Capítulo 8 - Mía
Narrado por Terry
- Quiero que me hagas el amor - sonrío mirándola directamente a los ojos.
- ¿Estás segura? - ella asiente.
- Quiero ser tuya - me dice solemnemente, mientras una mezcla intensa de sentimientos me erizan la piel.
- Eres lo que más he deseado en mi vida - le susurro al oído, ella mete sus pequeñas manos dentro de mi camisa, disparando una corriente eléctrica que recorre todo mi cuerpo. Mi miembro ya está duro para ella, pero con fastidio recuerdo que debemos hacerlo en silencio - ¿Y si vamos a otro lugar? -
- ¿Adónde? -
- Al establo, está alejado de todo- Aunque un establo no es ni romántico, ni especial, al menos tendremos la privacidad que necesitamos.
- Sí - me responde muy suave, sé que está nerviosa, lo siento en el pequeño temblor de sus manos, así que trato de reconfortarla acariciándole los brazos suavemente.
- Tendremos que irnos separados, por si nos encontramos con alguien-
- Llegaré por los árboles -
- Y yo caminaré por el bosque- la tomo del cuello y la devoró con un beso ansioso, para asegurarme que no se arrepienta en el camino. Luego nos levantamos de la cama, la acomodo en mi cintura y la llevo hasta el balcón, ella brinca y se toma de una rama, para comenzar a saltar entre los árboles como toda una Tarzán Pecosa. Sonrío, mientras bajo la enredadera y me dirijo hacia el establo.
Cuando llego ella se está bajando de un árbol, así que le hago señas para que se lance desde la última rama, cuando la atrapo le doy vueltas mientras ella se ríe agarrándome fuertemente del cuello, quiero que se relaje, si yo estoy nervioso no puedo imaginarme cómo se sentirá ella.
Cuando entramos al establo, ambos, colmados de anticipación, nos quedamos en un profundo silencio. La bajo rozándonos los cuerpos, firme contra suave, un hombre y una mujer preparándose para convertirse en uno solo.
Enciendo la lámpara, mientras el corazón comienza a latirme rápidamente, la responsabilidad de hacerla mía es tan estimulante como atemorizante, desde hoy seré el responsable de su placer por el resto de sus días.
- ¿Sabes desde cuándo supe que te amaba? - le pregunto mientras acaricio su espalda y comienzo a desabotonar su vestido en un momento de absoluto erotismo, ella sonríe tímidamente y niega con la cabeza - Desde la primera vez que te vi - le digo aspirando el olor de su cabello - Al mirarte entendí que te había estado esperando toda mi vida - ella aprieta la boca mientras sus ojos se llenan de lágrimas, así que la beso en la frente - te amo Candy y prometo hacerlo para siempre, pase lo que pase - le susurro en la boca, luego la beso suavemente y me complazco sintiendo como se estremece entre mis brazos.
- Terry... - susurra casi inaudible.
La tomo de la mano y la llevo al fondo del establo donde se guarda el heno. Paso por donde está Theodora y ella relincha inquieta.
- Parece que mi otra chica está celosa -
- ¿Es tuya? - asiento.
- Lo siento Theodora, deberás acostumbrarte a compartirme - le digo, mientras la Pecosa acerca su mano y la acaricia dulcemente.
- Lo siento hermosa, pero solo me lo prestarás por ratos - la tomo de la cintura dominantemente.
- ¿Por ratos? De ninguna manera, desde hoy serás toda mía - si piensa que solo la querré por ratos, aún no me conoce.
Tomo rápidamente unas mantas que uso cuando me quedo atrapado por la lluvia y las coloco sobre una cama de paja - Lamento que tu primera vez sea en un lugar como este - le digo acostándola lentamente.
- Será perfecto mientras que sea contigo - me responde tomando un mechón de cabello y acomodándolo detrás de mi oreja, no puedo explicar como algo tan simple, puede resultarme tan exquisitamente sensual.
