelo con otra mujer.
- Yo no sacaría conclusiones tan rápido, tal ves él no es como su tío-
- ¿Conoces a Terry? ¿Porqué lo defiendes? - ella niega con la cabeza.
- No, nunca le he hablado en mi vida, aunque ambos hemos estado por casi ocho años en este colegio, solo que no me gusta juzgar a las personas sin conocerlas -
- Como lo hiciste conmigo - ella sonríe - Gracias por ser mi amiga Patty, sé que eso te trae problemas-
- No me gustan las injusticias Candy - de repente pienso en Stear, ellos son tan parecidos que me encantaría que se conocieran - Te dejo para que leas la carta - asiento - no lo juzgues tan mal o al menos dale tiempo para que se conozcan -
- Gracias - ella sale por la puerta y sin pensarlo más abro el sobre y saco la carta.
Pecosa,
Te espero mañana a la hora del almuerzo en la biblioteca, pasillo 33, frente a la sección de Shakespeare.
Tuyo,
T.G.
Continuará...
Última edición por Lolita Grandchester el Jue Abr 08, 2021 1:54 am, editado 1 vez