- Prometo que será inolvidable- declaro, luego tomo el borde de su vestido y lo bajo por su cuerpo hasta dejarlo caer al suelo. Me detengo para admirar su cuerpo semidesnudo, firme y torneado, con las curvas precisas en los lugares correctos, una diosa iluminada solamente por la tenue luz de la lámpara, su cabello brilla como el oro, mientras sus esmeraldas me miran con una mezcla de timidez y seguridad, que me dejan siempre sin defensas, nunca sé cómo reaccionará y eso me calienta aún más la sangre. Su respiración se hace errática por el nerviosismo, así que detengo mi escrutinio y me acuesto sobre ella, apoyando mi peso sobre los codos - Eres lo más perfecto que he visto jamás - ella sonríe, quiero que se dé cuenta de lo hermosa y sensual que es para mí - Ahora puedes seguir con lo que comenzaste en mi habitación- ella mete sus manos dentro de mi camisa y tengo que cerrar los ojos y exhalar para controlarme, luego poco a poco va subiéndola, en una caricia que cada vez se hace más agonizante y ha logrado tensar cada músculo de mi cuerpo. Esta mujer va a matarme de puro placer y ni siquiera hemos empezado a hacer el amor. Cuando la camisa llega a mis brazos la ayudo y me la quito tirándola al piso. Luego llevo su mano hasta mi cinturón, quiero darle la iniciativa, quiero que me desee tanto como yo la deseo. Ella cierra los ojos y me abre el pantalón - Vamos Pecosa, abre los ojos, quiero que recuerdes esta noche para siempre - ella abre los ojos lentamente y sé que es hora de ponernos más intensos para que se deje llevar por la pasión, así que guío sus manos para que baje mi pantalón y me deje desnudo, mi falo que es bastante grande y grueso, se posiciona sobre la tela de su ropa interior y me siento inmerso en la irrealidad, he tenido tantas fantasías con esto, que solo espero no despertarme de repente y darme cuenta que todo ha sido un hermoso y húmedo sueño.
Con dominio y un poco de descontrol la desnudo con movimientos rápidos, que la hacen jadear.
Cuando nuestros cuerpos finalmente chocan desnudos, ella instintivamente presiona su femineidad contra mi falo casi haciendo que la penetre.
- Pecosa, necesitas tener un orgasmo antes- le digo, sorprendido por mi entereza.
- Terry, te necesito... ya - me ronronea mientras sus labios húmedos rodean mi falo.
- Mi amor si entro ahora te lastimaré - ella relaja el cuerpo.
- Me dijiste mi amor...-
- Cuando compartamos la cama te llamaré como quieras - le digo mientras comienzo a dejar un camino de besos sobre su piel.
Me detengo en sus senos para lamerlos y succionarlos con adoración, ella jadea y me toma del cabello reclamando más, así que sigo mi recorrido pasando por su ombligo hasta llegar a su centro.
Busco su botón abriendo sus pliegues con mis dedos, cuando lo encuentro ya está hinchado y húmedo, así que saco la lengua y lo lamo primero rodeándolo, ella gime y trata de separarse, pero la tomo con firmeza para que no se mueva.
Sus contracciones se hacen cada vez más rápidas, así que no espero más y lamo directamente su clítoris aprisionando sus piernas con mis brazos para mantenerla lo más cerca posible. Luego decidido le meto la lengua, lo que instantáneamente la hace estallar.
- ¡Terry!- exclama mientras un río de éxtasis corre entre sus piernas. Verla desnuda estremeciéndose y gritando mi nombre es tan intenso que sin haber tenido mi orgasmo, ya se ha convertido en el momento más memorable de mi vida.
Cuando aún está arqueada hacia atrás por la fuerza de su orgasmo, meto mi brazo bajo su espalda para abrazarla y presionarla contra mi cuerpo, estoy tan excitado que me tomará toda mi fuerza de voluntad hacerle el amor con ternura. Subo hasta su boca para besar sus labios con desesperación, tragándome sus gemidos y jadeos mientras voy posicionándome en su entrada. Tomo mi falo y me introduzco lentamente entre su cuerpo. Ella está tan apretada que solo he metido la punta y ya estoy listo para eyacular. Pero como esto debe durar mucho más, miro hacia arriba y me quedo quieto.
- Pecosa, no te muevas - me concentro unos cuantos segundos para bajar mi lujuria, mientras ella también se acostumbra a mi intromisión, cuando me siento un poco más tranquilo le digo - Voy a entrar, respira hondo - la tomo de los hombros y con fuerza empujo mi falo rompiendo su barrera virginal, ella abre mucho los ojos y gime de dolor.
- Perdóname - le susurro. Ella sonríe, pero de sus esmeraldas salen lágrimas de dolor, este es el primer momento en mi vida que me gustaría no ser tan grande, no quiero seguir lastimándola - Si te duele mucho podemos parar- miento, rogando que me diga que no, para este momento es imposible que pueda detenerme. Ella levanta temerariamente la cadera haciendo que la penetre profundo, mi falo queda hundido tan adentro que no me explico como su cuerpo pudo recibirme completo.
- Enséñame a hacer el amor - me responde con voz ahogada.
Comienzo un vaivén suave, su interior húmedo y caliente, sus gemidos de placer en mi oído, su olor a rosas, mi piel contra su piel y el sabor de su boca, me seducen en una experiencia mucho más que corporal, tanta pasión, tantas ganas, tanto amor, es sencillamente indescriptible.
Ella comienza a copiar mis movimientos de una forma tan instintiva que me descontrola, así que comienzo un ritmo acelerado y dominante, entro y salgo de su cuerpo ferozmente mientras la miro atentamente a los ojos buscando algún indicio de dolor, pero todo en ella es placer, así que sigo entregándole todo mi cuerpo.
En un arrebato rodamos sobre las mantas y ella queda sobre mí, inesperadamente se apoya en mi pecho y comienza a hacerme el amor a una velocidad tan enérgica que me vuelve loco, sus pechos brincan y su interior me succiona desde adentro, llevándome al límite, la tomo de las piernas para detenerla, necesito terminar afuera, pero en ese momento ella se aprieta aún más fuerte de mi cuerpo y explota en un fulminante orgasmo que estimula el mío.
Sin poder humano que me detenga, gruño de placer mientras dejo fluir todo mi simiente dentro de su cuerpo. Ella cae sobre mi pecho respirando agitadamente, así que la abrazo y la beso en el cabello, ella sin duda es lo mejor que me ha pasado en la vida.
Exhalo profundo y aprovecho para apretarle el trasero mientras la subo para que mi miembro salga de su interior, ella se queja al sentirse vacía y me encanta su reacción desinhibida. Mi falo le roza el clítoris y ella se frota con exigencia, siento mi semilla saliendo de su interior y se me corta la respiración, ojalá que mi descontrol no tenga graves consecuencias.
- ¿Te gustó? - le susurro.
- Mucho -
- Fue maravilloso - le digo besando sus labios, ella sigue frotándose contra mi miembro y en uno de sus movimientos, mi eje la vuelve a penetrar - ¿Quieres hacerlo otra vez? -
- ¿Se puede? - me dice contrayéndose y apretándomela entera.
- Te haré el amor hasta el amanecer- y así fue, nos besamos hasta el último rincón de nuestros cuerpos e hicimos el amor unas cuatro o cinco veces esa madrugada, antes del amanecer nos escabullimos a mi habitación y tomamos una ducha juntos, mientras hacíamos de nuevo el amor en silencio.
Al siguiente día, la Pecosa terminó esa extraña relación que tuvo con el Elegante, Lolita había regresado al colegio y lo tenía tan mareado con sus atrevidos coqueteos que Candy no entendió porqué el Camisas de Seda se lo había tomado tan bien.
Aunque me molesta que mi prima fornique con el afeminado, ya me dejó más que claro que no aceptará en que me meta en su vida, así que no me quedó más que aceptarlo.
Estoy sentado en la copa de un árbol, pensando en cuál fantasía quiero probar con ella esta noche.
La Pecosa es tan receptiva que este mes hemos probado cuanta posición nueva se nos ha ocurrido, incluso a veces nos encerramos en la biblioteca y practicamos a fondo el Kama Sutra.
Por supuesto que ya le he quitado la llave a Anthony y aunque sospecha la causa, ahora está más entretenido tirándose a Elisa y a Luisa que le aceptaron gustosas la idea del trío, que preocupándose por mi amorío con la Pecosa.
Ahora la que exige su llave de vuelta es Lolita, pero por maldad la estoy haciendo sufrir un poco, luego le daré lo que por derecho le pertenece.
De repente abro los ojos sorprendido.
- "Hemos hecho el amor un mes completo día tras día sin falta" - me digo a mí mismo.
Una fuerza sobrenatural me hace saltar del árbol y correr hacia el edificio de las chicas. Me dirijo directamente al aula de francés, donde sé que ella está llevando clases, cuando llego simplemente abro la puerta.
- ¡Terence Grandchester está prohibido que esté en el lado de las chicas y mucho más que interrumpa una clase de esta manera! - grita la hermana Clarette, sumamente molesta.
- Necesito hablar con Candice -
- ¿Está escuchándose? Candice está recibiendo una clase y por cierto usted también debería estar en una-
- Por favor hermana, es muy importante, debo darle un mensaje de mi padre - miento, pero debo hacerlo, no me moveré de aquí hasta despejar mis dudas.
- ¿Del Duque de Grandchester? - asiento - Haré una excepción, pero máximo cinco minutos o los enviaré a ambos a Dirección y sepa que reconfirmaré esa información apenas termine la clase - ahora lo menos que me importa es que me castiguen, tengo una preocupación mucho mayor.
- Gracias hermana - la Pecosa se levanta en medio de los cuchicheos de sus compañeras. Debe ser la envidia de todas, pienso con satisfacción. Cuando sale del salón cierro la puerta.
- ¿Qué pasa Terry? ¿Qué es tan importante que no podía esperar? - me pregunta asustada.
- ¿Hace cuánto no tienes tu periodo? -
- ¿Mi... periodo? - dice con asombro y timidez.
- Por favor Pecosa, esto es importante - ella me mira asustada y se tapa la boca.
- ¡Por Dios! Estoy atrasada dos semanas - y de repente el mundo ha dejado de ser el mismo.
- Iré a hablar con el Duque, si no nos deja casarnos, huiremos juntos esta noche -
Continuará...